COMENTARIO HISTÓRICO ARTÍSTICO DEL PANTEÓN DE LOS REYES DE SAN ISIDORO DE LEÓN
CONTEXTO HISTÓRICO
El Panteón de los Reyes es el monumento sepulcral más antiguo en la estructura actual de la Colegiata de San Isidoro de León.
En efecto, esta basílica, que acogió las reliquias de san Isidoro de Sevilla para aumentar la influencia espiritual, cultural y política que León sostuvo durante el siglo XII gracias a los monasterios que custodiaban sendas reliquias de san Pelayo y san Juan Bautista, conoció un desarrollo constructivo extraordinario desde el siglo IX al XI.
A sus pies, precisamente, se encuentra el Panteón Real. Erigido por Alfonso V (999-1028), que también mandó construir un cementerio episcopal en la zona de la cabecera tras el ataque de Almanzor a la ciudad, el panteón acoge los cuerpos de su padres, Bermudo y Elvira, y los del propio Alfonso.
Pero sin duda el gran momento fue el del rey castellano Fernando I y Sancha de León, hija de Alfonso V.
También ambos se harán enterrar allí tras reafirmar en piedra la estructura de la edificación, junto con sus tres hijos: Urraca, Elvira y García. Será Urraca I de León (1109-1126) y su sucesor Alfonso VII (1126-1157) quienes enriquecerán el espacio de la iglesia y, lo que es más interesante para nosotros, patrocinarán las pinturas del Panteón Regio, además de ordenar la realización de las tres maravillosas portadas románicas de la propia basílica.
ANÁLISIS FORMAL
El Panteón Regio o Capilla de los Reyes es un espacio cuadrangular articulado por dos gruesas columnas que dividen el área en tres naves de dos tramos, generando un total de seis bóvedas.
Los muros del panteón, relativamente alineados con los de la iglesia, incluían el propio espacio funerario en la parte inferior y una tribuna regia en el nivel superior, para que los monarcas siguieran las ceremonias.
El área viene configurada por las dos grandes columnas exentas, gruesas y achatadas, con un trabajo escultórico que, tanto en los capiteles de decoración zoomórfica y ornamentación vegetal como especialmente en los figurados con escenas bíblicas (la resurrección de Lázaro y la curación de un leproso, ambas claras referencias a la redención y la resurrección de la carne y el espíritu), acusan, si bien en un estado poco desarrollado, la influencia francesa transmitida por el Camino de Santiago, con su papel de ruta vertebradora de la Europa medieval cristiana.
La gama de colores que predomina en la decoración de las bóvedas es la de castaños y ocres rojizos sobre fondo blanco, con numerosas inscripciones; un programa pictórico que comienza en época de Urraca y continúa con Alfonso VII y que constituye una verdadera joya de la pintura medieval. Busquemos sus claves de lectura.
ANÁLISIS ICONOGRÁFICO
El espacio pictórico está conformado, como hemos indicado, por la cubierta abovedada del Panteón Real y los espacios superiores a partir de la línea de impostas. Incluso el intradós de los arcos incluye motivos pictóricos.
Por su carácter catequético, las pinturas prescinden de realismo en perspectiva y tratamiento.
La simplificación y geometrización de los volúmenes nos hablan del estilo pictórico de influjo francés, que llegaba por la ruta de peregrinación a Santiago de Compostela y que por entonces ya había calado en la miniatura local.
Son un total de seis bóvedas en las que se representan a modo de catequesis visual temas de los tres ciclos de la vida de Cristo: la Natividad, la Pasión y la Resurrección, que son también los ciclos litúrgicos.
Ciclo de la Natividad: las pinturas se desarrollan sobre fondo blanco, con rojos y azules, hoy casi grisáceos. Diferentes alusiones a elementos naturales enmarcan las escenas bíblicas: la Anunciación, la Visitación de la Virgen a su prima santa Isabel, la Epifanía, la huida a Egipto…
Destaca el anuncio a los pastores de Beléndel nacimiento de Jesús (cfr. Lc 2, 8-18), de gran naturalismo: el ángel mueve aún sus magníficas alas descendiendo hacia los pastores, dos de los cuales tocan sus instrumentos mientras un tercero da de beber a su mastín.
Simultáneamente tienen lugar escenas anecdóticas aprovechando los laterales de la bóveda, como dos machos cabríos enzarzados en una pelea o bueyes tratando de alcanzar las hojas de los delgados árboles, cuya realización con finas líneas curvas otorgan dinamismo y estilización a la composición.
También resulta de gran interés el conjunto de la matanza de los inocentes ordenada por Herodes (Mt 2, 16-18), en la que el ejército, caracterizado con la indumentaria y armamento propios, blande sus espadas.
Uno, incluso, atraviesa con su lanza a un recién nacido cuyo rostro deja entrever matices expresivos frente a la impasibilidad de los soldados, y que refuerza la idea del interés por los detalles presente en todas las pinturas.
Ciclo de la Pasión: comienza con una espléndida representación de la Última Cena, con Cristo presidiendo y los distintos apóstoles identificados con epígrafes sobre sus cabezas entre los que destaca Judas robando un pez, símbolo de Cristo; incluso aparece el pincerna, el que servía el vino.
Continúa el ciclo con la escena del lavatorio de los pies, las negaciones de Pedro sugeridas con la aparición del gallo y la propia representación de la tristeza del príncipe de los Apóstoles, para rematar con la Crucifixión.
Ciclo de la Resurrección: la manifestación fundamental de este ciclo de la glorificación de Cristo, que incluye profetas, evangelistas y santos, aparece en el gran Pantocrátor o Cristo en majestad (Maiestas Domini), sedente en el trono y con los pies apoyados sobre la esfera terrestre.
Bendice hierático con el Libro abierto en el que se lee EGO SVM LVX MVNDI (“Yo soy la luz del mundo”) y nimbo crucífero, envuelto en una magnífica mandorla mística estrellada en referencia a la bóveda celestial y rodeado por el Tetramorfos (representación de los cuatro evangelistas con sus animales simbólicos, identificados también con sendos epígrafes), que emerge de formas flamígeras que rodean la impresionante representación.
Con gran nivel de detallismo, esta escena que jalona la bóveda del espacio central transmite la solemnidad de Jesús como juez eterno que hace salir a la luz lo oculto del corazón humano.
A esta omnipotencia hacen referencia el alfa (Α) y la omega (Ω) que flanquean su cabeza aureolada sobre el fondo estrellado que representa la bóveda celestial.
Además, en el intradós sobre el Pantocrátor aparece la Dextera Domini, la mano de Dios, un motivo iconográfico de raigambre judía y muy popular en época medieval (de hecho aparece en la propia Puerta del Cordero de la misma basílica) que nos habla de la intervención de Dios en la historia humana, así como de su indivisibilidad con Cristo en la naturaleza divina.
En el intradós del arco formero que se encuentra a la derecha del Pantocrátor se representa un calendario agrícola o mensario.
No ha de sorprender la inclusión de un motivo popular de carácter pagano; en otras grandes sedes, como en la propia catedral de Santiago, se incluían motivos similares, como zodíacos.
En cierto sentido, son referencias a Dios como centro de la vida cotidiana y de los tiempos humanos.
Aquí aparecen 12 medallones, uno por cada mes del año, con las representaciones de las labores propias de cada uno e incluyendo además referencias propias del arte romano que nos hablan de un interés por legitimar a la institución monárquica vinculada al mundo de la caballería:
- Enero: aparece el dios romano Jano como bifronte, representando el final de un año y el comienzo de otro que precisa del discernimiento necesario para tomar las decisiones que condicionarán el resto del año.
- Febrero: por el frío supuesto a este mes, se representa como un anciano calentándose al fuego
- Marzo: se representa mediante un hombre podando las viñas en la mejor época para hacerlo
- Abril: un joven toma los primeros brotes de la primavera
- Mayo: caracterizado como el “mayo caballero”, por ser época de campañas militares, contiendas, torneos y exploración.
- Junio: aparece un campesino segando los tallos
- Julio: las espigas de trigo están ya prontas para la hoz, y el campesino se dispone a segarlas.
- Agosto: se nos presenta la actividad propia de este mes tras la siega, que es la maja del grano mediante un mayal.
- Septiembre: el típico mes de la vendimia se representa mediante un hombre que recoge las uvas en un recipiente.
- Octubre: tiempo de engordar a las reses porcinas, el calendario incluye a un personaje alimentando con bellotas a un cerdo.
- Noviembre: aparece la matanza del cerdo, propia de este mes de san Martín.
- Diciembre: el último mes del año se identifica mediante una mesa surtida bajo la cual se dispone el fuego para calentar los pies.
CURIOSIDADES
Se le conoce como la “Capilla Sixtina” de la pintura románica.
En origen, se accedía al Panteón Real mediante una puerta en el muro occidental de la basílica. Con las obras de ampliación, a comienzos del siglo XII, esta puerta se cegó y se abrió otra en el ángulo suroriental.
Durante la remodelación de la basílica, se erigió un altar a santa Catalina de Alejandría, y la estancia tomó también el nombre de Capilla de Santa Catalina.
BIBLIOGRAFÍA Y WEBGRAFÍA
BANGO TORVISO, Isidro: El románico en España, Madrid, 1992
CAMÓN AZNAR, José: Pintura medieval española (Summa Artis, XXII), Madrid, 1966
GARCÍA MARTÍNEZ, Aida: “El Panteón de San Isidoro de León: estado de la cuestión y crítica historiográfica”, Anuario del Departamento de Historia y Teoría del Arte de la Universidad Autónoma de Madrid, vol. 16, nº 16, Madrid, 2004.
LÓPEZ LORENTE, Vicente – ARTEGUIAS:
https://www.arteguias.com/catedral/colegiatasanisidoro.htm (Consulta: 18/08/2018).