COMENTARIO HISTÓRICO ARTÍSTICO DEL CAFÉ DE POMBO
CONTEXTO HISTÓRICO
La Tertulia del Café de Pombo de José Gutiérrez Solana (1920) es, sin ninguna duda, una de las piezas más importantes de la colección del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid.
Ilustración habitual de libros de historia y literatura, en ella aparecen retratados nueve de sus habituales parroquianos: Manuel Abril, Mauricio Bacarisse, Tomás Borrás, José Bergamín, José Cabrero, Pedro Emilio Coll, Salvador Bartolozzi, el propio José Gutiérrez Solana y, en el centro, Ramón Gómez de la Serna.
Para resaltar la figura de este último lo representa de pie, con la superioridad de un juez, sosteniendo en su mano un ejemplar de Pombo, el libro que había publicado en 1918 describiendo las instalaciones del hoy desaparecido café.
En numerosas publicaciones previas se han relatado las biografías de los nueve retratados, o analizado el papel de los cafés como instituciones culturales en el Madrid del cambio de siglo, pero menos atención se ha prestado al gran bodegón que preside la mesa.
España era un país productor y consumidor de vino, en el cuadro observamos como los intelectuales que aquí se daban cita preferían sustituirlo por el sifón, el Ron Negrita o la cerveza. La etiqueta roja nos permite identificar incluso la marca, una cerveza Mahou, empresa que llevaba comercializando sus productos en la capital desde hacía apenas 30 años.
Dada la atención que Solana presta a los detalles, observamos claramente en esta etiqueta el icono de la fábrica – un barril tumbado – y las medallas que le habían concedido por la calidad de su producto en Bruselas (1897) y París (1900).
ANÁLISIS DE LA OBRA
Si bien en las fotografías que Alfonso Sánchez Portela realizó en el café comprobamos que era frecuentado por numerosas mujeres, Solana opta por no incluirlas en su cuadro. No obstante, si miramos con atención y una actitud casi detectivesca, podremos encontrar en realidad a tres mujeres representadas en el lienzo.
La primera de ellas, la más visible, se refleja en el espejo que cuelga sobre la mesa, acompañada – o más bien acompañando – a un hombre. Al igual que sucede en otros lienzos del pintor, como por ejemplo en La visita del obispo de 1926, contrasta el naturalismo y dramatismo de sus retratos masculinos con el hieratismo de sus retratos femeninos.
Como se ha expuesto en numerosas ocasiones, las mujeres de Solana parecen maniquíes manejables dada su frialdad y falta de expresividad.
Para encontrar a las dos mujeres restantes debemos volver al bodegón. La segunda de ellas sería la esclava racializada que protagoniza la etiqueta del Ron Negrita que produce Bardinet desde 1857.
Si bien otros productos de la misma marca ya han desaparecido del mercado, como eran La Mulata, La India, Las Negritas o La Esclava – en cuya etiqueta aparecía una mujer negra semidesnuda con grilletes en las muñecas –, este producto mantiene aún hoy su imagen original, por lo que resulta sencilla su identificación.
Justo debajo encontraríamos la última mujer. En una pequeña caja de cerillas Solana ha reproducido la Leocadia Zorrilla de las pinturas negras de Goya, artista por el que sintió una gran admiración y al que citó en lienzos como Los disciplinantes de la RABASF (1933). Toda la crítica coincide en que la mujer que Goya representó en esta escena es Leocadia Weiss, su última amante antes de partir hacia Burdeos.
Podríamos afirmar en definitiva que, si bien de manera inconsciente, José Gutiérrez Solana representa en su Tertulia los tres roles que una mujer podía tener en la España de 1920: esposas acompañantes, esclavas productoras o amantes, nunca intelectuales equiparables a ninguno de los hombres retratados.
No obstante, el lienzo ocultaba otro secreto que el equipo de restauración no descubrió hasta el año 2009. En el transcurso de un estudio rutinario la radiografía reveló que bajo este cuadro existía otro de temática religiosa.
Aunque resulta difícil de ver, una imagen contrastada de la radiografía nos permite identificar un altar cubierto por un mantel blanco, un retablo presidido por una figura femenina coronada, un gran cirio y dos bustos que podrían ser relicarios o figuras que quedaron incompletas.
Frente al altar entrevemos una figura tirada con un largo faldón que apoya su mano en el suelo. Aunque el equipo de restauración afirmó inicialmente que se trataba de un religioso, nosotros dudamos de esta interpretación.
Hemos localizado en una colección privada un lienzo de 1930 que, aun habiéndose realizado una década después, parece imitar la composición de este cuadro subyacente.
En este lienzo observamos a cuatro plañideras de riguroso luto, con un escapulario blanco que contrasta con la oscuridad de sus ropajes, rezando ante una figura de Cristo. Junto a ellas, otra mujer con un largo faldón reza tirada en el suelo de rodillas. P
or este motivo, consideramos que la silueta que reveló la radiografía no sería una figura masculina, si no femenina. De estar en lo cierto, podríamos afirmar que en la Tertulia del Café de Pombo José Gutiérrez Solana incluyó un cuarto rol, aunque este se oculte bajo gruesas capas de pintura: devotas.
La Tertulia del Café de Pombo es por todo ello un cuadro fundamental en el arte español de principios del siglo XX. No solo nos permite asomarnos a un espacio desaparecido de la ciudad, conocer a sus moradores y sus hábitos de consumo, sino que también se trata de un documento fundamental que, inconscientemente, documenta los papeles reservados a las mujeres en la España de 1920: esposas acompañantes, esclavas productoras, amantes o devotas.
BIBLIOGRAFÍA
BOZAL, Valeriano: Arte del siglo XX en España I. Pintura y escultura 1900-1939. Madrid, 1995.
ROBLES, Rocío: “El fin de siglo y el comienzo”, La colección. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Claves de lectura. Madrid, 2010.
“El altar que se ocultaba tras la botella de ron”, EL PAÍS: https://elpais.com/cultura/2011/03/24/actualidad/1300921209_850215.html (Consulta: 28/09/2022).
