La República de Honoré Daumier

Ficha técnica

Título: La República (La République)
Autor: Honoré Daumier
Cronología: 1848
Estilo: Realismo
Materiales: Óleo sobre lienzo
Ubicación: Museo d’Orsay
Dimensiones: 73 x 60 cm
Escrito por: CuDiosa

COMENTARIO HISTÓRICO ARTÍSTICO DE LA REPÚBLICA DE HONORÉ DAUMIER

Eugène Delacroix es un señor verdaderamente famoso. Tanto como lo es su ‘Libertad guiando al pueblo‘. ¿Quién no ha visto esos pechos al aire, esa bandera ondeante, ese pueblo enfurecido? Pero la revolución es capaz de abarcar más, mucho, infinito.

Delacroix representa la victoria sostenida de La Ilustración con la caída del rey Carlos X en 1830; Honoré Daumier, con su ‘República’, la imagen de una nueva rebelión popular tras los fallidos e insuficientes intentos liberales de Luis Felipe de Orleans. La Revolución de 1848 provocada por años de hambre y frustración populacha que desencadenó en la Segunda República gabacha (perdón, Francesa).

Ese nuevo Gobierno, dirigido por unos mandatarios con ganas de proclamar sus ideales y libertades, acude al arte. En el fondo, siguen siendo unos románticos y reclaman el poder de la imagen como lo han hecho sus antecesores por los siglos de los siglos (amén).

Con esa premisa, convocan un concurso con el objetivo de conseguir la mejor obra que sirva como propaganda del nuevo sistema. Hay que reconocerles que, a pesar de lo tradicional de la iniciativa, mueren de éxito: 700 artistas quieren prestar su obra a tal propósito y Daumier logra un encomiable décimo puesto.

Por entonces, el pintor era bien conocido en su país por su faceta de caricaturista político publicando, incluso, asiduamente en el diario Charivari. Así que, se puede decir que le iba bien porque, todo hay que decirlo, tenía don para el dibujo pero, también, bastante gracia.

Caricatura de Luis-Napoleón por Honoré Daumier, 1848. ResearchGate

No obstante, parece que los aires revolucionarios y la motivación del concurso hicieron que cambiara lápiz por pincel y empezara a dedicarse de lleno a la pintura. De hecho, el propio Delacroix, junto a Corot, Millet, Rousseau o Fragonard, le sirvieron de inspiración colorista. Incluso empezó a flirtear con la escultura con grandes resultados, lo que le convierte en un verdadero artista todoterreno para lo que hay que ser bastante virtuoso, por otra parte.

Toda una extensa producción artística que representan ese realismo cruel que termina explicando más allá de la pura realidad en la que se basa. Obviamente, bebe de la mordacidad y el sarcasmo, lo que le convierte en afamado por la crítica y uno de los artistas franceses más importantes de la Historia del Arte adelantándose a ese uso social y de actualidad que tanto se estila en muestro mundo actual lleno de memes.

‘María Magdalena’ (óleo sobre tela, 41 x 33 cm, colección privada).

ANÁLISIS FORMAL E ICONOGRÁFICO

Hay que ser honestos con la historia y, según relata, lo primero que vieron los jueces en esta obra fue una «gruesa mujer acribillada de niños«.

‘La República’, Honoré Daumier (1848, óleo sobre lienzo, 73 x 60 cm). Museo d’Orsay

Y es verdad que la escena, según el propio Museo d’Orsay inspirada en la obra de ‘La Caridad’ de Andrea Del Sarto, está un tanto repleta de cuerpos voluminosos de estilo «miguelgalesco». Están recios, fuertes y contundentes; como recién salidos de una clase de crossfit, vamos. «Petados» como viene diciéndose ahora.

La figura femenina aguanta sin ningún esfuerzo la bandera francesa pero, y al contrario de la protagonista de Delacroix, sin tantos aspavientos. Más bien en un ejercicio de recogimiento. En la cabeza luce el gorro frigio, un antiguo símbolo de libertad que hay que mantener, de ser necesario, con las armas. Y vaya que sí… porque la doña tiene pinta de ir sobrada de fuerza bruta.

Más allá de su mazadismo, esta soberana mujer captó la atención del nuevo Gobierno por ser imagen y semejanza del ideal de República fuerte e instructora; esa que da de comer al pueblo y a sus hijos. Para ello, es necesario que sea fértil para reproducirse como mandan los cánones y poder llegar, cada vez, a más y más gente.

Fíjate, además, en el niño que lee a sus pies con la postura del pensador. Porque ¡qué de importante es la razón y el poder del conocimiento para seguir avanzando! y qué bonito tener en cuenta la importancia de los libros y cultivar la mente antes de escupir las opiniones.

Honoré Daumier, ‘El levantamiento’, 1848. Wikimedia Commons

En lo que se refiere al estilo artístico de Daumier, hay que decir que se caracteriza por su habilidad para capturar la esencia de los protagonistas con una precisión y una sensibilidad excepcionales. Lo hace, además, desde un plano comedido a través de una técnica caracterizada por una pincelada suelta y expresiva.

Frecuentemente, su paleta suele ser terrosa, gris y al servicio de un estilo puramente impresionista en el que, sin embargo, las líneas toman protagonismo, seguramente, debido a su alma de dibujante carboncillo en mano que, de cierta manera lo convierten en expresionista al mismo tiempo.

CURIOSIDADES

La mayor curiosidad es que, aunque no lo he mencionado hasta este momento, esta obra no es más que un boceto. Y, lo más importante, nunca llegó a convertirse en un cuadro como tal.

Su décimo puesto en el concurso, le abría las puertas de la siguiente fase pero, por alguna razón que aún hoy se desconoce, Daumier prefirió dejarlo estar y no convertir su esbozo en realidad.

Puede que su costumbre al pequeño formato le hiciera parecer pretensioso en registros más grandes, puede que su voluntad de denuncia no quisiera lograr la magnitud del Museo. De hecho, la mayoría de sus cuadros destacan porque parecen inacabados, esbozados. Sin llegar a terminar del todo. Y puede tener sentido porque la lucha nunca descansa.




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