COMENTARIO HISTÓRICO ARTÍSTICO DE BASÍLICA DE LA SANTA CRUZ
CONTEXTO HISTÓRICO ARTÍSTICO
«Había llegado a ese punto de emoción en el que se encuentran las sensaciones celestes dadas por las Bellas Artes y los sentimientos apasionados. Saliendo de Santa Croce, me latía el corazón, la vida estaba agotada en mí, andaba con miedo a caerme»
Henri-Marie Beyle. Italia, 1817.
El autor sintió una fuerte conmoción al salir de la basílica de la Santa Cruz de Florencia. Y así lo dejó escrito en su libro Nápoles y Florencia: un viaje de Milán a Reggio. Desde entonces, el conocido como ‘síndrome Stendhal‘ sirve para poner nombre a ese vértigo inabarcable que la acumulación de arte produce en las almas sensibles tras la contemplación de tan sublime belleza. Y razón no le faltaba. Aunque para ser honesta, imagino que el bueno de Henri-Marie anduvo con tremendo colocón de «stendhalazo en stendhalazo» sabiendo de la gloria monumental y artística de la ciudad florentina.
Santa Croce es la basílica franciscana más grande del mundo y da nombre a la misma plaza en la que se encuentra. Ahora, es puro centro neurálgico de Florencia pero cuando comenzó a construirse, en 1220, estaba en aquél lugar donde Cristo perdió la chancla. De hecho, era terreno pantanoso y, por tanto, no muy propio para albergar semejante construcción. Pero mira, aun así, tiraron para adelante (teniendo en cuenta que esa iglesia inicial no tenía la majestuosidad de la actual) con todas las consecuencias.

En esos principios del siglo XIII, empezó siendo un modesto oratorio dedicado a la Santa Cruz en este lodazal pobre de Florencia. Poco a poco, la cosa se empezó a venirse arriba y, tras el regalo de la astilla de la Vera Cruz por parte del rey Luis IX y la donación por parte del (maravilloso) Cimabue de su afamado Crucifijo; pues la iglesita empezó a tomar cuerpo de iglesota.
Los andamios de la considerada nueva Basílica de Santa Croce se colocaron en 1294 y se quitaron casi a finales del siglo siguiente. Sigue sin tenerse certeza absoluta sobre su arquitecto pero lo más comentado es que fuera obra del, también, escultor Arnolfo di Cambio, responsable del proyecto inicial de la todo poderosa vecina Santa María di Fiore, catedral florentina.
A pesar de que la basílica estaba dedicada a la ‘santa pobreza’ desde su concepción, los grandes proyectos artísticos comienzan gracias al interés de quienes manejan el cotarro y, por tanto, de los que tienen buenos “lereles” que gastar. En este caso, la gesta fue impulsada por dos familias locales: los Bardi y los Peruzzi. Y, por supuesto, su gesto no era en vano ya que lo que buscaban era tener el control de la nueva iglesia gastándose los “pichurros” en construir costosas capillas litúrgicas cerca del altar mayor. Forma de dejar claro que tenían el poder entonces y para siempre, convirtiéndolo en eterno.
Ya a mediados del siglo XVI, uno de los más grandiosos mecenas de la Historia del Arte, Cosimo de Médici, confió en uno de los más grandiosos arquitectos de la Historia del Arte, Giorgio Vasari, para que hiciera renacer la basílica. Básicamente, el que ha pasado a la historia, mayormente, por su libro ‘Las vidas de los más excelentes arquitectos, pintores y escultores italianos’, dispuso blanquear algunas paredes, ampliar la nave y quitar el biombo. Ese gran artilugio medieval que servía para separar gentes de distinta condición.

De hecho, al margen del mérito de los primeros franciscanos como promotores, fue durante este siglo cuando la iglesia se convirtió en lo que es gracias a una sobresaliente subida de followers que terminó convirtiéndola en uno de los más importantes y famosos panteones en todo el mundo albergando las tumbas de las figuras florentinas y toscanas más importantes.
Hay que tener en cuenta que Santa Croce ha hecho frente a adversidades como el derrumbe del campanario, el saqueo durante la época napoleónica y, sobre todo, los grandes daños causados por la inundación de noviembre de 1966, que puso de rodillas a toda la ciudad. Sin embargo, gracias a un profundo trabajo de restauración y recuperación, la iglesia volvió a su antiguo esplendor.
ANÁLISIS FORMAL E ICONOGRÁFICO
El dogma describe a Santa Croce se describe como gótica, que es un estilo caracterizado por la luz, la altura y la ornamentación. Curiosamente, la palabra “gótico” sólo fue inventada por los italianos durante el Renacimiento. Entonces, tenía un significado despectivo asociado con los invasores góticos. Los italianos pensaban que el estilo gótico pertenecía al norte de Europa y no era lo suficientemente italiano.
Sea como sea, digamos que por fechas pertenece al Gótico itálico o trecentista, surgido en el siglo XIII en Italia, y caracterizado por la aproximación realizada a la representación de la profundidad. Hablando de escuelas, destacan dos: la propia florentina y la sienesa.
Pero como sucede a lo largo de la Historia del Arte (amén), su construcción no terminó hasta siglos más tarde y eso la convierte en una malgama de estilos superpuestos los unos sobre los otros. Es por eso que, también, se la sitúa en el Renacimiento y, por tanto, bajó el afán de recuperar los modelos clásicos, aplicando ciertas bases científicas ligadas a la perspectiva, matemáticas, etc.

Producto de ello es una estructura del edificio basada en proporciones matemáticas, que buscaban la perfección de las formas, a la vez que se potenció la luminosidad y la diafanidad de los espacios.
Cabe destacar esa primera impresión, esa carta de presentación frente a la que Stendhal se derrumbó. Una fachada que, por supuesto, es posterior y que sigue las formas de la arquitectura neogótica a partir de un diseño de Niccolò Matas y construida entre los años 1857 y 1863.
En su interior, nos adentramos en un templo con planta en forma de cruz egipcia, a modo de T, dispuesta en tres naves separadas por pilares coronados por capiteles que evolucionan el orden corintio.
CURIOSIDADES
Además de por su belleza, esa capaz de marearte y dejarte sin sentido, si por algo es conocida Santa Croce es por las tumbas ilustres que alberga. Tanto es así que se la conoce como el “Templo de las Glorias Italianas”. En total, hay más de 300 tumbas en honor a artistas de la época renacentista. Algunas son tan antiguas que no se permite caminar sobre ellas. No vaya a ser que vayas a hacer parar tus huesos con los que llevan reposando siglos allí. Visto lo visto, paso a señalar las más famosas, que no importantes, no vayamos a herir sensibilidades fanáticas.
Aquí yace el mismísimo Miguel Ángel y parece que por deseo propio. Modelo de Vasari, el diseño pretende emular la alegoría de la escultura, arquitectura y pintura, tres cosas en las que el homenajeado fue maestro. Los frescos están en la parte superior, con un busto del hombre, y debajo hay tres mujeres llorando que representan sus disciplinas artísticas.

En el caso de Galileo Galilei, no fue su deseo el que le llevó a morar en Santa Croce. Si no, más bien, el de otros que querían otorgarle el homenaje que merecía tras su injusta y dolorosa sentencia de «sospechosísimo de herejía». Como tiene miga, te dejo el siguiente enlace para que puedas conocerla en profundidad. En el caso de Lorenzo Ghiberti, a pesar de la majestuosidad que él mismo empleó en sus famosas Puertas del Paraíso, su tumba es simple y sencilla en la que sólo destaca el emblema de un águila. No la busques en la vertical, es una de esas que pasan desapercibidas en el suelo.

En Santa Croce también hay descanso eterno para Maquiavelo, el padre de la teoría política y escritor de ‘El Príncipe‘, un manual que expone la mecánica cínica del arte de gobernar. Y, pasando, por todas las artes, destaquemos la presencia de Rossini que, apodado como el Mozart italiano, fue un compositor destacado del período clásico del siglo XIX. Obertura de Guillermo Tell o la ópera El barbero de Sevilla son de sus piezas más famosas. Aunque Rossini murió en París y fue enterrado en el cementerio Pere Lachaise, el sentir artístico italiano reclamó su presencia junto a su elenco de estrellas nacionales en la basílica.
Para terminar, cerremos con la figura que preside la entrada principal a la iglesia desde la propia plaza. Dante Alighieri es uno de los reclamos de Santa Croce y figura principal en el imaginario de la construcción. Aunque hay truco.

El poeta vivió sus primeros 37 años de vida en Florencia antes de ser exiliado por sus actividades políticas. Sin embargo, como pasara con Galileo y Rossini, la ciudad reclama su legado político y, por eso, existe una tumba en honor al autor de La Divina Comedia en Santa Croce, aunque… el sarcófago está vacío. Puede que acorde con uno de los mensajes principales de su obra maestra en el que reza que todos nuestros actos deben trascender lo meramente humano, lo meramente sensorial, Dante esté presente (sin estar) frente a los miles de visitantes que recibe cada día.