EL IMPRESIONISMO EN PARÍS
CONTEXTUALIZACIÓN
¿Quién no ha soñado en alguna ocasión con caminar por los campos Elíseos y ver la Torre Eiffel de fondo? Este tipo de preguntas demuestran que la capital francesa es una ciudad de ensueño, pero a la vez enigmática y bella, que no deja indiferente a nadie. Esta pasión que transmite la ciudad fue lo que provocó que, a partir de mediados del siglo XIX y primeros años del siglo XX, París se convirtiese en la capital mundial del arte, el lugar que los grandes artistas del momento querían visitar, perderse entre sus calles y conocer el arte y la vida que allí se desarrollaba. Una vida que reflejó fielmente el estilo impresionista.
París venía de tener un crecimiento económico muy grandes unas décadas antes, sobre todo por la industria. Aunque a partir de ese momento se desarrolló el ambiente idóneo para que los artistas más destacados del mundo impresionista empezaran a plantear una visión del mundo que plasmaba el atractivo de esta ciudad y que se veía en cualquier mínimo detalle que sucediese en ella.
También es la época de las Exposiciones Universales (siendo la primera en Londres en el año 1851), las cuales París pasó rápidamente a realizar y organizar en numerosas ocasiones. De 1855 a 1937, la ciudad fue sede de hasta incluso siete exposiciones universales. En ellas no solo se exponían las mejores piezas y curiosidades de cualquier parte del planeta, sino que también sirvió para que la ciudad se “presentase al mundo”. Eran los años en los que se construyeron edificios icónicos (algunos de carácter efímero y que se desmontaban al terminar la misma), pero de los cuales se han conservado algunos como la Torre Eiffel (1889), el Grand Palais o el puente de Alexandre III (1900).
En este mundo del estilo impresionista que se desarrolló en la época, existen grandes nombres de artistas que todos conocemos, tales como Cézanne, Degas, Pissarro, Renoir, Monet, Manet, etc. Ellos reflejaron la ciudad renovada e industrializada, con enormes jardines y bulevares en los que se desarrollaba la vida cotidiana de la sociedad francesa del momento. Digamos que la ciudad les servía como fuente de inspiración por todos los costados.
ANALISIS FORMAL
Una vez visto el contexto de cómo era la ciudad en aquellos años, es necesario explicar brevemente como nació el estilo impresionista. Su historia se relaciona entorno a esta serie de pintores mencionados anteriormente que buscaban su independencia artística durante la segunda mitad del siglo XIX, intentando deshacerse de los códigos estrictos que marcaba la Real Academia de Pintura y Escultura, pintando de manera libre.
Esta forma de luchar contra lo establecido y las continuas negativas que tenían a la hora de que rechazasen sus obras en las exposiciones oficiales que se celebraban en la ciudad (aparte de las críticas que también recibían de la prensa, por ejemplo) les llevó a crear sus propias exposiciones. Tuvieron lugar hasta ocho exposiciones impresionistas entre los años 1874 y 1886, siempre al margen de la Academia de Bellas Artes Francesa.
La primera de ellas, la de 1874, fue un gran éxito para ellos. Sin saber con exactitud la cantidad de gente que la visitó, esta exposición o “salón de los rechazados” también tuvo grandes opiniones entre ciertos sectores de la prensa, que no hicieron más que ahondar en el auge de este movimiento artístico. Sobre todo, podemos poner como ejemplo claro la obra que dio nombre al grupo, Impresión. Sol Naciente, de Claude Monet (1872). Una obra que cautivó de manera inimaginable a la gente por introducir una manera diferente de hacer arte, reflejando muy bien el estilo que tenían y que se puede resumir de buena forma en la frase que su compañero Manet pronunció en una ocasión: “Pinto lo que veo, y no lo que otros quieren ver”.
Monet es el mejor ejemplo para mostrar la estética y la visión de la París del momento, captando fundamentalmente escenas de la vida diaria de la clase media de la ciudad. El artista destacaba por el detallismo a la hora de representar la naturaleza, con golpes de pintura rápidos y cortos (muy habituales en los otros artistas del impresionismo), así como los nuevos edificios de la ciudad que se crearon para las Exposiciones Universales y que anteriormente se han mencionado. Se puede poner como ejemplo la obra Boulevard des Capucines, del año 1873.
Sería la misma París que otro de los grandes artistas del momento como Pierre Auguste Renoir reflejó, por ejemplo, en su obra Les grands boulevards, en la que se mostrarían de nuevo esos edificios que se construyeron y fueron financiados por el barón Haussmanny en la que destaca una técnica de contornos grisáceos, pinceladas de color intenso que atraen la mirada del espectador y la representación de las calles abarrotadas de la capital francesa, dentro de un juego de luces y sombras con un sol en pleno mediodía.
Inevitablemente también se debía de hablar de Edgar Degas, uno de los artistas más importante con respecto a la hora de elegir que imágenes representar en sus obras, siendo muy preciso en la representación de la figura humana y el resto de detalles. Fue un agudo observador de la humanidad y de la prosperidad del momento, de la que se empapó en todos los aspectos. Un claro ejemplo sería la obra La place de la Concorde, donde se muestra esta vez la indiferencia de hombre, su sensibilidad y la moderna (pero a la vez fría) ciudad de París. De Degas también se podría destacar su vinculación con el mundo artístico, ya que en sus obras reflejo en numerosas ocasiones a gente del espectáculo como bailarinas, músicos y cantantes. Aquí se podrían destacar obras como Músicos en la función de ballet, del año 1870 o El salón de baile de la Ópera, del año 1872.
No solo las avenidas y las grandes plazas fueron lugar de inspiración y ubicación donde pintar para estos grandes artistas, sino que también los parques y otros lugares emblemáticos fueron retratados de manera común. Por ejemplo, el barrio parisino de Montmartre era uno de los rincones favoritos de los impresionistas, principalmente por la vida bulliciosa y la gran cantidad de transeúntes y/o coches de caballos que pasaban por sus calles. De aquí se tienen que destacar los moulins, es decir, los molinos reconvertidos en salas de bailes que reunían a la sociedad más bohemia del momento. Ese carácter alegre y de fiesta se mostró en obras muy conocidas como Baile en el Moulin de la Galette, del año 1876 (del anteriormente mencionado Renoir).
Con respecto a los parques, se puede poner como ejemplo especial el famoso Jardín de las Tullerías, donde asiduos como Manet realizaron algunas de sus obras más famosas. Como ejemplos tenemos obras como Desayuno sobre la hierba y Música en las Tullerías (ambas de 1862).
Me gustaría destacar también la visión que las artistas impresionistas tuvieron de la ciudad, sobre todo en ejemplos como Mary Cassatt, Marie Bracquemond o Berthe Morisot, que fue una de las artífices principales del movimiento, tanto artística como económicamente. De un tremendo talento, por desgracia se ha visto relegada a un segundo plano por los otros artistas, pero en su estilo también se destacaba esa visión del París cotidiano, natural, visto al aire libre. No solo tiene pinturas en las que se ven escenas domésticas, sino que destacan obras en exteriores como en el Bois de Boulogne, un parque situado al lado del Arco del Triunfo.
CONCLUSIONES
Como se puede observar, la estética impresionista rompió con todo aquello que había existido anteriormente. Desde el punto de vista visual es un estilo alegre y bello y que permite observar el encanto que la ciudad tenía en ese momento y que estos artistas pudieron disfrutar y ser testigos del cambio tan drástico que sufrió la ciudad en apenas unos años, llegando a ser el centro neurálgico del mundo del arte. Una mezcla de encanto y melancolía, pero camino hacia una nueva modernidad.
BIBLIOGRAFÍA Y WEBGRAFÍA
BARTOLENA, Simona: El impresionismo en detalle. Electa, Barcelona, 2006.
FEIST, Peter: La pintura del impresionismo. 1860-1920: El impresionismo en Francia. Taschen, Koln, 2002.
Impresionismo: Un nuevo renacimiento. Fundación Mapfre. Instituto de Cultura, Madrid, 2010.
SOLANA, Guillermo: El impresionismo: la visión original. Antología de la crítica de arte (1867-1895). Siruela, Madrid, 1997.
WALTER, Benjamín: París: capital del siglo XIX. Editorial Centellas, Mallorca, 2021.
WOLF, Norbert y GRIMEE, Karin: Impresionismo. Taschen, Koln, 2006.
CROMA CULTURA: https://www.cromacultura.com/urbanismo-paris-impresionistas/ (Consulta: 21/04/2023).
CROMA CULTURA: https://www.cromacultura.com/pintoras-impresionistas/ (Consulta: 21/04/2023).
HISTORIA ARTE (HA!): https://historia-arte.com/movimientos/impresionismo (Consulta: 21/04/2023).PARÍS CITY VISIÓN: https://www.pariscityvision.com/es/giverny/los-impresionistas (Consulta: 20/04/2023)
Una respuesta a «París y la estética impresionista»
[…] figurativas también, obras que demuestran que el contexto es importante. A ver quién entiende «El desayuno sobre la hierba» de Manet sin conocer su […]