Castillos de cuento: cómo un castillo de Alemania inspiró a Walt Disney en «La Bella Durmiente»

“Eres tú el príncipe azul que yo soñé…”

Corría el año 1959 cuando la factoría de Walt Disney estrenaba en cines La bella durmiente (“Sleeping Beauty”, su título original), la princesa que fue salvada por su “príncipe azul”.

Hagamos un inciso: ¿de dónde viene el origen del “príncipe azul”? Algunos historiadores sugieren que la expresión aparece por vez primera en el S. XIX en una leyenda rumana: El príncipe azul de la lágrima.

El color azul hacía referencia a su condición aristocrática, ya que la realeza no exponía su piel al sol durante largas jornadas, por lo que permanecía pálida (de hecho favorecían esta apariencia cubriéndose del sol o maquillándose con polvos claros para potenciar la blancura, algo que se convirtió en modelo de belleza que se mantuvo durante mucho tiempo), así que las venas tomaban un aspecto azulado bajo la piel, al contrario que las del pueblo llano, con su piel más tostada en que se veían de un tono más verdoso.

De hecho, hubo miembros de la realeza como la Reina Carlota de Inglaterra, que no era blanca, sino negra. Sin embargo, artistas de la época (s. XVIII) como Allan Ramsey se encargaron de suavizar su tono de piel y rasgos prominentes a la hora de retratarla, cuando no directamente figurarla como si fuera blanca, como hiciera el inglés Thomas Gainsborough. Los “filtros” engañosos de la época. En este post de 2023 hablábamos sobre la idealización de la nobleza ilustrada mediante el arte.

“Eres tú el príncipe azul que yo soñé…” Quizá hoy, en 2025, esta frase nos resulte un poco naíf, pero debemos remontarnos al contexto en que se desarrolló la película.

Han pasado casi setenta años y la tendencia en las tramas de Disney ha cambiado: por entonces estas películas solían ser protagonizadas por princesas que sufrían un maleficio impuesto por una malvada villana para ser finalmente salvadas por un noble caballero. En este caso y literalmente por su príncipe azul.

Con películas como Mulán (1998) este tipo de films transforman a la mujer protagonista en salvadoras de su propia historia. Tras ella, personajes como Mérida de Brave (2016) o, del mismo año, Moana se hacen cargo de ellas mismas y toman las riendas de su destino.

Aquellas primeras cintas eran preciosas y siempre quedarán como películas de culto en la animación, pero todas, las de antes y las de ahora, representan el tiempo en la que fueron construidas, como cualquier otra faceta del arte, a nivel social y cultural, además de ser tomadas como referencia en el comportamiento de las generaciones más jóvenes.

La trama de La Bella Durmiente sigue, claro, la misma estructura argumental: en este caso fue la malvada Maléfica la que se enfureció porque dos reyes se olvidaron de invitarla al cumpleaños de su hija. La villana, entonces, lanzó un terrible hechizo sobre la pequeña princesa Aurora, sumiéndola en un sueño profundo y eterno. Finalmente, sus tres hadas madrinas logran romper el maleficio mediante el beso de amor verdadero del príncipe azul.

Origen de la trama del clásico film de Disney

Durante el Renacimiento fue transmitiéndose un cuento de hadas de forma oral, La Bella Durmiente, de la que existieron varias versiones como como Sol, Luna y Talía, del italiano Giambattista Basile (Pentamerón, 1634), La bella del bosque durmiente, del francés Charles Perrault (Los cuentos de Mamá Oca, 1697), hasta cristalizar en un compendio de todos estos cuentos realizado por los Hermanos Grimm: Rosita de Espino o La Bella durmiente del bosque, publicado ya en 1812. Y es de esta versión de la que parte la película de Disney.

La tradición sobre este cuento se basa, a su vez, en historias y leyendas de origen europeo que se fueron transmitiendo de generación en generación hasta conformar algo más grande o complejo.

La primera historia que se asemeja a la de La Bella durmiente nos remonta a la Ilíada de Homero, concretamente a la leyenda de Briseis, una princesa troyana que fue capturada por los griegos durante la Guerra de Troya y que fue amante de Aquiles. El cautiverio de esta mujer hermosa nos recuerda al de Aurora en su castillo.

También existe en el ideario celta una corriente legendaria que habla de mujeres que caen en un sueño profundo por influencia de hechizos de hadas y seres sobrenaturales.

Sea como sea, todas estas historias fantásticas fueron dando forma poco a poco al argumento que el resto del mundo conoció mediante la película, que tuvo tal trascendencia que aún sigue vigente en nuestros días llegando a publicarse su spin-off sobre su villana, Maléfica, en 2014. Lana del Rey (Nueva York, 1985) ponía voz a su BSO en un tono muy misterioso y oscuro.

El Castillo de Neuschwanstein como inspiración para el de Aurora

Toda esta tradición literaria sirvió de base a Walt Disney para la construcción de la historia de la película. Así como sus personajes encarnan las aventuras y desventuras de la de los hermanos Grimm, hay un elemento que también toma de su versión real: el castillo. Recuerda concretamente al de Neuschwanstein, al sur de Baviera, en Alemania.

En el parque de atracciones de Disneyland de California, la reproducción de este castillo es una de las atracciones más populares. Está situado en una colina y posee un puente levadizo, un foso y torres coronadas con tejadillos azulados rematados con pináculos al estilo gótico, reproduciendo con fidelidad la estructura del original.

El original es el Castillo de Neuschwanstein y fue mandado a construir por el rey Luis II de Baviera en 1869. Su nombre original era Nuevo Castillo de Hohenschwangau en honor al castillo donde el rey pasó gran parte de su infancia. Se trata del edificio más visitado de Alemania y uno de sus destinos turísticos más populares, contando con ¡1,4 millones de visitas al año! El monarca falleció ahogado en un lago y no vio su proyecto terminado. El puente levadizo y los torreones fue una interpretación de Walt Disney de los planos originales.

Este rey es el artífice de una ruta compuesta por más castillos románticos de Alemania, no todos tan visitados como el que nos ocupa. El monarca se había ganado la fama de excéntrico llegando a ser conocido como “el rey loco”. Era un gran amante de las artes (muy aficionado a pintar paisajes sobre el entorno natural de su residencia) y la música, tanto que protegió al compositor alemán Richard Wagner (1813-1883).

Luis II de Baviera pasó su infancia y juventud, como decíamos, en el Castillo medieval Hohenschwangen, reconstruido por su padre Maximiliano II, y se encargó en su adultez de la construcción de otros nuevos como el rococó Linderhof, el Herremchiemsee, que bebería de influencias versallescas o el Neuschwanstein, fruto de su imaginación fantasiosa y tremendo egocentrismo.

Cuando este castillo fue construido, Alemania ya no vivía una época en la que fuera necesario protegerse de enemigos mediante fortalezas ni construcciones estratégicas para la defensa. Salió del ejercicio creativo del rey partiendo de su gusto por el Romanticismo, que tanto se apoyó en la cultura medieval.

Geográficamente, está situado sobre el desfiladero de Pöllat en los Alpes Bávaros y se alza junto al castillo de Hohenschwangau y los lagos Alpsee y Schwan, entre los bosques del macizo de Tegelberg. Un hermoso entorno que contribuye a la asociación con la leyenda y los cuentos de hadas.

El punto de acceso al Castillo es el de una puerta barbacana (estructura defensiva medieval), que fue la primera parte que se construyó. La edificación incluye dos patios, en uno de los que destaca la Casa de los Caballeros, que se une a la Torre cuadrada por una galería de arcos ciegos.  

Combina desde el eclecticismo varios estilos arquitectónicos y alberga una gran cantidad de piezas exóticas de artesanía en su interior. Ya que no se adhiere en el plano constructivo a la funcionalidad (más que las propias reglas arquitectónicas), todo es pura estética y búsqueda de efectos escenográficos vinculados al gusto por la teatralidad del rey.

Sus paredes están decoradas con referencias a leyendas y personajes medievales como la de Tristán e Isolda, caballeros, dioses nórdicos, poetas o pasajes de la vida de Fernando el Católico.

Una de las salas de la residencia de Luis II más señaladas es El Salón del Trono, decorada como un templo bizantino con mosaicos y lámparas votivas con incrustación de piedras preciosas.

La Sala de Cantores esta ilustrada con escenas de Parsifal, ópera de su apreciado Wagner.

Suntuosidad a pleno rendimiento con clara inspiración medieval. El “rey loco” supo rodearse de un mundo de fantasía en un paraje retirado de una gran belleza natural en Alemania.  Sus formas puntiagudas del gótico con sus cumbres azuladas dieron origen a uno de los iconos insignia de la factoría Disney, ilustrando incluso su logotipo.

El castillo de cada princesa presenta diferencias entre sí, pero todos conservan el estilo de estas construcciones románticas con elementos góticos, torreados, cumbres rematadas con pináculos y puentes levadizos. La pompa y el dramatismo de estos enclaves principescos se traducen en castillos que se sintetizan en los de Disney con unas características comunes y reconocibles: los castillos de verdaderos cuentos de hadas.

WEBGRAFÍA

Basado en hechos reales. La Bella durmiente: ¿realidad o mito?

Schloss Neuschwanstein. El Rey Luis II de Baviera.

National Geographic. La vida y las locuras de Luis II de Baviera a través de seis castillos (Asun Luján, 17 de febrero de 2022)

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La Reina Carlota y la idealización de la nobleza en la Europa del siglo XVIII (Laura Malena Vicente García, 20 de junio de 2023)


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