Palacio Garnier

Ficha técnica

Título: Palacio Garnier
Autor: Charles Garnier
Cronología: 1860 – 1875
Estilo: Eclecticismo
Materiales: Diecisiete tipos diferentes de materiales
Ubicación: Distrito IX, París, Francia
Dimensiones: 11000 m²

COMENTARIO HISTÓRICO ARTÍSTICO DEL PALACIO GARNIER 

CONTEXTO HISTÓRICO ARTÍSTICO

El edificio de la Ópera de París, además de ser uno de los edificios más emblemáticos de la ciudad de las luces, es también la más célebre obra de su autor, Charles Garnier.

Monumental en tamaño y pomposo en decoración, es un edificio que simboliza un período de impaso entre dos épocas.

Fue también el escenario de obras literarias como El fantasma de la Ópera. Junto con la Ópera de la Bastilla conforman la pareja de teatros más importante de la ciudad.




Situamos a la Ópera Garnier en una época en la que la capital francesa se veía sumergida en cambios urbanísticos muy significativos. Napoleón III instauró el Segundo Imperio y quería que la ciudad se cubriera de grandeza y pomposidad.

En este sentido, encargó al barón George-Eugène Haussman la renovación de las calles de la ciudad para crear amplios bulevares.

En nuestras tierras, un ejemplo de reorganización urbanística está en la ciudad de Barcelona, que se vio modificada por el ensanche que ideó el ingeniero y urbanista Ildefons Cerdà.

El detonante de construir la nueva ópera fue en enero de 1858, cuando el emperador sufrió un atentado en el antiguo edificio de la ópera en la calle Le Peletier.

A pesar de que se lamentaron heridos, tanto el emperador como la emperatriz Eugenia salieron ilesos, pero se decidió dar a la ópera un espacio mucho más grande, mejor situado, seguro y, por supuesto, mucho más ostentoso.

Así pues, en enero de 1860, se convocó un concurso de presentación de ideas donde fueron presentados 172 proyectos y 700 dibujos.

En la fase final quedaron 5 y el ganador por unanimidad fue Charles Garnier, quien en aquel entonces, contaba con 34 años de edad y era prácticamente desconocido en el panorama artístico parisino.

Las excavaciones de los terrenos comenzaron el mes de agosto de ese mismo año. Con motivo de la Exposición Universal de París de 1867, el arquitecto retiró los andamios de la fachada y el recibió aclamaciones y críticas a partes iguales de su público.

Aun así, las obras duraron quince años y el edificio se dio por terminado en 1875, cuando Napoleón III y la estética del Segundo Imperio habían desaparecido.

El nuevo teatro de la Ópera de París se inauguró oficialmente el 6 de enero y, pasados dos días, comenzaron las representaciones. 

 ANÁLISIS FORMAL

 Fachada

Palacio Garnier

La fachada principal tiene un primer rasgo poco común: no dispone de puerta principal. En su lugar, hay un suceso de siete arcos sobre los que descansan los siete ventanales de la gradería superior y, encima de ésta, un prominente ático.

El arquitecto jugó también con el color de varias clases de mármol para las columnas y ornamentos escultóricos para la magnífica fachada del teatro.

Destacamos, sobre todo, la cúpula central con su característico color azulado turquesa y los conjuntos arquitectónicos. Hay tres a los que se debe prestar especial atención, tanto por su composición, técnica y majestuosidad.

Palacio Garnier, detalle de la fachada

Se establece un claro paralelismo entre todos estos conjuntos escultóricos con la célebre escultura Victoria de Samotracia.

Todas las artes representadas se presentan con sus majestuosas alas desplegadas, simbolizando un momento de máximo esplendor que permanece congelado en el tiempo para que la música, poesía y danza estén siempre en su punto más álgido, dando así el carácter a todo el conjunto.

La ópera de París es un teatro, pero en él reinan la danza y la música.

Ya en el interior, observamos una gran cantidad de espacios que merecen ser tratados individualmente, tanto por su valor arquitectónico, escultórico, pictórico y decorativo.

Escalinata

Palacio Garnier
Palacio Garnier, detalle de la escalinata

De todos los espacios de la ópera, muchos estaban destinados a que los asistentes al espectáculo pudieran relacionarse cuando salían de la sala de actos.

Así pues, la imponente escalinata cumplía con la crucial función de comunicar los diferentes espacios del edificio. La escalinata es de mármol blanco y con balaustrada de mármol rojo y verde.

Según el propio Garnier, la escalinata era un elemento tan necesario y característico de la ópera como lo podía ser la cúpula para Los Inválidos.

Grand Foyer

Palacio Garnier, Grand Foyer

El Grand Foyer se concibió como una sala de paseo para que los espectadores pudiesen pasar el tiempo entre actos en las largas funciones de ópera.

La sala se asimila en esencia a la Sala de los espejos del Palacio de Versalles, donde los dorados, los colores vivos y la pomposidad brillan en su más gran expresión.

Palacio Garnier, detalle

Toda la sala es iluminada por diez espléndidas lámparas de araña que son visibles desde la avenida de la ópera. Las pinturas del techo fueron pintadas de la mano de Paul Baudry.

Sala de actos

Palacio Garnier, sala de actos

La sala de actos está inspirada en los teatros italianos, se diseñó para que predominaran el rojo carmesí y el oro. Originalmente, el techo (de 220 m²) de la sala lo pintó Eugène Lenepveu 1872 en el que representaba el Triunfo de la Belleza. No fue hasta 1964 que desde el Ministerio de Cultura decidió reformar el techo de la sala de actos.

El encargo fue concedido a Chagall y fue esperado y cuestionado a partes iguales hasta el momento de que se presentó al público el 23 de septiembre de 1965.

Palacio Garnier
Palacio Garnier, detalle de la cúpula pintada por Chagall

Aun así, cabe decir que las pinturas originales de la cúpula no se destruyeron. La pintura de Chagall se instaló en unos paneles desmontables superpuestos a la obra de Lenepveu.

Con la asistencia de Jules Paschal, Roland Bierge y Paul Versteeg, Chagall emprendió la obra a la avanzada edad de 77 años y sin recibir ningún tipo de honorario o sueldo por el trabajo.

En su obra, el artista plasmó a los más importantes músicos de ópera lírica y sus obras. Aunque el estilo de Chagall no casaba con el resto de estilo neobarroco de la ópera, es un gran ejemplo de que en su momento se quiso modernizar el espacio sin perder demasiado la esencia.

En el momento de su construcción, el escenario de la ópera Garnier era el más grande del mundo, con  49m de ancho, 26m de profundidad y 72m de altura.

También otro elemento a destacar de este espacio es la gran araña, una ostentosa lámpara de cristal y bronce dorado de 340 luces y un peso unas 8 toneladas.

BIBLIOGRAFÍA

https://www.musee-orsay.fr/fr/collections/catalogue-des-oeuvres/notice.html?nnumid=20447

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