COMENTARIO HISTÓRICO ARTÍSTICO DE EL ÚLTIMO DÍA DE POMPEYA
CONTEXTO HISTÓRICO
La erupción del Vesubio en el año 79 d.C. y la consiguiente destrucción de Pompeya es uno de los eventos más trágicos y a la vez fascinantes de la historia antigua. Desde su redescubrimiento en el siglo XVIII, Pompeya ha cautivado la imaginación del público, simbolizando tanto la grandeza y decadencia de la civilización romana como la fragilidad de la vida humana frente a las fuerzas de la naturaleza.
Durante el siglo XIX, el interés en la antigüedad clásica y las excavaciones arqueológicas de Pompeya alimentaron la imaginación de artistas y escritores europeos, muchos de los cuales se sintieron atraídos por los temas de ruinas, catástrofes naturales y los ciclos de destrucción y renacimiento.
En este contexto, Karl Briulov, un pintor ruso profundamente influido por el Romanticismo europeo, creó su obra maestra «El último día de Pompeya«. El Romanticismo, con su énfasis en las emociones intensas, la sublimidad de la naturaleza y el interés en la historia y la antigüedad, proporcionó el marco ideal para la creación de esta obra monumental. La pintura de Briulov refleja tanto el interés académico por la exactitud histórica como la pasión romántica por lo sublime y lo trágico, encapsulando el zeitgeist de la época.
BREVE BIOGRAFÍA DEL ARTISTA
Karl Pavlovich Briulov (1799-1852) es uno de los pintores más destacados de la historia del arte ruso y uno de los primeros en alcanzar fama internacional. Nacido en una familia de artistas en San Petersburgo, Briulov fue un prodigio desde temprana edad.
Se formó en la Academia Imperial de las Artes, donde se destacó por su habilidad técnica y su capacidad para captar el drama humano. A los 21 años, recibió una beca para estudiar en Italia, donde su contacto con las ruinas de Pompeya y las obras maestras del Renacimiento influyó profundamente en su estilo.
La estancia de Briulov en Italia fue decisiva para su desarrollo artístico. Allí absorbió las influencias del Renacimiento y del Barroco, y comenzó a desarrollar su característico estilo, que combina una meticulosa precisión académica con una intensa carga emocional. «El último día de Pompeya«, pintado entre 1830 y 1833, es la obra que lo catapultó a la fama internacional, siendo aclamada tanto en Rusia como en Europa. Su fama le permitió consolidar su carrera como uno de los más grandes pintores de la historia del arte ruso.
ANÁLISIS FORMAL
«El último día de Pompeya» es un óleo monumental sobre lienzo, que mide 456 x 651 cm. Esta obra impresiona no solo por su tamaño, sino también por la complejidad de su composición.
Briulov organiza la escena de manera que el espectador se sienta inmerso en el caos y la desesperación que envuelve a los habitantes de Pompeya en sus últimos momentos. La composición se estructura en una espiral de figuras humanas que convergen en el centro de la escena, donde la desesperación y el terror se manifiestan de manera desgarradora.
El manejo del color es particularmente notable. Briulov utiliza una paleta de tonos cálidos y fríos para contrastar el fuego volcánico con el cielo oscurecido por la ceniza y el humo. Los rojos intensos y los anaranjados del fuego dominan la escena, contrastando con los grises y azules fríos que sugieren la inminente oscuridad y el apocalipsis. La luz es tratada de manera dramática, con destellos que iluminan fragmentariamente las figuras y los elementos arquitectónicos, creando un efecto de claroscuro que acentúa el dramatismo de la escena.
Las figuras humanas, en diversos estados de pánico y desesperación, son representadas con un realismo intenso y una atención al detalle que demuestran la maestría técnica de Briulov. Los gestos exagerados y las expresiones de horror son características del Romanticismo, que busca capturar las emociones más extremas. La composición es dinámica y fluida, con líneas diagonales que dirigen la mirada del espectador a través de la escena, sugiriendo el movimiento frenético de los habitantes de Pompeya mientras intentan escapar de su destino inevitable.
ANÁLISIS ICONOGRÁFICO
Desde un punto de vista iconográfico, «El último día de Pompeya» es una obra cargada de simbolismo. Briulov no solo representa un evento histórico, sino que también lo carga de significados más amplios sobre la fragilidad humana, la implacabilidad de la naturaleza y la inexorabilidad del destino. Las ruinas y las estatuas quebradas en la obra simbolizan la caída de una gran civilización y la vanidad de las aspiraciones humanas frente a la inmensidad de la naturaleza.
El centro de la composición está dominado por una familia noble que intenta desesperadamente escapar de la destrucción, lo que podría interpretarse como una alusión a la impotencia de la aristocracia y el poder frente a las fuerzas incontrolables de la naturaleza. A la derecha, se observa a un hombre portando a su anciano padre, una referencia al piadoso Eneas, quien huyó de la destrucción de Troya cargando a su padre Anquises sobre sus hombros, un símbolo de la lealtad filial y el sacrificio.
La presencia de estatuas y templos en ruinas refuerza la idea de que incluso lo sagrado está en peligro ante la catástrofe. Las estatuas, que una vez representaron la protección de los dioses, ahora yacen rotas y abandonadas, sugiriendo que ni siquiera el poder divino puede intervenir en este desastre. La disposición de las figuras, en un ciclo de desesperación, miedo y resignación, refleja la inevitabilidad del destino y la impotencia humana ante los desastres naturales.
CURIOSIDADES
- Inspiración arqueológica: Briulov realizó un exhaustivo estudio de las ruinas de Pompeya antes de comenzar su obra. Se basó en los relatos de Plinio el Joven, quien fue testigo ocular de la erupción, y en las excavaciones arqueológicas que se llevaban a cabo en Italia en ese momento para asegurar la exactitud histórica de su representación.
- Impacto internacional: «El último día de Pompeya» fue presentado en Milán y París antes de ser llevado a Rusia, donde fue aclamado por su dramatismo y precisión histórica. La obra contribuyó significativamente a la fama de Briulov, quien fue comparado con grandes maestros europeos como Delacroix.
- La técnica y el tiempo de ejecución: Briulov dedicó más de tres años a la creación de esta obra, lo que demuestra su meticulosidad y compromiso con la exactitud y el impacto visual. Utilizó técnicas avanzadas de composición y claroscuro para crear una escena que es a la vez caótica y coherente.
- Significado romántico: La obra de Briulov es una clara manifestación del Romanticismo, con su énfasis en lo sublime y lo trágico. Representa no solo un evento histórico, sino también una reflexión sobre la fragilidad de la vida humana y la fuerza indomable de la naturaleza.
CONCLUSIÓN
«El último día de Pompeya» es una obra maestra del Romanticismo que trasciende la mera representación histórica para ofrecer una profunda meditación sobre la fragilidad humana y la inevitabilidad de la destrucción.
La combinación de precisión técnica, dramatismo emocional y rica iconografía convierte esta pintura en una de las más grandes obras de arte del siglo XIX. Karl Briulov, a través de esta monumental obra, no solo capturó la imaginación de su tiempo, sino que también dejó un legado perdurable en la historia del arte, consolidando su reputación como uno de los más grandes pintores de su era.
BIBLIOGRAFÍA
- Carrera, Pablo. Pompeya y Herculano: Historia, arte y vida cotidiana en la ciudad sepultada. Ediciones Akal, 2008.
- Pushkin, Alexander. Ensayos sobre arte y literatura. Editorial Renacimiento, 2013.
- Rosenblum, Robert. El Romanticismo en el arte. Ediciones Cátedra, 1989.
- Boime, Albert. El arte académico en Europa: 1800-1900. Editorial Tecnos, 1990.
- Gómez, Víctor. La Antigüedad recuperada: el redescubrimiento de Pompeya y Herculano. Alianza Editorial, 2015.
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