COMENTARIO HISTÓRICO ARTÍSTICO DE BRANCUSI, EL PICASSO RUMANO
Constantin Brancusi nació en la pequeña población de Hobita, en Rumanía, en 1876. Desde los 13 años se dedicó al pastoreo como el cometido más elevado al que podía aspirar un chico de su edad en donde le había tocado nacer. Pero a diferencia de otros chavales, la inquietud le llevó a aprender por sí mismo a leer y a desarrollar su arte con esculturas tradicionales de madera.

Por poner un ejemplo de este tipo del arte rumano en la madera tenemos la iglesia de Maramures. Este templo ortodoxo de la Transilvania septentrional, declarado Patrimonio Mundial de la UNESCO, nos muestra varios elementos decorativos que podremos vislumbrar en el desarrollo de la obra artística de Brancusi.
Esto provocó que un amigo de la familia, apoderado, viera futuro en él y decidiera pagarle sus estudios en la Escuela de Arte y Oficios de Craiova, la capital de su distrito. Constantin no desaprovechó la oportunidad y continuó con su formación en la Escuela Nacional de Bellas Artes de Bucarest, la capital rumana. Allí, en 1903, ya se enfrentó a su primer encargo a la hora de ejecutar el busto del general rumano Carol Davila.

Como bien sabía, si quería desarrollar y vivir de su arte tenía que marchar donde todos los artistas del momento iban. En 1904 se trasladó a París para aprender de los mejores. De hecho, entró a formar parte del taller de Auguste Rodin, el reconocido como padre de la escultura moderna. Sólo estuvo unos cuantos meses, ya que según Constantin “nada crece a la sombra de un gran árbol”. Pero este tiempo al lado del maestro le dará grandes ideas al artista rumano.
Uno de los mecanismos que desechó de Rodin es el usar a todo un equipo de ayudantes para fundir o tallar sus obras, Brancusi siempre prefirió que nadie interfiriera en sus tallas y realizarlas con sus propias manos. Así lo podemos ver en una de sus primeras y más famosas obras, el Beso.
Hay varias versiones, la primera de ella entre 1907-1908 fue realizada en yeso, hay otra versión de 1916 hecha en piedra caliza. En ambas, parte de una misma pieza para mostrar a un hombre y una mujer fusionados por un beso y un abrazo. Aquí ya marca una gran distancia con Rodin a la hora de no representar el cuerpo entero, sino fragmentos de ellos, además muestra su conocimiento de las máscaras africanas que se expusieron en numerosas muestras en París para unir arte clásico con arte prehistórico, como también empezaba a hacer Pablo Picasso.

En 1910 realiza La Musa Dormida. Como hemos titulado en el artículo, aquí podemos ver el Brancusi más picassiano y gran parte de la esencia de su arte. Representa la cabeza de una chica, a través de la búsqueda de la abstracción en los rasgos, la geometrización de las formas, pero sin desnaturalizar por completo, sin renunciar a los figurativo, a lo orgánico. Partiendo del huevo como un elemento germinal, del origen del mundo, de las formas. El magnífico y respetuoso trato del material, en este caso bronce, que lo trabaja como si la madera de su lugar de origen se tratase habla de un artista con una sensibilidad extraordinaria.

En su casa, en el Salón Oficial de Bucarest recibió el primer premio de escultura en 1912, además de presentar sus obras en el Salón de los Independientes de París, lo que era una muestra de su integración total en la capital francesa. Un año más tarde, en 1913, dio el salto a Estados Unidos para presentar en Chicago, Nuevo York y Boston una de sus obras más emblemáticas, Señorita Pogany.
Uno de los momentos de mayor madurez artística y de cercanía a la abstracción de Brancusi llegó con su obra Pájaro en el espacio, donde renuncia a la figuración del animal, sino que directamente pretende representar el movimiento del ave en el aire. Todo generado por una forma ovalada, retomando esa idea del huevo, para a través del bronce pulido mostrar el vuelo del pájaro.

El momento más álgido de su carrera llegó en 1938 cuando presenta el conjunto escultórico Targu Jiu. Un monumento dedicado a los jóvenes fallecidos durante la Primera Guerra Mundial y que se compone de tres partes ubicadas en línea recta:
La Mesa del Silencio
Representa el momento de espera previo a la guerra, ubicando una mesa en tiza en la que todos estarían sentados sobre sillas, que representan ese tiempo de espera, en forma de relojes de arena. El silencio previo a la tempestad.
La Puerta del Beso
A modo de arco del triunfo, genera esta estructura con piedra porosa extraída de las canteras de alrededor de esta población. En cada lado de las columnas sitúa de forma muy abstraída su famoso beso. La obra con la que empezó su trayectoria artística coronando una de sus obras cumbre. Símbolo de la vida frente a la muerte en un monumento dedicado a los que ya no están.
La Columna del Infinito
Para finalizar el conjunto nos encontramos con esta columna estilizada inspirada en los pilares funerarios típicos del sur de Rumanía y que conmemora la memoria de todos los jóvenes rumanos fallecidos en la contienda. El gobierno comunista rumano declaró el arte de Brancusi como obras burguesas y planeó su destrucción, pero afortunadamente, nunca se llevó a cabo. Todo el conjunto fue restaurado en 2004, recuperando su esplendor tras varias décadas de abandono.



El legado de Brancusi fue de tal influencia que podemos llegar a ver elementos suyos en obras como las de Joan Miró. Consiguió desvirtuarse del realismo de la escultura del XIX, sin abandonar totalmente la figuración. Se relacionó con los más grandes del momento como Rodin, Modigliani, Duchamp, Picasso o Apollinaire. Finalmente, falleció en 1957 en París, la ciudad que le vio llegar a la cima del arte moderno, siendo enterrado en el cementerio de Montparnasse. El pastor rumano que revolucionó la escultura moderna.
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