COMENTARIO HISTÓRICO ARTÍSTICO DE MOISÉS
ANÁLISIS FORMAL
Nos encontramos ante la escultura central de la tumba del Papa Julio II, realizada durante el Cinquecento italiano. Su autor no es otro que el famoso escultor florentino Miguel Ángel Buonarroti. Podemos observar que es una escultura exenta o de bulto redondo, siendo de cuerpo entero y sedente.
La escena, perteneciente al Antiguo Testamento, representa al profeta Moisés portando las Tablas de la Ley bajo su brazo. El episodio bíblico nos cuenta como tras la liberación del pueblo hebreo en Egipto, el profeta los guiaría a través del desierto en un largo recorrido hasta la Tierra Prometida (Palestina).
Durante ese período, Moisés se ausenta cuarenta días en el monte Sinaí, de donde regresa portando la palabra de Dios o las Tablas de la Ley. Es entonces cuando al regresar, contempla como los israelitas han abandonado el culto a Dios (Jahvé o Jehová) y han comenzado a adorar a un becerro de oro.
Es una escultura con un estudio anatómico impresionante, además de un modelado y naturalismo muy realista, pudiéndose apreciar con gran detalle la fuerte musculatura del protagonista. La vestimenta o túnica que lo adorna crea un juego de luces y sombras que aportan mayor volumen a la obra.
Se trata además de una composición cerrada, formada por un eje vertical que comienza en la cabeza del protagonista, y finaliza en las piernas del mismo.
Denotamos además un cierto contrapposto, presente en la pierna izquierda adelantada, y el severo giro de la cabeza y uno de los brazos hacia un lado. En esta escena escultórica tan potente se advierte la fuerte cólera que emana el protagonista, dándonos Miguel Ángel un adelanto del dramático arte barroco que se acerca.
Es en esencia, una composición clásica, que enmarca perfectamente las características renacentistas del momento, donde la búsqueda del ideal de belleza vuelve a renacer, centrando su interés en la figura humana, su anatomía y sus virtudes. Se vuelve nuevamente a buscar la armonía de las formas y la perfección técnica.
ANÁLISIS ICONOGRÁFICO
Como hemos comentado con anterioridad, nos encontramos ante una obra que pertenece al sepulcro del Papa Julio II, mecenas que encarga la obra en 1505, aunque no sería terminada hasta 1545.
Parece ser que en estos estos años transcurridos, el proyecto se vio modificado, reduciendo su tamaño y grandiosidad, ya que en un primer momento se contaba con realizar más de cuarenta estatuas que adornasen el sepulcro.
Por motivos económicos, y tras el fallecimiento del pontífice; finalmente se convertirá en el actual sepulcro adosado. En dicho sepulcro encontramos siete estatuas, destacando a Raquel y Lía, como representantes de la vida contemplativa y la vida activa.
Un detalle de gran interés lo hallamos en la aparición de cuernos sobre la cabeza del profeta Moisés. Se cree que pudo deberse a un error en la traducción por parte de San jerónimo del capítulo del Éxodo 14:29-35. En este texto el profeta es descrito por tener «un rostro del que emanaban rayos de luz» (Karan ohr panav), traduciéndolo San Jerónimo por «tener un rostro cornudo» (Cornuta esset facies sua).
En hebreo las vocales no se escriben, por lo que la palabra «Krn» pudo ser interpretada por «Keren» (resplandor), o «Karan» (cuerno).
Cuando Miguel Ángel crea esta figura, era ya conocido el error en la traducción, y gran cantidad de artistas habían corregido el error en la representación del profeta Moisés. A pesar de ello, el artista prefirió dotar al profeta de este singular elemento.
Encontramos en Miguel Ángel Buonarroti (1475-1564), la imagen más representativa del Cinquecento italiano, y uno de los artistas más reconocidos el panorama artístico mundial.
Fue un virtuoso en distintos campos, como la arquitectura, pintura y poesía; aunque el propio artista prefería definirse principalmente como escultor.
OTROS DATOS DE INTERÉS
Algunos críticos han querido ver en esta obra, la figura del propio escultor idealizado, o quizás de la idealización del propio Papa Julio II (quien encarga la obra) como líder espiritual.