COMENTARIO HISTÓRICO ARTÍSTICO DE PASEO A ORILLAS DEL MAR
Con el permiso de los impresionistas franceses Joaquín Sorolla se establece a principios del siglo XX como el pintor de la luz.
Obras como Paseo a Orillas del Mar desarrollan lo que algunos han denominado como impresionismo español, convirtiéndose esta en una de las pinturas más admiradas de su época.
JOAQUÍN SOROLLA Y BASTIDA
Joaquín Sorolla y Bastida nació en 1863, en el antiguo barrio de pescadores de Valencia. Siendo un niño de dos años perdió a sus padres, víctimas del cólera que asoló la ciudad. Esto provocó que tanto él como su hermana fueran acogidos y criados por sus tíos.
Pronto mostró interés por las bellas artes y accedió a la Escuela de Artesanos de Valencia para recibir clases de dibujo. Posteriormente ingresó en la Escuela de Bellas Artes aunque su ambiente no era nada proclive a las libertades creativas.
Como tantos otros artistas Joaquín Sorolla siguió el camino marcado para los artistas de la España decimonónica. Instruido en la Escuela de Bellas Artes, en este caso la de la ciudad de Valencia, el siguiente paso continuaba por un viaje a Italia. Esto se produce cuando en 1885 Sorolla consigue una beca para la Academia de España en Roma.
El último paso para alcanzar el reconocimiento y el respeto como artista es la participación en Exposiciones Nacionales de Bellas Artes.
AÑOS DE FORMACIÓN
A lo largo de los años Sorolla va haciéndose con una formación e influencias que dejaron rastro en su pintura.
Tras obtener una medalla de plata en una exposición local, el fotógrafo Antonio García Peris (futuro suegro del artista) le ofrece trabajo en su estudio. Fue allí donde el pintor conoció algunos recursos que más adelante utilizó en su obra de madurez.
Aún sin finalizar su formación académica presenta tres obras de carácter marinero a la Exposición Nacional de Bellas Artes en Madrid. Este viaje le sirvió para conocer obras de Velázquez y otros artistas, iniciándose en la yuxtaposición de manchas de color.
Finalmente, y gracias a sus éxitos en varias exposiciones, recibe la beca mencionada anteriormente para explorar la Roma artística.
EL GRITO DEL PALLETER
Aunque hoy reconocemos a Sorolla por otro tipo de cuadros, fue uno de historia el que le abrió las puertas de Italia. Se trataba de El grito del palleter. Un cuadro sobre un episodio de la Guerra de Independencia española.
Y es que en el mundo decimonónico la pintura de historia era uno de los géneros más valorados y respetados.
ESTANCIA EN ITALIA
Durante su estancia en Italia, visitará distintas ciudades y conocerá toda la herencia clásica. Uno de los artistas que más le influyó en esta época fue Mariano Fortuny, de quién adquirió aspectos como la minuciosidad. Sin embargo, sus estilos pronto se bifurcaron.
Mientras Fortuny realizaba composiciones de tipo académico Sorolla comenzaba a interesarse por escenas costumbristas y cotidianas que veía en su entorno. Entre otras cosas, estas eran más fáciles de vender.
ESTILO PICTÓRICO
A partir de 1890 la obra de Sorolla se consolidó y su estilo pictórico fue evolucionando. La pintura de historia que había trabajado previamente dio paso al realismo social. A finales del siglo XIX el artista explora una nueva etapa.
En esta época sus cuadros se caracterizan por un compromiso a la hora de reflejar escenas de personas desamparadas. Deja al lado la belleza y claridad que solemos adjudicarle para retratar a las clases más desfavorecidas sin miedo a mostrar crudeza o fealdad.
Finalmente, y en parte por el influjo de los impresionistas y las vanguardias que conocía bien, llegó al costumbrismo marinero, que no abandonará nunca.
“EL PINTOR DE LA LUZ”
Una vez de vuelta en Madrid, Sorolla trabajaba especialmente a través del color. Sin embargo su maestría se centraba en la plasmación de la luz que insertaba en escenas del día a día y paisajes de la vida mediterránea.
Su pintura se convirtió en carismática y pronto llegó el reconocimiento nacional e internacional. Esto se tradujo en una cantidad de encargos de retratos importantes que hicieron que a principios del siglo XX todo el mundo quisiera ser pintado por Sorolla.
RECONOCIMIENTO
A diferencia de muchos otros artistas, Joaquín Sorolla conoció el reconocimiento artístico en vida. Su obra era valorada y admirada especialmente por las personalidades del momento.
En 1900 Valencia lo nombró hijo predilecto y meritorio, y le fue dado su nombre a una calle. Tras muchos viajes por Europa, principalmente Inglaterra y Francia, celebró una exposición en París con más de medio millar de obras, lo que le dio un reconocimiento internacional que conoció en vida. Además. su obra también viajó por toda Europa y América.
PASEO A ORILLAS DEL MAR
Esta obra es un óleo sobre lienzo que mide 205 cm de alto y 200 de ancho y como el título indica representa un paseo por El Cabanyal de Valencia. Realizada en el verano de 1909 y en seguida recibió los halagos de la crítica.
En el momento de realizarla, el pintor se encontraba en un momento muy bueno de su vida. Acababa de regresar de los Estados Unidos, donde había tenido un gran éxito (entre los retratos que le encargaron estuvo el del propio presidente del país, William Howard Taft). Además, vendió dos obras al Museo Metropolitano de Arte.
CUADRO FAMILIAR
Podría decirse que Paseo a Orillas del Mar es un cuadro familiar.
En la escena aparece su mujer, Clotilde, que sujeta una sombrilla y su hija María, que pasea justo delante. El color blanco de sus vestidos resaltan sobre el fondo y aporta luz a la escena. Vestidas a la moda del momento, denotando una buena posición social. Las telas se ven ligeras y vaporosas. Aportan movimiento al momento, como si el viento la moviera.
La pintura está realizada en un suave picado. Es decir, el punto de vista se sitúa en la parte superior de la escena, por encima de los personajes. La composición es atípica de la pintura y más propia de la fotografía. Sorolla elimina el horizonte e incluso corta parte de la cabeza de su mujer.
El objetivo es que nuestra mirada se pare sobre el agua del mar rompiendo en la arena. Esta parte es interesante ya que podemos apreciar la influencia del impresionismo en las largas pinceladas azules, malvas y turquesa muy sueltas que pese a ser un cuadro claramente figurativo, rozan la abstracción, y nos dan la sensación de estar en el mar.
El estilo de este cuadro, que es tan reconocible en Sorolla, se ha querido enmarcar como Impresionismo español o más concretamente Luminismo Valenciano pues eso es lo que pretende; captar el instante lumínico.
“Lo que en Valencia existe es el aire… Y precisamente no el color, sino el aire es lo que ha pintado Sorolla y lo que sublima su pintura”.
Azorín
A día de hoy podemos seguir disfrutando de esta pintura que estuvo en manos del pintor hasta su muerte y que hoy podemos apreciar en el Museo Sorolla de Madrid.
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