Muralla de Cáceres

Ficha técnica

Título: Muralla de Cáceres
Autor: Desconocido
Cronología: siglo XII (con modificaciones posteriores)
Estilo: Hispanomusulmán (período almohade)
Materiales: Tapia de argamasa, mampostería y piedra
Ubicación: Cáceres
Dimensiones: *

COMENTARIO HISTÓRICO ARTÍSTICO DE LA MURALLA DE LA CIUDAD DE CÁCERES

CONTEXTO HISTÓRICO

A día de hoy ofrecer una visión de la muralla medieval del período almohade de Cáceres, Patrimonio de la Humanidad desde 1986, es algo a simple vista muy complicado, pues los avatares históricos, distintos derribos parciales y edificaciones adosadas hacen esta labor muy complicada.

Su origen se debe al período romano con la fundación de la colonia Norba Caesarina, la cual se creó en el año 35 a.C., siguiendo el programa de fundaciones y refundaciones de nuevas ciudades otorgado por Julio César antes de su muerte.




Norba Caesarina se dotó de una muralla de estructura rectangular, de gruesos muros para una buena defensa, realizada a base de sillares graníticos, accediendo a su interior a través de cuatro puertas coincidentes con el cardo y el decumano propios de la urbanización romana, que se hallaban abiertas en la mitad de cada flanco amurallado, defendidas por torres exentas, también denominadas albarranas.

La Vía de la Plata, que pasaba por la colonia, bordeaba la muralla por el flanco este, que en la actualidad da a la Ribera del Marco, accediendo a la ciudad por la Puerta del Río, popularmente denominada como Arco del Cristo, única entrada romana que queda en la actualidad, del siglo I d.C., quedando también restos de la muralla romana de época Bajo Imperial en la parte inferior de algunas torres almohades como la Torre del Horno o la de Bujaco y en algunos sillares de la zona de la Puerta de Coria.

Muralla de Cáceres
Puerta del Río o Arco del Cristo. Foto: L.P. Cámara

Sucesivos habitantes de la ciudad se valieron de la muralla romana de Cáceres para reutilizarla, aprovechando los musulmanes el lugar estratégico del que disponía el emplazamiento de la ciudad para establecer en ella una base militar para frenar el avance de los reinos cristianos en el proceso de los primeros siglos de la Reconquista, refundando la ciudad en 1147 Abd al-Munin sobre los restos hispanorromanos, convirtiéndose desde esa fecha y hasta el siglo XIII la plaza en un importante punto militar, especialmente en época almohade, para defender la zona y avanzar en la conquista del territorio cristiano. Los musulmanes denominarían el lugar como Qázris, de donde deriva su nombre actual.

Los almohades, a partir de 1174, rehicieron la muralla, conservando el trazado antiguo, reaprovechando las puertas de la muralla romana y construyendo importantes elementos defensivos sobre basamentos graníticos anteriores, dotando a la cerca amurallada de fuertes torres albarranas y poligonales, de la misma forma que en otras plazas fuertes almohades como Badajoz o Sevilla.

Así, la muralla almohade fue construida en tiempos del califa Abu Yacub Yusuf, utilizando para ello tapia de argamasa con base de mampostería o antiguos sillares romanos, disponiendo un total de diecisiete torres albarranas de planta cuadrada u octogonal y otras seis torres adosadas.

Torre de la Yerba (almohade). Foto: L.P. Cámara

Por eso, es en esta época medieval cuando la ciudad y su muralla se hallarán inmersas en numerosas contiendas bélicas dentro del contexto de la reconquista hasta que finalmente el 23 de abril de 1229 fue tomada la ciudad por las tropas de Alfonso IX de León, siendo desde ese momento Cáceres villa de realengo, otorgándole fueros y un amplio territorio.

En época medieval cristiana la muralla siguió disponiendo de sus cuatro puertas, abriéndose en el siglo XV la denominada Puerta Nueva, más conocida como Arco de la Estrella, en donde la reina Isabel de Castilla juró los fueros de la villa en 1477; y reformando en ese mismo siglo algunas de las torres, como la de Bujaco, la más grande de todo el recinto.

Ya en época moderna, con el crecimiento de la ciudad extramuros, y especialmente a partir del siglo XVIII, comienzan a adosarse viviendas a la muralla, reutilizando sus muros como propios para las edificaciones, eliminando paulatinamente las antiguas puertas de entrada, quedando como se ha señalado actualmente solo el Arco del Cristo, pues hasta la Puerta Nueva fue derribada y reconstruida en 1726 con un arco escarzano y en esviaje diseñado por Manuel de Larra Churriguera con una hornacina presidida por una imagen bajo la advocación popular de la Virgen de la Estrella, de donde le viene a la puerta la denominación de Arco de la Estrella.

Muralla de Cáceres
Arco de la Estrella. Foto: L.P. Cámara

ANÁLISIS FORMAL

La muralla cacereña de época almohade estaba desde un punto de vista formal compuesta por un recinto tendente a lo rectangular con un perímetro de cerca de dos mil metros con numerosas torres albarranas separadas de manera regular entre 60 y 80 metros, para de esa forma defender todos los flancos, estando las mayores torres albarranas en la zona actual de la Plaza Mayor, pues por lo suave del terreno hacía que esta zona fuera la que mayor defensa debiera tener.

Esta fortificación, construida a finales del siglo XII debió, por las investigaciones llevadas a cabo, de tener los siguientes elementos defensivos:

  • Muralla o muro: elemento sobre el que se articulan todos los demás y que recorre todo el perímetro del conjunto.
  • Torre adosada: adosada a la propia muralla, identificando actualmente siete.
  • Torre albarrana: se ubican en el exterior de la muralla y separada de ella, siendo precisamente Cáceres la fortificación andalusí donde más proliferan por ser un punto estratégico.
Torre albarrana del Horno. Foto: L.P. Cámara

Las principales torres que se ven hoy en día son albarranas, como la de Bujaco, del Horno, de la Yerba, del Aver o de los Pozos. Antemuro: es un elemento formalmente igual que la muralla, pero considerablemente más bajo y dispuesto en la parte externa en paralelo con el muro principal.

Respecto a los materiales, ya se ha comentado con anterioridad que los almohades reaprovecharon las bases de sillares del período romano y sobre ellas la fábrica de tapia encofrada, que tuvo una gran repercusión en toda la arquitectura militar de este pueblo norteafricano en Al-Ándalus, realizando muros de gran espesor construidos a base de hiladas con las que se iban levantando los muros y torres con sucesivas capas de argamasa.

Muralla de Cáceres
Muralla de Cáceres

Sin embargo, el aspecto de la muralla de tapia que nos ha llegado no es el que originalmente tenía, pues el paso del tiempo ha hecho mella en los acabados superficiales originales.

El zócalo de muros y torres, que siempre era de material más robusto como sillares o mampostería, se encalaba de tal forma que simulasen piezas como las que realmente ocultaban o incluso realizando figuras que algunos estudiosos las han denominado en forma de lágrimas, como se puede ver en la muralla cercana al Arco de la Estrella.

Por encima de esta base, y a la altura de las sucesivas hiladas de tapia se superponían hiladas de cal para disimular la parte más vulnerable del muro, otorgando aspecto de sillares.

Mientras, la parte alta correspondiente al pretil del adarve y los merlones que coronaban torres y muros volvían a estar completamente encalados como la parte baja, no solo quizá por una función estética sino por cuestiones prácticas, pues con el mortero de cal se evitaban filtraciones de agua en las partes altas de las construcciones.

Torre Bujaco junto al Arco de la Estrella. Foto: L.P. Cámara

En Cáceres se puede ver en algunos tramos de la muralla como en los lienzos de la Plaza de los Pereros o en el bastión de la Torre de los Pozos o en la Torre del Postigo esta decoración que puede dar una idea del aspecto original.

La finalidad de esta muralla es eminentemente defensiva, por ello es importante destacar la decoración que se encuentra en una de las torres principales del conjunto, la Torre de los Pozos, que protege y une un aljibe externo al recinto amurallado y que es una zona que en los últimos años se está poniendo en valor con su rehabilitación y con diversas excavaciones arqueológicas.

En esta torre, en los encintados a media altura en la misma se observan junto a diversas formas ornamentales varias estrellas de ocho puntas, algo muy visto en otras construcciones almohades y especialmente importante es una inscripción epigráfica cúfica con la expresión “Dios es nuestro Señor”, frase documentada en el mundo almohade.

Muralla de Cáceres
Conjunto de la Torre de los Pozos. Foto: L.P. Cámara

Investigadores justifican este tipo de decoraciones que tan poco comunes son en los almohades en el territorio de Al-Ándalus como un motivo propagandístico y no solo religioso, pues al ser la plaza de Cáceres un campamento en la frontera con los reinos cristianos, querrían hacer ver sus señas de identidad tanto al enemigo que hay que recordar tomó la ciudad en dos ocasiones por las fechas en las que se reconstruyó la torre, así como para la propia población residente en el lugar, pues aunque musulmanes, podrían percibir a los almohades como un pueblo extraño.

BIBLIOGRAFÍA

BORRÁS GUALIS, Gonzalo. El Islam. De Córdoba al Mudéjar. Madrid, 2003.

MÁRQUEZ, Samuel y GURRIAGÁN, Pedro. Cáceres: una punta de lanza almohade frente a los reinos cristianos. Cáceres, 2006.

MÁRQUEZ, S. y GURRIAGÁN, P. “La muralla almohade de Cáceres: aspectos constructivos, formales y funcionales”, Arqueología y territorio medieval, Nº 10, 1 (2003): págs. 57-118.

YARZA LUACES, Joaquín. Arte y Arquitectura en España (500-1250). Madrid, 2000.

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