COMENTARIO HISTÓRICO ARTÍSTICO DE LA ÓPERA DE GUANGZHOU DE ZAHA HADID
CONTEXTO HISTÓRICO
La gran Zaha Hadid no es conocida como «la dama de las líneas fluidas» por casualidad. En realidad, resulta muy evidente, y hasta obvio, sólo basta contemplar alguna de sus más afamadas obras.
No en vano, esta gran señora de la arquitectura fue la principal exponente del deconstructivismo. También la primera mujer en ganar el Premio Pritzker, en 2004, ahí queda eso.
Su inspiración (además de contar con los megalodones Frank Lloyd Wright, primero; y Frank Gehry, después) parte de las dunas y ríos de su Bagdad natal. Esa que, lamentablemente, en poco se parece a la actual visión de la capital iraquí.
Como todo proceso artístico, la obra de Zaha evoluciona desde las formas que recuerdan y beben del constructivismo y el suprematismo ruso ambos visibles en sus primeros proyectos, hasta esas formas curvas con múltiples puntos de perspectiva y geometría fragmentada que persiguen evocar el caos de la vida moderna.
Un germen que antecede a ese “espacio fluido” que insistentemente buscará en sus edificios y que le hará dueña y señora de un lenguaje propio y extremadamente reconocible.
La propia Zaha decía que la abstracción de Kazimir Malévich: “me permitía experimentar intensamente tanto con la forma como con el movimiento”. Así que, queda claro que todo tiene un inicio y un asentamiento de bases unidos a la constante exploración. Así se crean los genios, nos os olvidéis de cómo va la vaina.
Hay que tener en cuenta que la arquitecta era una gran dibujante cosa que, en esos inicios poco le sirvió ya que nadie creía que tales imaginaciones en papel pudieran tomar forma en cemento o piedra.
Hasta llegar a 1990 y, con él, la estación de bomberos para Vitra en Weil am Rhein.
Pero su mesías particular llegó siete años después: en 1997, se inauguraba el Museo Guggenehim de Frank Gehry en Bilbao. Y, literalmente, vio las puertas abiertas.
La trastocó a la vez que la afianzó. La emocionó a golpe de reflexión. Y la aupó con determinación.
El bueno de Frank había sido capaz de demostrarle al mundo que las ilusiones sinuosas en la tinta eran, también, posibles en la práctica. Así que esculpió alas infinitas a un proceso imaginativo brillante.
La catapulta hizo que Zaha tuviera el valor necesario para defender su arquitectura y creara el Centro de Arte Contemporáneo Rosenthal en Ohio que, si bien aún no mostraba esas curvaturas características de la iraní, tomaba la referencia del Guggenheim como plaza pública que conecta directamente el edifico con la ciudad.
Un concepto de “alfombra urbana” que se introducía directamente desde el exterior, plegándose y proyectándose verticalmente para generar el espectacular vació que vertebra las diferentes plantas del edificio.
Tras este punto de inflexión, una carrera llena de éxitos que acumularon proyectos, premios, reconocimientos y posteridades.
No sólo en la arquitectura, Zaha coqueteó a base de bien con el diseño industrial y dio forma propia a elementos de consumo relacionados con la moda, automoción o el mobiliario.
ANÁLISIS FORMAL
La Ópera de Guangzhou, situada en la ciudad homónima al sur de China, fue inaugurada en 2010, tras siete años de construcción.
Estructuralmente, puede decirse que el edificio está dividido en cuatro volúmenes independientes comunicados por pasarelas sobre grandes patios interiores. Eso así, de primeras pero nada más lejos de la realidad.
La Ópera significa un paso más hacia el abandono de la primera etapa, dominada por la fragmentación y la abstracción, hacia la idea de arquitectura fluida.
Con esta obra, Zaha Hadid tiene la firme intención de crear un paisaje en el que poder fundirse. Da igual lo megalítico de la construcción, quiere bailar agarrada al entorno. Es más, lo que perseguía era simular dos piedras en la orilla del Pearl River.
Las líneas logran definir territorios y zonas dentro de la Ópera House y, tanto en el interior como el exterior, se crean dramáticos espacios para el flujo de personas permitiendo, al mismo tiempo, que la luz natural penetre profundamente en el edificio.
Por tanto, el diseño parte y evoluciona tomando como base un paisaje natural de forma que arquitectura y naturaleza puedan interactuar. Una analogía con los procesos de erosión, geología y topografía; de cómo los ríos crean espacios a su paso moldeando la piedra por la que discurren una y otra vez.
En el interior, como en las salas de ensayo, se usaron unidades moldeadas de fibra de vidrio reforzado con yeso (GFRC) para potenciar el lenguaje de fluidez y continuidad.
Con ello, se logra generar un volumen de líneas «plegadas» que ayuda a definir territorios y zonas dentro del propio edificio. Tanto es así que la Ópera Guangzhou es referente para el desarrollo de infraestructuras culturales en la ciudad, incluyendo nuevos museos y bibliotecas.
CURIOSIDADES
La primera obra albergada por la Ópera de Guangzhou fue Turandot de Puccini. Hasta aquí bien, nada reseñable. Gran montaje para uno de los maestros que, además, se inspira en China.
Pero, ¿qué pasa si te digo que la misma estuvo prohibida en el país durante 70 años? Eso es: curioso, sí.
Y he aquí la razón principal: las autoridades consideraban que la fábula en la que se basa la ópera, mostraba a China bajo una perspectiva negativa.
Según estas mentes visionarias, la crueldad de la princesa protagonista servía como reflejo del peor de lo prejuicios contra su cultura.
En cambio, el extranjero que la desafía y termina venciéndola, simbolizaba la superioridad de la cultura occidental. Y puede ser.
Considerada la obra maestra de Puccini, la leyenda cuenta cómo la princesa Turandot desafía a sus pretendientes a resolver tres enigmas. Si los resuelven, conseguirán su corazón. Si no, morirán. Así de simple y efectivo, al mismo tiempo.
Calaf, un valiente príncipe, cae rendido a sus pies y acepta el desafío encantado de la vida. Amor, pasión y sacrificio se entrelazan a partes iguales en un argumento escrito para derretir el gélido corazón de la princess.