COMENTARIO HISTÓRICO ARTÍSTICO DE MANFRED Y LA BRUJA DE LOS ALPES
CONTEXTO HISTÓRICO
El Romanticismo fue un movimiento cultural surgido a principios del siglo XIX y que vio su luz en el contexto del culmen del pensamiento ilustrado y de formación de los primeros Estados.
Un momento convulso en que surgieron nuevas ideas centradas en la razón, lo cual provocó un predominio del Neoclasicismo y sus normas. El Romanticismo es una respuesta a ello.
No rechaza la razón, pero sí la idea de que esta solo se pueda encontrar mediante la ciencia. Se buscará la introspección, el retiro espiritual, se huirá de la sociedad para refugiarse en la naturaleza, se huirá del presente para acudir a un pasado histórico idealizado -muy relacionado esto con los relatos nacionalistas que deben surgir para fortalecer a los Estados nacientes-.
En un contexto de incipiente industrialización, el campo será visto como algo idílico y bucólico para los románticos, y ante la razón científica tomarán su lugar lo imaginario y lo irracional, aquello que permite llegar también al saber, pero por medio del sentimiento.
Los románticos pensaron que el ser humano, por la industrialización, se estaba alejando de la naturaleza, y por eso ellos la ensalzarían como parte primordial de sus obras, dándole muchas veces un carácter psicológico participativo.
En un momento histórico de intento de avance y mejora, los románticos buscan un escape, una posibilidad de detenerse en el honor, lo legendario y en las grandes gestas de un pasado que consideraban dorado e irrecuperable.
ANÁLISIS FORMAL
Para situarse en esta obra del inglés John Martin (1789-1854), se debe tener en cuenta que es una pintura inspirada en la literatura, concretamente en el Manfredo de Lord Byron, publicado en 1817.
El hecho de escoger una narración con claros elementos fantásticos fue muy común en el Romanticismo, ya que potenciaba la idea de recogimiento personal, de introspección y de huida de los cánones lógicos de la sociedad hacia algo ilusorio pero más deseado.
Su título, Manfred y la bruja de los Alpes, nos describe el encuentro entre sus personajes: un atormentado sabio que buscó los misterios de las ciencias ocultas, y una hermosa hechicera de los Alpes que habita un plano espiritual y se aparece ante el protagonista cuando este la convoca.
Al lado del sabio, en el centro de la obra, vemos su alma, que imita el gesto con que su dueño se refiere a la hechicera, casi retándola, empleado también para señalársela al espectador. La escena narrada ocupa tan solo el plano inferior de la obra, dando una gran importancia al entorno en que se encuentra.
Siguiendo la descripción de Lord Byron, Martin sitúa la escena de Manfred y la bruja de los Alpes en una laguna clara en medio de un cañón en las montañas.
En este paisaje alpino podemos ver formas sinuosas, casi indeterminadas, confundiéndose las rocas con los árboles que las coronan, con una pincelada cercana en estilo a la que más tarde emplearían los impresionistas.
Con ello, el artista trata de describir lo mágico y misterioso del episodio, así como de evocar la subjetividad del espectador; en este sentido, vemos cómo las montañas más lejanas -que representan los picos del Monte Jungfrau- parecen confundirse con las nubes que las rodean, y sus formas curvadas sugieren una posible avalancha que acecha tanto a Manfredo como al espectador.
Esta grandeza aterradora de la naturaleza estuvo siempre presente tanto en la obra literaria de Byron como en la pictórica de John Martin, pues responde a la búsqueda romántica de lo sublime, de ver con belleza y fascinación todo aquello que es desatado e incontrolable, aquello que a la mayoría solo le infundiría miedo.
Por ello, en esta obra, el entorno es tan relevante como los personajes y aquello que les sucede, Martin quiere dejar claro que la gravedad de este momento no sería tanta si no se desarrollase en este lugar.
En contraposición con la línea casi inexistente de la naturaleza que le rodea, tenemos el claro dibujo de la figura de Manfredo, que es el elemento más definido de toda la obra, casi soportando el mundo que se abalanza sobre él.
También el color tiene un juego de opuestos: frente al ocre oscuro de Manfredo, el pálido blanco de la hechicera, frente a las montañas anaranjadas, los picos nevados del Jungfrau, que sobresalen por entre el cielo azulado -siendo naranja y azul colores complementarios que aportan armonía cromática-.
Tanto el empleo del color como de la luz dirigen la vista del espectador hacia ciertos puntos: la claridad que irradia desde los blancos y azules del Jungfrau hasta la boca triangular del cañón hace pensar que ese es un punto relevante, o que lo será posteriormente.
Por otra parte, tenemos una luz dirigida desde fuera de la escena, en el flanco izquierdo, empleada para enfatizar el encuentro entre Manfredo -cuyo color destaca sobre el resto- y la hechicera, y sus rayos se unen con el halo que rodea a la aparición y la luz emanada por el arcoíris que esta tiene encima – especialmente claro, ya que Martin sigue la descripción de Byron al pie de la letra: “tu aspecto suaviza el color del arco brillante que te corona”-.
Todo ello da a la obra un carácter místico, casi onírico, intencionado por parte de su autor para ser una reproducción fiel al drama literario que representa.
ANÁLISIS ICONOGRÁFICO
Fue el propio Lord Byron el que calificó su Manfred y la bruja de los Alpes como una obra metafísica, una obra en que encontramos la introspección del conde Manfredo, provocada por una vida de contemplación, soledad e intento de acercamiento a los misterios del mundo.
El drama del protagonista reside en que no puede hallar descanso por aquello que le atormenta, que es el no haber podido evitar la muerte de la mujer que amaba. Manfredo quiere obtener el olvido, y por ello convoca a siete espíritus que representan a los elementos de la naturaleza y les pide que le permitan tenerlo.
Cuando estos le dicen que solo podrá olvidar mediante la muerte, el conde se niega a que sean ellos quienes se la den, buscándola él mismo por medio del suicidio, pues solo él es digno de poner fin a su vida y decidir el destino de su alma.
Por ello, en la escena con la hechicera de los Alpes que representa John Martin, Manfredo y su espíritu parecen desafiantes: no vemos el momento inmediato al encuentro, sino aquel en que la bruja ya ofreció al conde el olvido si este le encomienda su alma, a lo que el protagonista se niega rotundamente.
Esta actitud se mantendrá hasta el final de la obra, cuando los espíritus acuden a llevárselo y él les rechaza una última vez, diciendo: “yo me he perdido a mí mismo, y yo seré mi propio verdugo”.
Vemos en Manfredo una actitud culpable y atormentada, pero también orgullosa, propia del héroe trágico del Romanticismo. El autoconocimiento que tiene de su alma le lleva a alabarla, a equipararse con las fuerzas de la naturaleza, y esto hace que lo sublime resida también en el propio conde.
Esas montañas sinuosas que le envuelven en la obra de Martin, que parecen amenazarle con sus aludes y rocas indefinidas, las entiende Manfredo como un reflejo de su alma, y por ello no las teme, sino que son un reto y un disfrute.
La hechicera que vemos en la obra es algo que admirar, pero también que confrontar si supusiera un riesgo para el valor que Manfredo se da a sí mismo. Para él, su alma es tan sublime como la naturaleza, y debe permanecer indómita como las montañas que le rodean.
CURIOSIDADES
Manfred y la bruja de los Alpes es hermana de Manfredo en el Jungfrau, y fueron presentadas juntas por John Martin ante la Sociedad de Artistas Británicos en 1838. Esta hermana representa el intento de suicidio de Manfredo, frustrado por un cazador de Gamuzas, episodio que ocurre justo antes del narrado en la obra analizada.
BIBLIOGRAFÍA Y WEBGRAFÍA
BALFOUR, Ian: Genres of the Sublime: Byronic Tragedy, Manfred, and “The Alpine Journal” in the Light of some European Contemporaries, Revue de l’Université de Moncton, 2005, pp. 3-25
BYRON, George Gordon: Manfredo, París, 1830
GOMBRICH, Ernst Hans Josef: “ruptura de la tradición”, La Historia del Arte, México, 1999
JOCHEM, Anita Marie: “Byron: the escapist of futility”, Escapist tendencies as evidenced in the Poetry of the romantic poets: Wordsworth, Coleridge, Shelley, Keats and Byron, Chicago, 1941
TATE:
https://www.tate.org.uk/art/artists/john-martin-371 (Consulta: 14/10/2022)
WIKIART:
https://www.wikiart.org/es/john-martin/manfred-and-the-alpine-witch-1837 (Consulta: 12/10/2022)