COMENTARIO HISTÓRICO ARTÍSTICO DE AQUELARRE DE LEONARDO ALENZA Y NIETO
Leonardo Alenza y Nieto tras los pasos de Goya
Bienvenidas, bienvenidos y bienvenides, un mes más a la entrada que realizo en La Cámara Del Arte. En esta ocasión, me desvío del tema que suelo tratar, que son las alegorías, para hablar de una obra, a mí parecer bastante especial.
Madrid tiene algo muy singular, y es que siempre te da la oportunidad de descubrir cosas nuevas. La gran cantidad de museos es un incentivo para ampliar conocimientos, y yo que soy una barroca empedernida, he podido ir descubriendo poco a poco el costumbrismo madrileño más allá de Goya.
En esta ocasión me he decantado por “Aquelarre” de Leonardo Alenza y Nieto, que, junto a Eugenio Lucas, es uno de los artistas más representativos de ese costumbrismo madrileño de influencia goyesca. La obra se expone en el Museo Cerralbo, una parada indispensable que debes hacer si vienes a la capital.
Contexto histórico
Antes de pasar a hablar de la obra, es necesario que nos situemos históricamente para poder comprender esta en su plenitud. El siglo XIX constituye una de las épocas social y políticamente más agitadas de la historia de España, con profundos cambios en todos los órdenes.
En el plano político, los sectores tradicionalistas y más conservadores se oponían a los sectores más liberales y reformistas, dando lugar a diversos enfrentamientos durante todo el siglo. En un principio los liberales, herederos de los ilustrados reformistas, dominan el panorama político de comienzos del XIX y pretenden dirigir el país hacia nuevos rumbos; así, por ejemplo, inauguran el constitucionalismo español en las Cortes de Cádiz (1812).
Sin embargo, al subir al trono Fernando VII (1814), se imponen los absolutistas. En 1820, se produce un nuevo triunfo liberal que acaba violentamente en 1823 con la persecución y el exilio de los liberales que no regresarán hasta la muerte del rey.
Toda esta situación tendrá repercusión en toda forma de expresión artística, el Romanticismo se caracterizará por la lucha social y la reivindicación del individuo, rompiendo con los esquemas del Neoclasicismo. La Guerra de Independencia dejará una cicatriz visible en la sociedad española, y con ello traigo de vuelta a Goya, que se convertirá en el referente para toda una generación de artistas y aquí entra Alenza y Nieto.
El pintor
Si hay algo que marca a un artista más allá de su contexto social, es la manera en la que se forma, en este caso, como pintor. Leonardo Alenza y Nieto estudió en la Academia de San Fernando. Allí tendrá contacto con pintores y escultores de renombre, donde cabe destacar a José de Madrazo y Agudo.
Madrid, su ciudad, será escenario de inspiración. Alenza y Nieto nace en la Cava Baja, y más adelante se mudará a la calle de los Estudios, algo que le permite estar en constante contacto con la vida de la ciudad. Sus primeros encargos serán los que marquen su devenir, ya que nacen desde el mismo Ayuntamiento y la Corona.
Si la vida de la ciudad la inspira, sin duda, uno de sus mayores referentes será Francisco de Goya y Lucientes. Los majos y las majas serán protagonistas en diversas ocasiones, y a la par que su modelo a seguir, tendrá luces y sombras dentro de sus obras. Y en esta ocasión hablaremos de una de las obras que estará dentro de la oscuridad de su ser.
La obra
Antes de pasar a comentar la obra, sí, ya sé qué estáis pensando: la influencia de Goya es clara y concisa. No quiero hacer una comparativa de los cuadros de ambos pintores, pero sí que os dejo una imagen para que podáis disfrutar de ambas representaciones. Además, también es interesante añadir “Vuelo de Brujas” a este juego visual, por la complicidad temática.
Aunque la oscuridad en los cuadros de Goya es protagonista, en su caso, el color juega un papel importante, por otro lado, Alenza y Nieto opta por una imagen donde el único destello de pigmento vivo, reside en la túnica roja y las tiras de cuerda que sobran en las castañuelas. Las pinceladas, a su vez, son rápidas y sueltas.
Ello proporciona un ambiente más intenso para la trama que comentaremos a continuación. Bien es cierto que la conservación de la obra no tiene parangón con las que se exhiben en el Museo Nacional del Prado, también es cierto que no están hechas sobre el mismo material, en este caso el cobre.
En cuanto a la temática, nos encontramos ante un cuadro que presenta una escena costumbrista que en la época causó furor: la representación de la magia. Se plasma un aquelarre, es decir, una reunión nocturna de brujos y brujas que practican las artes oscuras, invocando al demonio.
Aparecen tres brujas con instrumentos musicales populares: la pandereta, la zambomba, y las castañuelas. Les acompañan varios brujos, uno de ellos armado con una escoba, estos seres revolotean en torno a un hombre tumbado en el ángulo inferior derecho, al que atormentan.
Personalmente, me gusta mucho la expresión con la que dota al cuadro, es esa sensación de terror, de agobio incluso. Es una característica que recoge dentro de sus obras más tenebristas y el motivo real por el que me empezó a interesar como pintor. Próximamente volveré a traer a Alenza y Nieto a La Cámara del Arte para seguir disfrutando de sus creaciones, dicho queda.
Webgrafía y enlaces de interés
https://es.wikipedia.org/wiki/Leonardo_Alenza