COMENTARIO HISTÓRICO ARTÍSTICO DEL RETABLO MAYOR DE LA REAL PARROQUIA DE SANTA ANA
CONTEXTO HISTÓRICO
Triana. Una palabra que pocos saben definir y que pocos saben su origen. Es más, no hay una versión oficial de dónde procede. Algunos la vinculan al emperador Trajano como defendía Ortiz de Zúñiga, otros acuden a su evolución fonética del mundo islámico, Atrayana, que era como se la denominada en aquellos tiempos.
Nosotros hoy nos vamos a decantar por la versión del historiador Julio Mayo, que se basa en un texto de un misal hispalense del siglo XIII, conservado en la Catedral de Sevilla y que reza:
“Tris Anne plene gracie nobis”.
Tris sería una abreviatura latina de mater-matris, es decir, Tris Anne, Triana, significa Madre Ana.
La importancia y la influencia de Triana y de Santa Ana ha sido tal que los sevillanos la han expandido mundialmente. Fiel reflejo de ella es la propia conquista de las Islas Canarias en tiempos de los Reyes Católicos y, fundamentalmente, llevada a cabo por sevillanos.
Así podemos comprender cómo uno de los barrios más importantes de Las Palmas de Gran Canaria se conoce como Triana que, la catedral de esta ciudad esté consagrada a Santa Ana (como en el barrio sevillano) y cómo apellidos muy repetidos en el archipiélago como Santana se difunde y mantiene por aquel territorio y en Sudamérica.
Y aquí nos centramos ya en la Historia real, en los hechos. Alfonso X de Castilla, el Sabio, conocido por sus labores intelectuales, fue también un rey bastante guerrero que continuó las tareas de conquista del sur de la península que su padre Fernando III, el Santo dejó pendientes tras su muerte en 1252, sólo cuatro años después de tomar la ciudad de Sevilla a los musulmanes.
Como suele ser habitual en la historiografía, destacamos los hechos positivos como que fue el creador de la Escuela de Traductores de Toledo, sus obras literarias como las Cantigas, pero poco conocemos de sus aspiraciones y sus sombras.
Alfonso estuvo toda la vida opositando para conseguir el título de emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, ya que por dinastía le podría haber correspondido al ser hijo de Beatriz de Suabia, pero nunca lo consiguió y fue una de sus grandes frustraciones. Unido al apartado sentimental.
Casado con Violante de Aragón, hija de Jaime I de Aragón, lo que venía a ser el típico matrimonio por conveniencia dinástica y que por poco se fue el traste, ya que la reina no quedaba en cinta y estuvo a punto de repudiarla por estéril.
Finalmente, tras siete años de intentos fallidos, Violante quedó embarazada. Se sabe perfectamente que Alfonso tuvo una amante con nombre y apellidos, Mayor Guillén de Guzmán, una noble que le dio una hija, Beatriz de Castilla, que llegaría a gobernar en Portugal.
Una vez pasado este Sálvame monárquico castellano, no nos debe de extrañar que el rey buscara en la religión una forma de expiar sus pecadillos, si es que el remordimiento pasaba por su cabeza en algún momento.
Lo que si se sabe es que manda levantar un templo en la orilla del barrio de Triana de Sevilla en 1266.
El rey antes de esta decisión estaba enfermo de la vista, de hecho, hay investigaciones que hablan de un posible cáncer maxilofacial que le afectó a la parte inferior del ojo izquierdo, generándole un dolor insoportable y que afectó en su comportamiento en los últimos años de su vida.
En este proceso, le pidió a Santa Ana que pudiera sanar y, seguramente, en algún momento de mejoría decidió emprender esta ofrenda, la ejecución de la parroquia de Santa Ana de Sevilla.
El edificio se inició con el estilo gótico mudéjar que imperaba en la ciudad en este momento histórico. Canteros castellanos que venían a reconstruir las edificaciones tras las contiendas de la conquista y maestros alarifes musulmanes que vivían en la ciudad.
Hay que tener en cuenta que Sevilla venía de casi medio milenio (no somos muchas veces conscientes de este tiempo) de dominio islámico.
Y el gusto y la forma de trabajar de la población, por mucho que el gobierno fuera cristiano, era islámico. Por eso el mudéjar se adaptó al culto católico a la perfección o a elementos civiles como ocurrió con el palacio de Pedro I en los Reales Alcázares de Sevilla.
El material más trabajado durante el periodo almohade fue el ladrillo, como se puede contemplar en la Giralda, y no iba a ser menos con el estilo gótico-mudéjar.
El gran impulso a este templo, sin embargo, llegó con la conquista de América y con el establecimiento de Sevilla como puerto y puerta del Nuevo Mundo con la instauración e instalación de la Casa de Contratación en 1503 por parte de Isabel I de Castilla, la Católica.
Triana pasaría en ese momento a ser un barrio de acogida de todos los viajeros, soldados, clérigos, mercaderes, marineros… que se asentarían y que sin duda pasarían y conocerían sobradamente la parroquia de Santa Ana.
De ahí, la reflexión inicial de la expansión de Triana por todo el mundo, sobre todo en América y pasando por Canarias.
Esto provocó que el dinero llegara a Sevilla y se moviera por Triana. Muchos templos se levantaron en este periodo alrededor de Santa Ana, generando esa sensación de ser la catedral del barrio.
Y ese dinero generó que se contratara a muchos artistas, escultores, pintores, orfebres, que dejaron su huella en el barrio y en la parroquia de Santa Ana.
En 1755 el terremoto de Lisboa llegó a afectar a las edificaciones sevillanas y Santa Ana fue uno de los templos que más lo sufrió, hasta el punto de que la intervención de Pedro de Silva provocó que su estético original en gran parte se perdiese.
Hasta el siglo XIX, fue literalmente la Catedral de Triana. Las hermandades del barrio acudían a realizar su estación de penitencia a este templo, del mismo modo que las cofradías sevillanas acudían a la Catedral de Sevilla.
Esto empezaría a cambiar a partir del año 1830 cuando la Hermandad de la O se atrevió a cruzar el inestable puente de barcas para llegar a la orilla de Sevilla y acudir al Templo Metropolitano de Sevilla. Hoy día, sólo realiza estación de penitencia a Santa Ana la Hermandad de Pasión y Muerte en la jornada del Viernes de Dolores.
En cuanto al edificio nos vamos a centrar hoy en su retablo mayor, dedicado a Santa Ana. Sin duda estamos ante una obra excepcional del Renacimiento sevillano, andaluz y, por tanto, español.
Sólo por los nombres de las personas que intervinieron ya merece ser una obra atendida y no apartada del primer plano artístico como desgraciadamente ocurre hoy día. Martín de Gainza y Pedro de Campaña.
El retablo en sí está atribuido su diseño a Martín de Gainza, que entre otras cosas fue colaborador de Diego de Riaño en la realización del Ayuntamiento de Sevilla, fue aparejador y maestro mayor de la Catedral de Sevilla, con intervenciones de tal envergadura como la Sacristía de los Cálices y la Sacristía Mayor, aunque si una obra suya hay que destacar es el inicio y desarrollo de la Capilla Real de este templo, que no pudo ver concluida por su muerte en 1556, finalizando la intervención un tal Hernán Ruiz II.
Para disfrutar y asombrarse son las pinturas de Pedro de Campaña. No somos conscientes de la importancia de este pintor y de la suerte de tener un auténtico museo suyo en Triana.
Pieter Kempeneer, pintor flamenco nacido en Bruselas en 1503 y que llega a Sevilla atraído por los bolsillos que bien pueden pagar sus obras de arte. Pues llega a la capital de Andalucía, se presenta como Pieter Kempeneer y le dice que eso aquí no, que aquí eres Pedro de Campaña.
Les faltó decirle que iba a ser Pedro el de la Paquita. Fuera de bromas, el pintor flamenco tuvo contratos en Italia, donde llegó a participar en la ejecución de un arco del triunfo para el emperador Carlos I.
Su familia también contaba con contactos con la hermana del rey español, María de Hungría. Esto sin duda influyó en que en 1537 se estableciera en Sevilla. Llegó al punto de que Francisco Pacheco, maestro de Velázquez, le dedicó un capítulo para describir al flamenco casi a la perfección, y eso que nunca se conocieron en persona…
“El insigne varón el maestro Pedro Campaña esclarecido pintor, que la de Bruselas de donde fue natural, que si ella le dio claros e ilustres padres, vínculo y riquezas, Sevilla fue el feliz y primer puerto a quien enriqueció…».
Otros artistas destacados surgen revisando el retablo. En la parte central nos encontramos un conjunto de esculturas dedicados a Santa Ana, la Virgen y el Niño Jesús.
A principios del siglo XVII estas tallas fueron modificadas por Francisco de Ocampo, reputado escultor barroco. La actual imagen del Niño Jesús es moderna.
En la zona izquierda, vemos un relieve del paño de la Verónica con la Santa Faz, obra de otro reputado escultor flamenco, Roque Balduque, que también realizaría la figura del Padre Eterno que corona el ático del retablo.
Retornando a las pinturas de Pedro de Campaña, se trata de quince obras realizadas sobre tabla en las que destaca la viveza de los colores, claramente influenciado por su origen flamenco, aunque con un toque manierista de su etapa italiana.
Todo el conjunto habla de escenas de la Sagrada Familia. En el primer cuerpo nos podemos encontrar con las siguientes obras:
- San Joaquín rechazado en el templo.
- San Joaquín abandonando su casa.
- El anuncio del arcángel a San Joaquín.
Hay que recordar que a San Joaquín, padre de María, lo rechazan por estéril. Huye por vergüenza de su casa. Joaquín y Ana eran de edad bastante avanzada y no habían conseguido tener descendencia.
Abandona su casa y se marcha al campo con sus ovejas, por eso es habitual representarlo anciano, con bastón y con una oveja. El arcángel se le aparece y le anuncie que marche en búsqueda de Ana, que su mayor deseo de ser padres se va a hacer realidad.
En el segundo cuerpo del retablo tenemos las siguientes obras:
- El abrazo místico en la Puerta Dorada.
- La Natividad de la Virgen.
- La Presentación de la Virgen en el Templo.
- La Coronación de la Virgen.
Joaquín tras el anuncio del arcángel acude de vuelta a la ciudad y en la Puerta Dorada de las muralla se encuentra con Santa Ana, se abrazan y justo en ese momento se produce el milagro del embarazo. La siguiente escena, obviamente es el nacimiento de la Virgen María.
Estamos en una sociedad judía, que muchas veces se nos olvida que Jesús, María y sus padres eran judíos y, por tanto, había que presentar en sociedad a los recién nacidos, la acogida en la sociedad se realizaba en el templo presentando al bebé al sacerdote que le daba su bendición.
Si bien, la escena de la Coronación de la Virgen suele vincularse al momento posterior de la Asunción para ser coronada por Dios Padre y Dios Hijo, en este caso Pedro de Campaña nos muestra a una Virgen todavía niña coronada en su habitación por ángeles.
Llegamos al tercer cuerpo y ya llega la adultez de la Virgen:
- Los desposorios de la Virgen.
- La Visitación de la Virgen a Santa Isabel.
- San Jorge y el dragón.
- La Natividad de San Juan Bautista.
- La Natividad de Jesús.
Los desposorios es la celebración de la unión matrimonial entre San José y María. Se trata de una escena que no está recogida en los evangelios canónicos, pero que sí podemos conocer a través de los apócrifos o en la Leyenda Dorada de La Vorágine.
En ellos se cuenta que María ya con 14 años, según los sacerdotes del tempo no podía seguir sin pareja.
Se convocó un concurso con los varones de la Casa de David. Se les pidió que colocaran una vara de almendro en el altar y que la que floreciera antes, se casaría con María.
La de San José, tras la bajada del Espíritu Santo, floreció y por eso se le representa con esa vara florecida. El resto de representaciones nos hablan de la llegada del Mesías y de su mayor defensor, su primer mártir, San Juan Bautista.
El ático, acompañando el relieve del Padre Eterno de Roque Balduque cuenta con:
- La Asunción de la Virgen.
- María Cleofás con sus cuatro hijos.
- María Salomé con sus dos hijos.
Una referencia a la subida a los cielos de la Virgen llevada por los ángeles. A los lados, el trinomio de las tres Marías y su vinculación a la familia.
Una obra que debería ser referencia en el estudio de la influencia de Sevilla en los artistas del Renacimiento europeo y que sin duda, por su propia calidad, podríamos estar ante una sala de un Museo Nacional de Pintura.
Pero tenemos la suerte de tenerlo para donde fue pensado y con la funcionalidad original para la que fue ideado. Para la parroquia de Santa Ana de Triana.
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