EL TURUÑUELO: REESCRIBIENDO LA HISTORIA DESDE EXTREMADURA

Un poquito de contexto. ¿Qué es Tarteso?

¿Quién no ha oído hablar alguna vez de Tartessos? Esa cultura misteriosa que poblaba el sur de la Península y de la que, hasta hace poco tiempo, no se sabía prácticamente nada. Vamos a intentar reconstituir un poco su historia antes de entrar en materia…

Desde época grecorromana hay menciones a esta cultura, dando la imagen de un lugar misterioso, repleto de  riquezas con un rey llamado Argantonio. Desde el siglo XIX numerosos han sido los arqueólogos que se han embarcado en la búsqueda de la mítica ciudad de Tartessos (o Tarsis como aparece mencionada en La Biblia) pensando en hallar un lugar como Troya: una gran ciudad amurallada que centralizaba todo. Uno de los arqueólogos más famosos que emprendió esta búsqueda fue el alemán Adolf Schulten, que siguió la teoría de que estaba en Doñana.

Adolf Schulten.

Esta teoría hoy está obsoleta, pues más que un único reino con una gran ciudad Tartessos es una cultura que abarca una amplia zona entre los valles del Guadalquivir y el Guadiana.

Volvamos a las fuentes. A partir del siglo VIII a.C., las fuentes griegas empiezan a mencionar las riquezas de Tartessos que, por cierto, era el nombre que los griegos daban a la zona. Herodoto, Estrabón o Pausanias también recogen historias sobre marineros griegos que comerciaban con los habitantes de Tartessos, incluso se menciona en unos de los trabajos de Hércules, cuando tiene que robar los bueyes de Gerión, señor de los bosques de Tartessos.

¿Cómo dar luz a esta amalgama de información tan inconexa? Pues gracias a los hallazgos arqueológicos que empezaron a producirse como, por ejemplo, el del llamado Bronce de Carriazo, donde se veía a la diosa fenicia Astarté pero realizado con técnicas de talleres locales, pues no seguía la técnica propiamente fenicia. Nace aquí el término orientalizante para denominar a los tartésicos. 

Bronce de Carriazo (625-575 a.C.)

Tras el contacto con los fenicios, la población local empezó a adquirir rasgos mediterráneos y a adoptar sus innovaciones. Además, se comenzó a tener conciencia de pertenecer a una comunidad, cosa que se refleja no solo en la arquitectura, sino que también empiezan a aparecer las diferencias sociales gracias a una nueva jerarquía. Esto se produce gracias a los matrimonios mixtos entre la población autóctona y quienes llegaban desde lugares lejanos, creándose una especie de élite que reflejó su estatus en los ajuares y en los enterramientos, que pasaron de ser colectivos a individuales, para diferenciarse, volviéndose cada vez más suntuosos.

Tesoro de Aliseda (siglo VI a.C.)

Tradicionalmente se ha visto en la crisis del siglo VI a.C. como el fin de Tartessos, pero hoy sabemos que no fue así del todo. Puede que esa crisis afectase a las poblaciones que vivían en el llamado triángulo tartessos, es decir, Huelva, Cadiz y Sevilla y que mirasen hacia el interior, hacia la zona del valle medio del Guadiana, en Extremadura, pues el descubrimiento de numerosos santuarios y otros hallazgos constantes muestran la continuidad de la presencia tartésica solo que alejada del centro neurálgico.

Cancho Roano, el Tesoro de Aliseda o El Turuñuelo son maravillosos ejemplos de la presencia de estas gentes en la zona extremeña. Y será este último yacimiento el que está reescribiendo la Historia: desde Extremadura para el mundo.

Cancho Roano, Zalamea de la Serena (Badajoz)

Casas del Turuñuelo o como reescribir la Historia

Ya desde los años 80 se tenía conocimiento de la zona, pero no será hasta 2013, con las primeras prospecciones y limpiezas de perfiles, cuando empezó a estudiarse a fondo. 

Se trata de un edificio bajo túmulo, como los demás hallados en Extremadura. Una especie de santuario realizado en adobe sobre zócalos de piedra y que estaría enlucido y pintado en blanco, rojo y gris azulado.

Ya desde le principio se vio el potencial del yacimiento, pues conserva sus dos plantas, unidas por una escalera e incluso conserva las improntas de las vigas y cañas en el barro de lo que sería la techumbre,que es lo primero que desaparece en este tipo de construcciones.

Pero El Turuñuelo tiene una particularidad. A pesar de compartir el hecho de ser abandonado (como el resto de santuarios) el mundo en que se hizo logró que se conservase a la perfección. Se piensa que, antes de ser enterrado de forma ritual, se incendió de forma predeterminada tras un gran banquete y un sacrificio animal.

En 2017 aprecio la escalera monumental. Si este hallazgo ya era de por sí espectacular, pues es casi algo único, lo que hallaron en el patio ese mismo año dejó a los arqueólogos completamente desubicados. Me refiero a la gran hecatombe, un sacrificio de tipo ritual con 50 animales, la mayoría équidos, todos colocados de forma ordenada. Junto a ellos, se hallaron restos de vasijas, platos, semillas e incluso una parrilla y un caldero de bronce. 

Pero si por algo los nombres de El Turuñuelo y Guareña, el pueblecito al que pertenece el yacimiento, han dado la vuelta al mundo es por uno de los tesoros más recientemente de bigotes: los rostros del Turuñuelo.

En cualquier otro yacimiento, el hallazgo de imágenes no suele ser algo tan excepcional. Lo que ocurre con Tartessos es que siempre se había creído que era cultura anicónica, es decir, que no tenía imágenes. Ahora enteréis el porqué de tanto revuelo.

Estos cinco rostros volvieron a ver la luz en la primavera del 2023. Con ojos rasgados y una sutil sonrisa que recuerdan a las koré griegas, estos rostros sonreían a su descubridores como dándoles las gracias por devolverlos a la vida.

Las dos piezas mejor conservadas (y más espectaculares, también hay que decirlo) son dos cabezas femeninas a las que los arqueólogos llaman Señoras. A ellas se suma la cabeza de un guerrero y otros dos fragmentos que pertenecen a otros dos rostros, que podrían también ser femeninos.

Los arqueólogos piensan que estos rostros forman parte de un conjunto mayor que esperan encontrar y sobre el que tienen dos teorías: que fuese un friso de alto relieve, pues los rostros son lisos por detrás y sin trabajar; o que se trate de bustos exentos.

Pero vamos a lo que nos interesa, conocer un poquito más a estos personajes del pasado…

El rostro del joven guerrero solo conserva la parte derecha donde se distingue una especie de trenza y lo que podría ser un casco, de ahí que se le llame guerrero. Esta pieza es un poco mayor que la de las Señoras, por lo que se ha piensa en que sería la figura principal si se sigue la ley de la jerarquía predominante en la escultura antigua donde el personaje principal se representa de un tamaño mayor al resto, como se puede ver en las representaciones de los faraones egipcios, por ejemplo.

Las Señoras muestran el arranque de lo que podría ser una diadema y unos pendientes tipo arracadas que, por suerte, tiene paralelos arqueológicos. Este tipo de pendientes, también conocidos como amorcillados por su forma, se han hallado en el yacimiento de Cancho Roano, a unos 60 km de El Turuñuelo.

¿Quiénes son? ¿Acaso son divinidades que nos ayuden a conocer como era la espiritualidad de esta cultura? ¿O son representaciones de personajes destacados de su comunidad?

Quedamos a la espera de lo que las próximas campañas sacarán a la luz…

Y ahora, tras analizar todo esto, vuelvo a preguntar ¿qué es Tartessos? Pues una época, un territorio y una cultura con características determinadas y rica en metales cuyo núcleo estaba entre Cádiz, Sevilla y Huelva, que migraron hacia el valle medio del Guadiana y cuya cronología pudo abarcar desde el siglo IX al V a.C.

O eso es lo que podemos concluir ahora.

Ya sabéis que la Historia está viva y se está reescribiendo continuamente.

BIBLIOGRAFÍA Y WEBGRAFÍA

  • El rostro de Tarteso. Revista National Geographic, número de diciembre 2024.
  • Vida y muerte de los équidos de Casas del Turuñuelo. Cómo reconstruir la historia de la hecatombe; Pilar Iborra, Silvia Albizurri. Revista El Carro. Número 6. Enero de 2021.
  • Tartessos y El Turuñuelo: del mito a la realidad; Juan Ángel Ruiz Rodríguez. Revista El Carro. Número 6. Enero de 2021.
  • Los rostros de Tartessos. Avance de los descubrimientos de Casas del Turuñuelo; Jesús M. de la Cruz. Voces de Bronce y Hierro, 2022.
  • Las estancias de los dioses: la habitación 100 del yacimiento de Casas del Turuñuelo (Guareña, Badajoz); Esther Rodríguez González, Sebastián Celestino Pérez (2017)
  • EL PERIODICO EXTREMADURA https://www.elperiodicoextremadura.com
  • JUNTA DE EXTREMADURA https://www.juntaex.es
  • LA CRÓNICA DE BADAJOZ https://www.lacronicadebadajoz.com




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