COMENTARIO HISTÓRICO ARTÍSTICO DE CENA EN CASA DE LEVÍ
CONTEXTO HISTÓRICO
Reemplazar una pintura del gran Tiziano debe ser una tarea que bien asuste u ofrezca un respeto que coaccione la creación dispuesta para dicha sustitución.
Claro que para Paolo Veronese, esa sensación de susto fue inexistente y se armó de valor y personalidad para elaborar una obra de carácter religioso que sería posicionada donde estuvieron las pinceladas de Tiziano.
Remontándonos a 1571, la Orden de los Dominicos de la Basílica de San Juan y San Pablo de Venecia arde en unas feroces llamas de desconocido origen. Y con ello arden sus ejemplos pictóricos y escultóricos, en su mayoría renacentistas y con más énfasis o importancia, manieristas.
La petición ejecutada por los mandamases dominicos fue la de una última cena, que Veronese decidió transformar en un último festín, último banquete. Las innovaciones de Veronese, hoy nos hacen gracia. Pero al tribunal de la Santa Inquisición y al prior de la basílica del momento citado, no les hizo tanta gracia.
Al presentar el lienzo, el prior de la basílica no podía creer lo que veían sus ojos. Habían estado esperando dos años y varios meses, guardando un espacio tan grande en la basílica para una ignominia y casi un insulto.
Así que el enorme cuadro de Veronese y él mismo fueron llevados a ser juzgados por la Santa Inquisición. La calma de Veronese seguía siendo tremenda. Ni una acusación de herejía pausarían su arrogancia y la autodefensa de su oficio.
Casualidades de la historia del Arte, muchos testimonios y defensas propiciadas en relación con ciertos artistas y tribunales de la Santa Inquisición han sido perdidos. Pero este justamente no.
Haremos una breve transcripción, ya que sin duda merece la pena:
TRIBUNAL DEL SANTO OFICIO ANTE ‘LA ÚLTIMA CENA’ DE PAOLO VERONESE
VERONESE comparece ante el tribunal de la Inquisición. Un multitudinario grupo de jueces inquisitorios aparecen ante el artista.
INQUISICIÓN: ¿Cuál es vuestra profesión?
VERONESE: Pinto y hago figuras.
INQUISICIÓN: ¿Sabéis por qué os hemos citado aquí?
VERONESE: No, pero me lo imagino. El Prior me dijo que la Inquisición había ordenado que pintara una María Magdalena en mi cuadro en lugar de un perro; y yo le contesté que de mil amores lo habría hecho, pero que no sentía que la tal figura cuadrara ahí; por muchas razones, las cuales explicaré siempre que se me conceda ocasión de hacerlo.
INQUISICIÓN: ¿A qué pintura se refiere?
VERONESE: A la Última Cena, en el refectorio del convento de San Juan y San Pablo.
INQUISICIÓN: Muy bien, empecemos ¿Pintasteis criados en esta Última Cena de Nuestro Señor?
VERONESE: Sí, Señorías.
(Resuenan en el juicio diversos escándalos y murmullos.)
INQUISICIÓN: ¿Cuáles, y en qué actitudes?
VERONESE se toma tiempo para pensar
VERONESE: Tenemos a Simón, el dueño de la posada. También un camarero que imaginé que fue allí por curiosidad, para ver cómo iban las cosas. Y hay muchas otras figuras de las que no me acuerdo, ya que pinté la obra hace tiempo.
INQUISICIÓN: En esta Cena que hizo para el convento de San Juan y San Pablo, ¿qué significa la figura del hombre al que le sangra la nariz?
VERONESE: Lo he hecho por un criado al que, por cualquier accidente, puede salirle sangre de la nariz.
INQUISICIÓN: ¿Qué significan esos soldados con armas, vestidos como alemanes, con alabardas a mano?
VERONESE duda un momento.
VERONESE: Aquí necesito decir veinte palabras.
(El tribunal asiente concediéndole permiso.)
VERONESE: Nosotros los pintores nos tomamos la licencia que se toman los poetas y los locos, por eso he hecho esos dos alabarderos, uno bebiendo y el otro comiendo junto a una escalera, para que puedan cumplir algún oficio, pareciéndome conveniente que el dueño de la casa, que era grande y rico, según me han dicho, tuviera tales servidores.
INQUISICIÓN: Y ese bufón con un loro en la muñeca, ¿por qué lo pintó?
VERONESE: Por adorno, como suele decirse.
INQUISICIÓN: ¿Quiénes están sentados a la mesa del Señor?
VERONESE: Los doce Apóstoles.
INQUISICIÓN: ¿Qué hace San Pedro, el primero de ellos?
VERONESE: Parte el cordero para pasarlo al otro lado de la mesa
INQUISICIÓN: ¿Y el otro que está a su lado?
VERONESE: Sostiene un plato para recibir lo que le dé San Pedro.
INQUISICIÓN: Decidme qué hace el que está junto a éste…
VERONESE: Ese usa un tenedor para limpiarse los dientes.
(El tribunal se agita. Algún miembro ya propone castigar al hereje. Uno pide calma y pregunta.)
INQUISICIÓN: ¿Quién creéis que realmente estuviera en aquella Cena?
VERONESE: En mi opinión estaba Jesucristo y sus apóstoles. Pero cuando en una pintura me sobra algo de espacio, lo adorno con figuras inventadas.
(El tribunal estalla. Alguno se rasga las vestiduras.)
INQUISICIÓN: ¿Alguna persona os ha encargado que pintarais en este cuadro alemanes, bufones, y cosas semejantes?
VERONESE: No, Señorías, pero por el encargo consideré decorar a mi elección. Debido al tamaño opté por representar muchas figuras.
INQUISICIÓN: ¿Entonces os parece conveniente que en la Última Cena del Señor sea oportuno pintar bufones, borrachos, alemanes, enanos y vulgaridades semejantes?
VERONESE: No, señorías.
INQUISICIÓN: Entonces, ¿por qué los habéis pintado?
VERONESE: Presupongo que estas gentes se hallan fuera del lugar donde se celebra la Cena.
INQUISICIÓN: ¿Sabe usted que en Alemania y en otros lugares infestados de herejía suelen, con diversas pinturas llenas de groserías y semejantes invenciones, escarnecer y hacer burla de las cosas de la Santa Iglesia Católica, a fin de enseñar mala doctrina a las gentes simples e ignorantes?
VERONESE: Tal cosa está mal, señor, pero tengo obligación de seguir lo que han hecho mis maestros..
INQUISICIÓN: ¿Qué han hecho vuestros maestros? ¿Acaso han hecho cosas así?
VERONESE: Pues sí. Miguel Ángel, en Roma, en la Capilla Sixtina ha pintado al Señor Jesucristo, a su Madre y a San Juan, San Pedro y la corte celestial, todos desnudos en actitudes diversas, con poca reverencia.
INQUISICIÓN: Pero en el Juicio Final, en el que se presume que no haya vestidos o cosas semejantes, no hay por qué pintar túnicas, y en tal pintura no hay cosa sino de espíritu, no hay bufones, ni perros, ni armas, ni tonterías semejantes…
UNO DE LOS MIEMBROS: ¡Desde luego no malditos alemanes!
INQUISICIÓN: ¿De verdad os parece entonces haber hecho bien pintar el dicho cuadro de la manera que está y si queréis defender que el cuadro está bien y decente?
VERONESE: Señorías, no pretendo demostrarlo… Pero pensé que lo estaba haciendo bien. No pretendí confundir a nadie, especialmente cuando esas figuras de bufones están fuera de la estancia donde se encuentra Nuestro Señor.
(Los miembros del tribunal se ponen a hablar entre ellos. Están discutiendo si castigar al artista. VERONÉS tiembla.)
INQUISICIÓN: Está bien, artista. Esta es la sentencia: debe usted corregir su cuadro. Dado que algunos de sus amigos nobles aquí presentes argumentan la imposibilidad de corregir el cuadro para no ser irrespetuoso con los cánones, permitimos que simplemente le cambie el nombre.
UNO DE LOS MIEMBROS: El maldito cuadro ya no es «La Última Cena», sino que representará un banquete que festejará a Cristo vivo, para consolación de los pecadores. El nuevo título es “La cena en casa de Leví.”
VERONESE se resigna. Es un golpe a su ego de artista, pero al menos ha salvado el pescuezo.
TALLER DE PAOLO VERONESE, LA MISMA NOCHE
El VERONÉS está pintando, retocando su cuadro. Le acompaña su amigo el arquitecto PALLADIO.
VERONESE: Ahora ya me puedo permitir un tema más profano. El Evangelio de Lucas cuenta que Leví ofreció a Jesús un gran banquete en su casa, y la fiesta estaba llena de pecadores y fariseos.
PALLADIO: Perfecto. Para la Santa Inquisición no debe haber peor pecador que un alemán, un bufón o un criado sangrando por las napias.
VERONESE: Salvo quizás, un artista libre.
¡Qué arrogancia! ¡Qué tranquilidad! Sin duda Paolo Veronese fue uno de los pocos que se atrevió a revelar la verdad frente ante un tribunal capaz de acabar con su vida o su carrera sin escrúpulos.
Pero se salvó. Y con él su lienzo. Y con su lienzo su historia. ¡Era un milagro!
ANÁLISIS FORMAL E ICONOGRÁFICO

Aunque el protagonismo de la obra indudablemente se lo lleve la sentencia -presentada a modo de diálogo- inquisitoria, no debemos omitir el obligado análisis formal e iconográfico de la Cena de Leví.
En un trabajo de tan grandes dimensiones y tanta cantidad de personajes entre los que circulan bufones, animales, borrachos… Los niveles de detallismo son extremos. También es extremo el estudio de las órdenes clásicas, que se ejecutan y pasan desapercibidas al examinar una a una las personalidades presentes.
Y no solo en la escena principal, también en el fondo podemos presenciar el proyecto arquitectónico de la ciudad de Venecia en el siglo XVI y el interés de Paolo Veronese por este. La composición, que gracias a la iluminación de los pigmentos lúcidos dirige las perspectivas de los espectadores hacia Jesucristo y su indirecto nimbo.
Sin atisbo de duda, Veronese fue uno de los más grandes autores y una de los más recordados carácteres del manierismo italiano. Y la importancia de su obra no se debe únicamente a anécdotas como la citada, sino que su pincelada hablaba lo que sus palabras debían callar.
La arrogancia de Veronese hoy se nos hace costumbre, pero fue uno de los primerísimos artistas de los que guardamos registro de un temperamento tan marcado.
BIBLIOGRAFÍA Y WEBGRAFÍA
GOMBRICH JOSEF, Ernest Hans: La Historia del Arte, Nueva York, 1995.
VERONESE ANTE LA INQUISICIÓN:
https://callegrande.wordpress.com/2015/03/24/verones-ante-la-inquisicion/
WIKIPEDIA, SENTENCIAS VERONESE E INQUISICIÓN:
https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/f/f0/TranscriptofVeroneseInquisitionpage1.jpg
GALERÍA DE IMÁGENES




