COMENTARIO HISTÓRICO ARTÍSTICO DE LAS MASACRES DEL TRIUNVIRATO
CONTEXTO HISTÓRICO
Antoine Caron, el pintor oficial de Catalina de Médicis, traspuso a la antigua Roma las matanzas perpetradas en París durante las guerras religiosas. Sus atractivas representaciones de estas atrocidades eran muy apreciadas en la corte y entre los jefes de ambos partidos, tanto bugonotes como cristianos.
Un día en Inglaterra, un francés, el marqués de Jaucourt, recorrió en 1913 los anticuarios londinenses en busca de un biombo. Adquirió una pintura oscura que tenía la altura exacta que él necesitaba para decorar su vivienda. Hasta que no llegó a su casa, no se dio cuenta de que se trataba de un óleo de 116 x 195 centímetros cortado en tres piezas.
La restauración de la pintura permitió devolverle sus llamativos colores. En una amplia plaza, los soldados vestidos a la antigua persiguen a los civiles, masacrándolos, decapitándolos y alineando después sus cabezas.
El conjunto se ha compuesto con todo detalle en un decorado imponente, entre los edificios de la antigua Roma, arcos de triunfo, el Capitolio, el Coliseo y el Castillo del Santo Ángel.
En Las masacres del triunvirato se puede reconocer un episodio de la historia romana: tras el asesinato de César en el año 43 a.C., Antonio, Octaviano y Lépido proclamaron un triunvirato e intentaron eliminar de un solo golpe a sus contrincantes políticos. Pusieron precio a sus cabezas y los hicieron masacrar.
Jaucourt decidió donar la obra al Museo del Louvre en 1939. Los restauradores consiguieron localizar la firma a la izquierda, en el muro de las escaleras sobre la bola de piedra: <<Ant… Caron Pict>> y, bajo una línea ilegible, el año 1566.
Antoine Caron vivió de 1521 a 1599 y trabajó al servicio de Catalina de Médicis como artista de la corte y decorador de fiestas suntuosas. La viuda de Enrique II gobernó durante casi 30 años, en una Francia desgarrada por las guerras de religión. Igual que en la antigua Roma, la violencia y el crimen estaba a la orden del día.
El el siglo II d.C., el historiador griego Apiano describía la masacre del triunvirato romano con las siguientes palabras:
En todos los rincones no se oían más que gritos, lamentos y quejidos, se veía huir miserablemente a hombres ilustres y esconderse en fuentes, sótanos y lugares subterráneos.
Caron sigue la narración hasta los mínimos detalles y muestra, por ejemplo, un soldado presentando la cabeza de Cicerón ensartada en su espada a Antonio, su enemigo íntimo. Los triunviros aparecen formando tribunal bajo un baldaquino colocado en el anfiteatro abierto del Coliseo.
PROCLAMACIÓN DEL TRIUNVIRATO
El 7 de abril de 1561, tres aristócratas parisinos proclamaron un «triunvirato» francés cuyo objetivo era la defensa de la fe católica. Estos tres hombres, que pretendían legitimar su alianza mediante el ejemplo de los romanos, eran Anne de Montmorency, comandante jefe de la Armada francesa, el duque Francois de Guise, el ambicioso jefe de la casa de Lorena, y el mariscal Jacques d´Albon de Saint-André, amigo del rey Enrique II.
La muerte prematura de éste último en 1559 dejó un vacío de poder, ya que sus hijos eran demasiado jóvenes para reinar. El heredero al trono, el futuro Carlos IX, no tenía más que 10 años y su madre, Catalina de Médicis, aseguró la regencia a partir de 1560.
Los señores feudales vieron entonces una buena ocasión para recobrar la influencia perdida bajo el reinado de Enrique II y sus predecesores, y no dudaron en utilizar el conflicto religioso para conseguir sus fines.
Catalina de Médicis, hija de un rico banquero de Florencia, había accedido al trono por su matrimonio con Enrique II. Tras el bienestar de sus hijos, su máxima preocupación era el destino de Francia.
Un año después de la formación del triunvirato se produjo la primera de las guerras de religión. La siguieron otras 7 más, interrumpidas únicamente por cortas treguas.
Pocos días después de la proclamación del triunvirato católico, los estudiantes de la universidad parisina persiguieron a los hugonotes que habían osado cantar públicamente sus salmos, algo que solo les estaba permitido fuera de los muros de la ciudad. La persecución de la minoría religiosa se extendió por todo el país.
El domingo 1 de marzo de 1562, uno de los tres jefes católicos, el duque de Guise, hizo una parada en la pequeña ciudad de Vassy, donde la comunidad protestante se había reunido en un granero cerca de la iglesia para celebrar el culto.
Esto constituía una violación de las leyes religiosas. Las tropas del duque asaltaron el granero, mataron a 74 personas e hirieron a 104. El duque se llevó a los supervivientes a París para hacerlos castigar por esa gran rebeldía. Fue recibido por todos como un gran triunfador y la matanza se celebró como una hazaña.
ANÁLISIS DE LA OBRA

Así pues, la realidad no se alejó mucho de lo que representó Caron en su obra. Por lo visto, las escenas sangrientas gozaban de gran aceptación entre los partidarios de ambos bandos. De esta época han llegado hasta nosotros más de 20 pinturas con las masacres del triunvirato, en su mayoría anónimas.
Caron distribuye por la pintura toda una colección de monumentos romanos famosos, lo que diferencia su obra de las otras representaciones de masacres que se desarrollan ante un vago decorado antiguo. Lo más probable es que Caron nunca estuviera en Roma, sino que se basó en réplicas y dibujos para plasmarlos en su obra.
Si bien reproduce los monumentos con toda fidelidad, su disposición topográfica no se ajusta a la realidad. Caron ha dispuesto los edificios de manera arbitraria. Seguramente no hubiese cometido errores en las proporciones si hubiera visto en persona la arquitectura romana.
Parece ser que utilizó como modelo los grabados de los monumentos romanos que el francés Antoine Lafréry realizó en Roma y comercializó en París en 1562.
Se desconoce para quién pintó Caron el Triunvirato. La identidad y la confesión religiosa del cliente podrían haber explicado las intenciones del pintor: ¿está denunciando las atrocidades de los católicos o los protestantes? o quizás, siguiendo el espíritu conciliador de la reina, pretende avisar a la población de los peligros que entrañaba toda la dictadura. Hoy en día, el sentido moral o alegórico del cuadro permanece oscuro.
Caron, que acababa de ser nombrado pintor de la corte, probablemente quería dar muestras de su talento con su primera obra de gran formato. Eligió el actual tema <<romano>> tan apreciado por todos y lo trató de una forma inédita y provocadora, recurriendo a los efectos inesperados y los contrastes.
Durante un siglo, el arte había aspirado a la belleza ideal y la armonía, pero los contemporáneos de Caron estaban cansados de estos valores renacentistas.
El mundo en el que vivían no tenía nada de armonioso: la guerra civil estaba desgarrando Francia, la Reforma ponía en duda los valores más sagrados y los mercenarios del emperador Carlos V habían saqueado e incendiado la capital espiritual, Roma. Una nueva estética se estaba imponiendo, los historiadores del arte la bautizaron con el nombre de <<manierismo>>.
En Las masacres del triunvirato, la forma se contradice con el tema del cuadro; así, por ejemplo, el artista recurre a los tonos vivos y claros para pintar las cabezas decapitadas y los cuerpos masacrados.
Bajo un estandarte ondeando al viento, representa a un grupo de soldados en poses elegantes como si estuvieran bailando en la corte. El horror de las escenas se mezcla de forma irritante con el placer de ver una presentación tan graciosa.
Las cabezas de los actores son demasiado pequeñas y sus gestos exagerados. Salvo en el detallismo arquitectónico, el realismo no tiene cabida en el mundo artificioso de Caron.
La concepción del cuadro se apoya en los efectos de contraste: la vasta plaza, repleta con el hervidero de los asesinos y sus víctimas, parece vacía. Fugitivos y perseguidores se agitan en medio de un decorado sereno e intemporal, compuesto por terrazas y escaleras perfectamente simétricas. El orden y la confusión se encuentran íntimamente ligados.
Una columna y el obelisco dividen la tela verticalmente en tres partes iguales, lo que probablemente hizo que más tarde fuera usada como biombo.
El estilo de Caron estuvo mal visto durante casi 300 años, su obra fue ignorada y se perdió. Sin embargo, sus cuadros vuelven a fascinar hoy en día a aquellos visitantes que, lejos del caos turístico en torno a la Gioconda, prefieren caminar por el segundo piso del Louvre.
BIBLIGORAFÍA
HAGEN, Rose-Marie. Los secretos de las obras de arte. Madrid.
DENIZEAU, Gérard. Grandes misterios de la pintura. Francia, 2020.