EL TURISMO COMO UNA ESTRATEGIA ECONÓMICA SIN CONTROLAR
El pasado mes de Junio estuve de viaje en Roma, la ciudad eterna. Considero que todo historiador del arte o proyecto de artista debe visitarla. Es una ciudad que como el propio Miguel Ángel dijo al Moisés una vez finalizado “habla”, que habla en cada piedra, en cada monumento y en cada iglesia. Una ciudad que une lo humano (el arte) y lo divino.
No obstante, durante el viaje me preguntaba ¿qué hacemos todos aquí?, millones de personas visitando los mismos monumentos y haciendo exactamente lo mismo, lo cual ocasionaba que no se pudiera disfrutar al máximo de la experiencia. Miles y millones de turistas, miles de palos selfie que en un momento dado parecía que iban a sacarte un ojo.
En definitiva, lo que se denomina como turismo de postureo, ya que ¿realmente el ser humano tiene tanto interés por el arte?. Cuando vas a Roma te das cuenta de que no. Ves a miles de chinos y japoneses grabando todo a su paso sin ni siquiera observarlo con sus propios ojos. El turista de hoy pretende prefabricar una experiencia turística a su propio gusto, la generación millenial busca una experiencia y la busca ya.
De este modo he podido constatar como el turismo a pesar de ser una fuente de riqueza básica para muchas ciudades, realmente las convierte en parques temáticos, solo hay que ver cuántos papeles de ofertas para comer me pudieron dar en siete días de estancia ¡Pasta! ¡Pizza!… hasta te vendían que tenían aire acondicionado.
Pese a esto pude disfrutar de museos, monumentos e iglesias prácticamente vacías y que nadie conoce. Por ejemplo, en la Plaza Navona veías al todo el mundo entrando en la Basilíca de Santa Agnese in Agone, a rebosar de gente, y justo enfrente una iglesia llamada desde antiguo la iglesia de los Españoles, totalmente vacía y de una belleza magistral.
En cuanto a la gestión de los museos me gustaría destacar y señalar la pésima gestión de los Museos Vaticanos, uno de los grandes museos a nivel europeo y para ello me gustaría contar mi experiencia.
Día 27 de Junio, doce de la mañana y entradas reservadas un mes antes de la visita. Pues os aseguro que estuve más de cuarenta minutos en una cola a pleno sol, acompañada de unas setenta personas mayores y niños desesperados. En este momento pensaba, no te preocupes, va a merecer la pena, va a merecer la pena (lo repetía como si fuera un mantra). ¿Cuál fue mi sorpresa al entrar? las ventanas de la inmensa mayoría de salas, por no decir de todas estaban abiertas, no había aire acondicionado, las salas no contaban con guardias de sala, aunque en la Capilla Sixtina había más de siete guardias que parecían dirigir el tráfico. No daba crédito a lo que veían mis ojos. Esto me hizo horrorizarme hasta límites insospechados, aquello parecía sacado de un esperpento.
¿En serio las ventanas abiertas?, Sí señores, los pájaros podían entrar a sus anchas y destrozar gran parte de la colección. Y por si fuera poco, la inmensa mayoría de accesos cerrados, más de 25.000 personas que acuden a diario subiendo por una única escalera, cuando en algunas zonas había hasta tres. Os podéis imaginar los empujones, llantos de niños y demás. Además de esto, decir que una persona con dificultades motrices o en silla de ruedas sería incapaz de poder hacer toda la visita. Yo sólo quería que terminara aquel sufrimiento.
Unido a esto, como os podréis imaginar, aquello parecía una carrera para llegar a la Capilla Sixtina, y la gente no se paraba en las estancias vaticanas, ni en zonas del museo de un gran atractivo artístico. He de decir que dediqué todo el día a visitar los museos vaticanos y en ningún momento vi sistemas de control de humedad o protección de vitrinas especiales en algunas salas, como la de los tapices. En resumen, salí horrorizada en cuanto a la gestión y conservación se refiere.
En las antípodas de este museo encontramos el museo del Ara Pacis, en el cual se alberga dicho altar. Tras siglos de abandono el monumento se redujo a ruinas, hasta que Mussolini se apropió de los símbolos imperiales para reafirmar la grandeza nacional llevando a cabo un esfuerzo de recuperación de restos arqueológicos. Este monumento fue recubierto por un edificio de líneas minimalistas diseñado por Richard Meier, para protegerlo de la contaminación atmosférica, incluyendo salas subterráneas para exposiciones temporales. Hoy día el museo es accesible para personas con dificultades motrices y en él pude apreciar una conservación excepcional del monumento. Señalar también que el museo estaba prácticamente vacío lo cual me hizo disfrutar de la visita al máximo.
La Roma de las 400 iglesias, está completamente masificada y nadie hace nada por remediarlo. El pasado mes de noviembre el Ayuntamiento intentó implantar una serie de medidas que redujesen el impacto turístico. Estas medidas se llevaron a cabo en base a una serie de multas que prohibían comer en la calle, disfrazarse de centurión o bañarse en las fuentes públicas, así mismo se implantó una norma que limita el número de autobuses turísticos que pueden entrar al centro de la ciudad. Medidas que no han surtido efecto y que siguen llevándose a cabo pese a las multas.
Esto nos hace plantearnos el tan debatido y actual término del turismo sostenible, el cual pretende hacer un bajo impacto sobre el medio ambiente y la cultura local, al tiempo que contribuye a generar ingresos y empleo a las poblaciones locales.
Estamos de acuerdo en que el turismo es una de las actividades económicas que más incrementa el PIB de cualquier estado, pero realmente ¿es tan sencillo controlarlo?.
Solo tenemos que acercarnos a las noticias de las últimas semanas, para ver lo ocurrido en el Louvre. El traslado de la Gioconda a la Galería de los Medici ha provocado el caos entre los turistas, generando infinitas colas que parecían propias de una atracción de feria. Además señalar que para poder situar a esta obra, se ha sacrificado la visualización de obras del gran Rubens que se encuentran detrás de la vitrina de la Gioconda.
Con este ejemplo tenemos el chip de la cuestión. ¿Qué busca el turista a día de hoy? ¿Es un turista que reclama cultura o solo busca la foto? ¿Estos problemas planteados tienen solución? ¿Esta burbuja va a explotar algún día?.
En conclusión, es crucial que protejamos nuestro patrimonio para las generaciones futuras, y por supuesto es interesante el potenciar su divulgación y puesta en valor, siempre y cuando sea una difusión controlada y no masificada, para así poder disfrutar al máximo de la experiencia que este nos ofrece.
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