La niña enferma

Ficha técnica

Título: La niña enferma
Autor: Edvard Munch
Cronología: 1885 – 1886
Estilo: Simbolismo – Expresionismo
Materiales: Óleo sobre lienzo
Ubicación: Galería Nacional de Noruega
Dimensiones: 119’5 x 118’5 cm
Escrito por: Patricia Luis Ruiz

COMENTARIO HISTÓRICO ARTÍSTICO DE LA NIÑA ENFERMA

CONTEXTO HISTÓRICO

Tras siglos de tradición figurativa en la pintura occidental, es en el mundo decimonónico que surgen generaciones de artistas opuestos a la representación literal de la realidad.

Entre ellos, el noruego Edvard Munch, cuyos primeros pasos hacia convertirse en referente del posterior Expresionismo tienen lugar cuando apenas tenía veinte años. La niña enferma sirve como evidencia.

Antes de profundizar en el fascinante imaginario de Munch, debemos ubicarnos históricamente. Aunque seguía siendo parte de Suecia, Noruega adquiere independencia política en 1814. Cristianía, actual Oslo, constituía la capital del territorio, siendo sin embargo una ciudad considerablemente pequeña.

Las dificultades económicas y las restricciones sobre la creación constituían algunos de los obstáculos a los que debían enfrentarse los jóvenes con ambición artística. Además, chocaron pronto con la necesidad de marchar a otros lugares.




Esto último supone otra gran barrera como es la dependencia de escuelas de arte extranjeras, pues la mayoría de estos jóvenes dirigieron sus primeras andanzas hacia Alemania, Italia y Francia, entre otros lugares.

Al fin y al cabo, el hecho de que la economía noruega fuera principalmente agrícola suponía una importante desventaja frente a los países vecinos. En estos, la industrialización avanzaba a pasos agigantados.

En relación con las mencionadas restricciones a los artistas, Munch hubo de hacer frente a numerosos ataques por parte de los más importantes críticos de Noruega.

Podemos añadirlo, por tanto, a la lista de artistas que fueron totalmente rechazados e incomprendidos hasta ser validados por el continente europeo. Tanto fue así, que el reconocimiento a Munch por parte de su país natal llegó cuando había cumplido los cincuenta años.

En cuanto al movimiento simbolista destaca por su afán de ir más allá. Rechaza la actitud contemporánea de centrar la atención en la obra como una cosa en sí. Es imprescindible, defienden, mirar tras ella, pues siempre hay algo más.

De este modo, artista y espectador establecen un diálogo a través del medio pictórico. Ya lo dijo el inquieto grupo de artistas del que Munch fue parte durante unos meses en 1884 en la publicación El impresionista: «escribirás tu propia vida» como el primero de los Nueve mandamientos bohemios. Pronto Munch abandona el grupo para trabajar su individualidad: color y expresión, vida y sentimiento. El yo es el motivo principal, representado sin filtros ni tapujos. «Yo ya no pintaré interiores ni gente leyendo. Pintaré gente viva, que respira y siente y sufre y ama», escribió.

La vida de Munch, marcada por los constantes infortunios, está presente mediante símbolos en prácticamente toda su producción artística. La temprana pérdida de su madre y de su hermana supondrán un progresivo deterioro en la salud mental de su padre, por lo que el joven artista vivirá constantemente atormentado por tres cuestiones.

Estas son la angustia, el desasosiego y, como no podía ser de otra manera, la muerte. Así, no es ninguna sorpresa que estos motivos fueran los principales protagonistas de su pintura.

ANÁLISIS DE LA OBRA

Munch describió La niña enferma como un «cuadro de almohadas», nombre atribuido a numerosas obras del momento que mostraban a los retratados sobre grandes almohadones para dotarlos de un aire de santidad.

Sin embargo, negándose a ser encasillado en un tema que consideraba patético y ridículo, va más allá: retrata la vida misma, o más bien, la muerte.

La niña enferma
La niña enferma

La falsa moral y la enfermedad constituyen temas constantes en el artista noruego, y este óleo comenzado a finales de 1885 es un magnífico ejemplo del segundo. Basada en la temprana muerte de su hermana mayor por tuberculosis, Munch proporciona una escena de suma tristeza.

La mirada del espectador es dirigida a los dos personajes centrales, la joven y la señora que le toma la mano. La segunda se inclina ocultando su rostro, creando una curvatura en su espalda que transmite una profunda desolación.

La primera, que parece haber adoptado una actitud de resignación, dirige su mirada hacia el exterior del lienzo: ¿esperanza, quizás? El foco lumínico viene constituido por la gran almohada sobre la que la joven apoya su espalda, que a su vez llega a parecer fusionarse con el tono claro de la pared del fondo.

En cuanto al espacio donde están ubicadas, destaca el mobiliario en ambas esquinas inferiores. A la izquierda, una botella sobre una cómoda.

A la derecha, una mesa con un vaso medio lleno sobre ella, con un líquido rojizo en su interior, que se relaciona con la cabellera de la muchacha. La pared en este extremo de la obra adopta colores oscuros, verdosos, aunque no muy lejos del negro.

Munch presentó esta obra en la Exposición de Otoño de Cristianía en octubre de 1886, causando un gran escándalo entre los presentes. El tema escogido para La niña enferma no suponía ningún problema, pero la técnica fue considerada una aberración.

Y es que el noruego, sumido en la agitación y el nerviosismo, se desprende de la meticulosidad para dar rienda suelta a la emoción más pura. Tanto es así, que ejecuta arañazos en la pintura, retoques que no se disimulan en absoluto, figuras con apariencia esbozada totalmente lejos del riguroso estudio anatómico.

La luz ya no emana de una ventana o una lámpara, lo hace desde donde al artista le interesa que lo haga, que es la personificación de la enfermedad. No es la línea quien modela las figuras, lo hace el color, vehículo de expresión por excelencia.

Es el alma del artista la que toma la voz cantante y crea una escena cargada de emoción. De hecho, según transcurría la vida del artista, realizó varias versiones de esta obra, intentando que respondiera lo máximo posible a los principios estéticos por los que se guiaba en cada momento.

Edvard Munch, con la fuerza de su obra, supuso una figura clave en la Historia del Arte Universal. Tiende a estudiarse el Expresionismo como un fenómeno de la Alemania de principios del siglo XX, pero veinte años antes, ya existía un joven noruego con ansias de liberarse de sus monstruos interiores a través de la pintura.

CURIOSIDADES

La niña enferma de Edvard Munch guarda una estrecha relación con la obra homónima de Christian Krohg, datada cinco años antes. En ambas, el almohadón de un blanco compuesto por variedad de matices, adquiere un papel simbólico sugiriendo una aureola cuadrada.

«Mi arte es una autoconfesión. A través de él, trato de aclararme a mí mismo mi concepto del mundo y de la vida. No quisiera perder la esperanza de que pudiera ayudar a los demás a arrojar luz sobre su propia búsqueda de la verdad», Edvard Munch (1863 – 1944).

BIBLIOGRAFÍA Y WEBGRAFÍA

BISCHOFF, Ulrich: Munch 1863 – 1944. Cuadros sobre la vida y la muerte. Colonia: 2000.

EDVARD MUNCH’S TEKSTER (Los textos de Munch): https://www.emunch.no/english.xhtml Consulta: 5/11/2022.

EISENMAN, Stephen F.: Historia crítica del arte del siglo XX. Madrid: 2001.

HODIN, J.P.: Edvard Munch. Londres: 1972.

LUCIE-SMITH, Edward: El arte simbolista. Barcelona: 1991.

RICART, Johan como coordinador: Grandes maestros de la pintura. Munch. Barcelona: 2008.

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