COMENTARIO HISTÓRICO ARTÍSTICO DE MONSIEUR CACTUS
CONTEXTO HISTÓRICO
Esta obra es conocida como Monsieur Cactus o Hombre Cactus I del escultor catalán Julio González, realizada en 1939 y creada en hierro forjado y soldado siguiendo la técnica del assemblage.
Forma parte de las colecciones del IVAM y se encuentra en la exposición permanente de este museo dedicada al artista, ya que conserva catalogados y estudiados, los fondos más amplios del escultor y por tanto, sus obras son la matriz esencial de estas colecciones.
Siguiendo la línea de análisis del historiador Sigfrid Giedion, las raíces del arte del siglo XX las encontramos en tres campos, las obras de los ingenieros civiles y la valoración estética del hierro, la revalorización de los objetos cotidianos a partir del movimiento británico Arts & Crafts y las investigaciones plásticas llevadas a cabo por el grupo de artistas del post-impresionismo. A
partir de aquí, se abrió un enorme abanico de posibilidades en uso de nuevas técnicas, en materiales nunca antes empleados y en un lenguaje plástico totalmente revolucionario.
La situación en la que la Primera Guerra Mundial dejó Europa, puso en duda los principios heredados de la Ilustración, es decir, la capacidad del progreso y de la razón para crear un mundo mejor.
Las tendencias filosóficas contemporáneas comenzaron a plantearse que precisamente esto había conducido al colapso de la sociedad occidental y puesto en cuestión sus valores sociales y estéticos. Por ello, se inició la búsqueda de otros referentes más relacionados con el subconsciente, lo irracional y lo subjetivo; la realidad había defraudado.
De esta manera, la obra de arte empezó a no buscar una referencia evidente en la realidad, si no a interpretarla creando nuevas realidades, haciendo que las obras fueran generando cada vez una mayor autonomía, y para ello, se puso en cuestionamiento conceptos estéticos tradicionales como la belleza.
Las nuevas miradas que nos ofrecieron artistas como Julio González, jóvenes que llevaron al extremo las nuevas propuestas estéticas, comenzaron a desarrollarse y sucederse con rapidez generando un escenario en el que las investigaciones plásticas convivieron y se superpusieron unas a otras a un ritmo frenético derivado del ansia creador de lo que la historiografía ha llamado vanguardias históricas.
Este vocablo fue tomado de la jerga militar, en la que la vanguardia define a la unidad de exploración y combate. El paralelismo con este concepto se realizó porque fueron pequeños grupos dinámicos, incluso agresivos y provocadores, que se situaron por delante de lo considerado en la época como el arte normativo.
La conciencia que tuvieron estos grupos de artistas de sus innovaciones se reflejó en la publicación de manifiestos en los que se recogían sus principios artísticos. El concepto de artista se desvinculó definitivamente del trabajo artesano, y se les reconoció como creadores intelectuales.
Expresionismo, cubismo, supremacismo, dadísmo… tendencias con diferentes nombres, en las que muchos artistas entraron y salieron, defendieron y atacaron, sin anclarse, en la mayoría de los casos, a que su producción perviviese solo en una de ellas.
El ímpetu creativo superó cualquier nomenglatura, ya que el verdadero interés, estaba en encontrar un nuevo lenguaje artístico para definir un nuevo mundo.
El fin de las vanguardias se inició con la irrupción de los regímenes fascistas en algunos países de Europa, dándose el fin total con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, cuando la capital del arte se trasladó de París a Nueva York.
A partir de entonces, el desarrollo de nuevos movimientos artísticos tuvieron referentes en las premisas y concepciones estéticas anteriores, pero estas llamadas segundas vanguardias ya no tuvieron la repercusión e importancia de las primeras, que fueron las que cambiaron la concepción del arte.
ANÁLISIS FORMAL
Aunque la obra Mosieur Cactus I no aparece ni firmada ni fechada, conocemos estos datos por una carta que el artista envió a su hija Roberta, el 24 de agosto de 1939, cuando la Guerra Civil en España ya había finalizado y estaba a punto de estallar la Segunda Guerra Mundial, por eso, se ha interpretado como un monumento a la resistencia contra el fascismo manifestada con furia y desesperación.
En este sentido, encontramos una anatomía de hierro cubierta de pinchos realizados con clavos adheridos. Pese a su distorsión, podemos identificar la cabeza, el torso, los brazos y las dos piernas.
Este cuerpo de Monsieur cactus no tiene simetría pero sí una composición bastante equilibrada ya que en su deformidad coloca el brazo más grande en contraposición a la pierna más desarrollada.
Al describir Monsieur cactus, vemos que en la parte superior, una especie de cabeza echada hacia atrás, donde destaca una fila de clavos colocados hacia abajo que podemos interpretar como la dentadura, por eso lo que el artista nos muestra es una boca abierta que grita enfurecida, indignada.
También en la cabeza, otra línea de clavos perpendicular a esta, representa el pelo que se nos muestra como una cabellera erizada.
El cuello está apenas desarrollado, insignificante, pero en la misma pieza, de manera geométrica, cuadrangular, nos ofrece el torso y una macro mano, con cinco dedos, y con la palma abierta.
Esta parte se cierra y continúa hacia abajo creando el muslo y la pierna en forma bulbosa, cubiertos por pinchos evocando un cactus; en la parte inferior ensambla cuatro pequeñas piezas que se identifican con el pie.
A este bulbo carnoso, se le adhiere la otra pierna, más estrecha, también finalizada con cortes paralelos a modo de pie que se apoya en la base de madera. De ésta sale, elevándose en L, un gran brazo también con pinchos, terminado en unos grandes dedos extendidos.
Por todos estos elementos y formas de Monsieur cactus, podemos entender esta figura como un hombre que grita, que se muestra furioso, de ahí su boca abierta, la rotundidad de sus manos extendidas, que claman, la distorsión de sus extremidades, que aumentan la sensación de disconformidad, y por supuesto, esos pinchos que interpretamos o bien como la ira que surge de su interior, que irradia dolor, o como la autodefensa hacia lo exterior, hacia lo que le enfurece, del mismo modo que lo hace un cactus.
En la composición de Monsieur cactus, a nuestra izquierda la forma se cierra, el brazo se pliega sobre sí mismo, como un espacio cerrado con barrotes, dentro de una prisión; mientras que el lado derecho está abierto y se alza, clamando su libertad.
Por tanto estaríamos ante una especie de héroe deforme, un personaje que fue recurrente en el arte de entreguerras, que se nos muestra desfigurado por la violencia de la guerra, como un disfraz inhumano armado contra el enemigo, en este caso, el fascismo.
El recurso expresivo del ensamblaje de clavos fue utilizado por Julio González en varias obras, e incluso autores como Picasso, Miró y Man Ray también lo emplearon con una intención intimidatoria hacia el espectador.
Entre 1939 y 1940 realizó en el mismo lenguaje de Monsieur cactus, la obra Madame Cactus y también se conservan dibujos de González de 1938 en los que ya se prefiguran los hombres-cactus, como Hombre cactus bailando, variaciones del tema con mayor o menor presencia de bioformas, con énfasis expresivo de las manos que crean ángulos rectos con los dedos, llevándolos hacia la abstracción y que se metamorfosean en objetos como armas o barrotes en el que caso que analizamos.
En cuanto al estilo, es difícil encasillar esta obra y, en general, toda la producción de Julio González.
Con algún dibujo de hombre-cactus participó en una exposición surrealista ya que nos presenta una figura evocadora de sentimientos e ideologías; la geometrización de las formas hace que haya quienes lo definan como cubista, también por su cercanía a este grupo, especialmente a Picasso, pero su identificación más clara desde mi punto de vista, aunque peque de amplia, es escultura de vanguardia de carácter abstracto figurativo.
Esta vertiente se caracteriza por la simplificación de formas, dejando partes sin representar siendo la persona que observa quien la ha de completar, pero sin llegar a la abstracción total; en esta línea estaría también otro de los grandes escultores españoles de vanguardia, Pablo Gargallo.
EL AUTOR
Julio González (Barcelona, 1876- París 1942) pese a su importancia como artista pionero de las vanguardias, no es excesivamente conocido aunque sí reconocido como uno de los grandes escultores de principios del siglo XX.
De orígenes humildes, se formó en el taller de forja de su padre en plena efervescencia modernista. Esta impronta de artesano fue rebasada por su impulso creador que lo llevó hacia la pintura y después a la escultura donde experimentó en técnicas y materiales y fue precursor de un nuevo lenguaje artístico.
Por un lado, fue influenciado por artistas como Rodin o por el estilo art noveau de su maestro el escultor y orfebre Paco Durrio.
Su llegada a París en 1913 y la unión con el grupo de los cubistas, le motivó para cultivar el relieve, género muy frecuentado por esta vanguardia. En este campo se atrevió incluso a rasgar la plancha.
Esta técnica llamada decoupage, le llevó a creaciones como las máscaras, saliendo a flote la influencia de artistas como Gargallo, y de la huella cubista y constructivista de Archipenko y Gabo entre otros. A partir de estas referencias, Julio González creó un estilo y un lenguaje totalmente personal.
Durante los años treinta, su producción se manifestó como una sucesión de distintas etapas estilísticas que le llevaron a explorar hacia distintas direcciones pero con un objetivo común, conquistar el espacio.
Con las máscaras se centró en la representación de la cabeza humana, concebida como un plano recortado y adosado a un cilindro hueco que generó a partir de la escultura creada junto a Picasso, Le Téte.
Poco a poco fue concibiendo formas menos planas buscando espacio entre los elementos de la pieza. Va desde obras como El arlequín o Los enamorados hasta encontrar la complejidad de esculturas como La gran trompeta.
Por otro lado, en esta década también indagará lo que el propio artista llamó “dibujo en el espacio”. Son una serie de esculturas construidas en varillas delgadas de metal que más que ocupar espacio lo encierran en una especie de jaula.
Estas obras también conectan con las creaciones lineales de Picasso que pasó, gracias a la colaboración de González, del papel a la escultura. Obras como La cabellera o Cabeza ante el espejo llegan a la depuración formal del motivo de la cabeza humana que culmina en Gran personaje de pie.
De la relación entre estos dos artistas, la Fundación Mapfre tiene una exposición en Madrid hasta el 8 de enero del próximo año, titulada Julio González, Pablo Picasso y la desmaterialización de la escultura.
Paralelamente, exploró los elementos de volumen y masa tallando por una lado, una serie de cabezas en piedra, en las que al personaje de la Montserrat la representaba gritando, interpretado también como la imagen del pueblo, la representación de la democracia gritando contra el fascismo.
También siguió construyendo esculturas en planchas de metal, volviendo a la intención de crear volumen a partir de la curvatura del cobre a través de la técnica del repujado dando así sensación de crear moldes de partes de la anatomía.
Creó una serie de torsos realistas como contrapunto a su obra más abstracta de la misma época; este clasicismo culminó en su obra La gran Monserrat de 1936-37.
Estas dos tendencias del dibujo en el espacio y la búsqueda del volumen confluyeron hacia 1937 en grandes obras de carácter sintético como Mujer ante el espejo o Dafne donde se combinan elementos filiformes con otros de carácter más masivo.
A partir de aquí, su obra siguió una dirección, no solo de investigación formal sino también expresiva tanto en sus creaciones más realistas, como las Monserrat, como en las más fantásticas, los hombres-cactus..
Las últimas piezas de su producción tratan los temas persistentes de la escultura occidental: la plenitud y la vulnerabilidad del cuerpo, y el sufrimiento y la dignidad del ser humano.
BIBLIOGRAFÍA Y WEBGRAFÍA
- VV.AA, (2000): Julio González en las colecciones del IVAM.
- PASAMAR, Gonzalo, PEIRÓ Ignacio (2002): Diccionario Akal de artistas españoles.
- ARGAN, Giulo Carlo (1991): El arte moderno.
- CALVO SERRALLER (2001): Arte contemporáneo.
- SERULLAZ (1976): El cubismo.
- DE MICHELI, Mario (2002): Las Vanguardias Artisticas del siglo XX.
- www.museoreinasofia.es
- www.ivam.es
- www.museunacional.cat