La fascinación de Madonna por Tamara de Lempicka

El vogue, “la Vogue” y el videoclip de “Vogue” de Madonna

WHAT ARE YOU LOOKING AT?

Look around, everywhere you turn is heartache
It’s everywhere that you go (look around)
You try everything you can to escape
The pain of life that you know (life that you know)
When all else fails and you long to be
Something better than you are today
I know a place where you can get away
It’s called a dance floor
And here’s what it’s for, so…

Debe ser de las primeras veces -si no la primera- en la que aparecen más de dos palabras seguidas en inglés en uno de mis posts. Y, además, en forma de versos de canción.

Strike a pose”: ¿Qué es el vogue?

No, la canción de Madonna no se refería a la legendaria revista, fundada en 1892. O sí, aunque no de forma directa. En una valoración superficial, podría parecer que se trata de un tema frívolo y bastante banal, pero el caso es que tiene bastante «chicha». ¡Allá vamos!

El vogue o voguing es un tipo de baile que se baila hasta nuestros días en los salones de la cultura ball: las ball-rooms o house-ballrooms. Sigue tan en tendencia que aparece en series de actualidad como Pose (2018) o el docu-reality Legendary (2020). Ambas producciones estadounidenses cuentan ya con tres temporadas.

Cada ball-room representa a una casa que compite con otras en distintas clases de certámenes. En esta escena de Legendary vemos que se enfrentan dos grupos de baile, representando respectivamente a la House of Abundance y a la Evangelista.

El voguing se desarrolla a partir de los años 60 en estos antros neoyorkinos, impulsados por bailarines como -el lamentablemente fallecido en 2011- Paris Dupree (Nueva York, 1950): uno de sus mayores exponentes. Sin embargo, la cultura ball-room se remonta mucho más atrás.

Encontramos los primeros estertores de estas casas en elSiglo XVIII con las conocidas Molly houses inglesas. Su nombre significa, literalmente, “casas de maricas”, haciendo alusión al insulto peyorativo con que la sociedad identificaba y segregaba a los homosexuales.

Siendo la más famosa la Mother Clap de Holborn (Londres), estos puntos de encuentro podrían considerarse como el precursor de los bares de ambiente gay actuales. Consistían en tabernas (o una sola habitación privada) en la que se reunían estos grupos alejados de ojos que juzgaran y voces que chismorrearan.

Era un espacio de liberación donde se dejaba la presión, amenaza y enjuiciamiento social al otro lado de la puerta de entrada.

Si todavía existen voces contrarias a su manera de vivir, en la época de los ilustrados -donde irónicamente la razón era quien regía la vida humana- la situación vital del hombre homosexual debía ser insostenible; en esos años eran perseguidos por las leyes de sodomía, cuya pena era la de muerte en la horca.

Estas Molly Houses convivieron en tiempo con numerosas reuniones de las élites, sospechosas de ser testigo de múltiples encuentros sexuales entre hombres de negocios, aparentemente “respetables” y arquetípicos. Todo, por supuesto, bajo secreto cerrado con llave.

Surge entonces en la presa inglesa un personaje habitual en viñetas que satirizaban este tipo de comportamiento: hombres ataviados con indumentaria propiamente femenina y tendentes al amaneramiento gestual: los macaroni. Aquellos sospechosos de cobijarse en esos salones sin ley. Al menos, sin ley sodomita.

Con esta propaganda para ahondar en la estigmatización de la figura homosexual empezaron a ser sumamente perseguidos y repudiados. Fue famoso el suceso del 9 de mayo de 1726 en el que tres hombres fueron colgados en Tyburn por sodomía. Y a principios del XIX, en 1810, la cosa seguía sin mejorar: veintisiete fueron detenidos en lo que se conoce como Camarilla de la calle Vere en una de estas Molly Houses.

Así, estas casas guardan documentos valiosos en relación con los juicios por los que se condenó a numerosos de sus visitantes por este tipo de leyes dieciochescas.

La Molly House va evolucionando con el paso de los años hasta que cristaliza en la ball-room de finales del XIX, en los 60, ahora comandado por un grupo clandestino del colectivo LGTBQ+ de jóvenes afro-estadounidenses y latinos de Nueva York y Londres.

Necesitaban respiro, dispersión, alejarse del hostigamiento de ese mundo cruel que los condenaba al ostracismo y la pobreza por su condición sexual y racial.

Soñaban con convertirse en divas preciosas y ricas, algo inalcanzable para ellos. La libertad y el acceso al éxito estaba, a sus ojos, encarnada por las protagonistas de las portadas de la revista de moda Vogue. Convertirse en una cover girl era el sueño platónico de estos jóvenes.

Ava Gardner, (1922, Carolina del Norte), Katherine Hepburn (1907, Connecticut), actrices de la época dorada de Hollywood que posaban glamurosas, regias, rodeadas de lujo y sofisticación, habiendo alcanzado la cima del mundo. Siendo blancas, jóvenes, estadounidenses y heterosexuales podían conseguir lo que quisieran.

Es en esas ball-rooms de los 60 cuando surge un baile que consistía en imitar las poses de aquellas actrices que aparecían en las portadas de Vogue, naciendo así el baile que toma el nombre de la famosa revista como estilo de danza urbana, también conocida como “voguing”.

La inspiración en las divas hollywoodienses de antaño llega lejos en el colectivo: David Bowie (1947, Londres), icono de la libertad sexual del siglo XX, fue retratado haciendo las veces de Marlene Dietrich (1901, Berlín) -como hará también Madonna en su videoclip musical- para la portada de su disco Hunky Dory, de 1971, imitando su languidez y gesto femenino. También Freddy Mercury participó de la adoración por estas actrices…Madonna no será, entonces, la primera, en rescatar a estas mujeres como iconos de elegancia y empoderamiento femenino.

Actualmente hay multitud de referencias al ball-room en nuestra cultura Pop. Tanto que no sabemos distinguir al aliado del oportunista. La mismísima Rosalía cantaba en su Saoko: “como sex siren yo me transformo…”. Y es que el sex siren es una categoría en estos concursos de belleza que se hacen en las ball-rooms en los que se compite por ser quien más sensualidad femenina derroche.

También Beyonce, Rihanna, Azealia Banks…y una lista infinita de artistas que se suman al vogue y todo lo vinculado a esta subcultura queer.

El “Vogue” de Madonna

Un amigo íntimo de Madonna fue quien la puso sobre la pista de esta movida underground. La Reina del pop decidió dar visibilidad al colectivo por todo lo alto, homenajeándolo con este sencillo que saldría a la luz en marzo de 1990. Le salió redondo porque se convertiría en todo un éxito en gran parte del mundo, dominando multitud de listas.

En Los MTV Awards de los 90, presentando el single, Madonna deja clara la referencia a aquellas Molly Houses del XVIII: vestida de época, se rodea de bailarines negros y latinoamericanos, que comparten raza con los que comenzarían con el movimiento del ball-room.

Todos bailan el vogue al ritmo de la canción de título homónimo de Madonna desfilando y posando como súper modelos de revista. Fue una revolución. Toda una oda a la manifestación libre de la personalidad del colectivo.

Volvamos al video que abre este artículo. Dirigido por David Fincher (Denver, 1962), el videoclip está grabado íntegramente en blanco y negro, referenciando el pasado cinematográfico de principios del XX, justo en el momento en que esta industria había descubierto el sonido: a partir de los años 30.

La ambientación del videoclip en el Art Decó

En este ambiente tan glamuroso se alterna un juego de contrastes entre luces y sombras en las que Madonna y sus elegantes bailarines posan como aquellas celebrities del star-system de la época dorada de Hollywood.

Todo ambientado en el estilo imperante de aquella época: el Art decó, que reinó desde la década de los 20 hasta comienzos de la Gran Guerra, cuando multitud de facetas de la vida cotidiana se fueron al traste.

Nos colamos así en el salón de una glamurosa mansión adornada con detalle en sillones, candelabros, estatuas u obras de arte. Todo con formas geométricas y estilizadas, tan características de este movimiento, bajo la elegancia de la imagen en blanco y negro.

Pues es entre estas obras de arte donde aparecen tres joyas que posee la propia Madonna en su colección privada de arte, todos de Tamara de Lempicka (1898, Varsovia, Imperio ruso), muy cotizada en los años en los que se inspira el videoclip y pintora por antonomasia del Art Decó.

Y es que la mayor parte de la obra de la famosa artista pertenece a colecciones de personalidades famosas de hoy en día: la también cantante Barbra Streisand (1942, Nueva York) o el actor Jack Nicholson (1937, Nueva Jersey) son otros de los nombres importantes que poseen parte de su legado artístico.

Su influencia es tan poderosa en el mundo de la publicidad y la moda que marcas como la de la propietaria Josiane Maryse Pivida adoptó el apellido de la pintora: Lolita Lempicka, en su honor.

Por su parte, diseñadores como Karl Lagerfeld (1933, Hamburgo), Armani (1934, Piacenza), el fundador de Max Mara o Louis Vuitton fundamentaron sus desfiles de moda y colecciones de los 90 en el arte de Lempicka. Poderoso referente del lujo y el glamour.

Los tres cuadros de Tamara de Lempicka que aparecen en «Vogue«

Además de otras referencias artísticas como la recreación de fotografías famosas de Hosrt P. Horstº (1906, Alemania), Madonna recupera la fuerza de las mujeres retratadas por Lempicka, perfectas femme fatales. Sofisticación, glamour, gesto displicente y despreocupado, todas ellas son retratadas sobre fondos arquitectónicos de formas geométricas, propias del Art Decó, y elementos cubistas y neoclásicos.

Los volúmenes son tratados mediante suaves sombras y hay predominancia de la línea recta y los colores suaves y planos.

Tamara de Lempicka tiene mucho que ver con la esencia de Madonna y es probable que esta quisiera asociarse con su imagen.

La pintora se constituyó en la década de los 30 como uno de los mayores exponentes en pintura a nivel internacional, convirtiéndose en una de las mayores retratistas, querida por europeos y estadounidenses de posibles.

Es conocida su agitada vida social y sus grandes dotes como anfitriona de fiestas glamurosas, un punto en común con el refinamiento al que accedemos mediante las imágenes del videoclip.

Reina de la farándula y el desenfreno de principios del XX, de Tamara conocemos datos sobre sus aventuras extramatrimoniales -al igual que a su esposo Tadeusz Łempicki- y aventuras lésbicas -nexo de unión con el colectivo al que apela Madonna-.

Madonna supo seleccionar con cuidado las obras a vincular con la historia que cuenta Vogue: tres óleos sobre lienzo de 1929. Una de las primeras referencias artísticas que figuran en el videoclip, apenas en los primeros segundos, es La musicienne: el cuadro de una mujer artista que rendía homenaje a la música.

También conocida como “Mujer con mandolina”, fue muy admirado en el 41º Salón de la Independencia a principios del 30, manifestándose como toda una alegoría al arte de la canción.

Es posible que la obra encuentre la inspiración en un autorretrato que el Duque Cosimo II de Toscana encargó a Artemisa Gentileschi (1593, Roma), vestida de azul y tocando un laúd, instrumento habitual en los retratos del barroco y el rococó europeo (aunque normalmente en manos masculinas). Cabe destacar que fue la primera mujer en conseguir el éxito en la historia del arte europeo. Una triunfadora como después lo fue De Lempicka.

El realismo barroco que presenta Gentilleschi se convierte en formas geométricas y angulosas propias del Art decó con De Lempicka.

Los colores se atenúan y abandonan el brillo de la artista del XVII. El fondo de este segundo cuadro, liso y en tonos pardos, se sustituye por la pintora polaca por la desestructuración del plano mediante la repetición de formas rectangulares y alargadas.

Los vestidos de ambas hacen referencia al estilo de la época, así como el peinado de la de 1930, a la moda y acorde con la sofisticación del momento: melena corta con ondas al agua.

Como última comparativa entre ambas obras, la de Tamara no es un autorretrato. La modelo es una amiga muy cercana y amante de la artista, Ira Perrault, también casada.

Perrault podría ser también la protagonista de Andromeda, otro de los cuadros que aparecen en Vogue, aunque de este solo podamos apreciar el torso desnudo de la joven. Esos ojos claros, su pelo rojizo, cara ovalada y labios definidos con carmín, así como el cuerpo abultado nos recuerdan a la anterior modelo, que posó para Lempicka desde 1922 a 1932, probablemente coincidiendo con los años de su idilio.

Aquí De Lempicka hizo un homenaje a un pasaje de la mitología clásica: Andrómeda era hija de los reyes Cefeo y Casiopea. Un día, su madre ofendió al Dios Poseidón y para aplacar su ira entregó a la joven como sacrificio a un monstruo marino.

Por eso la tradición griega la representa atada (como la mujer del cuadro) a una roca en el mar. Solo la liberaría su enamorado, Perseo, a cambio de derrocar al monstruo marino.

Entre ambas obras aparece en la sala del videoclip el cuadro de Nana de Herrera: un retrato de una bailarina española, amante del comitente de la obra. Parece que el resultado no fue muy favorecedor para la muchacha (presenta rasgos algo duros), aunque la obra sea de gran fuerza y belleza para muchos espectadores.

Aquí, la artista trabaja en tonos pardos y ocres, con algún grisáceo en las flores que enmarcan la figura de la joven gitana. Sin abandonar la escenografía arquitectónica, pareciera sugerir este lienzo sensación de un espacio interior, donde se acomoda sensualmente la muchacha cubierta con un tejido de encaje de delicada transparencia negra.

Mujeres desafiantes, con garra y descaro, son representadas por Tamara de Lempicka y homenajeadas por su propietaria: Madonna.

La artista fue un importante exponente del feminismo de su época. Tan revolucionaria fue su obra que sus cuadros acabaron por retirarse de los museos, por desafiar los cánones. Por eso y como veíamos, hoy permanecen en entornos privados.

Fama, dinero, glamour, libertad, sexualidad sin tabúes y mundo nocturno.

La vida de las mujeres de De Lempicka, admiradas después tanto por los bailarines de vogue como por Madonna, protagonizarían el decorado de este icónico videoclip que trasciende hasta nuestros días.

ARTÍCULOS EN NUESTRA WEB QUE PODRÍAN INTERESARTE

El arte en las portadas de Vogue. (Anel Laspina, 12 de julio 2024)

Tamara de Lempicka. ¿Hay acaso un título mejor para definir a la figura más importante y la mayor exponente dentro del art decó pictórico? (La cámara del arte, 7 de marzo de 2022)

Los retratos de Lili Elbe por Gerda Wegener (Núria Cardona, 5 de septiembre de 2024)

Autorretrato en un Bugatti verde (Núria Cardona, 19 de enero de 2023)




WEBGRAFÍA

22 minutos con. Curiosidades musicales: “Vogue” (Madonna) (Marta Iglesias, 23 septiembre de 2023)

Julieta Wibel. El baile del orgullo. ¿CULTURA O MODA? Renaissance. Concepto Explicado (break my soul)

Wikipedia. Molly House

Them. La sorprendente historia de Seraphina, la primera drag queen de la historia

Agente provocador. A wild things magazine. Historia secreta del queer (Spider)

The M-Magazine. Videoclip Vogue. (Divina Madonna; julio 2019)

Artenea Blog. Arte y periodismo. Tamara de Lempicka. Ruptura de una época (Paula Báez)

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