COMENTARIO HISTÓRICO ARTÍSTICO DE EL BESO DE EDVARD MUNCH
ANÁLISIS FORMAL
Edvard Munch, con su personal expresionismo, siempre manifestó una preocupación por las relaciones románticas o, más concretamente, pasionales buscando en este acto la fusión de las personas y de los propios sentimientos como entes independientes, es decir practicó un estudio de la fusión como hecho en sí.
El beso es un tema recurrente que vemos representado en diferentes piezas dentro de la obra del artista noruego. Un beso entre amantes, entre un hombre y una mujer, con una connotación claramente sexual y pasional. Si nos acercamos a su obra y trayectoria vemos como estudió esta temática desde diferentes prácticas artísticas como es el óleo o el aguafuerte —en este caso— pero siempre dotándolo de un significado esencialmente romántico.
Vemos esta preocupación plasmada incluso en sus diarios personales, así escribía: “placer de amor, pena de amor, deseo de amor y la música armonizaba con los colores.” Describiendo con estas palabras el acto del beso, el acto del amor como unión de dos personas que se atraen, que se quieren y quieren fusionarse mediante el desarrollo del ideal romántico.
ANÁLISIS ICONOGRÁFICO
A nivel compositivo destaca la gran influencia que supuso Auguste Rodin, el escultor francés, en la obra del pintor nórdico. Si bien el artista francés se centra en la fusión física de las personas, el trabajo de Munch se focaliza en la idea de la fusión sentimental. No es de estrañar pues que Munch recibiera influencia del texto de Strindberg, El Beso, para “La Revue Blanche”, donde leemos:
El beso. La fusión de dos seres
en la que el más pequeño, en forma de carpa
parece dispuesto a devorar al más grande
como lo hacen los microbios, los parásitos, los vampiros y las mujeres
O quizá: el hombre que se entrega con ilusión
de que también, a su vez, lo hace la mujer.
El hombre reclama el don
de entregar su alma, su sangre, su libertad, su felicidad.
¿A cambio de qué?
A cambio de la alegría de entegar su alma, su sangre, su libertad, su paz,
su libertad.
Tanto Munch como Strindberg hablan, como es natural, desde su perspectiva masculina, la cual sería extrapolable a la de la mujer. En la obra gráfica del noruego vemos al hombre abrazando, a la vez que sostiene, a la mujer.
Esta a su vez se entrega en el puro acto del amor y ambos se dejan llevar movidos por el sentimiento romántico que se ha gestado entre ambos. Vemos el acto más natural del ser humano, el entregarse mutuamente en una relación de pareja, movidos únicamente por el pathos, es decir, por la pasión.
Así se compone esta imágen, en un característico blanco y negro por la técnica utilizada —aguafuerte—. Vemos en la simplicidad de la obra comprimido todo un discurso sentimental complejo y entramado donde confluyen: el amor romántico, la melancolia, la pulsión pasional, el deseo, la lujuria, el cariño, etc.
Munch con motivo de esta representación gráfica —El beso— escribió: “Caía una lluvia cálida —La tomé por la cintura— ella me seguía lentamente – dos grandes ojos frente a los míos – una mejilla húmeda contra la mía – mis labios perdidos en los suyos. Los árboles y el aire y la tierra entera desaparecieron y tuve la visión de un mundo nuevo cuya existencia había ignorado totalmente.”
Sin duda, una obra muy especial dentro de la producción de Edvard Munch, con un discurso real y verdaderamente emotivo que no deja indiferente al espectador.
BIBLIOGRAFIA
Agullol, R, Fredheim, A. y Manresa, A. (2006) Edvard Munch. L’esperit sublim. Barcelona: Fundació La Caixa (Illes Balears).
Munch, E. y Vidal, A. (trad.) (2015) Escritos (selección). Palma: Olañeta Editor