Templo de Hatshepsut

Ficha técnica

Título: Templo de Hatshepsut
Autor: Senenmut
Cronología: 1483 a.C –
Estilo: Imperio Nuevo
Materiales: Piedra caliza local blanca
Ubicación: Deir al Bahari, Egipto
Dimensiones: *
Escrito por: CuDiosa

COMENTARIO HISTÓRICO ARTÍSTICO DEL TEMPLO DE HATSHEPSUT

CONTEXTO HISTÓRICO

Llegó el momento de explayarse y de, por qué no, lucirse. Porque es mi intención darle protagonismo máximo al legado de una mujer que desafió el orden prestablecido para convertirse en faraona. Y no, no es Lola Flores. Es alguien que rompió los estereotipos hace más de tres mil años: Hatshepsut (ca 1508-1458 a. C).

Bien, metámonos en harina. Esta auténtica jefaza gobernó Egipto en uno de los momentos más álgidos del país, su ejército era fuerte y su extensión próspera.




Un inciso para los/as despistadillos/as, cabe recordar que esta señora existió 1600 años antes que la célebre y afamada Cleopatra y sus baños en leche de burra.

Ambas comparten lo extraordinario de su imagen pero… dejad que le otorgue su minuto de gloria a “Hatshep” teniendo en cuenta que fue la primera mujer que gobernó con plenos derechos en un mundo dominado por hombres y lo hizo durante más de 20 años.

Foto: Araldo de Luca

De hecho, aprovechando una serie de circunstancias dinásticas, se saltó lo que tocaba, pasó por encima de la tradición y se proclamó a sí misma faraón. Justo lo que su padre Tutmosis I hubiera querido.

Tras quedar viuda de su hermanastro, pasó a regentar el reinado de su hijastro Tutmosis III pero, siete años después, se cambió de nombre y comenzó a ejercer como única soberana de Egipto, atributos oficiales incluidos, con su barba ceremonial y todo.

Tan tremenda era la doña que le dio bastante igual que Tutmosis III alcanzara la mayoría de edad ya que no tenía pensado renunciar al poder.

Así que, al muchacho no le quedó más remedio que compartir el señorío de las Dos Tierras de tal modo que, durante casi dos décadas, Egipto tuvo dos faraones (madre e hijastro) que reinaron conjuntamente sin aparentes conflictos, aunque fue la soberana quien llevó las riendas del país desde un centro de operaciones que resultó ser Tebas.

Una corte poderosa compuesta por tropecientos seres a su servicio entre los que destacaban la corte y sacerdocio. Y, por encima de todos, Senenmut. Pero eso es otra historia, la retomamos al final. No te saltes el análisis de la obra que te conozco, lo que te gusta un cotilleo…

ANÁLISIS DE LA OBRA

Empecemos por el principio, Hatshepsut no dejó al azar la elección del emplazamiento. Eligió lo que hoy conocemos como el Valle de los Reyes como una treta más en su plan de dignificarse como monarca a semejanza de sus predecesores, empezando por su propio padre.

La magnánima obra arquitectónica en cuestión es, también, conocida como Djeser-Djeseru (el sublime de los sublimes).

Para su construcción, obviamente tarea no sencilla, se aprovechó una especie de anfiteatro creado naturalmente bajo grandes acantilados de la esplendorosa Luxor construida sobre las ruinas de la antigua Tebas. Si antes la zona era lo más, ahora más.

Teniendo en cuenta que esto estaba tomando tufo “peli de tarde” y seguís pensando en Senenmut, me voy a poner un poco técnica por la cosa de demostrar que algo debo de saber.

El templo de Hatshepsut pertenece a la categoría de los speos edificaciones funerarias subterráneas perforadas en la roca combinando el templo y el hipogeo. ¿Te suena Petra?, ¿Abu Simbel? Pues eso es.

Templo de Hatshepsut
Templo de Hatshepsut

En este caso, más bien sería semispeo porque lo más llamativo del Templo de Hatshepsut es la distribución en terrazas escalonadas conectadas entre sí a través de rampas que son capaces de conectar numerosas e impactantes salas excavadas en la propia montaña.

Si la propia figura de Hatshepsut fue innovadora, también lo fue su templo representando una prestigiosa obra de ingeniería capaz de aprovechar las bondades del “rocaje” vivo.

De hecho, fue modelo para el propio templo de Ramsés II y algunos/as expertos/as sostienen que sirvió de referente en la importancia que los griegos terminaron otorgándole a la fusión entre la belleza arquitectónica y naturaleza.

Véase Delfos y, de paso, la entrada de su Auriga disponible en este mismo blog. Es cierto que parte del modelo del templo vecino de Mentuhotep aunque la disposición es totalmente contraria ya que este último utiliza una estructura centralizada mucho más tradicional.

De hecho, fue desmantelado para servir de cantera principal para el de Hatshepsut.

A partir de una total armonía de proporciones, el complejo arquitectónico está compuesto por un templo bajo y una calzada que logra conectar los tres niveles mediante las terrazas superpuestas sostenidas por pórticos, con pilares y columnas además de tres patios.

Templo de Hatshepsut
Capilla de Amón-Ra. Foto: National Geographic

El santuario principal estaba reservado a Amón-Ra pero había espacio para todos/as divinidades teniendo en cuenta la cantidad de santuarios y capillas dentro del templo.

Por supuesto, espacio reservado a la decoración de paredes y estancias que sirven de papiro-cómic para relatar los acontecimientos más importantes en la vida de la reina.

Pero, sin duda, lo más anecdótico y mágico de la obra son los relieves que dan cuenta de la mayor expedición hasta la fecha, aquella que llevó a Egipto hasta el remoto país de Punt.

Un importantísimo centro comercial situado en la costa meridional africana del Mar Rojo que podría ser Eritrea aunque no son pocos/as los/as que apuestan por Etiopía.

Una avalancha de exotismo que hizo posible que los barcos regresaran llenos de jirafas, simios, panteras, oro, marfil y árboles de mirra que sirvieron para decorar el propio templo.

CURIOSIDADES

Espero haber dejado claro que Hatshepsut le dio tremendo bofetón a la conservadora sociedad egipcia pero, aún reconociendo sus considerables ovarios, no pudo hacerlo sola.

O, mejor dicho, sin hombres poderosos que avalaran su gesta. Estas relaciones resultaban notablemente interesadas ya que muchos de los altos funcionarios temían perder su poder con la llegada de Tutmosis III. No todos, pero si alguno.

Entre todos ellos, estaba él, Senenmut: «El más grande entre los grandes, en el país entero, uno que escucha lo que debe ser escuchado, el único entre los únicos, el mayordomo de Amón.

Soy el que entra en el palacio real siendo amado, y cuando sale de él es alabado, regocijando el corazón del rey diariamente, el amigo, el gobernador del palacio».

El mismo que proyectó el majestuoso templo. El amarillismo vende una relación de amor tórrida y las huellas indican a que hubo tema, desde luego.

Lo que no podremos saber es hasta dónde llegó la pasión que, incluso, conjetura con que Neferure, la hija de la reina, lo era, también, de su tutor Senenmut. Para conocer la historia, recomiendo dos libros: La dama del Nilo (Pauline Gedge) y Las lágrimas de Isis (Antonio Cabanas).

Mientras tanto, solo daré dos datos: Senenmut es la figura que guarda las puertas de las capillas del templo y fue el primero en simular una bóveda celeste para su hipogeo. Eso solo puede hacerlo un hombre enamorado.

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