COMENTARIO HISTÓRICO ARTÍSTICO DEL MOSAICO DE LA IGLESIA DE SAN COSME Y SAN DAMIÁN
CONTEXTO HISTÓRICO
La Basílica de San Cosme y San Damián ha sido conocida y conservada desde sus inicios, siendo admirada a lo largo de los siglos por tener uno de los mejores mosaicos de la ciudad de Roma.
El conocido medievalista Krautheimer habla de ella en su trabajo Perfil de una ciudad, destacando su importancia en una de las primeras etapas del cristianismo, especialmente en el área del Foro Romano.
Fue consagrada por Félix IV (526-530) como una de las primeras iglesias de la ciudad, como indica la inscripción del ábside. Nos encontramos en un momento en el que la Roma clásica se veía amenazada por la invasión de los pueblos godos, por lo que la Iglesia era la única institución firme y necesitaba mostrar su poder mediante este tipo de obras.
Este afán de grandiosidad por parte del papa, unido a la notable calidad de los artistas que trabajaron en ella, hacen que el mosaico del ábside sea de gran riqueza, algo extraordinario en la Roma de los primeros momentos de la Edad Media.
En esta iglesia se utiliza parte de dos edificios previos romanos. El primero de ellos es el Templo de la Paz de Vespasiano (69-79), construido durante el gobierno de Vespasiano para conmemorar el saqueo de Jerusalén durante las guerras judío-romanas.
El otro es el conocido durante la Edad Media como “Templo di Divo Romulo”, ya que se creía que estaba dedicado a Valerius Romulus, hijo de Majencio. Sin embargo, estudios recientes tienden a mostrar que era un edificio constantiniano dedicado a los dioses Penates. La parte circular del templo se utilizó para la iglesia.
La reutilización de estos espacios tiene un gran significado y muestra cómo se establece la cristianización en Roma. Además, numerosos estudios han hablado de una búsqueda de continuidad con la tradición antigua. A lo largo de los siglos esta zona de los Foros ha sido un área médica y de hospitales, por lo que la advocación a estos dos santos médicos sirios, Cosme y Damián, estaría más que justificada.
Otro aspecto importante es que en el Templo de Vespasiano estaba el Tesoro del “Tempio di Gerusalemme”, más tarde robado por vándalos, pero en cuyo recuerdo Félix IV podría haber decidido levantar aquí una iglesia.
Todas estas ideas son complementarias y nos muestran el complejo ambiente político, religiosos y social en el que se encuentra Roma en este período.
En 1632 el papa Urbano VIII ordenó la restauración y redecoración de la basílica. Las obras, proyectadas por Orazio Torriani y dirigidas por Luigi Arrigucci, elevaron el nivel del suelo siete metros para evitar la infiltración de agua. Además, se agregó un claustro. El antiguo suelo de la basílica todavía es visible hoy mediante un cristal en la parte trasera del templo.
El nuevo plan de la basílica siguió las normas de la Contrarreforma: una sola nave, con tres capillas a cada lado, y el gran ábside del siglo V. En 1947, las restauraciones de los Foros Imperiales dieron una nueva estructura a la Iglesia.
La antigua puerta del Templo de Rómulo lleva hoy en día a un espacio musealizado, y para acceder al templo cristiano se hace mediante en claustro por la Via dei Forii Imperiali.
ANÁLISIS ICONOGRÁFICO
El ábside podemos encontrar dos registros. En el superior el fondo es azul y podemos ver siete figuras: Cristo en las nubes, con Pedro y Pablo presentando a los santos médicos, y en los extremos San Teodoro y Félix IV como patrón.
En el registro inferior hay doce corderos saliendo de las dos ciudades sagradas y yendo al centro hacia el Agnus Dei.
El tema es una teofanía (aparición o manifestación de Dios) en un contexto paradisíaco, pero se puede leer de dos formas: como la Parusía (segunda llegada de Cristo), que es un tema apocalíptico; o como la resurrección (Cristo ascendiendo a los cielos), un tema de pasión.
Algunos expertos han ligado esta representación con otros ejemplos que se habrían tomado como prototipo, ya que este esquema de Cristo flanqueado por San Pedro y San Pablo (llamado Traditio Legis) se repite constantemente en los mosaicos de la ciudad (Santa Costanza, Sant’Andrea in Catabarbara, etc.).
Se ha barajado que este modelo común pudiera ser el mosaico original de la basílica paleocristiana de San Pedro. Sin embargo, no lo conservamos hoy en día, por lo que sólo podemos hablar de hipótesis.
En el arco absidal encontramos una escena diferente: en el centro hay un trono decorado con piedras preciosas, con un cordero y una cruz de oro. Alrededor hay siete candelabros, cuatro ángeles y el águila y el hombre del Tetramorfos.
Debajo, a ambos lados, encontramos manos veladas que levantan coronas.
Es importante tener en cuenta que la composición del Mosaico de la iglesia de San Cosme se alteró en el siglo XVII con Urbano VIII: las manos pertenecían a los 24 Ancianos del apocalipsis y había cuatro evangelistas. Sabemos esto porque en Santa Prassede, otra iglesia muy interesante de la capital italiana, hay una copia monumental que recuerda esta composición, por lo que podemos decir que el arco fue cortado en los extremos.
ANÁLISIS FORMAL
Un tema muy controvertido para los académicos ha sido fechar tanto el ábside como los mosaicos de arco al comparar sus estilos y sus rasgos formales.
Para empezar, algunos de ellos argumentan que son de diferentes cronologías y que el arco se hizo en un momento posterior, durante el gobierno de Sergio I en el siglo VII, ya que en este período la figura del cordero o agnus dei aparece en la ciudad de Roma asociada a su persona.
Esta idea también se apoya en cuestiones formales: podemos ver que los rostros de los apóstoles (en el ábside) son más geométricos, y los ángeles en el arco son más naturalistas. En el arco hay más dinamismo, mientras que en el ábside encontramos una gran monumentalidad.
Sin embargo, por ello no debemos pensar que este hecho está ligado necesariamente a diferentes cronologías, sino a que diferentes temas requieren diferentes formas de representarlos para que sean más poderosos y eficaces a los ojos del público.
Esto es algo común en Roma: las escenas en las que Cristo o Dios se presenta a los fieles necesitan un mayor dramatismo y presencialidad. Cada escena e iconografía necesita un determinado lenguaje visual: hay una correlación entre el contenido y la forma en la decoración.
Debemos pensar en las imágenes religiosas de estos primeros momentos del cristianismo en Roma con una gran teatralidad, buscando una mayor impresión en el fiel y su participación en la celebración litúrgica, especialmente durante la eucaristía en la misa.
Por ello, la imagen de Cristo y los santos en el ábside se nos presenta de forma poderosa y monumental. Además, podemos ver cómo, con un gran simbolismo, el cordero del arco triunfal del ábside está colocado justo encima del altar de la iglesia.
Formalmente, en el mosaico absidial de San Cosme y San Damián podemos ver cierta influencia de la escultura clásica que luego desaparecerá, derivando en una mayor abstracción en iglesias romanas como Santa Inés. En la cabeza de San Pedro, por ejemplo, podemos ver similitudes con la Cabeza de Constantino de los Museos Capitolinos.
En contraste, encontramos similitudes con otras imágenes religiosas menos naturalistas de la ciudad de Roma. Se puede hacer una comparación entre San Pablo y el conocido como retrato de Turtura en las catacumbas de Commodilla, ya que existen similitudes en la fisonomía.
CURIOSIDADES
La iglesia de San Cosme y Damián formaba parte de la liturgia estacional dentro de la ciudad, que tenía lugar el segundo domingo después de Pascua.
Esta es una información que encontramos en el manuscrito Facsimileausgabedes Codex de Cosme I de Wurzburg, datado en el siglo VIII. El mosaico adquiere así un gran poder en la celebración, proyectando un mensaje de salvación y de poder de la Iglesia Romana.
BIBLIOGRAFÍA Y WEBGRAFÍA
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FOLLETO, Ivan y GIANANDREA, Manuela: “Maranatha: spazio, liturgia e immagini nella basílica dei Santi Cosma e Damiano sul Foro Romano”, The Fifth Century in Rome: Art, Liturgy. Roma, 2017.
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KRAUTHEIMER, Richard: Rome: Profile of a City, 312–1308. Princeton University Press, 1980.