COMENTARIO HISTÓRICO ARTÍSTICO DE RAÍCES DE ÁRBOL
CONTEXTO HISTÓRICO
Vincent van Gogh pasó sus últimos dos meses de vida en la localidad de Auvers-sur-Oise, ubicada al norte de París.
Durante este período, demostró una sorprendente productividad artística, creando alrededor de ochenta pinturas, que incluían retratos y paisajes, todos ellos de una calidad excepcional.
Para Van Gogh, la naturaleza era una fuente de consuelo y renovación de energías. En consecuencia, la temática predominante de sus obras en este lugar se centró en la representación de escenarios naturales, tales como campos de maíz, hileras de heno y jardines florecientes.
A su llegada, escribió a su hermano Theo: “Me doy cuenta de que hice bien en irme al sur para ver mejor el norte…Decididamente, Auvers es una preciosidad…También me gustaría pedirte diez metros de lienzo…pero si te supone una molestia…me conformo con veinte hojas de papel ingres. De todos modos, las voy a necesitar para no perder ni un minuto. Hay tanto que dibujar aquí…”, resaltando así su urgencia por capturar la belleza de la región en su obra artística sin pérdida de tiempo, dada la abundancia de motivos.
El artista Van Gogh ya estaba familiarizado con la zona de Auvers, en parte gracias a la obra del pintor Charles-François Daubigny, cuyos cuadros lo habían inspirado.
Admiraba la capacidad de Daubigny para transmitir en sus paisajes diversos sentimientos y estados de ánimo. Vincent, por su parte, aspiraba a plasmar sus propias emociones en sus obras y llegó a la conclusión de que el color era el medio más eficaz para lograrlo.
En Auvers, el artista modificó una vez más su estilo, empleando una paleta de colores más vibrantes, luminosos y potentes.
Estaba convencido de estar trabajando mejor que nunca, y Theo le escribió para darle ánimos: “has encontrado tu camino, hermano mayor, y el bagaje que acumulas es sólido y fuerte”.
ANÁLISIS DE LA OBRA
En «Raíces de Árbol», se aprecian líneas serpenteantes y sinuosas que recorren el lienzo, creando un paisaje abstractamente atractivo y dinámico. Éstas, en tonos de azules profundos y verdes vibrantes, evocan un sentido de movimiento continuo, capturando la fluctuante vida de Van Gogh y sus luchas personales.
Al acercarnos a la obra, observamos abundantes raíces de árboles que emergen de forma majestuosa, extendiéndose por todo el lienzo sin un fin aparente, representadas con increíbles pinceladas enérgicas y orgánicas, propias de Vincent.
A su vez, se vislumbran troncos y hojas, los cuales contrastan con el fondo visible, de colores terrosos, marrones y amarillos, lo que acentúa la sensación de vida en la obra.
El artista nos invita a explorar la relación entre el ser humano y la naturaleza, así como la disputa constante por crecer y encontrar un lugar en el mundo, una lucha que él mismo experimentó a lo largo de su vida.
Según estudios realizados tanto de la vida personal como de la trayectoria artística de Vincent Van Gogh, ésta, sería su última obra “pintada horas antes de morir”.
Alrededor del año 2020, Wouter van der Veen, director científico del Instituto Van Gogh, descubrió la ubicación exacta donde Vincent pintó este cuadro, basándose en una antigua postal.
Las investigaciones continuaron, y en el año 2021 se encontró en el blog del Museo francés Pontoise, una fotografía tomada cerca del año 1907 que muestra este mismo lugar, pero con más detalles que la postal.
Por esta razón, podemos afirmar que en este lugar de Auvers-sur-Oise se encuentra la última obra de Van Gogh.