Tríptico de La Guerra

Ficha técnica

Título: Tríptico de La Guerra
Autor: Otto Dix
Cronología: 1933
Estilo: Nueva Objetividad alemana
Materiales: Óleo sobre lienzo
Ubicación: Albertinum – Staatliche Kunstsammlungen (Dresde, Alemania)
Dimensiones: Retablo central, 204 x 204 cm; retablos laterales, 204 x 102 cm
Escrito por: Alba Navarrete

COMENTARIO HISTÓRICO ARTÍSTICO DEL TRÍPTICO DE LA GUERRA

CONTEXTO HISTÓRICO

Nos situamos en la década de 1920, en una Alemania profundamente afectada tras la Primera Guerra Mundial, y en la que el movimiento expresionista veía agotadas sus posibilidades.

En este dramático ambiente de posguerra y experimentación artística, muchos son los que deciden unirse a la ola conocida como Nueva Objetividad alemana, un movimiento que tendrá representación en todas las artes y que, pese a renegar del expresionismo, comparte profundos lazos con él.




La Nueva Objetividad alemana ya había tenido sus primeros derroteros en la pasada década: reaccionó contra el expresionismo y puso de nuevo al arte pictórico a favor de la figuración «realista», dejando a un lado la búsqueda de nuevos lenguajes visuales, tan en boga en aquel entonces.

Pero este realismo se distorsiona para ensalzar lo feo, lo satírico o lo crítico; con un claro objetivo: encontrar una artística forma de mostrar la verdadera realidad, el trasfondo de la misma, a través de formas grotescas e incluso poco agraciadas.

Los artistas de esta corriente pusieron sus pinceles a disposición de la crítica social y los alegatos contra la guerra, condenando a los políticos que llevaron Alemania al desastre, dejando un país donde la moral social se había visto gravemente marcada por las consecuencias de la contienda.

El movimiento pervivió hasta 1933, con la caída de la República de Weimar; la censura nazi terminó con el mismo.

Y es dentro de esta Nueva Objetividad donde destaca Otto Dix, un artista alemán cuya obra se caracteriza por su perspicaz crítica social, y por mostrar la realidad de la forma más satíricamente realista.

Dix recibió una excelente formación artística, recibiendo gran influencia de otras corrientes de vanguardia como el Futurismo, el Cubismo y el Dadaísmo.

Sin embargo, no descuido su lado más clasicista: estudió con gran interés las obras renacentistas, especialmente las alemanas.

Tras ser llamado a filas en la Primera Guerra Mundial, Dix quedo sensiblemente afectado por tras la devastadora experiencia, girando desde entonces toda su obra alrededor de la misma, y de los traumas que le había acarreado; las imágenes de aquello que vivió lo perseguirían por el resto de su vida.

Su obra se volvió terriblemente critica con la sociedad alemana, especialmente con el inminente ascenso de los nazis y la sombra de una nueva guerra que se abalanzaba sobre Europa.

Tríptico de La Guerra
Tríptico de La Guerra, por Otto Dix (1933)

ANÁLISIS FORMAL

Herencia del gusto de Dix por el arte renacentista, eligió para esta obra un tríptico secular, facilitando la narración y la inclusión de varios momentos en una misma obra.

De esta forma nos ilustra diferentes escenas relacionadas con la contienda, aunque todas situadas en el antes y después de la refriega, obviando la acción de la misma directamente.

La escena recogida en el retablo izquierdo muestra un pelotón que marchan en formación, alejándose del espectador y adentrándose en el campo de batalla. Apenas podemos apreciar el rostro de los retratados, aunque si es evidente como dos de ellos, los que primero vemos de espaldas, se dirigen una mirada mutua.

Los rodea una espesa niebla, resaltada por la iluminación superior; posiblemente estas nubes aluden a los ataques acaecidos con gas venenoso en este conflicto.

Tríptico de La Guerra: Panel izquierdo

En el panel derecho nos recibe un paisaje destrozado por las bombas, lleno de cráteres aun llameantes que tiñen paulatinamente el cielo de rojo, enfatizando aun más la atmosfera de peligro inminente que reina en la composición.

Como elemento central, un herido que es sacado en brazos por un compañero, que a duras penas logra abrirse paso por un terreno lleno de cadáveres.

Este soldado es capaz de transmitirnos su angustia gracias a su mirada perdida, desencajada, y acentuada con el acertado efecto de claroscuro; este hombre, cuyo cuerpo recibe casi toda la luz de la escena, es el propio Otto Dix.

El retablo central es el que articula todo el conjunto: nos enseña el resultado del conflicto, con todas sus desagradables consecuencias.

Un explicito primer plano nos sitúa en un cráter: alrededor del mismo se extienden cuerpos mutilados, entrañas esparcidas, miembros desperdigados, y cuerpos en posturas rocambolescas, todo captado en toda su crudeza, la cual nos impacta aun más gracias a ese efecto de distorsión en las formas. 

Los sucesivos planos posteriores nos adentran en la trinchera, rodeada de arquitecturas destrozadas y arboles carbonizados, que se extienden hasta el fondo.

El cielo, parcialmente despejado, es un indicador temporal, que refuerza el concepto visual de que la contienda ha terminado.

Varios elementos recurrentes en las obras antibelicistas de Dix hacen su aparición en la obra: el soldado con la máscara de gas, la mano cadavérica apuntando al cielo, el esqueleto que se eleva sujeto a un poste…

La predella, por su parte, se convierte en una fosa común que alberga los cuerpos sin vida de los caídos; una ingeniosa solución dada su posición, justo bajo el campo de batalla.

Tríptico de La Guerra
Tríptico de La Guerra: Panel derecho

ANÁLISIS ICONOGRÁFICO

Antes de pintar este óleo, Dix ya había retratado los horrores de la guerra en una serie de cincuenta grabados, donde capturaría instantes llenos de dinamismo en pleno fragor de la batalla.

Con ellos denunciaría las atrocidades a las que lleva la guerra, de la manera más gráfica, directa y antibélica posible.

Tríptico de La Guerra: Predella

Ese sigue siendo el objetivo del tríptico que hoy nos atañe, la denuncia, pero para esta ocasión Dix quiso resumir su vivencia en las trincheras plasmándola de forma ligeramente diferente de lo visto hasta ahora: Dix decide cambiar el instante temporal a captar en la pintura.

La guerra muestra el mismo horror que en sus mencionados aguafuertes pero, de manera contraria a estos, aquí no quiere retratar la acción o el movimiento del combate: quiere mostrar el resultado final del mismo, el «después de».

Y es que en el panel central es la quietud, la siniestra calma, la absoluta protagonista: nada se mueve, como si el tiempo hubiera quedado congelado dejando una terrible estampa de dolor perviviendo para la eternidad; solo quedan la muerte y su silencio.

El tríptico de La guerra nace del dialogo interno de Dix con sus demonios. No sólo quiere ofrecernos el retrato concreto de lo acontecido en la Primera Guerra Mundial, sino mostrar en todo su decadente esplendor lo monstruosos que pueden llegar a ser los actos cometidos por el hombre.

Tríptico de La Guerra
Tríptico de La Guerra: Panel central

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