COMENTARIO HISTÓRICO ARTÍSTICO DE NIGHTAWKS
Hopper: el pintor de la soledad
Posiblemente esta obra de Hopper sea una de las imágenes del siglo XX más reconocibles, y seguramente, a mucha gente le evoque más una escena de cine que una pintura. Nighthawks, en castellano conocida como Halcones nocturnos o Noctámbulos, nos traslada de inmediato a la gran urbe norteamericana de la década de los 30 y 40, que tan bien reflejó el cine negro de la época.
Expuesta en el Art Institute of Chicago, está considerada una de sus obras maestras, y representa la tendencia figurativa de la modernidad pictórica de mediados del siglo XX, cuando la abstracción dominaba el panorama artístico de las segundas vanguardias.
Su gran poder icónico lo consigue al evocar una narrativa ambigua y misteriosa a partir del orden riguroso de sus elementos formales y compositivos. De esta manera crea una atracción perturbadora en quienes la observamos.
Los contrastes lumínicos, especialmente el creado entre el espacio interior y la calle, le confiere a la pintura una cualidad casi de fotograma congelado. Y la geometría dominante en la composición, enfatiza la sensación de hastío y soledad que nos transmite la obra.
La respuesta a las cuestiones planteadas se encuentra al analizar su obra desde varios puntos de vista: el artístico, el histórico y el personal.
La producción de este artista se eleva a los altares de la gran pintura occidental. Es uno de los autores más influyentes en la creación de la iconografía popular del siglo XX.
Su obra tiene una una gran presencia en el cine y la publicidad, y en general, en el imaginario colectivo de la cultura occidental.
Pero ¿cómo pudo Hopper, un hombre conservador, de educación puritana, introvertido, rutinario y meticuloso, conseguir crear una obra llena de inquietud y enigma?
¿Cómo alguien, aparentemente anodino, un pintor de acuarelas a priori insustancial, consiguió crear una de las producciones pictóricas más importantes e incuestionables del siglo XX?
¿Por qué las escenas de Hopper en las que parece que no ocurre nada, han sido capaces de ejercer tanta influencia en el cine de finales del XX y principios del XXI?
COMENTARIO
En la obra de Nighthawks nos encontramos con una escena que ocurre en la noche de una ciudad, posiblemente Nueva York. Se muestra un instante congelado dentro de una cafetería. El cuadro está claramente diferenciado en dos espacios, la calle a oscuras y el interior del diner.
Los personajes
En su interior, cuatro personajes permanecen en silencio, sin relacionarse entre sí. Los personajes son un camarero situado detrás de la barra, una mujer y dos hombres sentados tras el mostrador y que toman algo sin prestar atención al resto.
Es un momento en el que no conversan, parece incluso, que no se conocen entre ellos. Se intuye que son altas horas de la madrugada por la quietud que se observa en la calle y la oscuridad que inunda la ciudad.
En el lateral de la barra está la pareja, quizás se conozcan pero en ese momento no interactúan entre sí. El hombre, de nariz aguileña, está fumando y parece que mira los movimientos del camarero.
Llama la atención el colorido de la cabellera pelirroja y el traje rojo de la mujer, de la que la esposa de Hopper, como en otras ocasiones, hizo de modelo. La pareja aparece en penumbra, en contraste con el brillo de los recipientes metálicos del fondo y del vidrio de los vasos de la barra.
El hombre de gris, posiblemente el propio Hopper, ocupa el centro de la pintura a pesar de no tener el protagonismo. Aparece de espaldas y en penumbra generando cierto misterio.
El camarero, de blanco e iluminado, es el único que realiza una acción. Está al otro lado de la barra, donde la luz lo inunda todo.
El espacio
El espacio en sí es otro personaje. La cafetería, sin puerta, aísla a los personajes, confiriendo al paramento de cristal la sensación casi de pantalla. En lo alto, al exterior, leemos el letrero publicitario de cigarros puros “Phillies”, muy populares en la época.
Con la distribución de personajes y elementos se crea el espacio, pero es sobre todo a través de la iluminación, cómo Hopper va creando los diferentes planos y configurando la inquietante atmósfera.
La luz artificial, a partir de diversos focos, genera brillos y reflejos en los diferentes objetos del interior, modela las figuras y nos centra el punto de atención.
La composición
La composición es totalmente rigurosa, creando elementos geométricos que se van contraponiendo. La diagonal de la barra, que domina el espacio, contrasta con el mostrador de la tienda que vemos enfrente.
El grupo de taburetes redondos que recorren la barra se contraponen con las ventanas del otro edificio y su puerta, con la que observamos detrás de la barra.
Los contrastes
Pero no son los únicos contrastes sobre los que se asienta la obra. La oposición entre el espacio iluminado y la oscuridad, crea a su vez la confrontación entre la sobriedad de la ejecución y complejidad de su significado, y la antítesis entre la calma que nos muestra y la inquietud que nos transmite.
El colorido es oscuro y poco variado; marrones, verdes, azules y grises conforman la penumbra frente al amarillo ocre de la luz artificial. De nuevo una confrontación.
1907–1962. Whitney Museum of American Art
Hopper con la ayuda de su mujer, la también artista Josephine Hopper, de soltera Nivison, llevaba un control total de sus obras, y podemos leer en uno de los cuadernos de registro de sus pinturas, cómo ella describió esta obra:
Noche + interior brillante de restaurante barato. Elementos brillantes: mostrador de madera de cerezo + encimeras de taburetes circundantes; luz en los tanques de metal en la parte trasera derecha; raya brillante de azulejos verde jade lienzo cruzado de 3/4 en la base del vidrio de la ventana curvada en la esquina. Paredes claras, puerta de color amarillo opaco ocre [sic] que da a la cocina a la derecha. Muy buen chico rubio vestido de blanco (abrigo, gorra) dentro del mostrador. Chica de blusa roja, cabello castaño comiendo sándwich. Hombre halcón nocturno (pico) con traje oscuro, sombrero gris acero, banda negra, camisa azul (limpia) sosteniendo un cigarrillo. Otra figura oscura y siniestra atrás a la izquierda. Acera ligera afuera de color verdoso pálido. Enfrente hay casas de ladrillo rojo oscuro. Letrero en la parte superior del restaurante, cigarro oscuro Phillies 5c. Imagen de cigarro. Fuera de la tienda oscuro, verde.
De esta descripción es de donde salió el título de la obra que al parecer juega con la palabra nighthawks, halcones nocturnos, haciendo referencia por un lado, a la nariz aguileña del personaje y por otro a seres que viven por la noche.
Gracias también a este meticuloso registro de obras podemos saber que el boceto a lápiz fue terminado el 21 de enero de 1942. Y nada más finalizado el óleo fue adquirido por el Instituto de Arte de Chicago por 3000$.
La iconografía
En cuanto a su significado, encontramos diferentes fuentes que nos hablan de su relación con el momento histórico que se vivía, la Segunda Guerra Mundial.
El 7 de diciembre de 1941, apenas un mes antes de hacer esta pintura, EEUU había sufrido el ataque a Pearl Harbour que tuvo como consecuencia la entrada del país en la contienda. En este sentido, la obra reflejaría el sentimiento de tristeza e incertidumbre que suponía la guerra.
Además, en Nueva York se realizaban simulacros de ataques aéreos que dejaban la ciudad casi en plena oscuridad. Hopper solía dar paseos nocturnos y este diner, hoy ya desaparecido, pudo haberlo encontrado una de esas noches.
Aunque todo esto es una hipótesis, y Hopper siempre negó que en su obra él intentara representar el hastío urbano, sí que llegó a admitir que de manera inconsciente, era posible que estuviera pintando la soledad de la gran ciudad.
La influencia
Sobre las influencias que pudo haber tenido el artista, Gail Levin (doctora en Historia del Arte y conservadora de las colecciones del Whitney Museum) en la biografía que publicó de Hopper, habla de que la obra de Van Gogh, Café Terrace pudo haberle inspirado en el tema de la iluminación, ya que Hopper era un gran admirador del artista holandés.
También lanza la posibilidad de que hubiera inspiración en el cuento escrito por Hemingway en 1927 The killers.
Sea como fuere, la potencia de la obra la ha llevado a ser infinidad de veces reproducida y reinterpretada tanto en el cine como en la publicidad.
Vincent Van Gogh. Kröller-Müller Museum.
EDWARD HOPPER
Edward Hopper nació en 1882 Nyack, una pequeña población de Nueva York y falleció en la ciudad de Nueva York en 1967.
Desde pequeño mostró gran entusiasmo y disposición hacia el dibujo. De carácter introvertido, nunca mostró interés por otra cosa que no fuera dibujar.
Es el máximo representante de la pintura realista americana de mediados de siglo XX, que se caracterizó por la representación costumbrista de la vida urbana y rural de la Norte América de la época.
En este sentido, podemos considerar su obra como “puramente” americana aunque la realidad que Hopper nos muestra no podemos considerarla como una simple copia, sino más bien su interpretación subjetiva, una selección inconsciente de escenas del mundo en el que vivía.
Primeros años
Nació en el seno de una familia de clase media, profundamente religiosa y conservadora.
Entre 1900 y 1906 estudió en la Escuela de Arte de Nueva York aunque lo que realmente marcó su obra fueron los viajes que realizó a Europa entre 1906 y 1910.
Visitó diferentes ciudades europeas como Londres, Berlín, Bruselas, Madrid, Toledo, pero sobre todo estuvo en París.
En la capital francesa no entró en contacto con pintores contemporáneos ni con el mundo del arte de las vanguardias que se encontraban en pleno proceso de experimentación y desarrollo, pero conoció de primera mano la obra de pintores como Pissarro o Seurat, y también la de los clásicos.
Si su paleta se caracterizaba hasta entonces por ser oscura y de pincelada rápida por la inspiración de los maestros del Barroco, con el descubrimiento de los impresionistas, sus trazos se aligeraron y sus colores se iluminaron.
Esta influencia fue más que reconocida por él, declarando en 1963, “creo que todavía soy un pintor impresionista”.
Primeros éxitos
Una vez realizados los tres viajes por Europa, en Nueva York trabajó de ilustrador. También pintaba acuarelas casi como afición. Realizó un par de exposiciones colectivas pero su obra no generaba ningún interés.
En 1913 vendió su primer cuadro Sailing, y a partir de ese momento, empezó a configurarse su estilo y a llamar la atención de la crítica.
El éxito le fue llegando poco a poco, mientras seguía trabajando de ilustrador, profesión en la que estaba muy bien reconocido e incluso ganó algún premio por la realización de proyectos publicitarios.
De 1915 a 1923 se centró en la representación de la soledad humana dentro de un espacio, en el carácter simbólico del entorno y en el impacto emocional que este provoca.
Empezó a crear imágenes en las que ni se describía ni se contaba nada. Empezó a realizar grabados con escenas observadas casi por casualidad (Night in the Park, 1921), desde la ventanilla de un coche (American Landscape, 1920) o a través de una ventana (Night Shadows), la ventana casi como un símbolo romántico e incluso como una barrera entre el espectador y el cuadro.
Tal y como ha señalado Gail Levin, su obra se desarrolla «como en un efecto cinematográfico expresionista, la densidad sonora de una calle desierta, la ambigüedad del movimiento del viandante, que puede ir hacia delante o retroceder, la fatalidad del destino humano.»
En 1920, con ya 37 años cumplidos, realizó su primera exposición en solitario. Dos años después, en 1922, en una nueva muestra, recibió una mayor atención tanto de público como del mundo del arte.
Tras el éxito de sus acuarelas, pudo dejar su trabajo de ilustrador y dedicarse exclusivamente a la pintura.
En los años veinte, Hopper llegó a su madurez estilística. Estableció unos formatos compositivos que se hicieron característicos en su obra: la vista frontal y paralela al plano del cuadro; la escena con punto de vista cenital y en ángulo; y una figura situada en el eje diagonal cortando el fondo de la escena.
La consagración
En 1933, El MOMA de Nueva York realizó su primera retrospectiva en el Arts Club de Chicago, con la recogió numerosas distinciones oficiales. El Whitney Museum of American Art realizó en 1950 una exposición que después fue llevada a Boston. En 1952, junto a tres artistas más, fue elegido como representante del arte americano en la Bienal de Venecia.
A partir de entonces, su ascenso en el mundo del arte y su reconocimiento público fue imparable e incuestionable.
OBRA
Tal y como planteamos al inicio de este artículo, ¿qué tiene la obra de Hopper que la hace tan magnética?
¿Desde dónde parte su fuerza comunicativa y se convierte en referente de lo popular del siglo XX?
Hopper siempre mantuvo una vida social muy básica. Apenas tenía amistades y no frecuentaba fiestas ni actos sociales.
A parte de su amigo del grupo de los realistas americanos, el pintor Guy Pène du Bois, y de su esposa, la pintora, Josephine Nivison, apenas tenía relación personal con nadie más.
Su vida estaba marcada por su carácter tranquilo, reservado, incluso ermitaño.
Su modelo habitual fue su esposa Jo, con la que trabajó siempre mano a mano.
Pero desde esta aparente limitación, Hopper desarrolló la imágen de la América, tanto de la del pasado inocente como en House by the Railroad, como de la nueva sociedad urbana de la gran ciudad, creando así imágenes universales de la cultura popular americana.
El realismo de Hopper es especial. Podemos decir que su trabajo es reflexivo, y de manera, al parecer inconsciente, crea imágenes trascendentes al mostrar su interpretación personal del mundo.
En su obra podemos hablar de tres categorías.
Una sería el SILENCIO, al recrear escenas donde impera el mutismo, creando un mundo aislado, casi deshumanizado.
Otra categoría es la ATEMPORALIDAD. Nunca se sitúa en un momento histórico determinado, sus escenas pertenecen a un tiempo pero que es trasladable a cualquier lugar y momento ya que más allá de lo que vemos, representa lo que sentimos.
Y por último la INCOMUNICACIÓN. Al mostrar personajes con rostros difusos, inexpresivos e impersonales, incluso de espaldas, está representando más bien tipos de personalidades que personas concretas.
Estilo
Hopper tiene una estética reconocible tanto de sus paisajes como de sus interiores. Las composiciones son geométricas y se caracterizan por las líneas rectas y los bloques de luz.
Los personajes se construyen casi como esculturas, y representan el tiempo de crisis que viven, la soledad de la vida moderna, el sentimiento de vacío de la efervescencia de la gran ciudad.
Realiza encuadres qie podemos definir como cinematográficos. En sus cuadros se capta un instante, como un fotograma, y como en el cine de la época, la ciudad es presentada desde un punto de vista personal, no solo como espacio sino también a los personajes que lo habitan.
Hopper y la pintura de género
Pero la universalidad de Hopper también tiene que ver, tal y como apuntó Tomás LLorens, en su enlace con la tradición de la pintura costumbrista.
La pintura de género se desarrolló en la Holanda del siglo XVI y XVII. Representaba escenas de la vida cotidiana mostrando las gentes y las costumbres de la clase social dominante, dignificando así a la burguesía.
Uno de los artistas más importantes de este género fue Vermeer de Delft. Sus escenas íntimas y sencillas guardan ciertas semejanzas con los interiores de Hopper.
Durante el siglo XIX hubo un retorno, tras el romanticismo y el realismo, a esta pintura costumbrista. Pero Manet y los impresionistas no buscaban la creación de estereotipos sino representar lo efímero, creando así un nuevo concepto de naturalismo.
Esta nueva construcción naturalista, según Baudelaire, rompió la relación entre arte y belleza al centrarse en la vida real.
Así empezó la tendencia hacia el subjetivismo de la poesía simbolista, Esta nueva visión se creó sobre un yo también construido, ya que situaba al espectador en el lugar que quería el artista, para mostrar una realidad aparentemente cotidiana.
Siguiendo esta tendencia, Hopper nos muestra en su obra imágenes recordadas o evocadas por él. Construye una nueva realidad a parir de su criterio personal.
Su visión subjetiva consigue conectar de manera magistral con el inconsciente colectivo de una sociedad, más allá de su propia época.
En sus obras, Hopper recrea realidades más intensas eliminando lo banal y potenciando el drama a través de los elementos formales.
Construye una realidad verosímil que va más allá de lo superficial. Nos muestra la vida cotidiana que recrea en su estudio, a través de su visión personal, un pedazo de verdad propia, artificial, a través de la cual experimentamos la realidad y el hastío de lo cotidiano.
De esta manera, Edward Hopper creó el imaginario de una época de los EE.UU, tanto del paisaje natural como del urbano, en un momento en que la ciudad tomaba protagonismo y el fantasma de la guerra asolaba el espíritu impetuoso con el que había arrancado el siglo XX.
En el catálogo de su retrospectiva de 1933, Hopper escribirá: «Mi meta en la pintura ha sido siempre la transcripción más exacta posible de mis más íntimas impresiones de la naturaleza»
WEBGRAFIA
- Casa- museo de Eward Hopper
- https://www.edwardhopper.net/
- Tallerdeencuentros.com
- elhurgador.com
- https://enfilme.com/notas-del-dia/cine-y-arte-nighthawks-de-edward-hopper-y-su-influencia-en-cinco-filmes
- Animación de los cuadros de Hopper por el cineasta Win Wenders
- Museo Nacional Thyssen-Bornemizsa
- Conferencia | Hopper, pintor de la vida moderna – Tomás Llorens
BIBLIOGRAFÍA
- Edward Hopper: An Intimate Biography, Gail Levin (1998).
- Edward Hopper: Luz y sombra del vacío, Juan Carlos Flores Zúñiga (2020).