CRISTINA DEL ROSSO TE ENSEÑA A PINTAR
En la sesión anterior decidiste el color del fondo de tu ejercicio y lo dejamos preparado para poder dedicarnos ahora a pintar estas rosas. (Si te perdiste la 1ra sesión pincha aquí.)
Como te comenté cuando pintamos aquellos tulipanes (puedes verlo aquí), antes de lanzarnos a pintarlas tenemos que entender cómo es esta flor. Cada flor tiene su personalidad, su esencia; evocan distintas emociones. La mejor manera de lograr esto es observarlas con detenimiento y recordar cómo crece, cómo se van abriendo hasta convertirse en una rosa en todo su esplendor. Piensa en los capullos que se van abriendo hacia afuera poco a poco. Esa forma se conserva en el centro de la rosa madura.
En el centro podrás observar un remolino de pétalos, en espiral. Éstos se van insertando de manera intercalada. La rosa, como todas las flores, tiene un volumen total a la que se le aplican las relaciones de luz y de sombra, pero no hay que perder de vista estas mismas relaciones en cada pétalo. Mientras estés pintando tendrás que estar atento tanto en el detalle y como en el conjunto a la vez.
Preparamos en la paleta una mezcla de carmín, blanco y con muy poco de azul: un rosa no muy claro ni muy oscuro. Empezamos con la flor de la derecha. Con un pincel pequeño dibujamos la posición de cada pétalo. No tienes por qué seguir exactamente el modelo, pero tiene que ser verosímil, naturalmente. No tenemos que perder el centro de la flor, que es lo que determina su posición.

Una vez que tenemos marcados los pétalos nos centraremos en representar las partes más oscuras, más profundas, con carmín puro, y difuminando siempre.
Al rosa que tenemos en la paleta le agregamos un poco más de carmín, de tal manera que sea un poco más oscuro que el que tenemos, pero no mucho. Presta atención a las zonas sombreadas: allí puedes utilizar un violeta (azul+ carmín + blanco). Es así como vamos modelando cada pétalo, prestando atención en su forma: si se curva para adentro o para afuera, si proyecta sombra sobre otro, etc. Siempre desde el centro hacia los pétalos exteriores. En cada uno aplicas el color y lo vas estirando con el pincel, en la dirección del pétalo que estás trabajando. Puedes delimitar con carmín puro los contornos, pero sin pasarte: no tiene que ser algo evidente, sino muy sutil.
En la rosa de la izquierda fíjate cómo la hoja que pasa por encima le da sombra.
Llegó el momento de resaltar las zonas de luz. Como estamos trabajando sobre pintura húmeda, basta con aplicar blanco con una porción ínfima de carmín sobre las zonas luminosas. Recuerda que en nuestro modelo la luz viene de la derecha, arriba.
Podemos dejar secar nuestra obra unos días y luego retocar aquellas partes en las que sea necesario. Quizás iluminar más algún pétalo, repintar las zonas de carmín puro o redefinir las de luz y sombra de las hojas, siempre atendiendo al conjunto. Y por último, pintar con un pincel muy delgado y con un verde con negro el tallo de nuestras hojas. Recuerda (como hicimos con los tulipanes el año pasado) que el tallo también tiene una parte de sombra y otra de luz: si no prestas atención a esto, te quedará como una línea plana, sin volumen.

Pues bien, ya lo tenemos listo. Si quieres trabajar más el fondo y recuperar aún más el color que habíamos pintado como base, puedes pasarle una lija fina, con mucha suavidad y cariño (y si el soporte te lo permite).
En nuestro modelo aparece el florero de cristal. Opté por no pintarlo esta vez para no complicarnos más de la cuenta. Pero si quieres incorporarlo a tu ejercicio, sigue las indicaciones que te di en la clase de los tulipanes (lo tienes aquí).
Espero que no te haya resultado muy difícil. Si necesitas ayuda, ¡pídenos socorro!
No te olvides de limpiar tu paleta y tus pinceles.
Hoy aprendiste:
– a pintar rosas
– y a representar las relaciones de luces y sombras en objetos complejos.
Bibliografía
DOERNER, Max: Malmaterial und seine Verwendung im Bilde, 1985
ITTEN, Johannes: Kunst der Farbe, 2000
MAYER, Ralph: The artist’s handbook of materials and techniques, 1991