La Virgen con el Niño entronizados y cuatro ángeles

Ficha técnica

Título: La Virgen con el niño entronizados y cuatro ángeles
Autor: Quentin Messy (1466-1530).
Cronología: 1506-1509
Estilo: Renacimiento nórdico temprano
Materiales: óleo sobre madera de roble
Ubicación: National Gallery de Londres
Dimensiones: 62.3 x 42.3 cm.

COMENTARIO HISTÓRICO ARTÍSTICO DE LA VIRGEN CON EL NIÑO ENTRONIZADOS Y CUATRO ÁNGELES

CONTEXTO HISTÓRICO ARTÍSTICO

En los años finales del gótico, Europa se había convertido en una gran área urbana en la que tanto mercancías como ideas e inspiraciones artísticas se intercambiaban de forma “cosmopolita”.

Los aún Países Bajos Españoles albergaron la cuna de un arte protorrenacentista en el que los talleres de Amberes, Brujas o Gante, entre otros, bebían de las fuentes florentinas que llegaban desde Italia.




La tierra que fue cuna de Hans Memling o Rogier Van der Weyden fue también la escuela de Quinten Massys (1466-1530), autor menos conocido que los anteriores, pero igual de prolífero en el contexto del Renacimiento nórdico.

Este foco artístico se va a caracterizar por la influencia de los saberes italianos del arte (perspectiva, sfumatto, práctica del desnudo anatómico…), pero sin perder el sentido flamígero heredado de los tiempos del gótico, caracterizado, fundamentalmente, por la minucia de los detalles en las obras.

La Virgen con el Niño entronizados y cuatro ángeles pertenece a la tipología de la Madonna gótica, que fue revestida en los lienzos del renacimiento; por ejemplo, podemos pensar en la Virgen de las Rocas o la Madonna de Yarnwinder), de Da Vinci.

ANÁLISIS FORMAL

La Virgen con el Niño entronizados y cuatro ángeles
La Virgen con el Niño entronizados y cuatro ángeles

La composición se centra en la escena de la Virgen sentada sobre trono de pan de oro, detallado con la característica tracería gótica.

En sus brazos sostiene al Niño y, rodeándolos, cuatro ángeles, dos de ellos músicos, bordean la escena. Los ángeles superiores realizan el fundamento de la escena: coronar a la Virgen como reina de los cielos.

El tratamiento del color es bastante reseñable: los esmaltes rojos y verdes son los protagonistas, en la figura de la virgen y en la alfombra, de una tradición oriental exquisita.

Este elemento está perfectamente concebido al detalle: el artista es capaz de transmitir su textura gracias a la minuciosidad que emplea en su diseño.

Probablemente la alfombra no sea baladí: Bélgica se convirtió en un centro productor de este tipo de tapices, lo cual prueba el espíritu comercial nórdico, internacional, y lo que no es menos inocente: el poder adquisitivo de los hogareños.

El logro de la perspectiva en este óleo es confuso o, más bien, prematuro: aunque parece que la escena se prolonga en profundidad y las figuras están armónicamente estructuradas, lo cierto es que la Virgen tiene un tamaño masivo, mucho mayor que el resto de figuras y que casi acapara la totalidad del espacio.

El trono se encaja en el escenario arquitectónico y el resto de personajes se subordinan al espacio restante. No obstante, no es la técnica del volumen una carencia en Massys, ya que cuenta con otras obras en las que el planteamiento del espacio se ciñe completamente a los parámetros de un paisaje renacentista.

Esto sucede, por ejemplo, en La Crucifixión (1515), cuya composición triangular recuerda al Bautismo de Cristo de Piero della Francesca, lo cual muestra, de nuevo, la influencia del Renacimiento italiano en los Paises Bajos españoles.

La Virgen con el Niño entronizados y cuatro ángeles
Bautismo de Cristo

ANÁLISIS ICONOGRÁFICO

Massys se ocupa en esta obra de la temática de la Madonna, género que se venía ensayando tres siglos antes, cuando en pleno gótico quedó inaugurado por la Rucellai de Duccio.

La Virgen con el Niño entronizados y cuatro ángeles
Rucellai de Duccio

La virgen con el niño es una representación de la Maestà: María es coronada como reina de los cielos; de este modo, lo que no deja de ser un “retrato” se convierte en un modelo iconográfico con nombre propio.

En el momento en el que va a ser coronada como divinidad, la Virgen irradia quietud y sosiego. Sostiene a su hijo, el Salvador, junto con las sagradas escrituras que narra su destino, con la que aparentemente el Niño juguetea, si bien puede considerarse, ciertamente, una revelación.

En este sentido, la iconografía de la Madonna respeta la originalidad simbólica del gótico, que fue adoptada por los modelos renacentistas con un mayor estudio de la expresión y la naturalidad humanas.

La Virgen no deja de tener un rostro imperturbable, inocente, radiante de pureza y que adolece; se bautiza como el eterno ideal de madre.

Massys reproduce así un género histórico desde la particularidad de la paleta nórdica, cuyo lenguaje visual es inconfundible. Aúna tradición gótica e influencia italiana, al tiempo que forma parte de la impronta neerlandesa.

BIBLIOGRAFÍA

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