COMENTARIO HISTÓRICO ARTÍSTICO DEL TEMPLO DE NEFERTARI
«He hecho grandes trabajos para la gran esposa real, Nefertari, para quien se alza el sol».
CONTEXTO HISTÓRICO
Será durante el Imperio Nuevo cuando los gobernantes egipcios consigan hacerse con la hegemonía de Nubia. Para hacerla efectiva levantaron templos y fortalezas por todo el territorio que actuaron como instrumentos ideológicos sobre los nuevos súbditos nubios.
Será Ramsés II el que tenga mayor protagonismo en esto, levantando fortalezas como la Soles y Buhen o imponentes templos como los de Abu Simbel.
Abu Simbel se inició a principios del reinado de Ramsés II, tendiendo que esperar unos treinta años para ver los templos terminados.
Tanto el templo de Ramsés II como el de su esposa Nefertari fueron el punto de partida para las numerosas construcciones que salpicaron las tierras nubias como parte de la política del faraón para dominar la zona.

Ramsés II es uno de los faraones más conocidos del Antiguo Egipto, con permiso de Tutankamón. Bajo su reinado, Egipto conoció un esplendor no visto hasta el momento, consiguiendo doblegar a los hititas en el quinto año de su mandato.
En cuanto Nefertari poco se sabe de ella. Sabemos que fue una de las esposas de las muchas que tomó el faraón, si bien hay teorías que indican que pudo ser su preferida, pues construyó este templo en su honor y una inmensa tumba en el Valle de las Reinas para que descansara eternamente.
Entre las muchas titulaturas de la reina destacan la de «dama adorable digna de alabanza» o «hermosa de rostro y dulce amor» y es que parece que debió ser bastante bella por lo que se interpreta, además de los títulos que la acompañaban, de las representaciones que de ella han llegado hasta nosotros.

Volviendo a los templos, que forman parte del conjunto de Abu Simbel, estuvieron enterrados bajo la arena durante milenios hasta que, de manera fortuita, fueron descubiertos a principios del silgo XIX por el explorador Giovanni Belzoni que logró desenterrar sus fachadas y entrar en su interior tras milenios cerrados.
Este increíble descubrimiento atrajo a viajeros, estudiosos y artistas que plasmaron su belleza en lienzos y grabados.

EL TEMPLO
Conocido como templo de Nefertari o templo de Hathor, este speos se sitúa a unos 60 metros del templo de Ramsés II, que es el templo principal. Parece ser que se excavó en esta zona para aprovechar una gruta natural en la que ya se rendía culto a Hathor mucho antes de ubicar aquí el templo.

La imponente fachada, de unos 24 metros de ancho, la forman seis estatuas colosales excavadas directamente en la roca y ubicadas dentro de nichos. Los contrafuertes que hay entre nichos se decoran con jeroglíficos en los que se puede leer la titulatura del faraón.
En el centro se excavó la entrada, de unos cuatro metros de alto. Presenta un dintel decorado con cobras a modo de friso y, bajo ellas, dos escenas en las que se puede ver a Ramsés II haciendo ofrendas a las diosas Hathor e Isis. Encima de las cobras, un texto que dice:
«He hecho grandes trabajos para las gran esposa real, Nefertari, para quien se alza el sol»

Dos colosos flanquean la entrada y representan al faraón. Ambos tienen el pie izquierdo adelantado, visten faldellín plisado y portan la falsa barba. El de la derecha lleva la doble corona y recibe los nombres de Re-en-Hekau y Meri-Atum. El de la izquierda lleva la corona blanca, símbolo del Alto Egipto y recibe los nombres de Heka-Tawy y Meri-Amón.
A ambos lados de ellos, la figura de la reina, ligeramente más baja. Viste traje plisado y peluca. Al igual que el faraón muestra el pie izquierdo adelantado pero, a diferencia de Ramsés II que tiene ambos brazos pegados al cuerpo, Nefertari tiene el brazo derecho pegado al cuerpo y el izquierdo doblado sobre el pecho y sujetando un sistro, símbolo de Hathor.
Sobre su cabeza, el tocado de Hathor, formado por un disco solar y dos altas plumas enmarcado por estilizados cuernos de vaca.

Las estatuas de los extremos vuelven a representar al faraón, nuevamente con el faldellín plisado. La imagen de la derecha porta el nemes, especie de tocado de tela que usaban los faraones, y la corona de Amón formada por dos cuernos de carnero que sirven de base para un disco solar y dos altas plumas, con cuatro ureus, representación de la diosa cobra Uadyet, y discos solares en los extremos de los cuernos.
Esta imagen respondería a la representación del faraón como Ptah-Tatenen, dios creador de Menfis en una especie de sincretismo con el dios de la colina primigenia.
En cuanto a la estatua de la izquierda vuelve a mostrar la corona blanca y tiene una particularidad: es un metro más alta que las otras representaciones del faraón.
Se ha querido ver en ello que esta altura es a propósito, pues los 8,3 metros que mide corresponderían a 16 codos reales, que sería la altura ideal para al crecida del Nilo.
Cada uno de los colosos está flanqueado por dos estatuas bastante más pequeñas que representarían a los hijos de Ramsés II y Nefertari.
El interior
El interior del templo está excavado en la roca y cuenta con 20 metros de profundidad. La sala hipóstila se abre nada más acceder al templo y presenta inmensos pilares que dividen la sala en tres partes.
Los pilares están decorados por todas sus caras y en ellos se puede ver a la diosa Hathor, el sistro asociado a ella, además de otras divinidades como Isis, Anuket o Mut.
Por supuesto, no pueden faltar las titulaturas del faraón y de la reina. La enorme presencia de la diosa Hathor en todo el templo no resta protagonismo a Nefertari, a la que se dedica el templo.

Las paredes situadas justo a la entrada de esta sala recogen, en relieves, la imagen de Ramsés II en pie sometiendo a un enemigo arrodillado, al que agarra por el pelo, mientras la reina presencia la escena y hace un gesto de protección sobre su marido.
En las paredes norte y sur se sitúan cuatro escenas dedicadas al culto. En ellas se puede ver al faraón entrando en la estancia de Hathor; de nuevo el faraón, esta vez siendo coronado por Horus y Set; la reina ante la diosa Anuket; y , por último, Ramsés II, con el casco azul (jepresh) ofreciendo a Amón una figura de la diosa Maat.
Las escenas de coronación y ofrendas se reproducen por toda la sala como, por ejemplo, otra en la que Ramsés II recibe los cetros que lo invisten como monarca de las Dos Tierras de manos del dios Ptah. También se ve al faraón haciendo libaciones al dios Herishet. Nefertari también protagoniza otra escena, donde agita un sistro.
Para acceder de la sala hipóstila a la siguiente estancia hay que atravesar un vestíbulo, antesala del sanctasanctórum, y que tiene dos capillas en los extremos. Aquí, podemos ver a la reina haciendo ofendas a Mut a un lado y Hathor al otro lado. En los muros interiores, diferentes escenas de adoración a deidades como Hathor, Horus o Amón-Re.
En la pared este se encuentra quizá uno de los relieves más bellos de todo el templo, además de uno de los mejor conservados: Nefertari siendo coronada por Hathor e Isis con el tocado de Sotis, la estrella Sirio. Las tres llevan en su mano el anj, símbolo de la vida, uno de los amuletos más extendidos por el Antiguo Egipto.

Por último, el sanctasanctórum, con un relieve en el que aparece la diosa Hathor como vaca situada ente dos capiteles hathóricos.
Este relieve se sitúa en el centro y, a ambos lados, imágenes de Nefertari haciendo ofrendas a Mut y Hathor a un lado y en el otro lado, vemos al faraón cubriendo con incienso a la figura divinizada de Nefertari y a la suya propia.
SALVACIÓN DE LAS AGUAS
En 1952 accedió al poder egipcio Gamal Abdel Nasser y estaba decidió a modernizar el país. Su proyecto estrella era crear una enorme presa que atrapase las crecidas del Nilo y así poder crear electricidad y poder regar los terrenos de cultivo.
La construcción de esta imponente presa comenzó en 1960, pero había un pequeño problema: los templos nubios quedarían bajo las aguas para siempre. A nadie parecía importarle, es más, lo tenían asumido pues veían más necesaria la presa que conservar esos templos.
Pero a la egiptóloga Christiane Desroches Noblecourt no le pacería nada correcto. Logró llevar el tema hasta la UNESCO que, ese mismo año, lanzó una campaña internacional para salvar a los templos de la inundación, destrucción y el olvido.

De los numerosos proyectos presentados, el más viable era el de cortar los templos en partes y volver a montarlos, como un enorme rompecabezas, unos 65 metros más arriba, lejos de la presa.
Para este titánico proyecto contaron con unos 1700 trabajadores y cerca de 200 especialistas. Se tardó cuatro años y medio en completar semejante empresa.
Para poder financiar este proyecto, la UNESCO pidió a los países miembros que participasen con aportaciones económicas, pues no sólo eran los templos de Abu Simbel los que había que rescatar, sino también los de la Isla de Filé y el resto de templos repartidos por la zona. Simplemente el corte, traslado y reconstrucción de los templos de Abu Simbel costó unos 36 millones de dólares.
España, que había sido admitida recientemente en la organización, aportó unos 325.000 dólares.

En agradecimiento por la ayuda, Egipto regaló a España uno de los templos: el Templo de Debod, que hoy se puede visitar en Madrid. Para trasladarlo a España lo desmontaron y lo volvieron montar de nuevo en su ubicación actual.
Recientemente se han desclasificado unos documentos que indican que ese regalo o donación no fue tal, sino que España dio cierta cantidad de dinero a cambio de poseer esta maravilla egipcia en nuestro país.
Sea como fuere, hoy podemos disfrutar de un rinconcito del Antiguo Egipto sin necesidad de viajar al país del Nilo.

BIBLIOGRAFÍA Y WEBGRAFÍA
Colección «Arqueología» Volumen «Abu Simbel». National Geographic. RBA. 2017.
CORDÓN I SOLÁ-SAGALÉS, IRENE: «El Antiguo Egipto. Los primeros imperios de la Historia» Tomo 1 de la colección «Descubrir la Historia». SALVAT. 2016
FASSONE ALESSIA; FERRARIS ENRICO «Grandes civilizaciones. Egipto». RBA. 2008.
MARTÍNEZ BUENAGA, IGNACIO; MARTÍNEZ PRADES, JOSÉ ANTONIO; MARTÍNEZ VERÓN, JESÚS; «Historia del Arte». Editorial ECIR. 1998, Valencia.
NATIONAL GEOGRAPHIC.
https://www.historia.nationalgeographic.com.es