COMENTARIO HISTÓRICO ARTÍSTICO DE LA LONJA DE ZARAGOZA
CONTEXTO HISTÓRICO
En 1516, con la muerte de Fernando II el Católico y la subida al trono de su nieto Carlos I, el Reino de Aragón quedó integrado dentro de la Monarquía Hispánica regentada por la Casa de Austria.
Desde ese momento, la figura del Virrey de Aragón asumió la representación de la monarquía en el Reino, desplazándose el centro del poder a Castilla, aunque teóricamente, todos los territorios de la antigua Casa de Aragón continuaban gozando de plena autonomía política y jurisdiccional.
El siglo XVI fue un periodo estable en el que no sucedieron acontecimientos de gran trascendencia en Zaragoza, una ciudad qué, incluida dentro del inmenso imperio heredado por Carlos I, se encontraba cada vez más aislada políticamente.
Curiosamente gozaba de una bonanza económica sin igual en su historia, debido a su situación geográfica, en el lugar donde convergían las rutas comerciales que conectaban el centro de la península con los puertos del Mediterráneo y también con Francia, hecho que hizo florecer una nueva clase social urbana, constituida por mercaderes, altos funcionarios y segunda nobleza, que encargó grandes residencias urbanas, renovando la fisonomía de la ciudad.
Fue el paso de la urbe medieval a la moderna, en el que muchos viejos edificios fueron sustituidos por otros nuevos que causaron admiración a viajeros y visitantes.
A nivel cultural y artístico, las formas clásicas inspiradas en el Renacimiento italiano empezaron a generalizarse a partir de la década de 1520. Pero, al igual que en el resto de la península, su implantación en Zaragoza fue un fenómeno más bien epidérmico.
Mientras que en Italia las artes renacentistas fueron el resultado de un proceso de experimentación y debate prolongado en el tiempo, en los territorios peninsulares se limitó básicamente a la importación de un sistema plástico ya elaborado e impuesto con gran éxito en otros lugares de Europa.
Por un lado, es cierto que hubo una tendencia a la ordenación y a la búsqueda de la simetría y el equilibrio dentro de la arquitectura, pero la estructura fundamental de los edificios en la ciudad del Ebro, mezcla de gótico y mudéjar, permaneció más o menos constante, sin someterse a excesivos cambios.
Además, es patente la influencia de la arquitectura civil de Florencia, si bien adaptada a la tradición constructiva anterior y a la mentalidad de la sociedad zaragozana, mucho más conservadora que la florentina.
Es en este contexto histórico y cultural, cuando el Concejo de Zaragoza aprobó la construcción de la Lonja de Mercaderes en febrero de 1541, a propuesta de los comerciantes de la ciudad y de Don Hernando de Aragón y Gurrea (Zaragoza, 1498 – 1575), Arzobispo de Zaragoza, Virrey de Aragón y gran mecenas de las artes, cansado de que se usaran la Seo de San Salvador y otras iglesias zaragozanas para tratar negocios y actividades mercantiles.
ANÁLISIS FORMAL
Se eligió, de entre otros muchos, el proyecto del Maestro Juan de Sariñena, que planteaba un edificio de planta rectangular, con fábrica de ladrillo asentado con yeso, dentro de la tradición constructiva aragonesa, con un exterior inspirado en los palacios renacentistas florentinos del siglo XV y un interior similar al de las Lonjas góticas de Palma y Valencia, que ya llevaban más de un siglo en funcionamiento.
La sobria fachada de ladrillo, estructurada en tres niveles, carece de la exuberante ornamentación mudéjar de construcciones anteriores. Su decoración se limita básicamente a un friso de rectángulos ciegos rehundidos, situados entre dos impostas de molduras y dentículos, que separa el primer y el segundo nivel, en el cual se abren grandes ventanas distribuidas regular y simétricamente en las paredes completamente lisas.
El mirador superior, elemento típico de las casas nobles aragonesas, se compone de una galería de arcos de medio punto dobles alojados en uno mayor, similares a los del Palacio Medici Riccardi de Florencia. Los antepechos y las enjutas de dichos arcos están decorados con bustos de yeso policromado que representan a personajes de la época, seguramente a los promotores de la obra.
El alero de madera (que en Aragón se conoce como rafe y es, junto con el mirador de arquillos, uno de los elementos característicos de las construcciones civiles de la época), está formado por canes rectangulares, situados entre dos molduras horizontales, siguiendo el mismo ritmo que los rectángulos de ladrillo de la fachada.
El equilibrio entre el diseño del alero y la decoración de la fachada es tan grande, que resultarían inseparables uno del otro. Su labra es plenamente renacentista, con dardos, perlas, ovas, palmetas y dentículos. Remata el edificio un tejado a cuatro aguas cubierto con teja árabe y una torrecilla octogonal decorada con azulejos verdes y blancos en cada ángulo del tejado.
El interior de la Lonja se compone de un único salón dividido en tres naves de cinco tramos cada una, cubiertos con bóvedas de crucería estrellada de sección muy rebajada.
Las dificultades técnicas para cubrir un espacio tan grande hicieron que se tomaran prestadas las técnicas constructivas de las iglesias de planta salón, como la vecina Seo de San Salvador, con naves paralelas que tenían la misma altura para evitar la fragmentación del espacio, conformando una gran sala diáfana.
Toda la estructura se sustenta sobre veinticuatro columnas aragonesas de sección circular y orden jónico diseñadas por Gil Morlanes el Joven. Es un tipo de columna característico de la región, con un nudo o anillo en su fuste, situado normalmente a un tercio de su longitud. Ocho columnas separan las tres naves y dieciséis están insertas en los muros.
La decoración del salón presenta diferentes estilos. Las bóvedas de crucería del techo se rematan con claves de madera dorada y pintada muy desarrolladas, típicas de las iglesias aragonesas.
Los intradoses de las ventanas y los remates de las columnas se ornamentan con una decoración renacentista de inspiración francesa, compuesta por relieves de yeso policromado con grutescos, tondos y angelotes sustentando escudos y cartelas conmemorativas.
En el centro de la pared occidental destaca una gran portada, actualmente cegada, que originalmente comunicaba la Lonja con las desaparecidas Casas de la Ciudad, sede del Concejo. Por su representatividad, se decoró profusamente con relieves y estucos. Está flanqueada por dos estípites antropomorfos, considerados una de las muestras más tempranas de manierismo en España.
ANÁLISIS ICONOGRÁFICO
La iconografía de la Lonja de Zaragoza remite claramente a su carácter oficial. El escudo de la ciudad con el león rampante sobre fondo rojo se repite en todos los capiteles de las columnas y en las claves de las bóvedas, mientras que un imponente escudo imperial flanqueado por leones tenantes, ocupa el centro de cada uno de los muros.
Recorre todo el perímetro del salón un friso conmemorativo con la siguiente leyenda:
“Se acabo esta lonja, la qual y ciudad tenga Dios de su mano para que siempre se emplehen en justicia, paz y buen gobierno della. Anyo del nascimiento de nuestro señor Jesu Cristo de 1551. Corregnantes donya Juana y don Carlos su hijo, reyes y emperadores nuestros senyores, y jurado don Felipe, hijo del dicho emperador, por rey en este nuestro reyno y reynos de Spania, siendo jurados desta ciudad Carlos Torrellas, Jerónimo Zapata, Juan Bucle Metelin, Juan Campi y Juan de Robres”
CURIOSIDADES
En 1546 se habían construido todas las bóvedas del techo excepto la del tramo central, donde debería levantarse una gran torre “a manera de lanterna”, incluida en el proyecto original de Sariñena.
Tras tres años de paralización de las obras intentando encontrar una solución técnica para construirla, fue descartada por los problemas que comportaba, cerrándose el tramo con una bóveda igual que las otras, tal como se ve actualmente.
Desde su origen, las ventanas de la Lonja tenían un cerramiento de vidrio, material muy poco usual en la Europa de la época. La razón era la necesidad de que el interior tuviera suficiente luz para “escribir y contar”.
Hay que tener en cuenta que el uso del vidrio no se generalizó hasta el siglo XVIII. Las ventanas de los edificios públicos solían cerrarse con placas de alabastro translúcido y las de los palacios y casonas con papel encerado.
Entre las bóvedas y el tejado, justo detrás de las ventanas del mirador hay una gran sala cerrada al público cuya función original era la de almacén de armamento y uniformes militares, que el Concejo repartiría entre la población en caso de necesidad.
A este espacio se accedía por una escalera de caracol alojada en una torrecilla exterior, hoy desaparecida, adosada al ángulo occidental de la fachada que da al Ebro.
BIBLIOGRAFÍA Y WEBGRAFÍA
SISTEMA DE INFORMACIÓN DEL PATRIMONIO CULTURAL ARAGONÉS (SIPCA) http://www.sipca.es/censo/7-INM-ZAR-017-297-043/La/Lonja.html#.XnuLFG57muU
FATÁS CABEZA, G. y ÁVARO ZAMORA, M.I., Guía histórico-artística de Zaragoza. Zaragoza, 2008.
GÓMEZ URDAÑEZ, C., Arquitectura civil en Zaragoza en el siglo XVI. Tomo I. Zaragoza, 1987.
GÓMEZ URDAÑEZ, C., Arquitectura civil en Zaragoza en el siglo XVI. Tomo II. Zaragoza, 1988.
IBÁÑEZ FERNÁNDEZ, J., Arquitectura aragonesa del siglo XVI. Zaragoza, 2005.