COMENTARIO HISTÓRICO ARTÍSTICO DE EL BESO DE GUSTAV KLIMT
ANÁLISIS ICONOGRÁFICO
Esta obra probablemente se trate de la pintura más conocida del pintor austríaco Gustav Klimt, pintor simbolista, y uno de los más notables representantes del movimiento modernista de la secesión vienesa.
El beso sigue las características del simbolismo, se trata de una tela con decoraciones y mosaicos sobre un fondo dorado. Lo que este artista quería sugerir con sus pinturas era los placeres físicos de la vida deleitándose en el lujo y la belleza.
En la obra aparecen dos figuras humanas: una mujer y un hombre. Se encuentran juntos y abrazados. Esto se ha interpretado como una alegoría al amor, un suceso en la vida del autor o como el acto de la penetración del hombre en la mujer. Podría decirse que se trata del amor en todas sus facetas. El beso simboliza ante todo la belleza y el erotismo.
ANÁLISIS FORMAL
Gustav Klimt realizó esta obra en su fase dorada, una etapa que destaca por el decorativismo donde lo principal era el uso del oro en las pinturas. Además, las obras pictóricas se caracterizaba por las líneas sinuosas que se apropiaban del conjunto y el tratamiento de la superficie pictórica en forma de mosaico.
Algo que destaca en esta obra es su fondo brillante conseguido gracias al uso de la hoja de oro, haciendo recordar a las pinturas medievales de «oro molido», manuscritos iluminados, mosaicos… La zona inferior de la se encuentra recubierta por un centenar de flores sobre los que se ubican los amantes.
Respecto a la vestimenta:
- Hombre: los ropajes de la figura masculina se encuentra decorada con formas geométricas de colores negro y blanco, encontrando dentro de ellas patrones de curvas que reflejaban a aquellas ubicadas en la vestimenta de la mujer. Este aspecto simboliza la unión de ella con él.
- Mujer: los ropajes de la mujer estaba decorada con coloridas flores que coordinaban con la alfombra de flores en la que ella estaba arrodillada. Su vestido contenía elementos geométricos que simbolizaban su unión con su amante.
En esta obra, la mujer se entrega al hombre, un ser activo, es él quien lleva la fuerza y da el beso, mientras la mujer, afronta esto con pasividad. Quizás el elemento más extraño era el precipicio, símbolo del peligro al que podría dirigirse la relación, por lo que la mujer se aferra con sus pies a la pradera.
Asimismo, pueden apreciarse diferentes tipos de pinceladas, las figuras presentan una pincelada acabada y pulida, alternando toques largos y cortos para conseguir volumen con la aplicación del color.
En las flores se observa una pincelada con un toque impresionista ya que son pinceladas cortas y rápidas en sentido vertical. En cuanto al fondo de la escena, se lleva a cabo con pequeñas pinceladas paralelas. Además, en lo que respecta a la textura apreciamos una cierta rugosidad en el fondo.
Respecto al espacio, las figuras con el fondo que las rodea crean una atmósfera irreal y misteriosa. Por otro lado, la sensación de profundidad se distingue por el contraste de los diversos colores que conforman la composición.
OTROS DATOS DE INTERÉS
¿Quién es la modelo del cuadro? Algunos investigadores comentan el gran parecido de la modelo representada a Adele Bloch-Bauer, la esposa de un rico mercader vienés y considerada como una de las amantes de Klimt.
También existen otras diversas versiones que piensan que la modelo pudo haber sido su amante Emile Floge y el hombre un autorretrato del propio Klimt.
En numerosas ocasiones, las pinturas de Gustav Klimt formaban escándalos y eran consideradas como algo pornográfico, algo que muchos historiadores critican. Klimt escribió:
«Si no se puede complacer a todo el mundo con sus obras y su arte, por favor complace a unos pocos«.