COMENTARIO HISTÓRICO ARTÍSTICO DE COSTANZA BONARELLI
CONTEXTO HISTÓRICO
El busto que Gian Lorenzo Bernini nos legó de Costanza Bonarelli bien pareciese una imitación mitológica. El paso de una mujer corriente a una diosa grecorromana, motivo que bien habían estudiado los escultores de la talla de Bernini, pero esto no fue así.
Costanza Bonarelli fue una mujer real, de carne y hueso, que permanece encerrada en uno de los bustos más realistas del escultor italiano. Nacida en el seno de una familia menor aristócrata, el privilegio dentro de la ausencia de ciertos honores. Bajo el apellido Piccolomini que no tardó en reemplazar adhiriéndose a Matteo Bonuccelli de Luca en el año 1632.
Bonuccelli, fue arquitecto y ayudante de Bernini, cosa que acercó a Costanza Bonarelli al genio escultor. En el abandono de sabiendas del marido, Constanza inició una relación sentimental con Bernini. Momento en el que Bernini ejecuta esta espléndida talla. La relación tendría un trágico final, producto de la magna infidelidad. Trágico para Constanza, para Matteo Bonuccelli y para su hermano Luigi. Incluso para el propio Bernini.
El destino trágico -aunque el menos trágico de todos los citados- de Gianlorenzo vendrá a causa de un intento de asesinato. Algo impropio de un genio. O quizás propio. El dominio de las pasiones a veces supera a aquellos que sienten.
Al enterarse que Costanza previamente había sido amante de Luigi, el hermano de Matteo Bonucelli, Bernini entró en cólera. De un arrebato de celos intentó asesinar al hermano del marido. Algo que nunca sucedió.
Bernini fue condenado, pero debido a sus buenas relaciones con la iglesia, el Papa Urbano VIII decidió ayudarle y quedó absuelto de su pena. Constanza continuó con su verdadero matrimonio. Entre otros problemas e infidelidades, suponemos.
No tenemos en especial muchos más datos de Constanza más que el drama sucedido con Gian Lorenzo, aunque por su carácter y relaciones sociales podemos intuir que fue una mujer caprichosa, confundida su libertad con la rebeldía en la situación de feminidad barroca. ¿Infeliz?, ¿Feliz? Se nos hace dificultoso conocer a esta aristócrata, mas podemos acercarnos a su retrato escultórico e interpretar sus emociones captadas por Bernini.
ANÁLISIS ICONOGRÁFICO
El retrato de Costanza nos muestra un avance ingente en lo relativo a las técnicas artísticas en los siglos XVII y XVIII, épocas ligadas íntimamente con el Barroco artístico, escultórico. La preocupación por la luz, por el espacio asignado y la primacía de la ornamentación van a llevar a la estatuaria barroca -italiana en este caso- a su culmen, a su apogeo.
Si alguien en los reflejos del mediterráneo conocía y sabía tratar la escultura en piedra era Gian Lorenzo Bernini. Sus bustos ciegan a espectadores entre las paredes del Vaticano y las estancias de otros museos grutescos, pero Constanza, ha rozado el olvido más de una vez.
Hoy rescatamos a Constanza Bonarelli , para realzar sus sensibles cualidades y para delimitar la extrañeza de su mirada frente al mundo exterior. Un mundo exterior que la juzga, que la reprime y tacha de hedonista, que culpa.
El pulimento del mármol que emula la piel de esta mujer frente a las texturas logradas en los cabellos (únicamente presentes al rodear la escultura) pueden ser relacionados con algo más que una perfección técnica. El pecado, lo rizado, lo movido frente a una pulcritud, a cierta suavidad. Destino casi alentado por Bernini en el momento previo al engaño.
Recordemos que los retratos ejecutados por Gian Lorenzo, así como su trabajo escultórico más reconocido, era de temática religiosa o mitológica. El retrato personal no fue una de las áreas más trabajadas por el napolitano. Aunque hemos de reconocer que pareciese, con este busto de su amante que había trabajado al menos en lo preparatorio sobre una temática más cotidiana.
Costanza Bonarelli pareciese captada en una fotografía justo después del acto sexual. Véanse la melena descontrolada y la cara de extrañeza.
Como si hubiese sido sorprendida.
Además del incipiente carácter sensual del cual Bernini dota a la escultura, con un escote marcado. Escote y simbología cotidiana, de ‘estar por casa’, lo que demuestra el carácter sentimental que Gian Lorenzo guardaba a esta mujer.
En cuanto a los aspectos técnicos del busto, no tienen complicación en su explicación aunque claro está incluyen la genialidad de los cinceles, la broca, gradina y otros utensilios pertenecientes a los talleres barrocos. Y no solo barrocos.
ANÁLISIS FORMAL
Lo que nos queda claro al pasar por delante del busto de Constanza es el temperamento doméstico, el cariño establecido, la fugacidad y espontaneidad en un trabajo duradero y permanente.
La historia de Costanza y sus diferentes relaciones sentimentales quizás no sea la más representativa del ideal amoroso por excelencia. Puede que lo sea del ideal barroco, en relación con ese continuo movimiento -no solo presente en el trivium de las artes- y esa contraposición de opuestos, que tan llamativa ha resultado a los diversos artistas a lo largo de nuestra Historia del Arte.
Por lanzar teorías sobre el por qué ejecutar en momentos cercanos a grandes encargos, tal vez Bernini se fundamentó en Costanza y en su ilusionada y pasional historia de amor para el estudio de posteriores obras que elevarían a Bernini como genio barroco y a su vez estas, elevarían el propio periodo artístico.
Deberíamos resucitar a Gian Lorenzo para conocer más. Ahora, tenemos la certeza de que el amor lleva al genio a ejecutar genialidades. Esto es algo que siempre se ha podido entrever, y que solo se aprecia en la cotidianidad, en el ámbito privado de artistas como Bernini.
GALERÍA DE IMÁGENES
BIBLIOGRAFÍA
Gombrich, E. H. (2009). La historia del arte (16a. ed. en español, reimp. en tapa blanda). Phaidon.
McPhee, S. (2012). Bernini’s Beloved: A Portrait of Costanza Piccolomini. Yale University Press.
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