La faceta coleccionista de Madonna

Madonna: De icono pop a mecenas del arte

Madonna es una figura fundamental en la historia de la música pop, que ha reinventado constantemente lo que significa ser una artista completa. Reconocida mundialmente por sus espectáculos en vivo, donde el baile, la escenografía y los efectos visuales se entrelazan en una propuesta escénica única, también ha sabido llevar esa misma creatividad a sus videoclips, convertidos ya en piezas icónicas de la cultura visual contemporánea.

Lo que muchos desconocen es que detrás de esa imagen transgresora y camaleónica, se esconde también una apasionada coleccionista de arte. Madonna ha cultivado una profunda admiración por el arte contemporáneo, el surrealismo y, especialmente, por las mujeres artistas del siglo XX. Su colección privada, cuyo valor estimado supera los 100 millones de dólares, es un reflejo de su sensibilidad estética y su compromiso con el arte más allá del espectáculo.

Madonna posando junto con uno de los cuadros de su colección: Autorretrato con mono. Frida Kahlo, 1938

Su vínculo con el arte comenzó al poco tiempo de mudarse a Nueva York en 1978. Durante sus primeros años en la ciudad, visitaba con frecuencia museos y galerías, dejándose cautivar por un mundo que terminaría marcando su mirada artística. A principios de los años 80, empezó a formar su colección, que hoy cuenta con más de 300 obras de artistas como Fernand Léger, Frida Kahlo, Yayoi Kusama, Cindy Sherman, Tamara de Lempicka, Jenny Holzer, Damien Hirst, Salvador Dalí, Pablo Picasso, Remedios Varo, Leonora Carrington y Man Ray, entre muchos otros.

Nana de Herrera. Tamara de Lempicka, 1929
Les Deux Bicyclettes. Fernand Léger, 1944
Buste de femme à la frange. Pablo Picasso, 1938

La fascinación de Madonna por el arte no se limita a su colección privada. Su obra audiovisual queda impregnada de referencias cuidadosamente seleccionadas que dialogan con la historia del arte. Muchos de sus videoclips funcionan como lienzos en movimiento, cargados de guiños a corrientes estéticas, artistas y piezas concretas que reflejan su conocimiento y sensibilidad artística.

Fotograma del videoclip de Vogue. A la derecha el lienzo de La muscienne (1930), de Tamara de Lempicka

En el presente artículo pondremos el foco en el videoclip de Bedtime Story, lanzado en 1995. Considerado en su momento como uno de los más costosos de la historia, ascendiendo a un presupuesto estimado de cinco millones de dólares, este video es una auténtica obra audiovisual que rinde homenaje al surrealismo, especialmente al trabajo de mujeres artistas dentro de ese movimiento.

Fotograma del videoclip de Bedtime Story

La canción, cuya letra fue escrita por la artista islandesa Björk, ya planteaba un terreno idóneo para lo onírico y lo subconsciente. Frases como “las palabras son inútiles” y “vamos a quedar inconscientes, cariño” dialogan directamente con el espíritu surrealista que busca trascender lo racional y lo verbal.

Fotograma del videoclip de Bedtime Story

Dos años antes de su estreno, Madonna se reunió con el director Mark Romanek. En aquel encuentro, la artista le mostró una pintura surrealista que le había impactado profundamente. Aunque no se ha identificado con certeza la obra, Romanek la describió como “muy surreal, oscura, de tonos ámbar, algo perturbadora”. Esa imagen se convirtió en la chispa creativa del proyecto. Cuando más tarde Madonna le enseñó el track de Bedtime Story, ambos supieron que era la canción perfecta para trasladar esa estética surrealista al formato audiovisual.

Fotograma del videoclip de Bedtime Story

Madonna y Romanek decidieron alejarse de los nombres más reconocidos del surrealismo como Dalí o Man Ray, buscando en cambio la influencia de mujeres artistas del movimiento. Así, el video toma como principal inspiración las obras de artistas como Remedios Varo, Leonora Carrington, Frida Kahlo, Leonor Fini y Meret Oppenheim, entre otros.

El resultado fue un videoclip lleno efectos especiales que para la época fueron bastante innovadores y complejos.

Comienza con una placa de tono futurista en forma de ojo que nos da la bienvenida a un viaje inconsciente, una especie de sueño lúcido lleno de referencias pictóricas.

Fotograma del videoclip de Bedtime Story

Algunas escenas reinterpretan directamente cuadros como La creación de las aves (1957), Los amantes (1963), La llamada (1961) o Nacer de nuevo, todas de Remedios Varo.

La llamada, 1961
Fotograma de Bedtime Story
Fotograma de Bedtime Story

También aparecen guiños a obras como Naked Man, Back View (1992) de Lucian Freud, o posibles referencias a Diego y yo (1949) de Frida Kahlo, en una escena particularmente simbólica.

No faltan menciones a otras piezas como The End of Earth (1949) y L’Amitié (1949) de Leonor Fini, Los gigantes (1950) de Leonora Carrington, o incluso a la película experimental The Color of Pomegranates (1969) de Sergei Paradjanov.

L’Amitié, 1949
Fotograma de Bedtime Story

Lejos de ser un simple despliegue visual, Bedtime Story es un manifiesto artístico en sí mismo: una invitación a rendirse al subconsciente, a esa dimensión del arte donde la lógica y lo racional se disuelve, y lo simbólico y onírico toma el control.

Para Madonna, el arte es parte esencial de su identidad creativa. La influencia estética de estas obras invade su universo visual. Toma referencias pictóricas para reinterpretarlas en sus videoclips y generar una nueva pieza artística personal. Prueba de ello es que muchos de sus videos aparecen firmados en la esquina inferior derecha, como si de una obra pictórica se tratase, enlazándose con los artistas que colecciona y admira. En ese gesto sutil se revela su visión: una artista total, para quien la música, la imagen y el arte forman un mismo lenguaje, y son parte de un todo.

WEBGRAFÍA




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