La matanza de los inocentes de Rosario de Velasco

Ficha técnica

Título: La matanza de los inocentes
Autor: Rosario de Velasco Belausteguigoitia
Cronología: 1936
Estilo: pintura figurativa, Nueva Objetividad
Materiales: óleo sobre lienzo
Ubicación: Museo Bellas Artes Valencia
Dimensiones: 164 x 167,5 cm

COMENTARIO HISTÓRICO ARTÍSTICO DE LA MATANZA DE LOS INOCENTES DE ROSARIO DE VELASCO

INTRODUCCIÓN 

Esta pintora madrileña nacida en 1904 no pudo desvelar su firma en algunas de sus obras hasta después de morir (1991). Es el caso de la obra que nos ocupa, La matanza de los inocentes, que se creó en 1936 con el monograma R.V. (“Ricardo Verde”) y no fue descubierta con el nombre de Rosario de Velasco hasta 1995. 

Se trata, por tanto, de una pintora que pintaba a las mujeres, no sin haber sufrido las discriminaciones propias de un sistema artístico (y vital, en general) orientado al favorecimiento tradicional de las masculinidades. Esto se revela, también, en los modelos de sus obras: La matanza de los inocentes representa los modelos de mujer real que Rosario conocía: su madre, sus hermanas, sobrinas, la señora que ayudaba en las tareas de su casa; todas ellas con nombre propio (Marisol, Lola, Beatriz, Satur).

Si bien la obra que nos ocupa no pertenece a su etapa de madurez pictórica (1960-1980), lo cierto es que denota en la artista la depuración de su técnica y un significado iconográfico digno de admirar, basculante entre la feminidad, la tradición bíblica y la guerra, ejes temáticos por los cuales se le debe presuponer un dominio artístico. 

ANÁLISIS FORMAL

La matanza de los inocentes de Rosario de Velasco

La pincelada de Rosario muestra un dibujo depurado y una técnica académica logradas, que remiten a su periodo de formación en la academia de Fernando Álvarez Sotomayor, si bien su concepción del cuadro evolucionó después hacia la ilustración social, próxima al movimiento de la Nueva Objetividad Alemana. En esta línea, su estilo puede leerse como un realismo renovado que anuncia la temática de la guerra.

En lo que respecta a la composición de Los inocentes de Velasco, se distinguen dos planos en el conjunto figurativo: por una parte, la perspectiva trasera, dominada por caeos del que beben las cuatro mujeres del espacio central, cuyas manos se levantan e estado de clamor; por último, un primer plano dominado por dos mujeres, que contribuyen a formar un triángulo invertido junto con las anteriores.

En estas últimas, sus rostros denotan el sufrimiento por venir, con aire desconcierto y temor, pero sin haber estallado en el dolor extremo. La primera de las mujeres, que aparece agachada hacia su hijo, muestra una mirada prolongada en la distancia infinita, perdida, haca la aceptación de la masacre. 

La masacre de los inocentes, Guido Reni

La expresión del caos y del dolor, aunque presentes, no se asimilan al estilo barroco. Más bien, los cuerpos y rostros femeninos beben de la sofisticación del Art Decó, que presenta la intensidad de las figuras desde el punto de vista geometrizante y fraccionado.

Es curioso, pues, el contraste entre la temática bíblica, asociada comúnmente a la exageración del pathos, y el estilo de Rosario, que demuestra así su pertenencia a la corriente artística de vanguardia, puesto que logra la renovación formal de una iconografía histórica. 

El fondo de la escena no muestra ningún lugar reconocido; algo que, por otra parte, siempre ha quedado a la libre elección de los artistas. Por ejemplo, Guido Reni o Rubens en el barroco recrearon la ciudad de Belén con precisos y monumentales fondos arquitectónicos, propios del academicismo de la época.

En esta ocasión Rosario de Velasco no da importancia al escenario; se sobreentiende. No obstante, respeta un elemento común en las iconografías tradicionales de esta temática: la espada, que materializa la muerte, y que aparece en un primer plano del lateral izquierdo, sin más identidad que la mano que sostiene. 

El uso del color por parte de Rosario es un claro estudio de la Escuela de Venecia o El Greco: azul, verde, amarillo y rojo: el manto de las mujeres de la escena aglutina los colores de El expolio (1577-1579). Esto da cuenta, una vez más, de su conocimiento y estudio de la historia de la pintura. 

El expolio, El Greco

ANÁLISIS ICONOGRÁFICO

El episodio bíblico de la Masacre de los inocentes ha sido narrado pictóricamente en múltiples ocasiones, pudiendo establecer una línea temporal que abarca desde el Trecento italiano (Giotto, 1306), el pleno renacimiento (Jacopo Robusti, 1582-1587), el barroco (Guido Reni, 1611; Rubens, 1612; Nicolas Puossin, 1625-1629), el neoclasicismo (Antonio Gómez Cros, Episodio de la degollación de los inocentes, 1855) y hasta la pintura de tradición nórdica o flamenca (Lucas Van Valckenborch, 1586).

Además, el estudio iconográfico de la composición responde, en líneas generales, a la “representación de las madres con sus hijos y el grupo de soldados que les dan muerte, pudiendo aparecer un grupo de cadáveres amontonados” (García, 2011). En los ejemplos anteriores se respeta esta iconografía, así como también lo hace la propia Rosario de Velasco. 

La masacre de Nicolas Poussin

No obstante, hemos de reconocer en la artista una intencionalidad que va más allá de la representación académica de una iconografía tradicional: su masacre encuentra relación con las guerras modernas, las que fueron denunciadas, y anunciadas, por los movimientos de vanguardia. La Matanza de los inocentes de Rosario vio la luz el mismo año en que estalló la Guerra Civil Española.

Su representación de la Matanza, en femenino y en clave religiosa, siguiendo sus principios no ha de situarse muy lejos del otro gran cuadro de la Guerra española: Guernika (1937).

Maternidades, dolor y guerra están presentes en ambos lienzos, llegando a una misma conclusión, el desastre, pese a la trayectoria vital, aparentemente dispar, de los artistas (Rosario formó parte de la Sección Femenina antes de que esta institución fuese absorbida por el franquismo, y Picasso pintó el Guernika para el pabellón de la Exposición Universal de París, en un aliento a favor de la República española). 

En relación al significado de los estilos en los que se inserta la obra, los atisbos de sofisticación Decó son empleados por Velasco como un recurso para manifestar el significado contemporáneo de la guerra: la masacre de los inocentes había trascendido los motivos religiosos históricos; en el siglo XX, la proyección de la masacre alcanzó el futurismo, las armas químicas, la alienación de la especie humana y la dimensión mundial. El horror trascendió lo espiritual y lo físico.

La combinación iconográfica entre el relato bíblico tradicional y la trascendencia sobrenatural es, en realidad, una combinación de sus propias creencias: partiendo de un marco católico tradicional, Rosario evolucionó hasta la conexión con el hinduismo y prácticas como el yoga, fruto, quizá, de sus variopintos viajes y periplos (Japón, Grecia, Turquía, Bulgaria, Angola…). Según cuentan sus familiares, su religiosidad basculó fundamentalmente en torno al perdón y el agradecimiento, valores transversales. 

En sentido con lo anterior, el arte, y concretamente, esta Masacre de los Inocentes, se eleva por encima de la individualidad. El lenguaje iconográfico tradicional es aprehendido y rediseñado por las vanguardias para denunciar realidades presentes latentes, lo cual evidencia el verdadero significado del propio arte, en general.

Herramienta de reivindicación y consuelo, acaso esta masacre no es, al mismo tiempo, una reivindicación de la vida de mujer, y de las vidas de las mujeres, de Rosario de Velasco que, en combinación con la guerra, todas experimentan un sentimiento universal, trascendente a cualquier periodo histórico e ideología política. 




BIBLIOGRAFÍA

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