Poema de Córdoba

Ficha técnica

Título: Poema de Córdoba
Autor: Julio Romero de Torres
Cronología: 1913-1915
Estilo: Simbolismo
Materiales: Óleo sobre lienzo
Ubicación: Museo Julio Romero de Torres, Córdoba
Dimensiones: 88 x 514 cm

COMENTARIO HISTÓRICO ARTÍSTICO DE POEMA DE CÓRDOBA 

JULIO ROMERO DE TORRES

Nacido en Córdoba el 9 de noviembre de 1874, en el edificio que actualmente alberga el Museo Provincial de Bellas Artes, Julio Romero de Torres fue hijo del también pintor Rafael Romero Barros.

El hecho de que su padre, fuese además de pintor, conservador del Museo Provincial de Bellas Artes de Córdoba, influyó en la vocación del séptimo de sus hijos.

Después de cursar estudios en el Instituto Góngora de su ciudad, el artista cordobés decide matricularse en el Conservatorio de Música en 1884, al tiempo que recibe clases de dibujo y pintura por parte de su padre, junto a sus hermanos Rafael y Enrique.




En 1895 se presenta a la Exposición Nacional de Bellas Artes en la que consigue una mención honorífica, siendo adquirida por el Estado. En 1897 decide optar al premio de Roma, pero no logra la ansiada beca.

En 1902 es nombrado profesor numerario de la cátedra de Colorido, Dibujo y Copia de la Escuela de Bellas Artes de Córdoba y en 1903 profesor agregado en la Escuela Superior de Artes Industriales.

Ese mismo año recibe el encargo de decorar con un ciclo de pinturas murales el Círculo de la Amistad de Córdoba, por lo que decide trasladarse a Madrid para familiarizarse con la pintura mural de los simbolistas.

En la capital se integra en el círculo de Valle-Inclán y frecuenta la casa de los Machado, estrechando su amistad con Manuel.

Continúa viviendo en Madrid, donde poco a poco irá madurando su propio estilo presentando obras muy controvertidas a la Exposición Nacional de 1906, siendo estas rechazadas con el consiguiente escándalo por sus temas escabrosos.

No será hasta 1907 cuando participará en la Exposición del Círculo de Bellas Artes de Madrid, ciudad en la que permanecerá y donde frecuentará la tertulia del Café de Levante junto a Zuloaga, Ricardo Baroja y Gutiérrez Solana.

Será en estos años cuando tomará la determinación de viajar a diferentes países como Francia, Inglaterra, Italia, Suiza, Países Bajos y Marruecos marcando estos viajes una inflexión en su carrera que se manifestará en sus obras posteriores en una voluntad de cambio. Conseguirá una primera medalla en la Exposición Nacional de 1908.

El Estado comprará sus obras para enviarlas a las Exposiciones Internacionales de Buenos Aires y Santiago de Chile.

En 1910 recibe la encomienda de la orden de Alfonso X el Sabio y es nombrado inspector de la delegación y comisaría regia en la Exposición de Arte de Roma, recibiendo al año siguiente la medalla de oro en la Exposición Nacional de Bellas Artes de Barcelona.

Es nombrado académico numerario de la Academia de Ciencias, Bellas y Nobles Artes de Córdoba, aunque seguirá residiendo en Madrid, donde a partir de 1913 frecuenta la tertulia del Café Pombo.

En 1915 se le adjudica una sala especial en la Exposición Nacional de Bellas Artes y al año siguiente se le nombra profesor de ropaje de la Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid.

Instala un estudio en la calle Pelayo, que años más tarde se convertirá en centro de tertulias y reuniones. 1928 marcará un nuevo punto de inflexión en su vida. Se le declara una grave enfermedad por cuyo motivo decide regresar a Córdoba para recuperarse.

Participa por última vez en la Exposición Iberoamericana de Sevilla de 1929 con veintiocho cuadros. El 10 de mayo de 1930, Julio Romero de Torres falleció en su casa en la Plaza del Potro.

A su muerte, su viuda e hijos legaron al pueblo de Córdoba varios cuadros y mobiliario del pintor con la idea de crear un museo en su honor. Un año después de su muerte, el 23 de noviembre de 1931 quedó inaugurado tal museo.

ANÁLISIS FORMAL

Poema de Córdoba
Poema de Córdoba

Julio Romero de Torres, como muchos otros pintores de su generación, comenzará practicando una pintura de carácter regionalista, para adherirse después a la estética simbolista y desembocar, a partir de 1912, en un estilo personalísimo agrupando el más puro sentir popular andaluz y el más genuino folclore con la tradición del arte italiano del Renacimiento.

Por medio de un dibujo preciso y de composiciones equilibradas en las que utiliza colores azulados, verdosos y, sobre todo, negros, dota a sus obras de un halo de poesía y misterio.

Suele mostrar a la mujer andaluza en un primer plano, detrás del cual representa amplios escenarios paisajísticos, en los que en ocasiones incluye elementos arquitectónicos y pequeñas figuras.

No deja de sorprender el hecho de que, siendo la mujer la protagonista casi exclusiva de la pintura del gran simbolista cordobés, no sean abundantes los estudios rigurosos en los que se aborda la imagen de la condición femenina, en sus múltiples imbricaciones de carácter artístico, social, cultural e incluso antropológico.

Y ello en un momento en que el estudio de la imagen de la mujer en la pintura, como componente fundamental de los estudios de género, alcanzan un rigor y profundidad que los aparta definitivamente de lo que en un primer momento se pudo considerar como simple moda historiográfica.

Como explicación acaso pueda valer la constatación de que la presencia de la mujer es tan importante en la obra de Julio Romero de Torres que analizarla y estudiar su presencia y sus implicaciones socioculturales equivaldría a estudiar la totalidad de su producción, tarea que, a estas alturas, aún está por abordar, pese a la cantidad y calidad de algunos de los trabajos aparecidos en los últimos años.

Julio Romero de Torres vivió intensamente la vida cultural e intelectual de su Córdoba natal. Estuvo marcado por muchas tendencias además de las pictóricas. Corrientes literarias y artísticas que, a partir de 1908, como ya mencionábamos anteriormente, forjarían a la postre su propia expresión plástica.

Una expresión plástica que podemos ver perfectamente plasmada en la obra que nos disponemos a analizar, Poema de Córdoba. Hacia 1913 comenzará dicha obra, Poema de Córdoba, que presentó junto con otras catorce pinturas a la Exposición Nacional de 1915.

Es ésta, sin duda, una de las obras más expresamente simbólicas de toda la producción pictórica del artista y la mejor exaltación plástica de la ciudad.

Resume en buena medida la relación del pintor con Córdoba, a la que siempre tuvo presente a pesar de los años transcurridos en Madrid.

Debemos mencionar, sin duda, un interesante boceto preparatorio que el artista cordobés, junto a varios dibujos realizados a partir de 1906, realizó antes de acometer esta obra.

Interesantes debido a la manifestación de grandes coincidencias y diferencias entre la idea primera y la composición definitiva que llegaría a nuestros días.

Boceto Poema de Córdoba

El Boceto del Poema de Córdobaun óleo sobre lienzo con unas dimensiones de 32 x 84 cmpresenta un formato marcadamente horizontal, resaltando las verticales impuestas por la división de las escenas y siete figuras femeninas, de las ocho que aquí pinta, de pie.

De izquierda a derecha representa a Almanzor, posteriormente reconvertido en el Gran Capitán, san Pelagio, Maimónides, Séneca, Góngora y Lagartijo.

Guerrero, santo, filósofos, escritor y torero que se reconocen como algunos de los personajes más sobresalientes de la historia local y que son trasladados a la composición definitiva identificados con la Córdoba guerrera, la Córdoba religiosa, la Córdoba judía, Córdoba cristiana, la Córdoba romana, la Córdoba barroca y la Córdoba torera, representadas cada una de ellas por sendas mujeres.

En el cuadro original mantendrá prácticamente una distribución semejante de las alegorías que aparecen en el boceto, con las excepciones de un cambio de orden en la ubicación de la Córdoba religiosa y la Córdoba barroca. En cuanto a la composición de las diferentes figuras, el cambio afecta de nuevo a estos dos paneles y al central, asociado con la Córdoba cristiana.

ANÁLISIS ICONOGRÁFICO

Centrándonos en la obra final, podemos apreciar esa composición llena de lirismo, que el propio Julio Romero de Torres definió como reencarnación del pasado en el presente. Culminado en torno al 1915, se trata de un políptico de siete paneles, siendo el central más alto que los 6 restantes.

Sus dimensiones rondan los 88 x 514 cm, y como hemos dicho anteriormente, fue realizado, junto a otras obras, en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1915. Entre el 27 de abril y el 8 de septiembre de 2013 estuvo además expuesta temporalmente en el Museo Carmen Thyssen de Málaga en el marco de la exposición «Julio Romero de Torres: Entre el mito y la tradición». En la actualidad, se encuentra en Córdoba, en el propio Museo de Julio Romero de Torres.

Es su obra capital compuesta a modo de retablo, forma que le sirvió en repetidas ocasiones.

En las ocho figuras de mujer que aparecen en el retablo y en los variados paisajes ideales que le sirven de fondo, el pintor interpreta el espíritu de Córdoba, a través de sus distintas épocas. La esencia y gran belleza del cuadro está en el juego de símbolos, la correspondencia entre mujer y fondo.

El pintor se suma a la escuela de los alegoristas, a pesar de la devoción que profesó por el arte del Renacimiento Italiano, jamás se desentendió de la alusión y ambiente del espíritu de su ciudad.

En el primer panel de la izquierda se representa la Córdoba del Gran Capitán o Guerrera. En primer plano aparece una joven vestida lujosamente, con traje bordado en oro y mantón rojo.

Al fondo de la composición una imaginaria plaza donde se mezclan elementos de la arquitectura cordobesa. En el centro la estatua ecuestre sobre pedestal del Gran Capitán, rodeado por una verja de hierro plateresca.

A la derecha, la casa de Jerónimo Páez y delante de la estatua pasan unos jinetes. En la lejanía, la Sierra de Córdoba.

El panel segundo es la Córdoba Barroca. En un primer plano aparece una mujer vestida de blanco con matón negro, apoyada sobre un pedestal en actitud indolente, mira absorta a lo lejos.

Como telón de fondo una plaza, donde se ven fragmentos de casas solariegas cordobesas. En el centro un imaginario monumento a Góngora entre naranjos.

Un jinete cruza la plaza y se descubre ante la figura femenina. A lo lejos el río, el barandal de la ribera y las lomas del campo al atardecer.

En el tercer panel representa a la Córdoba Judía. Una mujer se apoya perezosamente, sobre el dintel de una puerta que se abre a una plaza, en el centro de la cual se alza un monumento a Maimónides.

Al fondo, la plaza de la Fuenseca y el callejón del Portillo. En éste se representa una escena de amor y celos en miniatura.

El panel central, de mayores dimensiones que el resto, hace referencia a la Córdoba Cristiana. Dos figuras femeninas, bajo un arco sostienen un triunfo de San Rafael, simbolizando la devoción que todas las clases sociales cordobesas profesan a su Ángel Custodio.

Dos jóvenes, la de la izquierda vestida con mantilla y la de la derecha ataviada con mantón, sostienen el triunfo de San Rafael, una joya de platería cordobesa, copia fiel del conocido cuadro de Valdés Leal sobre el mismo tema.

En el fondo de la composición, crea una imaginaria plaza con fachadas de conocidas casas cordobesas y una fuente central. A lo lejos el río y el campo.

En el quinto panel, la figura femenina protagonista representa la Córdoba Romana, vestida con traje de color terroso, rematado en su escote con bordados en oro y al cuello un collar de finas perlas.

Moldea su cuerpo con un tratamiento de estatua clásica, apoyada en un pedestal, cubierto por su mantón. El fondo representa la Puerta del Puente y por la luz de su entrada dos arcos. Delante, un monumento imaginario a Séneca, ante el cual se desarrolla una escena en miniatura.

Para el sexto panel, el artista se sirvió de una joven que aparece en la composición vestida de negro y mantilla de blonda, un encaje blanco remata sus mangas y cuello.

Cruza sus manos sobre su pecho, en actitud de sentimiento. Julio Romero de Torres nos mostraba con este lienzo la representación de la Córdoba Religiosa. Como escenario de fondo, una caprichosa composición en la cordobesa Plaza de los Dolores, con la Iglesia de Capuchinos al fondo.

Un inexistente sepulcro del obispo Osio y el Cristo de los Faroles, interpretado de forma imaginaria, sin los elementos característicos que le confieren a su nombre.

Una monjita avanza hacia el monumento funerario de Osio, y tres cipreses a la derecha, remarcan el tono fúnebre de la composición.

Por último, el panel que representa la Córdoba Torera, simbolizada en el torero “Lagartijo”. La modelo envuelta en un mantón rojo llevado con dejadez, por el que asoma el rico bordado en oro de su vestido, tiene un clavel rojo en su mano derecha.

Como fondo elige el pintor, intencionadamente, la Plaza de la Corredera, ya que, en sus orígenes, una de las funciones de esta plaza era la de servir como recinto de festejos taurinos.

En los balcones, mantones de manila que cuelgan, adornando como si en verdad se tratara de una plaza de toros. En medio, sobre un pedestal de cuatro columnas, la irreal estatua de Lagartijo y a los pies del monumento, un torero remata una faena de muerte ante un hermoso toro, brindando la muerte del animal a la estatua.

CONCLUSIONES

Este Poema de Córdoba es la expresión de siete épocas espirituales e históricas en el ambiente cordobés. En el políptico, el pintor, celoso de las glorias pretéritas de Córdoba, tiene que evocar de alguna manera, ese pasado y subrayar cómo influye éste en la psicología de las gentes cordobesas.

Romero de Torres nos habla de todo esto, trazando una arquitectura de siglos, unas estatuas de línea clásica, algo que lleve nuestro pensamiento hacia edades más o menos remotas.

BIBLIOGRAFÍA Y WEBGRAFÍA

GARCÍA DE LA TORRE, F. “Análisis del Boceto del Poema de Córdoba (1913) de Julio Romero de Torres”. Museo Carmen Thyssen de Málaga. https://www.carmenthyssenmalaga.org/obra/boceto-del-poema-de-cordoba. (Consultado el 30/03/20)

Información biográfica sobre Julio Romero de Torres. Córdoba 24: http://www.cordoba24.info/html/museo_julio_romero_torres.html. (Consultado el 27/03/20)

MARTÍN BOURGON, M. “Julio Romero de Torres”. Museo del Prado. https://www.museodelprado.es/aprende/enciclopedia/voz/romero-de-torres-julio/9ccb17b8-1512-4cb4-806b-b9ed28c2b891 (Consultado el 26/03/20)

Museo Julio Romero de Torres. https://museojulioromero.cordoba.es/?id=440 (Consultado el 30/03/20)

PÉREZ MOLINA, H. “Julio Romero de Torres. Un simbolista andaluz” Revista Digital Innovación y Experiencias educativas, número 26. 2010, pp. 9-10.

RAYA TELLEZ, J. «Modelos de mujer: Arquetipos femeninos en la pintura de Julio Romero de Torres”. Laboratorio de Arte, Revista del Departamento de Historia del Arte. 2009, pp. 241-242.

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