INTRODUCCIÓN
Tal y como os comunicamos en nuestras redes, tanto Instagram y Twitter como YouTube, aquí os traemos el artículo del blog acerca del evento de Arte contemporáneo Art Battalion, cuya octava edición se celebró en Madrid, en el campus de la Universidad Camilo José Cela (UCJC) de Chamartín, entre el 8 y el 15 de septiembre, siendo este último día dedicado al desmontaje en vivo de la exposición. Un total de 40 artistas, unos hábiles cultivadores plásticos y otros profundos performers, llenaron la sede universitaria con su enorme talento, imaginación y creatividad, desbordando el espacio, pero, al mismo tiempo, respetando su función original de centro del saber.
Si ya habéis visto los videos que hemos ido subiendo al hilo de este evento, tendréis una idea formada tanto del espacio del que estamos hablando como de los artistas que han formado parte del corpus seleccionado por la galería de Arte White Lab, organizadora de esta reunión. Si, por el contrario, aún no lo habéis hecho, os dejamos aquí abajo el enlace al video principal, un recorrido de poco más de nueve minutos en el que podréis contemplar la variedad de propuestas que han nutrido esta última edición de Art Battalion, a cuya asistencia quedáis invitados el año que viene.
Por el carácter y objetivo que tiene el contenido que hasta ahora hemos subido a nuestras redes, no hemos podido ahondar con mayor detalle en las creaciones de tan fabulosos artistas, tan solo mostrar el exterior y una pequeña parte del planteamiento y pensamiento que hay detrás de ellas. Este va a ser, por tanto, el lugar idóneo para daros una pequeña síntesis de las ideas que han dado forma a dichas obras, dejando el camino abierto para que, en caso de mayor interés, podáis profundizar más por vuestra cuenta.
Aclaramos, al igual que hicimos en el video de YouTube, que la visita guiada de la que disfrutamos en el pase de prensa del martes 10 de septiembre nos permitió apreciar, sobre todo, las representaciones plásticas y tan solo una parte de las performances, ya que ese día no estaba proyectada la celebración de ninguna, por lo que sólo conocen el trabajo completo quienes han tenido la oportunidad de asistir en directo a una de ellas. Por tanto, el análisis se va a focalizar en las obras presentadas por los artistas plásticos, cuyo recorrido vamos a organizar en una serie de epígrafes que van desde el ámbito externo hasta la sala más profunda del espacio.
UNA CÁLIDA BIENVENIDA DESDE EL EXTERIOR
Martes al mediodía, han pasado unos cuantos minutos desde las 12, hora oficial a la que nos había convocado el equipo organizador de Art Battalion VIII, para así dar un tiempo extra a aquellos que, por determinadas circunstancias, se retrasaron un poco en su llegada. Tras una breve espera en el núcleo de la exposición, donde vislumbramos anticipadamente lo que estaba por venir, el pelotón del pase de prensa es dirigido al inicio del recorrido, a un exterior donde el sol pegaba con cierta vehemencia, aunque dando muestras de un pronto retiro ante el venidero otoño.
Con esta cálida atmósfera da inicio la visita, teniendo el honor de dar el pistoletazo de salida Sergio S. Paris (@sergiosparis), quien repite este año en Art Battalion por segunda vez, y esperamos poder verle de nuevo en futuras ediciones. Para esta ocasión, estuvo preparando la obra Les visages de l’art (“Los rostros del arte”) durante mes y medio, una instalación formada por cuatro esculturas impregnadas de su característico estilo colorista, que mediante amplias superficies de color con suaves y armónicos degradados da rienda suelta a sus preocupaciones estéticas.
Sergio ha buscado poner cara a aquellas personas cuya actuación “entre bambalinas” ha contribuido indudablemente a su crecimiento personal y artístico. La pureza y simplicidad lineal y cromática están perfectamente medidas para que los blancos trazos originen la fisonomía que permita identificar a dichos personajes, así como las diferentes secciones donde ha aplicado la policromía. Nombres como Eric Tallon o Julio del Valle de Iscar quedan inmortalizados en estas esculturas, invirtiendo el proceso por el cual el artista es dado a conocer por sus promotores, pues son esta vez ellos quienes son presentados públicamente mediante el Arte.
Para poder acceder al pabellón universitario como tal hay que, primero, descender por unas escaleras, y en esa bajada se encontraba la siguiente obra del recorrido, Retroflexión de Crisàlide (@crisaalideart). Bajo este nombre artístico se esconde el nombre de Cristina Domínguez, una ilustradora con soltura en la mano y decisión en el papel, así como una escenógrafa que proyecta hacia su entorno espacial los más hondos sentimientos desde las cavidades de su corazón, compartiendo de este modo con los demás una parte de sí misma, de la mujer que hay tras Crisàlide.
Eso es, precisamente, lo que nos ofrece con Retroflexión, donde aplica lo que ella considera un “mecanismo de defensa” que resulta bastante natural de la condición humana, pues a través de él dirigimos hacia nuestro interior una serie de acciones o emociones que, en origen, iban destinadas a otras personas. El resultado de materializar ese ejercicio de “retroflexión” es una instalación multidisciplinar protagonizada por dos crisálidas y una mariposa constreñidas por unos hilos rojos que merman su libertad; la experiencia se completa, sobre todo, de noche, pues sus cuerpos se iluminan desde dentro mientras Cristina entona de fondo este poema:
Las sogas lanzadas se me apropian.
Me paralizan,
me empequeñecen,
me aprietan,
me ahogan.
En este lugar de encierro,
en la oscuridad me veo,
en el silencio me escucho,
en la soledad me acompaño,
en la parálisis me permito.
Bicho bola y Crisálida
Alquimia de transmutación y de regeneración del orden.
Ojalá haber podido disfrutar de la experiencia completa que propuso Crisàlide para esta edición del Art Battalion, pero yendo a mediodía y con la prisa de tener que enseñar una treintena más de artistas solo pudimos alcanzar a oír un fragmento de su voz recitando los versos. Quienes hayan tenido la oportunidad de pararse el tiempo suficiente a desentrañar la hondura de esta propuesta guardarán el recuerdo para toda la vida, damos fe de ello.
EL HALL COMO ÁMBITO DE TRANSICIÓN
De igual manera que nuestro guía tuvo que ir con un poco de ligereza para ver a tiempo todas las obras expuestas, nosotros tampoco podemos detenernos demasiado en cada una, no deseamos que este artículo sea demasiado extenso y pesado. Por ello, y tras ser bien recibidos, penetramos al interior de la universidad, donde la idea de “colonización” del espacio comentada por los organizadores se empezó a manifestar de manera todavía más clara.
Pasada la recepción, al lado del ascensor, aguardaba la instalación sin título de Fran Cisneros (@fran__cisneros), cuya formación y experiencia como ambientólogo y paisajista le han llevado a adoptar la máxima de “Arte y naturaleza como fuente de inspiración”. Sus vivencias infantiles, según él mismo declara en su página web, son las que más le han ido marcando a lo largo de su trayectoria profesional y personal, ya que desde niño ha centrado su mirada en la clásica relación entre el hombre y el medio natural, línea de investigación que ha plasmado tanto en jardines como en escenografías e instalaciones.
Recordando los periodos que pasó en internados de su Chilluévar natal, Fran Cisneros invita al espectador a reflexionar sobre el statu quo actual de la intervención del ser humano en el medio ambiente. Su propuesta para Art Battalion VIII evoca la memoria de aquel niño que, internado en un “erial de cemento”, era capaz de observar la verdura paisajística más allá del plano físico. Las sinuosas curvas de la naturaleza dominan la composición, desde el pedestal de cemento y cristales verdes hasta el tronco de madera, del cual sale una sutil rama que describe un trazo curvo ascendente de gran delicadeza y elegancia, símbolo de una vida que lucha por nacer.
Girando a la izquierda nos aguarda la artista bilbaína Ainhoa Moreno López (@ainho_ml) con su Convergencia Orbital, obra realizada con su material predilecto: la celulosa. Haciendo uso de una celulosa artesanal de blanco neutro, aderezada con unos ligeros toques de papel dorado, Ainhoa muestra la línea de abstraccionismo que lleva siguiendo estos años mediante este material, muy diferente a sus dibujos hiperrealistas a bolígrafo, siendo su evolución, por tanto, un paso desde el detallismo extremo, reflejo de su formación en ingeniería, a la simplicidad en estado puro, evocación sincera de su alma de artista.
El concepto de sostenibilidad ambiental, presente en su Convergencia Orbital, viene dado por la composición de la celulosa empleada, que en esencia es reciclada. El sencillo montaje de la obra, articulada por tres órbitas entrelazadas en torno a un punto central, armoniza y casi se fusiona con la blanca pared del recinto, de la que resalta gracias al brillo de sus notas de oro y a la rugosa textura del material, cuya superficie irregular genera sutiles y abundantes juegos de claroscuro. Belleza, pureza y sostenibilidad aúnan sus fuerzas en esta interesante propuesta de Ainhoa Moreno.
Regresando al camino que conecta directamente con el núcleo nos topamos con Catacumbas de Pablo Sola (@pablosola_art), una escultura que en su título ya nos revela su fuente de inspiración: las catacumbas de Francia. Pese a que todavía la ruta a transitar es larga, anticipamos ya, con bastante seguridad, que esta propuesta es de las que más carga simbólica llevan en su estigma, por lo que nuestro análisis e interpretación, aunque tome como referencia la producción anterior del artista y las propias palabras del evento, no es la única opción válida, la multiplicidad de puntos de vista resultará en la búsqueda de diversos sentidos posibles con los que intentar explicar el profundo espíritu de esta en apariencia “simple calavera”.
Con una estética forjada en torno a lo macabro y conceptos como la irrealidad y la muerte, Catacumbas se cubre con una pátina de memento mori que genera una reflexión sobre la vida como ilusión terrenal, material y efímera. Un zapato de tacón se alza como estandarte de la sociedad de consumo sobre unos huesos realistas que nos recuerdan nuestro inevitable destino, de tal forma que, por ejemplo, la calavera dúplice, además de poder evocar un reloj de arena con su contorno, porta un Cristo crucificado frontalmente: la muerte es igualadora y no atiende a ninguna etiqueta para ejercer su oficio. La peana de esta pieza de base acrílica y brillo cerámico es un espejo que, por su ángulo nadir, solo refleja una pequeña parte del todo, esa que muchas veces solo queremos ver, pues nadie desea conocer la realidad tras el espejismo.
El interés por conocer los demás rincones “colonizados” aumenta progresivamente conforme avanza la visita, y la siguiente parada, ya en frente del núcleo de Art Battalion, deleita nuestra mirada con las obras de BTAR (@Btar_artist) y Rocío Mejías (@ciofont). El primero nos expone su Guillotina, cuyo proceso de montaje os recomendamos visualizar en la mencionada cuenta de Instagram de BTAR, una de las jóvenes promesas cuya trayectoria está todavía cogiendo fuerza, por lo que sería altamente recomendable no perder de vista sus próximos pasos.
La compleja mentalidad de BTAR busca una salida en el plano terrenal a través de la escultura, que vuelve visible al espectador una parte de aquel plano inteligible. De esta manera, sus obras son la materialización visual de sus metáforas mentales, su medio personal para intentar dar respuesta a las preocupaciones arraigadas en su psique. Tras abordar temas como el sentido de la familia o la idea metafísica del cuerpo como cárcel del alma, con Guillotina visibiliza las fatales consecuencias de la mala praxis del saber contenido en los libros, que, si bien nutren nuestro conocimiento y nos forman como personas, en las manos equivocadas pueden convertirse en el origen de los más perniciosos impulsos del hombre, inventor del acero que sustenta la estructura de la instalación y que, en forma de filo, tantas vidas ha arrebatado.
Tras un par de minutos analizando el proceso de reflexión de esta guillotina de libros, desviamos nuestra mirada hacia la SENDA de Rocío Mejías, ávida diseñadora y directora de arte que ha transitado por diversos soportes a lo largo de su trayectoria, destacando especialmente en el ámbito editorial con el diseño de libros y revistas, faceta que podéis pararos a mirar con detenimiento en su cuenta de Instagram. Art Battalion ha dado a esta fabulosa artista la oportunidad de ampliar la escala de su creatividad, pasando de los pequeños libros a una instalación de cinco tiras de papel de seda de cinco metros de altura y 50 centímetros de ancho cada una.
Encuadrada en su serie “Caminos”, Rocío ahonda en una acción humana tan rutinaria que pocas veces nos paramos a explorarla en toda su magnitud: el caminar. Cada vida es una senda, cada senda una experiencia, y SENDA una experiencia que permite recorrer visualmente varios de esos caminos. Así, podemos apreciar el sentido del caminar, cómo nuestras decisiones nos conducen por un lugar u otro, a veces con acierto, pero muchas otras sin un destino claro, fruto de la duda o de un momento de perdición. Algunas almas finalizan su viaje con un notable predominio de líneas rectas, como las tiras roja y amarilla, pero otras nunca consiguen hallar su lugar en el mundo, como les sucede al negro y al rosa, y la azul, a pesar de su carácter iterativo, en algunos periodos logra cierta rectitud en medio de las curvas.
ACCEDIENDO AL NÚCLEO DE LA EFERVESCENCIA
Esta senda, nunca mejor dicho, nos lleva al núcleo de Art Battalion VIII, al centro neurálgico de la acción artística. Nuestro punto de partida en esta nueva etapa es el Autorretrato fragmentado de Esther Moya González (@moyagonzalez_), una de las artistas más seguidas del conjunto que estamos conociendo paso a paso. Con una nutrida comunidad de casi 40000 seguidores en Instagram a la fecha de redacción de este artículo, Moya trabaja incansablemente para vivir de su gran pasión: las artes plásticas, en especial la pintura y el tatuaje. Tras inmortalizar varias ciudades del mundo, como Madrid o Nueva York, en grandes murales, y a personajes famosos como Karol G u Omar Montes, aquí va un paso más allá en su exploración del soporte pictórico y en la introspección del conocimiento de uno mismo.
Deconstruyendo el tradicional lienzo en un rompecabezas de quince unidades cuadradas, de las cuales retira una para permitir el movimiento de las piezas al modo de un puzle, Moya plantea un diálogo interno que nos ayude a descubrir los límites del autoconocimiento, de cuánto sabemos realmente de nuestra propia existencia. El espectador, de esta manera, puede interactuar moviendo las unidades a su antojo, generando una nueva imagen a partir de los fragmentos de una identidad que la sociedad, en mayor o menor medida, moldea continuamente. Si bien la figura completa aparenta ser un fiel reflejo de nosotros mismos, ¿qué queda de ese yo después de pasar por los filtros, normas y estereotipos sociales?
Mientras seguimos pensando en la integridad o fragmentación de nuestra condición humana, la guía continúa, y dejando por ahora de lado nuestro soliloquio metafísico nos centramos en la propuesta de la artista madrileña Rocío Ramos Marsal (@rocioramosmarsal), una colorida y vívida instalación que transforma ese pequeño espacio de la sede universitaria en un “cuadro habitable”. Independientemente de que el soporte sea una pieza de cerámica, una prenda de vestir, un mueble, una cortina, un lienzo o cualquier otro que acuda a su brillante cabeza, siempre demuestra un audaz y sabio manejo de los pinceles, los cuales acaricia y adiestra con sus suaves manos para así obtener de ellos el grosor, la forma y la intensidad deseadas.
Al igual que vimos con Fran Cisneros, la naturaleza es parte integral de la producción artística de Ramos, solo que su perspectiva parte de la plástica y no de las ciencias ambientales y el paisajismo. Sus obras promueven la sostenibilidad medioambiental, ya que reutiliza materiales y elementos de trabajos previos para afrontar los nuevos encargos y proyectos, una pintura de aprovechamiento. Lo más bonito del proceso es que ese material reciclado sea transformado mediante el Arte en una manifestación renacida de la naturaleza, en este caso en una pequeña habitación repleta de frutas, tallos y hojas cuyos puros colores destacan sobre un fondo blanco. A mi modo de ver, es como si el bodegón, género que captura la cotidianidad hogareña, estuviera realizando un proceso de retroalimentación que nos devuelve a la realidad esa misma naturaleza, solo que tamizada por el filtro de la pintura.
Reflexiones y pensamientos como este son una constante en Art Battalion, y solo después de la visita exprés puede uno pararse a analizar en profundidad la significación de las propuestas. Pero el destino quiere que volvamos a recuperar el concepto de fragmentación que vimos con Moya González al acercarnos a la muestra del también madrileño Javier González Ramos (@javigonzalezramos), el cual, a diferencia de aquella, bascula completamente hacia lo abstracto. Se ha granjeado un meritorio éxito a nivel internacional gracias a su personal lenguaje, encandilando al público alrededor del mundo con su vibrante cromatismo, su postura a caballo entre la abstracción geométrica y la informalista, y los efectos texturales creados a partir de pinceladas fuertemente empastadas.
Acudiendo de nuevo a la poesía tan patente en los títulos de sus obras anteriores, con El puzzle no solo plantea una metáfora sobre los múltiples caminos de la vida, tema ya abordado en SENDA, sino que, de forma literal, su composición es un puzle cuyas piezas puede ensamblar y reensamblar el público con total libertad. El lema “un juego como la vida, la vida como juego” sintetiza perfectamente la experiencia que ofrece González Ramos: un soporte de piezas magnéticas cuyo encaje puede dar lugar a cientos de posibles finales, y cada espectador puede llegar a uno distinto, al igual que cada individuo elige su propia forma de afrontar las etapas vitales.
Y es después de esta obra cuando llega, a nuestro parecer, uno de los puntos de inflexión del evento, ya que lo que nos espera en el siguiente rinconcito del campus es no solo un proyecto artístico de gran envergadura, sino toda una iniciativa que, ayudada con fondos obtenidos por micromecenazgo (crowdfunding si preferís los extranjerismos crudos), está saliendo adelante poco a poco: os presentamos El dibujo de los niños, creación de El garabato emocional (@elgarabatoemocional). Tras esta nomenclatura se encuentran dos personas, Elena Ferrández (@elena_ferrandez) y Beatriz Fernández (@la_terapeuta_del_arte), que bajo la enseña de la arteterapia llevan dos años aunando la experiencia estética y el trabajo con perro de terapia con un grupo de once niños de entre seis y nueve años.
Bajo dos infantiles casitas, en cuyos negros contornos se inscriben palabras como “amor”, “ternura” o “reflexión”, se colocan mediante la técnica del collage todos los dibujos de esos niños, y al acercarnos para observar con detenimiento la abigarrada composición tenemos la capacidad de captar los impulsos creadores de cada uno de ellos. La deliberada y laboriosa unión de sus expresiones artísticas primarias es la que da forma a los dos hogares, símbolo del “ser interior”, de tal forma que la instalación busca representar metafóricamente, como ellas mismas nos dicen, “lo que ocurre en terapia: la transformación y la reparación del trauma”. La obra se completa con una apelación directa al espectador, que puede responder a las preguntas “¿Qué te aporta el Arte?” y “¿Qué te aporta tu Perro?” en un pósit que, pegado en otra pared, se combina con las meditaciones de los demás.
El tiempo, que una vez más no está de nuestro lado, nos impide pararnos otro segundo en esta tan interesante iniciativa, pero nuestros ojos rápidamente se quedan prendados con la siguiente pieza, Play hard de Cristina Nogales (@crisnogalesillustration). La ternura en todas sus facetas está intrínsicamente ligada a su carrera como ilustradora, disciplina en la que se formó en su Granada natal y con la que ha ido forjando una dilatada y completa trayectoria. Su currículum se nutre, además de con ilustraciones personales, con encargos y colaboraciones con empresas de restauración como La Tagliatella, el diseño de una menina para la edición de 2021 de la Meninas Madrid Gallery, portadas de libros o animaciones para una representación teatral.
Pese a que una parte crucial de su producción ha estado indudablemente unida al mundo infantil, Play hard abraza un oxímoron visual que responde a la tendencia bautizada por ella misma como “ternura radical”. Nace así una instalación formada por una serie de piezas cuya paleta busca aunar el negro con tonalidades pastel, apreciando un claro predominio de sus predilectas gamas rosas. De esta manera, por ejemplo, vemos una cabeza de unicornio de peluche con una mordaza, un antifaz gatuno sobre un lienzo fucsia, un lindo poni cabalgado por una jinete que lleva prendas de látex o una sugerente mujer comiendo algodón de azúcar. En un mundo lleno de odio y marcado por el individualismo, Nogales nos invita a buscar y abrazar nuestro propio concepto de ternura, incluso si este se relaciona con lo hardcore.
El enternecimiento que desarrollamos con Nogales debe, por ahora, dejarse a un lado para que nuestra visita guiada no se frene. La siguiente obra, a diferencia de lasanteriores, se instala en el suelo: se trata de La máscara de Roberto Guillén (@erreguillen). Aunque diseñador gráfico de formación, su pasión por el ancestral arte de la pintura le motiva a acudir a su seno con asiduidad, como es el caso. Su modo de actuar fusiona el tradicional formato del lienzo con las técnicas, formas y expresiones del arte urbano, estilema bien reconocido por la mayoría del público.
Con su alma de artista callejero y una fuerza visual con reminiscencias de Jean-Michel Basquiat, Guillén distribuye sus numerosos lienzos por el piso, que, oscilando entre la figuración y la abstracción, se inundan de esas potentes tipografías que todos observamos en los grafitis al salir de casa, solo que las del artista madrileño se manifiestan en un espacio tradicional y legal. El título de La máscara hace alusión a la construcción de la identidad, nos lleva de nuevo a esa idea del camino forjado a partir de nuestras propias decisiones; en concreto, Guillén comenzó a encontrar su lenguaje personal arraigado en el street art a finales de 2017, siendo su propuesta para Art Battalion, por tanto, el resultado de un largo y meditado proceso.
Con paso firme y decidido, avanzamos hacia otro rincón de este sector nuclear del Art Battalion, acaparado por las propuestas de Roberto Chartam (@roberto_chartam) y Borja Torrent (@borjatorrentbravo). La obra del primero es la tercera parte de una serie que comenzara ya en 2019 y que, como vamos a analizar, es hijo suyo indiscutiblemente: Variaciones III. Su deseo de conocer la profundidad de la práctica dibujística desde su época de estudiante de Bellas Artes en Salamanca le ha llevado a prolongadas jornadas de reflexión en torno a la idea de dibujar en un soporte tridimensional, de usar el espacio como laboratorio de experimentación artística. Su conclusión textual es que “independientemente del material con el que esté realizada y del soporte sobre el que se asiente, una línea es un dibujo”: un dibujo tridimensional solo es posible, por ello, en un soporte de igual condición.
El resultado de sus largas investigaciones le ha llevado a concebir una especie de “arquitecturas hiladas” donde el material principal, el cordón, predominantemente rojo y blanco, interactúa con el espacio expositivo y lo convierte en parte integral e indisoluble del conjunto final. Para este evento ha dispuesto una estructura conformada por cinco cuadrados rojos con igual forma y tamaño, solo que colocados con distintos ángulos de inclinación y posicionamiento, aportando esta decisión cierto dinamismo. El título Variaciones III podría ser un perfecto resumen de su trayectoria, puesto que, al final, Chartam actúa siempre con variaciones sobre un mismo tema: la exploración del espacio como soporte para el dibujo en tres dimensiones.
Tirando del hilo (era muy tentador no emplear este juego de palabras), pasamos de los rojos trazos de Roberto Chartam a la reflectante, vistosa y abstracta ALEA de Borja Torrent, que no se limita únicamente a la pieza pictórica, sino que forma conjunto con una urna de bingo con la que introduce el azar en la instalación y con la que plantea la idea del Homo ludens de Johan Huizinga, según la cual el juego es algo innato a la cultura humana. Los clientes de un total de siete países del mundo pueden disfrutar de tener en su colección una de las creaciones de Torrent, cuya aplicación de vivas y luminosas tonalidades en grandes manchas superpuestas llena las superficies pictóricas de “sueños en color” cuajados de variopintas ideas y emociones.
La materia que utiliza para pintar sus composiciones es fruto de su faceta como investigador, la cual se encuentra actualmente desarrollando en calidad de doctorando, con una tesis que gira en torno a las aplicaciones artísticas de la resina sintética epoxi, que es empleada, por ejemplo, para la fabricación de plásticos y pegamentos. El resultado al aplicar los frutos de su investigación son veladuras transparentes, matéricas y reflectantes, consiguiendo mediante su estudiada combinación unas formas únicas y suaves en las que se refleja el ambiente exterior, el cual pasa a formar parte de la composición. Quienes vieron la propuesta de Torrent pudieron tener la oportunidad de adquirir uno de los paneles que conformaban el recuadro completo tras una tirada de bingo que decidiría cuál de ellos le tocaría.
Podríamos decir, a grandes rasgos, que tras dejar este rincón hemos ya visto la mitad de la exposición, o por lo menos la mitad del núcleo de Art Battalion VIII. Nuestra caminata continúa, pues, hacia la esquina de enfrente, hallando en esta travesía, para empezar, el Love Poem Typewritter del artista guatemalteco Pepito Morán (@pepito_moran). El concepto de interacción tan señalado de este evento halla en esta instalación un fuerte baluarte, ya que, mediante el recurso de la codificación creativa (creative coding), permite a los asistentes interactuar con la máquina de escribir, programada con un algoritmo que está redactando unos versos de amor ad infinitum de lo que Morán llama su “poemario”.
Ya desde su época universitaria, Morán se inclinó decididamente al Arte conceptual, tendencia que ha plasmado en diversos medios de expresión, como la fotografía, la performance o el videoarte, y en su página web suele combinar todo este material con unos textos que terminan de darle sentido a su mensaje. En este caso, estamos ante una especie de condena eterna de amor, un intento de dar rienda suelta a tan complejo sentimiento en el plano textual, una manifestación de su naturaleza obsesiva… una sofisticada máquina programada por un organismo inteligente para repetir un mismo algoritmo hasta la eternidad. ¿Acaso no seremos nosotros también marionetas castigadas a amar sempiternamente?
Ya el espectador tendrá tiempo en su casa de buscar la respuesta a esta pregunta o a otra que se le venga a la cabeza al contemplar la obra de Pepito Morán, nosotros por nuestra parte debemos seguir avanzando hasta el final. Antes de alcanzar el último tramo del sector nuclear tenemos la oportunidad de ver de cerca dos obras del alicantino Gastomo (@gaspargastomo), seguramente el artista con la trayectoria más amplia de todo el equipo, pues con 81 años a la espalda sigue regalando al mundo la vista de sus particulares obras. Entiéndase particular en base a la técnica que usa, la extrusión de materiales plásticos, un procedimiento que cultivó durante sus 42 años como ingeniero técnico y delineante industrial, y que, tras su jubilación en 2008, comenzó a aplicar plenamente al terreno artístico.
Con una formación autodidacta en el mundo del Arte, Gastomo, quien se autodenomina “gran aficionado del Arte” en vez de artista, ha dado nombre a esta tendencia de “esculpir” mediante la extrusión: el Extruarte. Para Art Battalion VIII, ha traído dos ejemplos de esta corriente con sede en su Villena natal, muestra de su desbordante creatividad, imaginación y ganas de seguir soñando hasta el final. Al igual que otros artistas, Gaspar Tomás Mora, nombre completo de Gastomo, al transformar toda clase de desechos plásticos mediante la extrusión está dando una lección de sostenibilidad muy a tener en cuenta. El resultado de sus muchos años de investigación es una vasta colección de obras cuya forma y textura, verdaderos rasgos estilísticos, puede ser apreciada en el Museo Extruarte de Villena, que el tiempo sabrá calificar en los manuales de Arte español contemporáneo.
La participación de Gastomo, en definitiva, nos da prueba de la representación en la galería White Lab de artistas de todas las generaciones, no solo jóvenes, sino también personas con un mayor periplo vital. Este contraste de edades se complementa con la variedad de propuestas, pasando ahora del Extruarte a los “poemas pictóricos” de Mandy Shadows (@mandyshadows), concretamente al nacido a partir del título Terapia para un alma rota. Sí, el cuadro ha surgido del título y no a la inversa, que es el procedimiento común, ya que esta es la idea que articula dicha serie de su producción: obras que obtienen su forma definitiva a partir de un título apriorístico.
Decir que hay artistas muy personales, además de ser un tópico, es una clara redundancia, porque un artista sin personalidad no es artista, así de sencillo, sin un estilo que lo identifique raramente alguien se va a acordar de su figura. Mandy Shadows es, sin duda alguna y desde nuestra perspectiva, una de las personalidades más marcadas de todo Art Battalion VIII, dicho sea, sin discriminar a ninguno de los demás artistas analizados y por analizar. Pero es que la producción de Mandy Shadows no puede entenderse sin conocer la vida de Amanda Feito, nacida en Madrid en 1998 y a lo largo de cuya existencia ha experimentado en carne propia experiencias traumáticas, como la muerte de su hermano a los doce años o el bullying, que le han generado fuertes e irreversibles emociones que ha volcado en los lienzos.
Terapia para un alma rota es el verso con el que ha originado esta pintura, donde emplea una técnica mixta de óleo, rotuladores y lápices sobre un soporte de madera de ocume, su favorita. En este capítulo de su “diario de emociones”, como ocurre en prácticamente todos los demás, hace gala del recurso del “autorretrato introspectivo”, que es su forma de plasmar su universo imaginario, de expresar sus más íntimos sentimientos. En este caso, se trata de un doble autorretrato, uno realista en contrapicado y otro con estética anime, recortados sobre un fondo de gamas azules evocadoras de nostalgia y melancolía por la rememoración del denso pasado, todo ello concebido como una canción que suena en el reproductor de música de vez en cuando, bien por deseo nuestro o por puro azar.
Ojalá pudiéramos seguir desentrañando el profundo simbolismo de Mandy Shadows, pero si lo hiciéramos no podríamos contemplar la también potente propuesta de Bestiah (@artbybestiah, @soymuybestiah), al que quizás algunos conozcáis por su participación en la tercera temporada de Drag Race España. Su desempeño artístico se desarrolla en tres vías: la de drag queen, la danza contemporánea y la pintura. La instalación lleva por nombre Estamos jodidos, un grito de guerra emitido desde el seno del colectivo queer con el fin de hacerse oír en una sociedad contra la que día a día debe luchar para ser aceptado y asimilado masivamente. Ese carácter combativo, ese desgarramiento sufrido durante la batalla contra el mundo, queda manifiesto tanto en la técnica y lenguaje empleados como en el destrozo literal de algunas de las piezas del conjunto, potente y claro símbolo de su realidad.
Utilizando como base para los lienzos unos retratos en grisalla, aludiendo con ello a la condición marginal y al desplazamiento y ocultamiento que sufren las personas queer, las notas de color vienen ligadas a una técnica característica del arte urbano, de tal forma que, mediante el grafiti, una serie de tonalidades chillonas se apoderan del espacio en el doble sentido de la palabra: por ser colores chillones como tal y por emitir un sonoro grito de guerra. Se completan las composiciones con unos mensajes que, al estilo de los propios del street art, buscan reivindicarse contra el sistema actual que les oprime constantemente, hallando textos en inglés como “QUEER IS PUNK”, “FUCK THE SYSTEM” o “WE’RE YOUR HELL”.
La fuerza visual tanto de la técnica y colores de Bestiah como de los mensajes contenidos y transmitidos constituiría un genial colofón para ir a la siguiente y última etapa de la visita, pero si hiciéramos eso pasaríamos por alto las propuestas de Santiago Colombo (@santiagocolombomigliorero), Aissa Santiso (@aissasantiso) y Aina Lúa (@nalua.lab), que nos esperan justo enfrente. Colombo trae la instalación conceptual Restos de la historia van a la deriva, dos bobinas de hilo atadas a dos motores que, mediante un algoritmo de Arduino, van dando media vuelta por minuto con el fin de tensar todos los metros al final de la exhibición, por lo que el movimiento es constante pero prácticamente imperceptible.
En la línea de la producción de Colombo, Restos de la historia van a la deriva nace del arraigado deseo de desentrañar la acción del tiempo a través del medio artístico, resultando de ello lo que califica como “obras temporalizadas”, que podrían definirse sucintamente como aquellas en las que el paso del tiempo es visibilizado a ojos del espectador, siendo un ejemplo claro una película. Según su filosofía, el tiempo, magnitud tan difícil de explicar, solo puede entenderse a través de las vivencias, de las acciones y las consecuencias que genera su contacto con el entorno, de ahí que el principal recurso sea una acción repetitiva que, aunque juega con la concepción del tiempo cíclico, representa un progreso lineal debido al desgaste y erosión de las superficies de los elementos articulados. Tras mucho pensamiento, esta es, en conclusión, su forma de “materializar” el tiempo.
Tiempo sin el cual, por cierto, nos estamos quedando, pues nuestro periplo debe proseguir al ritmo que hemos llevado durante toda la visita, y por ello debemos pasar directamente a la videoinstalación de la artista cubana Aissa Santiso, llamada Wallet Garden. Fase 2, directamente relacionada con su TFM y su proyecto de tesis doctoral, enfocada en el análisis del mercado de criptomonedas y su influjo concreto en los artistas NFT emergentes de Latinoamérica. Tanto en la práctica como en el plano teórico, las líneas de actuación de Santiso se focalizan en el Arte digital por medio de varias técnicas y tendencias, como la post-fotografía, la generación de imágenes con IA, el videoarte o el criptoarte. Esta obra, junto con la de Aina Lúa, constituye del sector artístico digital de Art Battalion VIII.
La serie Wallet Garden plasma en la pantalla una serie de nodos de los que, a modo de pétalos de flores, nacen una serie de datos programáticos abstractos que simulan las operaciones y transacciones manejadas en la red blockchain de la criptomoneda Ethereum, segunda en importancia después del Bitcoin. Los movimientos producidos por los diversos usuarios que invierten en este ciberespacio, traducidos visualmente, originan una danza viva y continua, una explosión infinita de colores que representan la vastedad y alcance del mercado digital, la cual podéis visualizar al completo en la cuenta de Instagram de Aissa. En definitiva, una sucesión no cuantificable de formas, gamas y cifras que se actualizan diariamente en un proceso de imparable crecimiento del que somos testigos directos.
Desde una perspectiva de unión entre lo analógico y lo digital aborda Aina Lúa su obra PORTALS, que haciendo pendant con la videoinstalación de Aissa Santiso expone otra de las numerosas vías de aplicación de las tecnologías digitales a la Historia del Arte. Su apuesta es la de un mundo en la que lo pasado y lo moderno convivan en armonía, que ambas realidades no sean mutuamente excluyentes, es un intento de huir de los extremos en los que un alto porcentaje de la sociedad se halla encorsetados: o lo clásico y tradicional es siempre mejor, o supone un atraso a olvidar de cara a un futuro dominado por la tecnología digital. Señoras y señores, existe el término medio, solo hay que dedicarle un tiempo a encontrarlo, y eso es lo que ha hecho Aina Lúa en su “portal dimensional”.
Partiendo de un lienzo circular pintado en una superficie giratoria, al que se ha aplicado la pintura con procedimientos como una action painting controlada y mesurada o una diseminación centrífuga del material, se obtiene una composición abstracta de vibrantes manchas. Con esta forma redonda del periodo analógico se abre un portal a la dimensión digital a través de un sofisticado mecanismo que transforma la visión cenital del soporte en una pieza de videoarte caleidoscópico que el espectador puede girar libremente, obteniendo cada vez una visión distinta. Esta proyección es el resultado de haber cruzado esa aparente e impostada barrera entre tradición y modernidad, demostrando así la coexistencia pacífica (no al modo de la Guerra Fría, que quede claro) y la relación simbiótica entre ambas.
LAS ENTRAÑAS DE LA BESTIA
Nos adentramos en un pasaje que, a manera de bisagra, hace de conexión entre el núcleo de Art Battalion VIII y sus profundas entrañas, último sector en que hemos dividido este recorrido. En este punto de inflexión se hospeda la obra In my veins de Mario García (@arrozavec), un artista madrileño que en sus instalaciones suele utilizar de manera recurrente la luz artificial para conseguir su objetivo, sea generar una atmósfera acorde al tema abordado o, como en este caso, mostrar la posible alteración de nuestros fluidos internos tras vivir determinados momentos. Además de hacer uso de los efectos de la fluorescencia, con una mayor profundidad que las obras minimalistas de Dan Flavin, dispone dos hileras de bolsas de suero cuyos líquidos varían su ADN cromático con una luz negra que desvela otra naturaleza.
La experiencia interactiva que nos propone Mario va más allá de simplemente accionar el interruptor de esa fuente de luz que altera el estado de los líquidos, sino que nos invita a tocar con nuestras propias manos las bolsas, pudiendo palpar su textura y consistencia. Estas sensaciones táctiles, unidas a las percepciones ópticas, generan en nosotros un afán de conocimiento de nuestro propio contenido, de aquello que fluye incesantemente cada segundo sin que nos demos cuenta, y quizás por ello tampoco nos percatamos de posibles alteraciones en dichos fluidos al experimentar momentos clave en nuestra vida. Quién sabe, quizás nuestra sangre, si bien roja para todos, no destila las mismas tonalidades siendo niños que adultos.
Esta pequeña exploración de nuestras venas nos revitaliza para afrontar las obras que todavía tenemos por delante, pero que nadie se relaje, hay que tener todos los sentidos puestos en ellas para poder entenderlas como es debido. Eso es lo que hay que hacer tal cual nos acercamos a Extinction: el nacimiento de una naturaleza muerta, la propuesta de Ana Minerva (@0anaminerva0), una obra que se “activa”. Para poder entender este concepto de activación es importante saber que la artista mexicana, de aquí a un tiempo y sobre todo en su fase actual de doctoranda, no ha dejado de formular y desarrollar tesis acerca de las relaciones entre Arte y ciencia, manifestando sus investigaciones en metáforas visuales que ahondan en lo oculto.
En línea con ese constante intento de aunar investigación científica e interpretación artística, Ana Minerva trae a colación el tema del cese de la existencia en una composición que combina dibujo y acción performativa, dando pie a una serie de metáforas simultáneas dispuestas en distintos niveles que deben ir desentrañándose poco a poco. Sobre un lienzo, la artista ha dispuesto en los extremos el mismo cerebro, pero en dos coordenadas temporales distintas, ya que uno está vivo y el otro muerto, y entre medias se trazan con detalle botánico los ingredientes de un perfume. Todos los elementos se unen con un hilo rojo que, bajo la forma de una gráfica de electroencefalograma, se va soltando de las anillas por acción de Ana para ir activando un proceso olfativo que, una vez extinto, fallece y deja tras de sí una naturaleza muerta; biológicamente hablando, se ha sufrido un ictus.
Pararse a explicar en detalle todas las capas de pensamiento que Ana Minerva ha delineado premeditadamente es una labor que bien merecería ser tratada en un artículo por separado, como sucede en verdad con todas las demás obras de la exhibición. Nuestra siguiente parada tras activarse esta obra es ir a la propuesta de la artista murciana María Bernal (@mariabernalx), intitulada Antropología del no lugar, con la que optó a los Premios FAD de Arte de 2023 y con la que se presenta a esta edición de Art Battalion. Es una instalación consistente en cinco impresiones enmarcadas que, al recibir luz, combinan dos lugares relacionados con dos conceptos aparentemente opuestos: el “lugar antropológico” y el “no lugar”.
Que no se alarme nadie, explicamos ahora mismo qué es cada uno: mientras que el “lugar antropológico” se relaciona con un espacio identificativo e histórico, el “no lugar” actúa tradicionalmente como una zona de transición que carece de identidad, que se limita a conectar esos “lugares antropológicos”. Bernal nos plantea en su instalación la combinación de ambos, demostrando así que, en realidad, son un único lugar cuando el individuo circula por él, la diferencia establecida entre ambos depende directamente de la identidad subjetiva, de tal forma que lo que para alguien es un espacio del recuerdo para otro puede ser un simple pasillo con entrada y salida.
El lugar de la obra de María Bernal en este artículo, por desgracia, no puede ser mayor, debemos proseguir el viaje, y esta vez nos toca detenernos en Sara Medina (@saramedina____) y sus Sonidos de lluvia para dormir, título con el que evoca el estado entre la vigilia y el sueño, ese momento en el que, sin tener un pie firmemente asentado en ninguna de ambas realidades, cabalgamos con atisbos de conciencia por el sendero que nos conducirá (o no) al reino de la inconsciencia. El conjunto está formado por un óleo sobre lienzo y tres cianotipias, procedimiento de origen fotográfico que Sara traslada al terreno artístico con el uso de bordados posteriores al proceso, blancos y dorados en este caso.
El óleo está dominado por tonalidades oscuras que simbolizan el ámbito de la noche en el que se produce el entresueño, rematando esta imagen las fases de la luna, que se disponen delineando el contorno de lo que parece ser un ojo cuya pupila es el sol. La línea del horizonte divide perfectamente la composición a la mitad, situándose en la parte inferior los protagonistas de la escena: una joven y un cisne, en quienes se concentran los blancos y los toques de luz de la paleta. A veces es muy difícil conciliar el sueño, y las horas pasan ante nuestros ojos sin poder hacer nada, situación que queda reflejada en las cianotipias: miramos el móvil ante la imposibilidad de alcanzar la dimensión onírica, el despertador está cada vez más cerca de sonar, y cuando creemos llegar allí volvemos a la acelerada realidad.
Más de uno de los asistentes al pase de prensa reflexionaría esa noche largo y tendido sobre este plano intermedio en el que, por motivos de diversa índole, permanecemos en ocasiones más tiempo del querido. No obstante, donde sí queremos invertir más tiempo es en el Movimiento de Imperdible (@imperdible___), nombre bajo el que actúa un colectivo profesional de artistas urbanos y diseñadores que llenan nuestras ciudades con su Arte. La clave de su política de actuación es la colaboración con vecinos, viandantes, colegios, universidades y demás ciudadanos e instituciones interesadas, haciendo de su trabajo un gigantesco proyecto colaborativo que puebla los exteriores y los interiores del espacio público con murales participativos de altísima calidad técnica y estética, y que guardan relación directa con la población en la que se insertan, convirtiéndose en obras referenciales del lugar.
Tras haber intervenido en localidades como Jaén, Cárchel, Paracuellos de Jarama o el distrito madrileño de Moratalaz, acuden a Art Battalion VIII con una obra que, aun saliéndose un poco del cauce del espray, mantiene la esencia urbana y el estilo identificativo de Imperdible. Precisamente, el título es muy significativo, ya que sus trazos llenan de dinamismo cualquier espacio que entre en contacto con sus herramientas de trabajo, sea un gran muro o un pequeño lienzo como el que nos ocupa, protagonizado por un petirrojo envuelto en bandas azules y verdes con baja saturación y elegantes juegos de curvas y contracurvas, de perfiles cóncavos y convexos, todo ello sobre un amortiguado fondo anaranjado. Eso es, en esencia, Madrid: una ciudad inquieta de mucho movimiento que avanza a un ritmo vertiginoso.
Siguiendo con nuestra línea de ir haciendo juegos de palabras para entrelazar unos artistas con otros, no podéis perderos el Tótem de Eva Menezz (@evamenezz_art), una escultura de sobresalientes volúmenes que forma parte de una de sus principales líneas de experimentación: los “blocks”. La descripción de las obras que integran las series de esta vía artística es sencilla: bloques y listones de madera de abeto pintados con colores planos que se montan a distintas distancias con respecto al plano, obteniendo con ello un mosaico en relieve que genera interesantes juegos de claroscuro en función del punto de vista desde el que se admire el ensamblaje. El resultado es una especie de mapa topográfico o imagen de píxeles en cuyo lenguaje abstracto a veces se reconocen formas simplificadas.
El ejemplar que Menezz ha traído para Art Battalion, tomando como base esa especie de puzle de madera acrílico, de “fichas de un mecano” como ella misma declara, se completa en el suelo con una guirnalda con margaritas amarillas que enmarca la escultura, delante de la cual, además, se ordenan una serie de velas blancas de diferentes grosores y tamaños. Temáticamente hablando, el Tótem de Eva se inspira en el Arte indígena americano, concretamente en las deidades de sus panteones, conformando la unión de los colores y los elementos telúricos ciertos símbolos de la naturaleza y un aire místico de reminiscencias ancestrales. En la paleta de esta artista madrileña se codifica el “espectro cósmico”, las gamas de las estrellas, nebulosas y galaxias del universo; quienes lean su fundamentación teórica lo entenderán.
La visita guiada está llegando a su fin, y si el lector sigue todavía nuestros pasos está viviendo un viaje mucho más detallado y hondo que el original, uno en el que nos estamos volcando de lleno en intentar comprender el trasfondo biográfico y filosófico de los artistas tras las obras. De igual forma procederemos con Manuel García Cruz (@manuel_garcia_cruz) y su Reinvención desde el origen, penúltima instalación del conjunto y nueva muestra que refleja la desbordante imaginación y originalidad de quienes han intervenido el espacio de la UCJC, solo que esta vez dicho concepto intervencionista es uno de los motores del pensamiento del artista. García Cruz establece un diálogo entre la pared que acoge las pinturas y las composiciones en sí, elaboradas no a partir del tradicional lienzo en blanco, sino sobre una tela con motivos estampados que “reinventa” con sus propias pinceladas.
Esta idea del artista cordobés, que en este espacio desgraciadamente no ha podido desenvolverse según su pensamiento original, puede contemplarse en una fotografía donde se ve la instalación en su fase completa. No obstante, ello no supone un impedimento para detenernos a analizar el doble sentido de interpretación del lenguaje dispuesto: por un lado, está el contenido interior, el inherente a las propias telas y los recursos empleados en su superficie: por otra parte, el contenido exterior nace de expandir dichos recursos internos a la pared del fondo, un intento de “habitar el muro” que busca replantearse el entorno. Con ello, García Cruz, como ha hecho anteriormente en otras obras, combina la noción del espacio irreal pictórico y el espacio real arquitectónico, originando una renovada visión de conjunto.
Terminamos la senda, palabra que tan presente ha estado a lo largo del recorrido, con el talento de la barcelonesa Lucía Segura Art (@luciasegura.art), que como colofón de esta visita exprés ha preparado Living energy, una composición nacida de su personal proceso abstraccionista, con colores apastelados y planos y una serie de tramas y patrones orgánicos que dotan de vida y movimiento al soporte artístico. El camino que ha llevado a Lucía a la abstracción es consecuencia de su permanente objetivo de expresar las emociones de su mundo interior, las cuales proyecta en sus diversas obras, sean cuadros, bordados, cerámicas, piezas digitales o murales, con un vívido lenguaje introspectivo que incita al espectador a profundizar en su psicología, a conocerse mejor a sí mismo, a su yo interno.
De forma parecida a Manuel García Cruz y su Reinvención desde el origen, la instalación que lleva el revitalizante nombre de Living energy abre sus fronteras hasta el punto de ocupar parte del muro sobre el que se ubica, pero el procedimiento y el concepto son tangencialmente distintos. Si bien la superficie pictórica en sí misma puede ser una composición puramente abstracta, al “echar raíces” en la pared la imagen final es una clara evocación de las formas de la naturaleza, expresadas con un vivo y latente cromatismo. Esas raíces se manifiestan tanto formal como filosóficamente, ya que ese constante fluir de la energía que ebulle en el lienzo se expande libremente más allá de él, demostrando con ello que está presente en todas partes, y gracias a Lucía tenemos la oportunidad de verla materializarse.
CONCLUSIONES
Y aquí termina nuestra visita a la octava edición de Art Battalion, tan llena de Arte como en ocasiones anteriores, y cada año se van superando a todos los niveles trayendo más artistas y añadiendo con ello mayor variedad de propuestas a un conjunto que de base ya da al espectador horas de visión y reflexión. Somos conscientes de que tan solo dos párrafos para cada obra y su artista es poco espacio, pero esperamos que con estas breves pinceladas que os hemos proporcionado a lo largo del recorrido os sintáis animados a seguir descubriendo el universo que late en las mentes y corazones de estos talentos de todas las generaciones, viva muestra de una parte del Arte contemporáneo en España.
Hemos ido señalando las procedencias de buena parte de los artistas plásticos representados en la exposición con el objetivo de que podáis apreciar que la creatividad se halla en cualquier rincón del país, solo hay que saber encontrar el evento artístico en el que poder conocer a un grupo selecto que, venido de diversas regiones, nos traen un cachito de su personal estilo y profundo pensamiento con el que llenan el espacio expositivo. Sergio S. Paris, Pablo Sola, Esther Moya González, Borja Torrent, Gastomo, Mandy Shadows, Ana Minerva, Sara Medina o Lucía Segura Art son solo algunos de los artistas cuya trayectoria, si os interesa, podéis seguir de cerca en sus redes sociales y páginas web.
Multidisciplinariedad, intervención “colonial” y pluralidad temática son tres de los principales ejes que han vertebrado el discurso de la galería White Lab para Art Battalion VIII. Nuestro camino por las diversas propuestas nos ha permitido conocer una serie de conceptos sobre los que más de uno comenzará a reflexionar a partir de ahora con mayor detenimiento, entre ellos los de “retroflexión”, sostenibilidad, identidad, senda, mundo interior, “cuadro habitable”, “muro habitable”, “ternura radical”, azar, “poema pictórico”, “obra temporalizada”, fusión analógico-digital, “espectro cósmico” y “no lugar”. Si este año hemos podido observar y documentar tal cantidad de ideas y propuestas, ¿qué nos deparará en la edición del año que viene? Lo descubriremos llegado el momento, y esta vez estaremos más preparados.