Turismo rural en tiempos de COVID 19

En un lugar de la Mancha…Villanueva de los Infantes

Son muchos los pueblos y municipios de España que cuentan con un rico y variado Patrimonio Histórico Artístico, pero que por causas geográficas y de localización  se ven abocados a lo que se conoce como el fenómeno de la España vaciada, muchos de ellos no cuentan con industrias sólidas que favorezcan el crecimiento económico, siendo sus pilares fundamentales en muchas ocasiones, la agricultura y el turismo.

Es el caso de Villanueva de los Infantes, un municipio de la provincia de Ciudad Real, el cual cuenta con un legado patrimonial de época renacentista y barroca, momentos ambos en los que la relevancia cultural y artística del municipio alcanzó su cénit, resaltando también la figura de Quevedo, que se encuentra enterrado en esta villa.

Si hablamos de turismo, señalar que no fueron pocos los viajeros románticos que visitaron la Villa, destacando entre ellos: Cosme de Médicis en su viaje a España (1668-1669), Gaspar Gómez de la Serna, Federico García Lorca, Azorín, Pío Baroja, Carlos López Bustos y muchos otros, por lo que desde La Cámara del Arte os invitamos a recorrer los pasos de Miguel de Cervantes, Quevedo y todos aquellos que quedaron encantados ante la monumentalidad y el esplendor de esta villa.

CONTEXTO HISTÓRICO ARTÍSTICO

Los orígenes de esta Villa se fechan en la época romana, una primitiva población en la que se encuentran hoy día restos de lo que parece ser un acueducto romano. En la Edad Media se denomina Jamila, un lugar poblado posiblemente por familias judías y que aparece por primera vez documentado en 1243. A un kilometro de la antigua Jamila encontramos la Moraleja, en concreto en los escritos reales de Pedro I el Cruel, y en ellos se incide en que la actual Infantes es propiedad de la Orden de Santiago. En 1573 es cabeza del Campo de Montiel, destacando su florecimiento urbano con un trazado de la ciudad con calles amplias y rectas. Este florecimiento artístico y urbanístico viene dado de la mano del mecenazgo otorgado por la Orden de Calatrava. Además podemos destacar en esta época la presencia de humanistas como Fernando Ballesteros Saavedra, Francisco Caro y Bartolomé Jiménez Patón.

En esta evolución histórica y cambios de nombre, su constitución actual como  villa la encontramos en las Relaciones Topográficas de Felipe II en las que se nos aportan las razones e incógnitas de la fundación << Llamase Villanueba de los Infantes, porque el Infante Don Enrique, maestre de Santiago, la hizo villa, siendo aldea de la villa de Montiel, y por esta razón el vulgo la llamo Villanueba de los Infantes; aunque cuando la hizo villa se llamaba la Moralexa y también se llamó después de ser Villa Moralexa […] Es Villa desde el año mil quatrocientos y veynte y un años por privilexio del infante don Enrique […] >> En el siglo XIX se generalizó el nombre de Infantes olvidando el de Villanueva, quizás por la concesión en el año 1895 del título de Ciudad. En 1916 pasó a denominarse oficialmente Infantes. Posteriormente, con motivo de la celebración del IV Centenario de la muerte de Santo Tomás de Villanueva, en 1955, en recuerdo del Santo volvió a ser llamada Villanueva de los Infantes. Hoy posee un centro urbano que fue declarado conjunto histórico artístico en 1974, en el que destacan los edificios religiosos y civiles de estilo renacentista y barroco.

Pese a su florecimiento renacentista, si analizamos su urbanismo y su estructura, debemos retrotraernos a la Edad Media tardía. Sin embargo, los edificios de Arquitectura civil se enmarcan entre los siglos XVI y XVII aunque con excepciones en el siglo XVIII.

Centrándonos en el estudio de la estructura medieval, encontramos una arquitectura sobria con viviendas de una o dos plantas y dependencias no solo dedicadas a vivienda sino también con funciones agrícolas y relacionadas con la fabricación de vino (bodegas).

Esta arquitectura popular primitiva, mezcla fachadas encaladas con otras de revocos ocres y sillerías de piedra, areniscas del lugar con ladrillo y portadas de piedra con escudo. De este modo, podemos apreciar, dos tipos claros de vivienda, la casa de labor aislada y la casa de labor urbana, siendo objeto de nuestro estudio la última de ellas.

En casi todas las viviendas manchegas encontramos una estructura similar que proviene de la arquitectura de las quinterías: un patio cuadrado rodeado por galerías y balcones corridos, y en la parte inferior de esas galerías se dan pequeñas puertas que dan acceso a los sótanos o cuevas a las que se desciende por empinadas. Alrededor de este patio o corral encontramos la unión de varios edificios así como la repartición de las habitaciones las cuales poseen un carácter plurifuncional. El patio suele ser el lugar de reunión de la vivienda, en él encontramos las tinajas, en ocasiones presenta también un pozo y artesa para lavar. De este modo podemos afirmar que tanto en el patio como en el corral se conecta lo público y lo privado, convirtiéndose el hogar en el centro de producción y manufactura de los bienes fabricados.

En cuanto al material constructivo de las viviendas manchegas, decir que en las Relaciones Topográficas se incide en que las casas humildes están construidas en su mayoría con tapia y cubiertas con tejas al modo árabe. Por otro lado, señalar que las edificaciones señoriales utilizan un material más rico como es la piedra de cantería para portales y paramentos contraponiéndose de este modo a la mampostería popular, la cal y la arena.

Podemos apreciar pues, como la vivienda y sus materiales están ligados a los conceptos de riqueza, siendo la propiedad un concepto ligado al linaje y relacionado con las familias y grupos sociales. Estas familias son las que marcan las múltiples divisiones y particiones de la vivienda ligadas a las herencias.

El siglo XVI, momento de gran esplendor de la villa, coincidirá con el final del reinado de los Reyes Católicos, los reinados de Carlos I (1516-56) y de Felipe II (1556-98), marcando la expansión del Renacimiento por España, facilitado por las constantes relaciones con Italia desde la Edad Media, la presencia de artistas italianos en la península ibérica y la formación Italiana de los arquitectos españoles.

En esta época podemos ver una gran indeterminación de la arquitectura puesto que es de compleja definición estilística. La historiografía se ha referido a múltiples términos para tratar de definir y clasificar lo quizá indefinible e inclasificable por incierto e híbrido. Si algo define a primer tercio de ese siglo XVI son sus indecisiones e imprecisiones a la hora de entender y asumir la arquitectura del pleno renacimiento. En la primera mitad del siglo este nuevo estilo tuvo que luchar contra el gótico y el mudéjar que se resistían a desaparecer. Tanto es así que, al principio, en muchas construcciones conviven estructuras góticas con decoración renacentista. Según vaya avanzando el siglo dejará paso a un clasicismo más acorde con las modas del momento.

Las tipologías o estilos del momento serán:

– El plateresco

El cual se caracteriza por la permanencia de las estructuras góticas, la decoración abundante de estética quattrocentista y realizada con minuciosidad y se aplica a todo tipo de arquitectura: civil, religiosa.

Destacan los siguientes elementos decorativos: columnas abalaustradas, medallones clásicos, heráldicas, figuras humanas entrelazadas con animales; los paramentos exteriores casi siempre almohadillados; se emplea el arco de medio punto aunque a veces se recurre al carpanel, las cubiertas suelen ser bóvedas de crucería y también de cañón con casetones, los edificios rematados con cresterías y candelabros. En general las proporciones no son clásicas.

– El estilo Cisneros

Coindice con la regencia del cardenal a principios del siglo XVI, el estilo es un arte muy decorativo que mezcla elementos renacentistas con otros musulmanes propios del mudéjar.

– El clasicismo renacentista o purista

Aparece durante el segundo tercio del siglo XVI y con este estilo se introducen las estructuras clásicas del renacimiento italiano en cubiertas, plantas, la decoración es más escasa que en los estilos anteriores y aparece sólo en torno a los vanos y es de destacar la imposición de este clasicismo gracias a la publicación las medidas del romano. Esta corriente es en muchos casos simultánea al Plateresco

– El estilo escurialense o herreriano

Este estilo está muy influenciado por la pureza de formas y la sobriedad decorativa de las obras de Bramante y Miguel Ángel, las estructuras arquitectónicas son totalmente clásicas, hay una carencia absoluta de decoración , basándose de este modo la belleza en la solida monumentalidad, es por esto que este ideal conceptual y constructivo se relaciona con el austero paisaje castellano donde se asienta la obra y el ambiente espiritual para el que fue concebido y esa sobriedad llega a alcanzar en ocasiones un sentido abstracto.

ANÁLISIS FORMAL

Ejemplo de todo lo anterior es la Iglesia de San Andrés de Villanueva de los Infantes, ejemplo de arquitectura monumental del municipio. Construida entre los siglos XV y XVIII de estilo gótico tardío, se mezcla con el decadente plateresco y el naciente Renacimiento, su interior tiene un cierto aire catedralicio, con una sola nave sin capillas laterales.

Señalar como inicio de la construcción, la visita de los señores de la orden de Santiago en 1480. Una iglesia que se encuentra situada en el centro del casco histórico del pueblo bajo la advocación de San Andrés Apóstol. Está ubicada paralela a una más antigua que existía en el mismo lugar, esa primitiva iglesia al ser su fábrica de cal y canto hubo de ser hundida. Al ser tan largo el periodo de construcción convergen en ella los estilos del gótico, el plateresco y la forma renacentista, pasando por el eclecticismo barroco para finalizar en el naciente retorno del neoclásico.

No cabe duda de que comenzaron a trabajar en ella obreros especializados en el gótico que dejaron su marca en las piedras, ya que podemos encontrar sus firmas en numerosas piedras cuyos signos eran muy peculiares  y coincidentes con las runas (una escritura jeroglífica de veinticuatro signos) estos signos proceden de la sabiduría templaría.

Además de estos alarifes góticos, señalar que en esta Iglesia trabajaron grandes maestros alarifes como Alarcos, Luna llamado en el 1517 al monasterio de Uclés, trabajando en la catedral de Cuenca, los hermanos Mújica o Vandelvira que fueron grandes canteros.

El trazado de la misma, es de una sola nave característica, muy al uso de las iglesias de la Mancha a partir del último tercio del siglo XV, la torre iba incluida en la base geométrica para servir de apuntamiento. La iglesia es trazada como una capilla mayor poligonal que se abre sobre cinco arcos ojivales sujetos sobre pilares que avanzan hasta las ménsulas de sus arcos, todo ello de piedra de cantería con una gran limpieza de líneas. Así se puede ver en los baquetones de sus bóvedas que se tornan rectos y curvos. El crucero se hace ojivas edificado según el principio de edificación de empujes laterales. El maestro Luna llamado artifex bonus (arquitecto) era conocedor de este arte.

La Torre era para los maestros arquitectos un orgullo a la vez que un desafío a la ley de la gravedad y su propio ingenio llenándola de huecos y arquivoltas. La obra cumbre del maestro fueron las tres puertas, ayudado por su yerno Andrés de Vandelvira y hechas en varias etapas, proyectadas en estilo gótico y rematadas con una logia o galería con huecos renacentistas y arcos de medio punto que soportan las vigas del tejado.

La iglesia contaba con un retablo como elemento litúrgico. El referido a San Andrés era de un arco conopial con cuatro ábacos curvos terminado en una gableta, a ambos lados dos pináculos todo ello enmarcado por dos fascículos rematados por capiteles de grutescos, al lado derecho con un águila como símbolo de la resurrección de Cristo y en el lado izquierdo un pelicano luchando con una bicha que los envuelve una rama de hojas de acanto que sostienen el arco frontal de la bóveda.

Sobre el arco o atar de piedra se hace un hermoso retablo de madera con cinco cuerpos de altura sobre pedestales y columnas en forma de ochavo, con cuatro columnas salomónicas boleadas en su parte baja hojas de follaje y racimos de uvas y su parte superior estriada a la vez que rematada con capitel corintio.

El exterior con sus contrafuertes y capillas forma un conjunto airoso de estructura clara, descargando sus muros que carecen de casi todo tipo de ornamento, lo que la hace aún más austera.

Señalar también, que en esta obra, podemos encontrar los restos del ilustre Quevedo, situados en la capilla de los bustos.

Una villa cabecera del campo de Montiel, la cual sitúa Cervantes en su obra más ilustre, nombrándola en diversas ocasiones y describiendo sus rasgos fundamentales. Es por todo ello por lo que nos aventuramos a decir que Villanueva de los infantes es algo así como un oasis de piedra en medio de la Mancha.

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