COMENTARIO HISTÓRICO ARTÍSTICO DE LA VENUS DEL ESPEJO
La Venus del espejo (1647 – 1651) es una obra realizada por el pintor más destacado del barroco español, Diego Velázquez (1599-1660), donde la diosa Venus aparece tumbada sobre una cama mientras mira hacia un espejo que sostiene su hijo Cupido, siendo un raro ejemplo del género de desnudo mitológico en la pintura española.
Actualmente la obra se expone en la National Gallery de Londres, donde es denominada como The Toilet of Venus o The Rokeby Venus.
CONTEXTO HISTÓRICO
No se conoce con exactitud la fecha de su ejecución, pero posiblemente – y según algunas fuentes – podría situarse en el periodo entre 1647 y 1651, durante su segundo viaje a Italia.
Lo que sí sabemos es que sus viajes a Italia, junto a la gran presencia de obras de Tiziano y Rubens en las colecciones reales y aristocráticas españolas, influyó poderosamente en el desarrollo del estilo de Velázquez y de otros pintores locales durante el siglo XVII.
Aunque esa influencia tuvo que limitarse al retrato y la pintura religiosa, y apenas se realizaron obras mitológicas por estar restringida la representación del desnudo femenino, la gran excepción fue Velázquez, que desde 1623 desarrolló su carrera al amparo de Felipe IV teniendo contacto con el desnudo en las grandes obras mitológicas de Tiziano, Veronés o Rubens.
ANÁLISIS FORMAL

Venus, diosa del amor y la belleza en la mitología romana se convirtió en un tema popular en el arte a partir del renacimiento europeo, siendo su estado natural de representación la desnudez.
La diosa Venus mirándose al espejo fue un tema que le era conocido al pintor a través de una pintura original de Tiziano que se encontraba colgada en el Alcázar de Madrid, aunque ésta se encontraba sentada y no tumbada, además de ser un tema iniciado por la pintura veneciana del siglo XVI.
Velázquez no se iba a conformar con ser un imitador y quiso dar un paso adelante, buscaba un desnudo verosímil y de prodigiosa naturalidad.
El cuerpo de Venus, en primer plano y marcado por curvas y sinuosidades, divide la composición con una línea diagonal que atraviesa gran parte del cuadro desde la parte superior derecha.
A la izquierda, la figura de Cupido cierra la composición verticalmente, equilibrándola.
El espacio se cierra, queda pautado a partir del cortinaje rojo y los pliegues de la colcha, que remarcan la sensualidad de los contornos del cuerpo recostado de la diosa, aumentando la sensación de intimidad.
La obra se relaciona con la tradición veneciana al estar construida a partir del color. Con una pincelada ligera y fluida Velázquez huye de definir demasiado los contornos de las figuras, aumentando la sensación de realismo.
En la gama cromática predominan los tonos rojizos, junto con el blanco y grises claros, predominantes en la piel de la Venus, en contraste con el color oscuro de la seda sobre la que está recostada y el marrón de la pared al fondo.
La luz, en un perfecto dominio de la perspectiva aérea, procede de la izquierda, con un tono cálido que envuelve el cuerpo de la Venus, convirtiéndola en el punto central del cuadro, y creando efectos de claroscuro.
Las figuras aparecen idealizadas y proporcionadas, sin mostrar apenas expresividad; sin embargo, se llenan de una gran sensualidad a partir de la posición corporal y las texturas presentes en los cuerpos, como la piel, el cabello o las alas de Cupido.
La diosa no mira directamente hacia el espectador, sino que dirige su mirada hacia nosotros través de su imagen reflejada en el espejo.
Pero su rostro aparece borroso y sin revelar sus características faciales, este rostro indefinido de Venus se debe a que no pretende ser el retrato específico de un desnudo femenino, ni siquiera como imagen de la diosa, sino un paradigma de la belleza en sí misma.
ANÁLISIS ICONOGRÁFICO
Venus, considerada como la personificación de la belleza femenina, aparece junto a su hijo Cupido, que sostiene un espejo en el que la diosa se encuentra reflejada y desde el cual mira también hacia el espectador.
Reclinada en su cama, de espaldas al espectador, como una figura femenina que únicamente podemos identificar como Venus debido a la presencia de Cupido, aparece casi en ausencia completa de sus atributos iconográficos – entre los más comunes se encontraban las joyas, la paloma, la rosa y la manzana -, aunque sí aparece acompañada de su espejo; además, a diferencia de la mayoría de las representaciones de la diosa, donde se pinta con el cabello rubio, Velázquez nos muestra a una mujer morena.
Conforme al gusto barroco, la interpretación del cuadro y la manera del pintor sevillano de abordar la temática mitológica es compleja.
Principalmente, el tema mitológico era una recurrente excusa para representar el desnudo femenino frente a la férrea censura de la época, otorgando una cierta humanización al mito.
Su naturalidad es tal que parece que contemplemos a una mujer, no una diosa, ajena al espectador; a su vez, Velázquez sitúa al cuadro en el plano simbólico propio del barroco, como una escena de tocador que simboliza, a través del espejo sostenido por Cupido, el amor y la belleza unidos a la vanidad a través de una Venus que parece recrearse en su reflejo.
Como ya se ha dicho, las pinturas de Venus desnuda de anteriores artistas italianos, y especialmente venecianos, influyeron en Velázquez. Estos artistas mostraron a la deidad reclinada sobre lujosos paños, aunque normalmente en entornos paisajísticos.
De estos destacaron Tiziano y Rubens, que ya habían pintado a la diosa mirando un espejo, y cuya vinculación con la corte española los convierte en los ejemplos más familiares para el pintor.
Y todas ellas son numerosas referencias que el pintor sevillano logra superar, pues a pesar de que la imagen cultural de Venus tenía muchos precursores, la de Velázquez es cierto que no contaba con ningún modelo directo.
Aborda un tema tan clásico con una libertad tal que será el referente de pintores posteriores a la hora de realizar desnudos sin las limitaciones a las que él tuvo que hacer frente. Ejemplos de ello serán La Maja desnuda (c. 1800) de Goya o la Olimpia (1863) de Manet.


CURIOSIDADES
El lienzo salió de España en 1808 durante la Guerra de la Independencia y en 1814 lo adquirió John Bacon Sawrey Morritt, instalándola en su mansión de Rokeby Hall en Yorkshire, de la que obtuvo su nombre una vez adquirida en 1906 por la National Gallery de Londres.
En 1914 la sufragista Mary Richardson rompió su cristal protector y asestó siete puñaladas a la obra, daño que por suerte pudo ser restaurado.
BIBLIOGRAFÍA Y WEBGRAFÍA
CÁMARA, A., CARRIÓ-INVERNIZZI, D., Historia del arte de los siglos XVII y XVIII. Redes y circulación de modelos artísticos. Madrid, 2015.
CÁMARA, Alicia: “Tiziano y Velázquez, tópicos y milagros del arte”, El modelo veneciano en la pintura occidental. Madrid, 2015.
STANTON, Eric: Velázquez. 25 aniversario. Taschen, 2012.
THE NATIONAL GALLERY: https://www.nationalgallery.org.uk/paintings/diego-velazquez-the-toilet-of-venus-the-rokeby-venus (11/07/2019)
Una respuesta a «Venus del espejo»
[…] La Venus frente al Espejo de Tiziano de 1555 perteneció a un acaudalado abogado veneciano y la Venus de Velázquez apareció por primera vez en la colección privada de Marqués del Carpio, un protegido de Felipe […]