COMENTARIO HISTÓRICO ARTÍSTICO DE LEDA Y EL CISNE
ANÁLISIS DE LA OBRA
Del mito de Leda encontramos, en la tradición cultural de la mitología griega, varias versiones. Una de ellas, protagonizada por Helena, quien era hija de Némesis, divinidad de la venganza.
En esta versión se cuenta que, después de que Zeus se uniera a ella, Némesis puso un huevo plateado que llegó a manos de Leda, quien cuidó como si fuera su propia hija a Helena.
Otra de las versiones, y la más conocida, narra como Leda, mujer de Tíndaro e hija de Testio, el rey de Etolia, sufrió uno de los múltiples y usuales engaños de Zeus, quien adoptó la forma de cisne para conquistarla.
De esa unión, nacerá dos pares de gemelos: los dioscuros hijos de Zeus Castor y Polux, y las niñas Helena y Clitemnestra. Este mito se basa en el que desarrolló Eurípides en su tragedia Helena, representada en Atenas aproximadamente en el 412 – 411 a.C.
De esta versión del mito se han realizado muchas representaciones a lo largo de la historia del arte. Para una visión más tradicional, podemos destacar la Leda Borghese, durante mucho tiempo atribuida a Da Vinci por su forma sinuante, el rostro delicado y peinado leonardesco así como el paisajismo del fondo.
También destacamos la Leda manierista de Antonio Correggio. Para una visión más moderna del mito, podemos observar la Leda atómica de 1949, de Salvador Dalí.
De este amplio abanico de versiones, analizaré la obra pictórica de Rubens del mito clásico, la cual está enmarcada dentro de Barroco por su cronología.
No obstante, es una obra caracterizada por los colores vivos típicos de la escuela veneciana, especialmente de la influencia de Tiziano. En la imagen, podemos observar la figura de una mujer en el centro de la composición, tumbada en un leve escorzo apoyada sobre una roca.
De las piernas emana un cisne, el cual se entrelaza con la figura principal desde las piernas hasta llegar a la boca, punto de unión de las dos figuras que componen la obra. El fondo es oscuro y se vaticinan unos árboles detrás de la composición principal, lo que proporciona cierta sensación de profundidad y perspectiva.
El escorzo de la figura central es sugerente ya que no se trata de un escorzo violento. El brazo de la derecha cae por detrás de la figura mientras que la pierna izquierda se extiende por debajo. La pierna derecha está más alta, lo que constituye un rasgo fijo en la iconografía de Leda.
El cuadro posee un equilibrio perfecto entre la composición del dibujo y la dotación del color, ya que nos encontramos ante un escorzo muy forzado pero no por ello violento.
La expresión facial de Leda, tranquila y relajada reposando con el cisne, otorgan a la imagen una carga emocional que se contrarresta con los tonos oscuros y rojizos del cielo y la tierra. Lo mismo ocurre con el blanco de las alas del cisne choca con la oscuridad del fondo.
La curva del cuerpo, que nace en el pie derecho y recorre la pierna, pasando por el costado hasta morir en los dedos de la mano, le da cierto movimiento a la composición. Esta representación es un alarde de talento del propio Rubens, quien supo calibrar a la perfección el mito con la composición y el color, representando así una Leda potente a la par que yacente.
No obstante, de la composición no fue Rubens el responsable ya que se trata de una copia de Leda de Miguel Ángel Buonarroti. La versión original, en blanco y negro, difiere en ciertos aspectos de la versión barroca de Rubens. Leda de Miguel Ángel es indiscutiblemente una sibila, con rasgos marcados y características personales del propio artista.
Tanto la angulación en el rostro como los músculos marcados de las piernas y los brazos caracterizan el personaje con su artista. La anatomía marcada de Miguel Ángel es indiscutible en este primer cuadro, mientras que la anatomía de la Leda de Rubens no es tan marcada ya que podemos ver a la protagonista con pliegues en la zona abdominal.
Estos pliegues son firma del artista, ya que Leda pasa a ser una figura rubenesca. El pelo también está más suelto en la versión de Rubens, mientras que el recogido de Miguel Ángel se corresponde con los peinados del Renacimiento.
La plasticidad de Rubens y la figura curvilínea hacen de esta obra una de las mejores versiones del mito clásico. No obstante, el mito no difiere entre un artista y otro con el paso del tiempo; lo que va a cambiar sutilmente va a ser la propia Leda, representada bajo el pincel de cada artista con las características inherentes de los mismos.
BIBLIOGRAFÍA
(Texto extractado de Schröder, S. F.: Catálogo de la escultura clásica, Museo Nacional del Prado, 2004, pp. 97-102).
Hernández de la Fuente, David. Mitología Clásica. Alianza Editorial, pág. 297 – 298.