Templo de Atenea Niké

Ficha técnica

Título: Templo de Atenea Niké
Autor: Calícrates
Cronología: 427/421-406 a.C.
Estilo: Arquitectura griega clásica
Materiales: Mármol del Pentélico
Ubicación: Acrópolis de Atenas, Grecia
Dimensiones: 8,27 x 5,44 x 7 m

COMENTARIO HISTÓRICO ARTÍSTICO DEL TEMPLO DE ATENEA NIKÉ

CONTEXTO HISTÓRICO-ARTÍSTICO

De todos los edificios que conforman el conjunto de la acrópolis de Atenas, el Templo de Atenea Niké es, si no el que más, uno de los más modestos en sus proporciones, pues en comparación con el Propileos, el Erecteion o, ni que decir tiene, con el Partenón, llamarlo modesto es quedarse corto. Puede que, aparentemente, una presentación de este tipo no resulte nada favorecedora para ninguna obra; sin embargo, pese a sus reducidas dimensiones, el también llamado Templo de Niké Áptera condensa en su estructura los valores más marcados de la arquitectura clásica griega, así como una dilatada historia a la altura de la del Partenón.

Con motivo de la celebración de la victoria griega contra los persas en la Batalla de Maratón (490 a.C.), además de levantarse la estructura conocida como “Pre-Partenón”, se trazó un primer diseño del Templo de Atenea Niké en un extremo occidental del promontorio, el cual posteriormente se integraría en el Propileos. No obstante, la Segunda Guerra Médica dio al traste con él en el 480 a.C., y hubo que esperar hasta la firma de la Paz de Calias en el 449 a.C. para que Calícrates aportara las trazas que, andando las décadas, auspiciarían la creación del naiskos (templete) definitivo.

Cuando las condiciones parecían ser propicias y todo apuntaba a su temprana construcción, aconteció en el 447 a.C. un evento que paralizaría casi todas las demás obras de Atenas debido a la cantidad de esfuerzos necesarios para llevarlo adelante con éxito: el Partenón. La cumbre de la política embellecedora de Pericles provocó el retraso del templete de Atenea Niké, por lo menos, otros veinte años más, ya que, además de focalizar la cuestión económica en la joya de la acrópolis, Calícrates fue designado su arquitecto oficial junto a Ictino.

En el 431 a.C. estalló la Guerra del Peloponeso entre la Liga de Delos y la Liga del Peloponeso, lideradas respectivamente por Atenas y Esparta. Este conflicto concluyó en el 404 a.C. con la rendición de la segunda y, por tanto, con el declive del Imperio Ateniense, cuyo creciente poder fue el principal casus belli. Pericles murió víctima de la Peste de Atenas en el 429 a.C., dejando tras de sí unas décadas doradas para la cultura ática cuyo rastro la propia polis intentó mantener con el fin de seguir aparentando una imagen triunfalista, apostando así por la evocación del glorioso pasado frente a una necesaria renovación de su mentalidad (ELVIRA, 2013, p. 190).

La construcción del Templo de Atenea Niké se dio en el contexto de la primera fase de la Guerra del Peloponeso, denominada Guerra Arquidámica, que toma su nombre del general espartano Arquídamo y concluye en el 421 a.C. con la Paz de Nicias. Su reinicio está datado en esa década de los años 20 del siglo V a.C., pero unos autores y otros defienden años diferentes: si bien algunos afirman que sus piedras fueron colocadas entre el 427-424 a.C., otros establecen que el templete fue retomado en el 421 a.C., ya firmada la paz, la cual duraría hasta el 413.

En ese lapso de tiempo, entre el 449 y el 427/421 a.C., Calícrates quiso darle una salida práctica a su proyecto teórico, y el resultado de su deseo fue el Templo de Ártemis Agrótera, levantado a orillas del río Iliso entre el 440-430 a.C. Aunque, por desgracia, fue derribado en el siglo XVIII, previamente fueron realizados varios planos y dibujos que nos dan la idea de un templo muy semejante al de la Niké, solo que con un pronunciado pronaos enmarcado entre dos gruesas antas, limitando la entrada a la naos por un solo acceso y no por tres.

Calícrates, Templo de Ártemis Agrótera, ca. 440-430 a.C.: arriba, planta; abajo, vista del edificio en su localización antes de ser demolido en 1778. Ambas imágenes forman parte del segundo capítulo del primer volumen de The antiquities of Athens, realizado por James Stuart y Nicholas Revett, y publicado en Londres en 1762. Wikimedia Commons

ANÁLISIS ARQUITECTÓNICO

Templo de Atenea Niké
Fotografía nocturna de parte del Propileos y del Templo de Atenea Niké desde su fachada occidental. Wikimedia Commons

Cuando hubo de afrontarse, esta vez sí, la empresa del Templo de Atenea Niké, si bien los planos originales de Calícrates fueron la base, hubo que adaptarlos al estrecho bastión que iba a servir como asentamiento. Así, las proporciones tuvieron que alargarse y reducirse, resultando con ello un ancho de 5,44 metros y un largo de 8,44, con una altura máxima de siete. Esta modesta planta rectangular, como hemos dicho al comienzo, no por más pequeña resulta menos armónica, bella y racional.

Se trata de un templete tetrástilo y anfipróstilo con una cella o naos de 4×4 metros, y dado el escaso espacio tuvo que prescindir del pronaos. Los sillares marmóreos de sus muros están perfectamente labrados y unidos entre sí sin necesidad de argamasa, formando hiladas horizontales que, visualmente, se complementan con la crepidoma y el entablamento, y contrastan con la verticalidad de las columnas y los pilares, estos últimos situados en el acceso a la naos y de planta cuadrangular.

Templo de Atenea Niké
Planta del bastión sobre el que se erige el Templo de Atenea Niké. Pinterest

Lo más característico y novedoso del Templo de Atenea Niké es, sin duda, su orden jónico, ya que es uno que se va a desarrollar particularmente en Atenas, por lo que es denominado “jónico ático”. Asentadas sobre el estilóbato están las columnas, donde se va perfilando la basa ática, consistente en dos toros (molduras convexas) entre los que se acopla una escocia (moldura cóncava).

El fuste, a diferencia del dórico, es de ángulos matados, y encima se coloca el capitel, con equino decorado con ovos y dardos, volutas y rematado por el ábaco. El entablamento lo integran el arquitrabe, dividido en tres platabandas de tamaño creciente en altura, y un friso corrido cuyo programa escultórico analizaremos en un rato. Finalmente, la cubierta no presenta alteraciones: consta de cornisa, frontones triangulares, sima, acróteras en las esquinas y gárgolas por el perímetro.

El conjunto se completó a finales del siglo V a.C. (ca. 410-406) con un pretil o parapeto, también de mármol pentélico, que rodeaba al templo por los tres lados del saliente y en el que iba clavado una barandilla de metal que le daba mayor altura. La superficie de este elemento perimetral fue aprovechada para albergar decoración escultórica, complementando con ello el programa del friso. Delante del mismo se erigió, además, un altar.

Reconstrucción hipotética del bastión a mano derecha del Propileos, donde puede apreciarse el Templo de Atenea Niké íntegro, el altar y el pretil o parapeto con sus relieves y verja metálica. Composición contenida en el libro Die Akropolis von Athen de Hermann Luckenbach, publicado en Múnich y Berlín en 1905. Wikimedia Commons

ANÁLISIS ESCULTÓRICO

Poco podemos comentar de la estatua de madera (xoanon) de la diosa que protegía el templo desde la cella, tan solo que carecía de alas (de ahí que también fuera llamado Templo de Niké Áptera) para que no pudiera salir volando de allí, como se solía decir. Por ello, esta parte del análisis vamos a enfocarla en aquellos elementos de los que sí han pervivido restos suficientes como para constatar de la existencia de un programa iconográfico: los frontones, el friso jónico y el pretil.

El frontón oriental, que es el principal, se teoriza por los fragmentos conservados que figuraba la Gigantomaquia, mientras que el frontón occidental se cree que pudo contener el clásico ciclo de la Amazonomaquia. Apenas hay más datos que se puedan ofrecer sobre los tímpanos, pues una colección de pies, torsos (o cachitos de ellos) y una cabeza erosionada de Atenea no son suficientes testimonios como para imaginarnos siquiera sus composiciones. Tan solo la figura masculina de lo que podría ser un gigante nos da la idea de cierto dinamismo en sus diagonales, un marcado escorzo y un trabajo anatómico que genera notas de claroscuro.

Templo de Atenea Niké
Figura de un posible gigante del ciclo de la Gigantomaquia representado en el frontón oriental del Templo de Atenea Niké. Museo de la Acrópolis

Por su parte, el friso nos ha llegado de manera más íntegra, por lo que los sucesivos estudios han podido ahondar en sus entresijos hasta cierto punto. Hay que apuntar, para empezar, que por desgracia no se puede ver el programa completo, compuesto por catorce bloques, en el Museo de la Acrópolis de Atenas, que alberga nueve de ellos, pues uno se ha perdido irremediablemente y los cuatro restantes, como ocurre con los mármoles del Partenón, se hallan en el Museo Británico de Londres debido a Lord Elgin, figura cuya historia podéis leer más detenidamente en el artículo del Partenón, no es nuestra labor volver a hablar ahora sobre sus acciones.

Aunque la información que puede leerse sobre el friso del templete es mayor que la de los frontones, el problema radica en su estado de preservación, pues el paso del tiempo ha desdibujado a veces demasiado las formas de sus componentes. Sobre la portada, es decir, en el sector oriental, se encontraba una asamblea de dioses, mientras que los otros tres costados contenían escenas de batallas, unas entre griegos y persas (posible reminiscencia de las Guerras Médicas, lado sur), y otras entre los propios griegos (una alusión quizás a la Guerra del Peloponeso en el lado norte, otra posiblemente a la Batalla de Megara del 458 a.C. en el oeste).

Templo de Atenea Niké
Bloque del sector oriental del friso del Templo de Atenea Niké, donde se despliegan varios dioses olímpicos, entre ellos Zeus (a la izquierda), que preside sedente la asamblea. Museo de la Acrópolis

Observando detenidamente los diversos segmentos que tenemos de este friso jónico, pese a su acusada fragmentariedad, resulta evidente que quien los proyectó, partiendo del clasicismo fidíaco presente, sobre todo, en las metopas y el Friso de las Panateneas del Partenón, va un paso más allá en determinadas cuestiones. El autor o director de estas labras está ya en la línea apuntada por los frontones del mismo, dirigidos probablemente por los mejores discípulos de Fidias, Agorácrito y Alcámenes, y quizás en sus nombres deberíamos fijarnos para el Templo de Atenea Niké, sobre todo en el primero si nos centramos en el friso este (ELVIRA, 2013, p. 199).

Bloque del sector meridional del friso del Templo de Atenea Niké, que contiene escenas de batalla entre griegos y persas. Museo de la Acrópolis

Como hemos mencionado, este sector contiene la asamblea de los dioses del Olimpo, centrada en la figura de Zeus y dominada compositivamente por la escasez de movimiento y la verticalidad de las figuras, en cuyos ropajes late la esencia de los paños mojados fidíacos, una de las principales razones estilísticas por las que se atribuye a Agorácrito.

De un dinamismo más violento van impregnados los caballos y guerreros de los otros lados, inmersos en el fragor de la batalla, por lo que se agarran entre ellos, se defienden con sus escudos, marcan fuertes diagonales con sus amenazantes brazos y piernas, ponen a los caballos en corveta y los menos agraciados caen al suelo heridos o muertos.

Templo de Atenea Niké
Bloque del sector occidental del friso del Templo de Atenea Niké, con un momento de batalla entre los propios griegos. Museo de la Acrópolis

Al igual que para conocer las composiciones originales de las metopas y frontones del Partenón resultan de un enorme valor los dibujos realizados por el pintor francés Jacques Carrey antes de la explosión de 1687, para hacernos una mejor idea del aspecto del que llegaron a disfrutar las figuras del friso del Templo de Atenea Niké hay que recurrir al volumen IV del álbum Elgin Drawings, formado por 80 dibujos realizados in situ por el artista ruso Feodor Ivanovich Kalmück por orden de Lord Elgin.

Los que conciernen al friso jónico que estamos analizando están trazados con un alto nivel de detalle, lo que nos permite contemplar la amplia profusión de pliegues mojados en las vestimentas, la potencia en el modelado de las musculaturas, composiciones en V y un intento de dramatismo en el pathos.

Dibujos de Feodor Ivanovich para el volumen IV del álbum Elgin Drawings: arriba, bloque del costado sur del friso; abajo, bloque del lado oeste. Ambos bloques están en el Museo Británico, al igual que los dibujos

Pero los relieves de mayor interés del Templo de Atenea Niké, tanto por su grado de conservación como por su calidad técnica, son los del pretil. El propio Museo de la Acrópolis, sede absoluta de los vestigios de este parapeto, afirma que los artistas que labraron estos soportes entre el 410-406 a.C. fueron dirigidos por Agorácrito, quien sería, por tanto, el supervisor general de la escultura monumental; no obstante, otros especialistas han atribuido la mano maestra a Calímaco (BLANCO, 2011, p. 306), polémica figura que también tuvo su época dorada durante la Guerra del Peloponeso.

La temática central de los relieves del pretil es la victoria de los atenienses en diversas batallas a lo largo de la historia, pero en esta ocasión no podemos hablar de un ciclo narrativo organizado, sino de escenas independientes entre sí. Así, la indudable protagonista del conjunto es Atenea Niké, a la cual podemos ver realizando diversas actividades, como conducir toros al sacrificio, portar armas o adornar trofeos, pero el panel de la diosa desatándose su sandalia es, de entre todos, el más alabado por los expertos, ya que la gracilidad de sus curvas se transparenta a través de un manto de profusos paños mojados cuyos pliegues descienden en ordenada y bella cascada desde el hombro izquierdo en altorrelieve hasta la pierna izquierda, casi proyectada en bulto redondo.

Templo de Atenea Niké
Panel de la balaustrada del Templo de Atenea Niké donde la victoria alada se desata una sandalia. Museo de la Acrópolis

LEYENDA E HISTORIA DEL TEMPLO DE ATENEA NIKÉ

Dice Pausanias lo siguiente en su Descripción de Grecia:

“A la derecha de los Propileos hay un templo de Nike Áptera. Desde allí es plenamente visible el mar, y allí se arrojó Egeo y murió, según dicen.”

(PAUSANIAS, 1994, p. 139)

Es decir, el geógrafo nos cuenta que fue el bastión del Templo de Atenea Niké desde el que se arrojó el padre de Teseo, Egeo, al regresar este de Creta con las velas negras en el barco, pues se había olvidado de cambiarlas por las blancas.

El héroe ateniense había partido al laberinto donde estaba encerrado el Minotauro, del cual pudo salir tras derrotarlo gracias al ovillo de hilo que le otorgó la princesa Ariadna, hija del rey Minos, quien no tuvo que ofrecer más sacrificios humanos a la bestia tras la hazaña de Teseo. Las versiones de esta historia, como ocurre con todas las demás de la mitología griega, varían según la fuente consultada, pero esta nos permite visualizar un lugar concreto desde el que pudo suicidarse Egeo, ese que hemos estado analizando hasta ahora.

Más allá de esta y otras posibles leyendas asociadas al sitio, el Templo de Atenea Niké, al igual que le sucedió al Partenón, al Propileos y otras tantas construcciones, no permaneció invicto a los avatares de la historia. En 1686-1687, durante el asedio veneciano del general Francesco Morosini, aquel que prendiera el polvorín alojado por los osmanlíes en el Partenón, tanto el templo como el pretil fueron desmontados pieza a pieza para reutilizar los materiales en el refuerzo de una fortificación. Ya independizada Grecia del Imperio Otomano, entre 1835-1836 desmanteló el arsenal turco y reconstruyó el templete, el cual fue de nuevo reedificado en los años 1940 y 2010.




FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA

FUENTES

PAUSANIAS, Descripción de Grecia, 3 vols., Madrid, Gredos, 1994

BIBLIOGRAFÍA

BLANCO FREIJIEIRO, A., Arte griego, Madrid, CSIC, 2011 (1ªed. 1956)

ELVIRA BARBA, M.A., Manual de arte griego. Obras y artistas de la antigua Grecia, Madrid, Sílex, 2013

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