COMENTARIO HISTÓRICO ARTÍSTICO SOBRE LA TENTACIÓN DE SANTO TOMÁS
CONTEXTO HISTÓRICO
Diego Velázquez, pintor de príncipes, el posiblemente mejor pintor de todos los tiempos nace en Sevilla en el año 1599, mostrando pronto unas grandes dotes para la pintura.
Comienza su formación en el taller de Herrera el Viejo, un prestigioso pintor de la Sevilla del siglo XVI, pero tan solo está con él unos meses debido a su mal carácter, hecho por el que el joven Velázquez no soportó esta situación.
Sus padres deciden cambiarle de maestro y en 1610 formalizan el contrato de aprendizaje con Francisco Pacheco, con quien trabaja 6 u 8 años más. Pacheco era un hombre de gran cultura como muestra en su tratado el Arte de la pintura.
Su pintura no era extraordinaria, pero era un gran maestro, Velázquez adquiere con Pacheco su formación técnica, de ideas estéticas, modelos iconográficos de representación, etc.
En 1622 realiza su primer viaje a Madrid después de que Felipe IV llegase al trono y de que el conde duque de Olivares se convirtiese en una de las personas más poderosas de la corte, personaje que pretendió que la corte estuviese integrada totalmente por andaluces.
En 1623 vuelve a la corte tras quedar una vacante de pintor de corte al morir el retratista Rodrigo de Villandrando. Es entonces cuando Velázquez llega a la corte y conoce y estudia la colección real de pintura, se empapa de las pinturas de Tintoretto, Veronés, Bassano… y cambia totalmente su modo de pintar.
En 1629 realiza su primer viaje a Italia, el rey Felipe IV da permiso a Velázquez para realizar este viaje con la previa intercesión de Rubens, quién entabla una gran amistad con el sevillano cuando en 1628 viaja por segunda vez a la corte para realizar gestiones diplomáticas y realizar copias de las pinturas de Tiziano.
Este viaje a Italia supone un punto de inflexión en la obra de Velázquez. En Venecia copia a Tintoretto, en Ferrara copia la pintura de Giorgione, en Cento se empapa de la blanca iluminación de Guercino y en Roma el cardenal Francesco Barberini le abre las puertas de las Stanzas de Rafael y copia a Miguel Ángel en el capilla Sixtina.
La tentación de Santo Tomás la tenemos que ubicar en el regreso tras este primer viaje a Italia, cuando realiza entre otras una obra de un gran peso clásico, La fragua de Vulcano. Es ahora cuando alcanza una técnica de la suave perfección, como se denomina este periodo, su época de madurez.
Un elemento que además nos sirve para ubicarla en este periodo es la pincelada suelta y ligera, pero que todavía responde a un firme dibujo, frente a la técnica pictórica del detalle.
Además, nos ayuda a ubicar cronológicamente la obra la utilización de ese amarillo calabaza que vemos en la túnica del ángel y que utiliza en otras obras como La Fragua de Vulcano o La túnica de José. Velázquez trae consigo este color de Italia y lo utiliza en más o menos proporción en sus obras hasta que se le agota.
Este cuadro fue regalado por el confesor del rey Felipe IV, fray Antonio Sotomayor, al convento dominico de Orihuela por haberle apoyado en una serie de pleitos que mantuvo con el cabildo de la catedral oriolana por la titularidad de unas tierras.
El lienzo debía servir para que los novicios tomasen el ejemplo del santo y fuesen capaces de renunciar a los placeres del mundo y tomar los votos de la orden.
ANÁLISIS ICONOGRÁFICO
Santo Tomás era un joven de una familia acaudalada que decide dedicar su vida a la fe e ingresar en la orden dominica pero su familia, que sabe que tiene un futuro prometedor, no está de acuerdo con este propósito.
Santo Domingo en una de las noches a caballo descansa en un hospicio, hace noche allí y la familia aprovecha la situación para encerrarle en una estancia con una prostituta para que sucumba a sus deseos y abandone los hábitos.
La historia cuenta que logró domar sus instintos cogiendo un carbón ardiente de la chimenea y dibujar con él una cruz en la pared, tras lo que se arrodilló ante ella y rezó, consiguiendo expulsar de esa manera a la prostituta. Santo Tomás se deja caer vencido por el esfuerzo de esa intensa oración a Dios, momento en el que dos ángeles le reconfortan.
Iconográficamente hablando es fácil reconocer la figura de Santo Tomás por los hábitos que viste, túnica blanca y manto negro, colores característicos de la orden dominica, fundada por Santo Domingo de Guzmán, también conocidos como la Orden de Predicadores.
Asimismo, la tonsura de la cabeza del santo es otro elemento característico, de esta y de otras órdenes religiosas, nos indica por la tanto que es un monje, un personaje que dedica su vida a Dios.
Los ángeles aparecen asistiendo a un Santo Domingo desfallecido, exhausto por el esfuerzo, y por ello se disponen a colocarle el cíngulo de la castidad, un símbolo de victoria ante el pecado que acaba de derrotar.
Se trata de un elemento iconográfico que podríamos relacionar en cierta manera con la palma que reciben los mártires por no haber renunciado a su fe, ambos podríamos entenderlos como un símbolo de victoria.
Por último es significativo la prostituta huyendo de la estancia en un segundo plano. Es lógico pensar que la familia de Santo Tomás habría elegido a una bella joven para que cayese en la tentación, sin embargo Velázquez decide representar en ella la fealdad, en contraste con la belleza de los ángeles. Es decir, busca representar la simbología del pecado a través de la fealdad física, de hecho si nos fijamos la prostituta no tiene pies sino garras.
ANÁLISIS FORMAL
Compositivamente la obra está organizada en torno a una gran aspa: una diagonal ascienda por el lánguido brazo del santo y continua hasta finalizar en el ala desplegada del ángel de túnica rosada, la otra asciendo a través del manto de Santo Tomás y se pierde una vez abandona esta figura.
Estas dos diagonales se cruzan en la cabeza de Santo Tomás, el verdadero protagonista y centro de la composición. Además, la cabeza del santo está iluminada como un sol radiante, de hecho uno de sus elementos iconográficos es un sol radiante en el pecho, que en este caso se ha trasladado a su cabeza haciendo alusión a su título de doctor de la Iglesia católica. Esta obra posee una gran iluminación, sólo deja en penumbra la parte de puerta, por donde entra la luz dentro del cuadro.
Incorpora ahora en esta etapa de su pintura una nueva tonalidad cromática en la que es importante la luz y la naturaleza.
En cuanto a la técnica pictórica es importante el abandono de la técnica del detalle, del bodegón en primer plano, que practicó anteriormente a la perfección en obras como Vieja friendo huevos, sustituyéndola por una pintura por manchas, reconocibles al alejarnos del cuadro e irreconocibles si nos acercamos demasiado. Sin embargo todavía incluye un pequeño bodegón formado por la mesa, el tintero con la pluma y los libros.
La túnica de los ángeles es vaporosa, posee un plegado más blando que la pesada túnica dominica. Si prestamos atención podemos ver los arrepentimientos de Velázquez en esta obra, concretamente en el ángel de la túnica rosada, donde sustituye una túnica que caería de una manera parecida a la que lo hace la de Santo Tomás por otra que cae de forma vertical.
BIBLIOGRAFÍA Y WEBGRAFÍA
Pérez Sánchez, Alfonso Emilio, (1992), Pintura barroca en España. 1600-1750, Madrid: Ediciones Cátedra
EL PAÍS: https://elpais.com/cultura/2018/11/22/actualidad/1542893451_174548.html (recuperado el 04/11/2019)