COMENTARIO HISTÓRICO-ARTÍSTICO DEL PROPILEOS
CONTEXTO HISTÓRICO-ARTÍSTICO
En el año 437 a.C. fue consagrada la obra cumbre de ese periodo dorado de la cultura ática llamado “Siglo de Pericles”, es decir, el Partenón, dirigido por el escultor Fidias y diseñado arquitectónicamente por Ictino y Calícrates.
El punto más alto de la acrópolis ateniense, de esta manera, se embelleció y su vista dominó toda la ciudad desde entonces, pero todavía quedaban proyectos con los que seguir llenando su superficie. Así, entre el 437-432 a.C., mientras se labraban los frontones del Partenón, el arquitecto Mnesicles, probable discípulo de Ictino, aportó las trazas de la entrada monumental a la colina, que recibe el nombre de propileos, para así poder ir a los aposentos de Atenea “por la puerta grande”.
Pese a que el grandioso proyecto de Mnesicles para el acceso occidental de la acrópolis no llegó a concluirse debido a la oposición que mostraron los sacerdotes del Santuario de Ártemis Brauronia de ceder parte de sus terrenos (BLANCO, 2011, p. 302), es innegable la potencia de su estereotomía y la magnífica labor de adaptación a la escarpada pendiente que fue emprendida. En el siglo II d.C., así describía Pausanias el Propileos:
“Los Propileos tienen un techo de mármol blanco, y por el esplendor y la grandiosidad de sus mármoles sobresalen todavía en mi tiempo.” (PAUSANIAS, 1994, p. 139)
El propileo ático que se erigió durante el Clasicismo pleno fue, en verdad, un sustituto de otro datado en el Arcaísmo tardío, construido durante la época de Hiparco e Hipias, los llamados Pisistrátidas (527-510 a.C.). Este contaba con una orientación hacia el noreste, pero el planificado por Mnesicles va de oeste a este, pues toma como referencias la Atenea Prómaco de Fidias y el Templo de Atenea Políada (ELVIRA, 2013, p. 183). Pese a los esfuerzos realizados, en el 431 a.C. se interrumpieron permanentemente las obras al estallar la Guerra del Peloponeso (431-404 a.C.).
ANÁLISIS COMPOSITIVO Y FORMAL
Con el Partenón como eje visual principal de la acrópolis, Mnesicles no tuvo más opción que medirse con la obra de su maestro, del cual tomó buena nota para la proyección del Propileos. Así, concibió un proyecto que gira en torno a un eje de simetría (el camino oeste-este antes mencionado) formado por una serie de módulos independientes que, por otra parte, están perfectamente trabados entre sí, por lo que podían ser construidos paulatinamente en fases bien organizadas, algunas de las cuales, como hemos anticipado, nunca salieron del papel.
El sector nuclear, que es el propileo propiamente dicho, sí que fue levantado: se trata de un doble acceso hexástilo en orden dórico unido por un ancho corredor central (zona de paso de carros y jinetes, como los que encabezaban la fiesta de las Panateneas) y plataformas laterales (zona peatonal) cuyo techo casetonado es sustentado por tres columnas jónicas a cada lado, imitando la sala trasera del Partenón.
Para combatir la accidentada topografía, una escalera posibilita el paso hacia la fachada oriental, salvando así el Propileos dos niveles de altura. El acceso principal, es decir, el occidental, además de las seis columnas frontales, cuenta con otras tres de menor diámetro en cada lado, generando una pequeña U que arropa a aquellos que desean visitar la morada de Atenea.
A los costados de la zona principal, Mnesicles dispuso una serie de espacios anexos de los cuales solo pudo ver terminados dos, los correspondientes al lado oeste, pues las alas laterales próximas al este, de planta rectangular y sostenidas por tres columnas centrales, no corrieron igual suerte. Esta multiplicación espacial supuso una clara ruptura con la concepción de volumen único imperante en la arquitectura griega, si bien todavía mantiene la tradicional simetría (LEÓN, 1989, p. 80).
El primer espacio occidental es el saliente donde hoy se encuentra el Templo de Atenea Niké, cuyas obras comenzaron con posterioridad, hacia el 427/421 a.C. El otro espacio era la Pinacoteca, lugar donde se conservaban y exponían pínakes (tablillas votivas que suponen el antepasado de los cuadros) al modo de un museo, los cuales, por desgracia, no han sobrevivido al paso de los siglos; Pausanias los describió con bastante detalle en su Descripción de Grecia, llegando a aportar el nombre de un pintor hoy desconocido: Timéneto (PAUSANIAS, 1994, p. 140).
Más allá de su evidente grandiosidad y de la cuestión de cómo pudieron verse aquellas estancias nunca proyectadas del Propileos, cuya visión completa ni siquiera presenciaron los antiguos, por tanto, a nivel técnico Mnesicles introdujo algunas novedades que, con mayor o menor acierto, aplicarían otras construcciones.
La más famosa fue la bicromía, pues alternó en algunas partes el blanco mármol pentélico con hiladas de caliza azul de Eleusis, solución que se volvió a ver, sin ir más lejos, en el Erecteion. Por su parte, reforzar los arquitrabes con barras metálicas para lograr una mayor resistencia fue algo casi exclusivo de este edificio (ELVIRA, 2013, p. 184); salvando las distancias, este es el procedimiento empleado para la fabricación del hormigón armado tan presente en nuestra época.
EL PROPILEOS ATENIENSE ENTRE LA HISTORIA Y LA LEYENDA
Cuenta el biógrafo Plutarco en sus Vidas paralelas, al hablar de Pericles, una historia acontecida durante la construcción de la entrada monumental a la acrópolis ática. Según él, un trabajador resbaló y cayó desde lo alto del edificio, quedando “en un estado lamentable, desahuciado por los médicos” (PLUTARCO, 2008, p. 449), pero entonces Atenea se apareció ante Pericles para darle un remedio milagroso con el que pudo curar al hombre. Esta anécdota, más allá de su veracidad, es contada de diferentes maneras por otros escritores, como Plinio el viejo, Pirrón o Jerónimo de Rodas, y todos aluden al trabajador caído como esclavo de Pericles.
Andando el tiempo, y como les sucedió a todas las obras de la Antigüedad, el Propileos de Mnesicles fue reutilizado a lo largo de las épocas, albergando funciones muy diferentes a la original. Así, en el siglo VI se modificó el ala sur para contener una basílica cristiana, mientras que los gobernadores francos transformaron esta misma zona en un palacio con torre en los siglos XIII-XIV. En 1640, un polvorín otomano alojado aquí estalló, como 47 años después lo haría otro en el Partenón, y su estado ruinoso no comenzó a ser restaurado hasta el siglo XIX, fecha en la que, además, se retiraron los añadidos posteriores a la construcción original.
FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA
FUENTES
PAUSANIAS, Descripción de Grecia, 3 vols., Madrid, Gredos, 1994
PLUTARCO, Vidas paralelas, 8 vols., Madrid, Gredos, 2008
BIBLIOGRAFÍA
BLANCO FREIJIEIRO, A., Arte griego, Madrid, CSIC, 2011 (1ªed. 1956)
LEÓN ALONSO, P., El arte griego (II), Madrid, Historia 16, 1989
ELVIRA BARBA, M.A., Manual de arte griego. Obras y artistas de la antigua Grecia, Madrid, Sílex, 2013
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