COMENTARIO HISTÓRICO ARTÍSTICO DEL GRAN PODER DEL BORDADO
Desde el próximo 4 de diciembre se celebrará en la ciudad de Sevilla el II Congreso de Hermandades y Piedad Popular, acabando el día 8 con una procesión de clausura en la que participarán distintas imágenes devocionales de la ciudad y la provincia.
Son el caso de la Virgen de los Reyes, la patrona de la Archidiócesis de Sevilla, Nuestra Señora de Setefilla de Lora del Río, Nuestra Señora de Valme de Dos Hermanas, Nuestra Señora de Consolación de Utrera, el Santísimo Cristo de la Expiración de la Hermandad del Cachorro, Nuestra Señora de la Esperanza de Triana, María Santísima de la Esperanza Macarena y Nuestro Padre Jesús del Gran Poder, en quien centraremos este artículo.

Como siempre, Sevilla cuando se prepara para una situación extraordinaria como esta surgen debates como el de los atuendos que deben llevar sus imágenes. El debate con la talla del Señor del Gran Poder viene de largo y sigue vigente hasta el día de hoy. Es por ello que nos vemos en la obligación de insistir en este asunto e intentaremos hacer un ejercicio de reflexión y didáctica visual para comprender la importancia sobre llevar una túnica bordada o una túnica lisa en una talla cristífera, como es el caso del Gran Poder.
Para ser justos en el debate, vamos a intentar analizarlo confrontando lo que aporta cada túnica y así podemos llegar a un valor cuantitativo de lo que se ve. Por partir desde un punto en común, el color. El principal color que simbolizado la Pasión de Cristo es el morado. Este aparece tanto en las túnicas lisas como en las bordadas. Por tanto, aquí estamos igualados, ya que es un discurso que se aporta en ambas.

Hablando desde el punto de vista histórico. La talla de Jesús del Gran Poder es una obra del imaginero Juan de Mesa del año 1620 en la que se representa a Jesús cargando con la cruz a cuestas. Se sabe que el Señor ha procesionado con túnicas bordadas desde prácticamente su ejecución y por el concepto barroco del momento seguramente sería entregado a la hermandad con una de ellas. Hablemos por tanto de sus túnicas bordadas.
La primera de ellas, la túnica de la corona de espinas. Fue realizada por la prolífica bordadora Teresa del Castillo en el año 1857. Es la más antigua que se conserva. Cuenta con tramas vegetales, cardos y acantos. Los cardos son símbolos de los dolores de María y de la propia corona de espinas, mientras que los acantos representan la inmortalidad. En la parte frontal de la túnica aparece el elemento que le da nombre, la corona de espinas que rodea el paño de la Verónica con el que secó la sangre de Cristo en la calle de la Amargura, dejando su impronta fijada en él.
Es decir, esta pieza nos permite salir de una única escena, la de Jesús cargando con la cruz, para vincularnos a los momentos que padeció la Virgen María, a la Pasión sufrida por Jesús desde que es coronado de espinas en el pretorio de Pilatos, pasando por el testimonio de la Verónica y llevarnos hasta la propia Resurrección, símbolo inequívoco de su inmortalidad y el fin al que conduce todo el discurso que pretende transmitir la Iglesia Católica con una imagen pasionista. Unido al color morado de la Pasión y el dorado del bordado que representa a Cristo como la propia luz “Ego sum lux mundi”. Todo esto sería imposible de comunicar con una túnica lisa.

Seguimos con la túnica de los cardos. Estrenada en 1881 y creada por Josefa y Ana Antúnez. En ella aparecen hojas de cardos con flores, que ya hemos mencionado anteriormente su simbología, que, sin duda, florecen a través de la sangre derramada de Cristo. Además, se incorporaron amatistas, de color morado que fortalecen el símbolo principal de la Pasión de Cristo. Por tanto, en una túnica podemos recrear escenas como la flagelación, la lanzada, la coronación de espinas… todo en una misma prenda. Obviamente, todo este discurso iconográfico no se sostiene sin un bordado en el que se pueda representar toda la simbología de la Pasión y Muerte de Jesús.

En el siglo XX, la Hermandad del Gran Poder adquirió en 1908 la conocida como túnica persa o neomudéjar, obra del bordador y diseñador Juan Manuel Rodríguez Ojeda. Su nombre nos da una pista de su contenido, cuenta con elementos de la arquitectura mudéjar como lazos apuntados y trenzas. A nivel simbólico destacan los símbolos del Alpha y el Omega. Un mensaje claro y directo, Cristo es el principio y el fin de todo. No es cualquier cosa si nos centramos en la advocación de la imagen. La primera vez que se manifiesta el Gran Poder de Jesús es en la Epifanía del Señor por la que apareció la Estrella de Oriente que llevó a los Reyes Magos hasta Belén para poder adorar al rey de los judíos. Es por ello, que la cofradía cuenta con una insignia en su cortejo que representa este pasaje bíblico. Todo esto no aparece en una túnica lisa.

Esta túnica se utilizará hasta el año 1910, que es cuando se impone el hábito de la lisa. Es decir, incluso históricamente hablando, desde la hechura del Señor en 1620 a 1910 son casi 300 años en el que se utilizó continuamente la túnica bordada, frente a los 100 (en algunas ocasiones puntuales se ha usado la bordada), de la lisa. Por tanto, tampoco se puede comprar el argumento muy utilizado hoy día de que lo clásico es ver al Gran Poder con la túnica lisa.

Como hemos mencionado, la túnica lisa llegó en 1910. Donada por Hilario del Camino, quien era por entonces hermano mayor de la corporación. Poco más se puede añadir a nivel simbólico que el propio color morado pasionista de la misma.
Llegaría en 1927 una nueva túnica bordada, la conocida como la de guardilla. Donada por María Teresa de Fraguas, realizada en terciopelo granate. Otro color, pero que nos vincula directamente a la sangre de Jesús. Cuenta también con elementos vegetales que recorren la parte inferior y las bocamangas del Señor.

Y finalizamos el recorrido de los atuendos del Gran Poder con la conocida como túnica de los devotos. Obra del taller de Santa Bárbara del año 2020. Fue costeada por más de 4.000 personas para conmemorar el IV Centenario de la hechura de la imagen. Se creó siguiendo el modelo de la túnica de 1817 de Francisco de Paula Zuloaga.
Esta túnica si que se podría llamar que es “la clásica” del Gran Poder, la lisa no. Es seguramente la que más tiempo portó el Señor y la que vemos en muchas representaciones fotográficas y en los azulejos. Cuenta con multitud de elementos simbólicos florales, aparecen plumas de aves que nos hablan de la protección y la conexión directa con Dios y fuentes, Jesús como fuente de vida tras su próxima resurrección.


Sin entrar en ningún juicio estético o de gusto subjetivo, porque no se trata de eso, se trata de centrarnos en lo que se está representando. En este caso, la figura de Cristo con todos sus elementos iconográficos posibles.
Es por ello, que no queda otra que concluir que lo clásico, lo habitual, debería ser ver a Nuestro Padre Jesús del Gran Poder con sus túnicas bordadas, y no con la lisa. Porque la vestimenta no es algo banal o secundario, es una parte más de la imagen que significa el mensaje. Ya no sólo debería usarse para un evento especial como el del próximo 8 de diciembre, sino en su salida procesional anual. Hacer de lo extraordinario, lo ordinario. Y no al revés.