COMENTARIO HISTÓRICO ARTÍSTICO DEL SANTO ENTIERRO
CONTEXTO HISTÓRICO-ARTÍSTICO
Michelangelo Merisi da Caravaggio (1573-1610), Caravaggio para aquellos que han normalizado su pintura escandalosa con el paso del tiempo empleado en la observación de sus obras, es uno de los pintores por excelencia de la época Barroca. Si su pintura fue escandalosa, su vida no lo fue menos, y es que Caravaggio tuvo una fama pésima y una vida abundante en delitos y odio.
Quizás es este último el que llevó a nuestro protagonista a la representación neurótica de tantos personajes humanizados en un plano terrorífico, realmente oscuro.
Otros artistas geniales, también llevaron una vida pendenciera, como Duccio y su estado continuo de embriaguez, o Cellini, que fue duramente reprimido en el castillo de Sant’ Angelo, en Roma. Pero lo cierto es que si pensamos en un artista cretino el primerísimo que aparece por nuestra mente es Caravaggio.
El pintor más misterioso y revolucionario de la historia del arte, capaz de ofender con su pintura e incluso clavar puñales a cualquiera que estuviera in medias res.
Ubicado entre Roma, Malta, Sicilia y Nápoles, centros culturales europeos en la época dispuesta, debemos adentrarnos dentro de sus encargos en la caput mundi, Roma.
Por estas fechas, el clero era un estamento abundante y poderoso, que además constituía un ápice inquebrantable en relación con las artes. Así, Caravaggio, famoso por otras pinturas religiosas como La crucifixión de San Pedro o La incredulidad de Santo Tomás recibía continuos encargos por parte de dicho estrato social.
Fueron la magna familia clerical Vitricce quiénes apostaron por él para posicionar tal pintura en el altar de Santa Maria de Vallicella, iglesia destinada a la orden de San Felipe Neri, en construcción por aquellos momentos.
Debido al hambre desmesurado de Napoleón Bonaparte, esta obra quedó establecida como una de las “trasladadas” a París por el Tratado de Tolentino, que más tarde pasaría a formar parte de la abundante pinacoteca de Pío VII tras ser devuelta después de gran cantidad de tiempo, en el año 1817.
ANÁLISIS FORMAL E ICONOGRÁFICO
Caravaggio nos conduce en su obra Santo Entierro a un momento que extraña vez había sido representado de esta manera. No es estrictamente ni la sepultura de Cristo, ni su reconocido descendimiento. Pues no encontramos a Cristo en el momento de ser bajado a su sepulcro, de manera clara.
Esta excelente pintura, presenta la compañía de tres mujeres devotas esenciales en el relato bíblico, tratándose así de la Virgen María, María Magdalena y María de Cleofás, que se encarga de realzar sus motivos físicos, tales como los ojos y los brazos al cielo en busca de misericordia y dotando a la obra de una concepción dramática superior.
También son esenciales en la obra los personajes de Juan y Nicodemo, que colocan el cuerpo de cristo yacente sobre la piedra de la unción, aquella que será la encargada de ungir con aceite y envolver en una cubierta de lino la humanización de Dios.
Nunca antes otro artista había recreado tal momento, apenas descrito en los fragmentos bíblicos que nos han llegado. Siendo este una especie de escena de tránsito entre las dos estaciones más prolíferas y dolorosas de la vida de Cristo, el descendimiento de la cruz y su sepulcro.
Con esta obra, Caravaggio pone fin de una forma brutal a esa etapa manierista que tanto había criticado, introduciendo una tendencia ultra naturalista e imponiendo de alguna manera un clasicismo y naturalismo en la pintura italiana de siglo XVII. Fue el máximo representante de esta continuada etapa, que dejará al manierismo prácticamente sin popularidad y sin representantes de tanta importancia como Michelangelo Merisi da Caravaggio.
Podemos apreciar la paleta violenta de colores que utilizó (en la inmensa mayoría de sus obras) nuestro autor de referencia, y cómo utiliza esa luminosidad tan característica e inspiradora para resaltar la figura de cristo acompañada de una suavización en los colores empleados.
Una luminosidad ruda, tosca, basta, que impacta en la visión del espectador de tal manera que replantea la concepción del cuerpo de Cristo debido a tal detallismo en su magno estudio anatómico, disposición del paño de la pureza y rostro sereno tras una muerte en la cruz.
La obra en sí no está dotada de mucha profundidad, pues Caravaggio adora representar bajo técnica de claroscuro y realzar la volumetría de los personajes dejando atrás una profundidad notable, pero si observamos con detenimiento la pintura, seguramente entendamos que ese fondo negráceo no es posicionado por casualidad en la obra del artista.
Y es que está representando nada más y nada menos que el Santo Entierro, momento en el que para espectadores de arte y con más furor para los espectadores con tendencias católicas, todos los alientos se contienen en uno tras ver el destino irremediable al que se enfrentó Jesucristo.
Esa profundidad que no parece profundidad se transforma en llanto, dolor, misericordia para algunos y un nerviosismo notable en la visión externa, además de remarcar la escena tratada como lo esencial… Lo único que importaba en aquel momento.
En los personajes masculinos, encontramos la expresividad de un dolor que hay que aguantar. Los personajes de Nicodemo y Juan se presentan de una manera ruda, y podemos observar el peso de la muerte de Cristo en sus muecas de esfuerzo y de lástima por el llanto posterior en escena. En sus ropajes encontramos una volumetría que viene de la mano con ese magnífico juego de claroscuro que tan bien conocemos de Caravaggio.
El plato fuerte de la obra son sin duda las tres representaciones femeninas, que destacan rápidamente tras observar el cuerpo de Cristo. Y es que quizás Caravaggio quisiera resaltar el papel de la feminidad en una escena como esta, tan importante en la historia de la religión cristiana-católica y tan importante en la Roma de la época.
La Virgen María, representada con un velo azul oscuro en relación con una serenidad que se vuelve luto, alza su mano tras un rostro que esconde el dolor de una madre tras la pérdida de su hijo, y en sus muecas bucales desciframos que ella suelta el último aliento de la obra al conocer el último momento de su hijo en tierra.
María Magdalena ejecuta un suave gesto de resignación y relaja sus ojos hasta llegar al más doloroso y profundo suelo, que había sido pisado por la figura yacente momentos antes cargando la cruz a cuestas. Sin duda la expresión más expresiva y nerviosa es la de María de Cleofás, que se eleva al cielo en busca de consuelo y esperanza bajo unas facciones de temor y tristeza.
Es un grupo figurativo pictórico doloroso, que Caravaggio es capaz de interpretar de una manera furiosa, capaz de despertar en el espectador los más hirientes sentimientos y la más empática tensión.
En el Santo Entierro, podemos ver elementos característicos de diferentes autores a los que Caravaggio admiraba, como son la clara influencia de La Pietá de Miguel Ángel, los elementos que toma prestados de La lamentación de Cristo de Roger Van der Weyden (véase detalle de María Magdalena) y la composición de abanico presente también en la obra Traslado de Cristo o Deposición Borghese del pintor renacentista Rafael.
Podemos leer la pintura como una alegoría entre el período de una vida hasta el paso imparable de la muerte sobre ellas. En lo alto del retablo tenemos personas vivas que lamentan una muerte, en lo bajo una tumba que transcribe el verbo latino morire, morir.
En el fragmento divisorio de la composición, está la figura yacente de Cristo, que ilustra a la perfección el dogma católico, explicando que la Fe en Jesucristo es la única vía posible para evitar la muerte y ascender al reino de los cielos, lo que es lo mismo, gozar de una vida eterna.
Como detalle especial, cabe mencionar que en la parte izquierda de la pintura hay una planta medicinal popular entre los médicos de la época barroca en Italia, denominada como Verbascum thapsus, que según los especialistas, servía para espantar a los espíritus perversos.
Esta estaría posicionada junto a la piedra de unción simbolizando de una manera encriptada y dificultosa de observar la resurrección y triunfo sobre la muerte, el dolor y el llanto.
GALERÍA DE IMÁGENES
BILIOGRAFÍA Y WEBGRAFÍA
GOMBRICH JOSEF, Ernest Hans: “Visión y visiones”, La Historia del Arte, Nueva York, 1995.
LAMBERT, Gilles: Caravaggio, Madrid, 2007.
MUSEIVATICANI: https://www.museivaticani.va/content/museivaticani/es.html