COMENTARIO HISTÓRICO ARTÍSTICO DE SOL ARDIENTE DE JUNIO
INTRODUCCIÓN
Lord Frederic Leighton, primer Barón Leighton, nace un 3 de diciembre de 1830 en Scarborough, Reino Unido, y fallece el 25 de enero de 1896 en Londres.
Pintor y escultor, se crió en el seno de una familia de empresarios, y estudió en Londres, en la University College School. Obtiene su formación artística en Europa, gracias a Eduard VonSteinle y Giovanni Costa.
A los 24 años acude a Florencia para asistir a la Academia. Más tarde, entre 1855 y 1859 vive en París, donde entrará en contacto con Delacroix, Corot o Millet, este último uno de los mayores exponentes de la Hermandad Prerrafaelita.
Ya en 1859 se establece en Londres y se convierte en el líder del llamado grupo “los olímpicos”, aficionados al arte griego clásico; dentro de él estaban artistas como Alma Tadema o George Frederick Watts.
Un año después, en 1860, se une a la Hermandad Prerrafaelita. Tuvo una carrera sobresaliente, cuya pintura se vio influenciada por el renacimiento veneciano. Socio de la Royal Academy desde 1864, fue su presidente durante 18 años, desde 1878 hasta su muerte; en 1878 también fue nombrado caballero.
Amante del arte español, en 1886 viajó a España, donde pudo copiar obras de Velázquez en el Museo del Prado.
Leighton fue tanto pintor como escultor, y sus obras eran de temática histórica, clásica y bíblica.
En ambos casos creó numerosos dibujos preparatorios e hizo modelos a escala que sirviesen como referencia. Una de sus esculturas más notorias es Un atleta luchando con una pitón (1877), la cual muestra un gran dinamismo y naturalismo.
En cuanto a su producción pictórica, podemos destacar la Procesión a través de las calles de Florencia de la Madonna de Cimabue (1855), expuesta en la Royal Academy y adquirida por la Reina Victoria.
ANÁLISIS FORMAL E ICONOGRÁFICO
Flaming June (o Sol ardiente de Junio) es quizá la obra más célebre del pintor británico, dotada de gran belleza y erotismo.
Sigue una línea clásica, donde observamos a una mujer durmiendo, con una curiosa postura, en la que usa uno de sus brazos como almohada; se cree que con ella quiso explorar la conexión entre el mundo de los sueños y la muerte, tema recurrente dentro de la época victoriana.
Obra de gran elegancia, en la que también podemos apreciar grandes calidades corporales y textiles: vemos la carne de la mujer, sensual, a través de una túnica de color anaranjado, que hace juego con el tono de sus mejillas.
Así, se crea la ilusión de que la protagonista es una especie de llamarada, y de ahí el nombre de la obra. Para el fondo, se cree que sirvieron de inspiración los numerosos viajes que el artista realizó por el Mediterráneo.
Además, ya en el boceto preparatorio podemos apreciar la expresión de total calma que posee esta figura femenina, sumida en un sueño de lo más placentero.
Se tomó como modelo a Dorothy Dene, actriz inglesa, y quien se presupone que pudo ser, a su vez, amante del artista, aunque no se sabe con total certeza.
A la derecha de la obra encontramos un elemento que nos lleva directamente a la tradición clásica: una rama de una adelfa, cuyo nombre proviene de Dafne (recordemos la historia de Apolo y Dafne, en el que la ninfa se transforma en laurel para huir del propio Apolo), una flor venenosa, detalle que nos muestra que quizá no todo es tan idílico, sino que puede haber algo oscuro, oculto, algo que puede estar manifestándose en el sueño de la joven.
Flaming June salió a subasta en la década de 1960, período en el que las obras de la época victoriana no gozaban de gran popularidad.
No se vendió al no llegarse al precio mínimo estipulado, pero poco tiempo después fue adquirido por el empresario Luis Alberto Ferré para ser llevado al Museo de Arte de Ponce (Puerto Rico), donde es considerada como una de sus obras de mayor renombre.