COMENTARIO HISTÓRICO ARTÍSTICO DE LA MUERTE DEL MAESTRO
CONTEXTO HISTÓRICO
Noviembre, mes de los muertos, de recordar a Todos los Santos, de calabazas, de Halloween y de disfraces. Hoy vamos a utilizar la muerte como excusa para tratar una obra que está vinculada a una temática, la taurina, que contó con el artista de esta pintura como uno de sus máximos exponentes en el siglo XIX en España.
Este tipo de obras interesaban mucho sobre todo al público extranjero, que veía en las costumbres hispanas un exotismo desbordado comparado con sus países. La figura de la flamenca, el colorido de los patios mediterráneos andaluces, el torero, las corridas de toros…
Todo lo popular es retratado desde un punto de vista folklorista, generando un estilo costumbrista propio de una época en el que los nacionalismos pujantes tratan de encontrar elementos representativos y distintivos.
José Villegas y Cordero (1844-1921) fue un gran seguidor y conocedor del mundo taurino. Nacido en Sevilla, es considerado el máximo representante de la pintura taurina.
Formado en la Escuela de Bellas Artes de su ciudad natal, marchó a Madrid para conocer las obras principales del Museo del Prado donde tomó como modelo muchas de las pinturas de Goya, que ya había tratado el tema taurino previamente, y Velázquez.
Más tarde, fue a Roma donde conoció, entre otros, a Mariano Fortuny, cuyos conocimientos influyeron notablemente en sus obras.
En la década de los 70, ya es un pintor reconocido y sus obras son cotizadas al alza en el mercado internacional. Sus dos primeras obras centradas en la temática taurina serían El descanso de la cuadrilla y Toreros en la capilla de una plaza.
Los marchantes europeos y americanos buscaban este tipo de obras en las que sobresalían los tópicos costumbristas españoles, más vinculados a la tendencia romántica del siglo XIX.
Se salió de esa trayectoria con una obra mucho más ambiciosa como fue La muerte del maestro. En esta pintura se representa al torero Bocanegra en su capilla ardiente de la plaza de toros de Baeza tras haber sufrido una cogida que le supuso la muerte en una corrida de noveles el 20 de junio de 1889.
¿Y por qué se le rinden tantos honores a un torero novel? La explicación habría que buscarla en los sucesos de ese día. Bocanegra no era quien estaba realizando la faena, sino que estaba de espectador en la plaza de toros de Baeza.
Cuando observa que el torero Hormigón estaba en una situación complicada con el toro al que se enfrentaba no dudó, tras pedir permiso a la presidencia, en saltar al ruedo para ayudarlo, pero fue embestido mortalmente.
La historia del héroe, del mártir que se entrega por su compañero de faenas, causó tal estupor y dolor su muerte que se le rindió honores a la altura de los más grandes maestros del toreo.
Además, la visión que la sociedad tenía del torero era precisamente esa, de un luchador que se enfrentaba cuerpo a cuerpo para ofrecer espectáculo al pueblo, mientras se juga la vida. A continuación, entraremos en detalle con la obra que realizó José Villegas.
ANÁLISIS DE LA OBRA
Se trata de una obra de gran formato y que ha sido retocada en varias ocasiones, ya que el autor empezó a configurarla en 1893 y no la finalizaría hasta 1910.
La pintura fue comprada por un coleccionista americano que la depositó en la Albright-Knox Art Gallery de Búfalo en Nueva York y no llegaría a España hasta 1983 para participar en una exposición en Sevilla.
La casa de subastas Christie’s de Londres la vendió a un anticuario que, a su vez, revendió a la Junta de Andalucía en 1996. Desde entonces, se puede disfrutar de esta obra en el Museo de Bellas Artes de Sevilla.
Tras el estudio radiográfico que realizó el Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico (IAPH), se pudo contemplar las transformaciones que Villegas realizó en el lienzo durante casi dos décadas. La primera versión cambiaba la disposición de la escena con una escenografía en diagonal y un espacio mucho más amplio.
Para cuando presenta esta obra en la II Bienal de Venecia de 1897 ya había realizado varias modificaciones como la sustitución de la reja por una ventana y una cortina por la que aparece un torero o el cambio del altar con el crucificado bajo dosel por el retablo con la imagen de la Virgen.
También suprime las figuras de la izquierda, quizás porque dan un carácter anecdótico costumbrista y en esta obra se denota que finalmente quiere distanciarse de ese estilo, como se puede comprobar en la eliminación de la figura femenina vestida con volantes que lloraba sobre su cuerpo y que en la obra final aparece con atuendos mucho más sobrios.
Igualmente, recoloca al sacerdote que inicialmente estaba en la cabecera de la cama, para ahora estar a su lado realizando unas lecturas para todos los toreros que acuden al responso.
Tras la Bienal, lo lleva de nuevo a su estudio de Roma y seguirá realizando distintas modificaciones hasta 1909, presentándolo en 1910 y logrando de nuevo muy buenas críticas.
Finalmente, modifica el tamaño de la obra ya que consideraba que era demasiado grande el formato, eso afectó en el tratamiento de la arquitectura. Reduce todo lo anecdótico y costumbrista al mozo que recoge el calzado y ropajes del finado.
Muestra la importancia de la religión en la sociedad del siglo XIX con el altar que preside el cabecero de la cama del maestro fallecido.
Destaca del lienzo el estudiado trabajo de retratos individuales de los toreros, en el que cada personaje actúe y se comporta de modo distinto, desde el que se presigna, al que se seca el sudor por el agobio de asistentes que acuden a velar al muerto.
Una obra impresionante en sus dimensiones y en su contenido, que podemos disfrutar en el Museo de Bellas Artes de Sevilla.
La España que rendía honor a sus toreros, el costumbrismo sevillano al servicio de los marchantes internacionales y uno de los artistas románticos e historicistas por excelencia de la pintura española, José Villegas.
BIBLIOGRAFÍA
AA. VV.: “La muerte del maestro de José Villegas Cordero. Investigación y tratamiento”. PH 36 (2001), pp. 32-46. IAPH. Sevilla.
HALCÓN, Fátima: “José Villegas, pintor taurino. Una nueva aportación”. Laboratorio de Arte, 25 (2013), pp. 929-936. Universidad de Sevilla. Sevilla.
VALDIVIESO, Enrique: Pintura sevillana del siglo XIX. Sevilla. 1981.