COMENTARIO HISTÓRICO ARTÍSTICO DE LA SAGRADA FAMILIA DEL PAJARITO
ANÁLISIS DE LA OBRA
La Sagrada Familia del pajarito es una obra del pintor sevillano Bartolomé Esteban Murillo, realizada en el año 1650.
La escena representada es bíblica, se ha denominado la Sagrada Familia del pajarito, porque como podemos apreciar se encuentran José, María y Jesús, en cuya mano lleva un pequeño pajarito o gorrión típico sevillano. Se trata de una producción temprana del autor.
En la imagen apreciamos un ambiente familiar en el que se mueven los personajes, una escena muy acogedora, donde el artista ha hecho protagonista la vida domestica y popular sevillana.
Así, Murillo ha conseguido captar la condición tan humilde de la familia, los cuales participan de forma colectiva en un momento de afectividad.
El niño Jesús, protagonista de la escena esta representado con dulces y entrañables rasgos, ya que se encuentra jugando con un perrillo que permanece atento al pajarito que Jesús agarra en su mano.
San José adquiere mayor relevancia, ya que aparece en un primer plano justo detrás del niño. Figura protectora y paternal con el Niño, que se divierte al verle jugar con el perro.
El artista no deja el protagonismo de José al azar, marcando así la relevancia que tendrá el culto a este Santo a finales del siglo XVI, promovido por la Iglesia y especialmente por los carmelitas.
Con respecto a la figura de la Virgen, el artista no le concede mayor relevancia como venia siendo tradicional en la pintura española y sevillana, sino que la sitúa en segundo termino ocupada con las tareas de la casa.
Triunfa por tanto, un alto sentido del amor familiar, extraído de la sencilla y humilde vida de la sociedad sevillana.
DATOS DE INTERÉS
La iconografía de esta obra no es nueva, puesto que se trata de una versión modernizada de un tema pictórico creado por Federico Barocci, que se conserva actualmente en la National Gallery de Londres, Inglaterra.
¿Cómo llegó al conocimiento de Murillo dicha obra?
Llegó a Murillo gracias a una grabado realizado en 1577, por el artista Cornelis Cort. Pero Murillo adaptó la escena al espíritu familiar y popular de su propia época.
Esta pintura es procedente de la Colección de Miguel de Espinosa de Sevilla, quien la regaló al Cardenal Molina, quien a su vez la vendió en 1744 a la reina Isabel de Farnesio.
Tras esto, pasó a la Colección Real donde permaneció hasta los años de la Guerra de la Independencia contra los franceses, aunque después retornó a España en 1818, ingresando inmediatamente en el Museo del Prado.